Fragmentos de una enseñanza desconocida (48 page)

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Authors: P. D. Ouspensky

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

"Pero en conexión con esto, hay que tener presente que un «mago negro», sea bueno o malo, necesariamente ha pasado por una escuela. Ha aprendido algo, ha oído hablar de algo, sabe algo. Simplemente es un hombre «semieducado» que o bien ha sido expulsado de una escuela o la abandonó por sí mismo, habiendo decidido que ya sabía lo suficiente, que se negaba a quedarse más tiempo bajo tutela, y que podía trabajar independientemente y aun dirigir el trabajo de otros. Todo «trabajo» de esta clase sólo puede producir resultados subjetivos, es decir, sólo puede engañar más y más y favorecer el sueño en lugar de disminuirlo. Sin embargo, se puede aprender ciertas cosas de un mago negro —por malo que sea. Hasta puede sucederle que por accidente diga la verdad. Por eso digo que hay muchas cosas peores que la «magia negra», por ejemplo, toda clase de sociedades «espiritistas», «teosóficas» y otros grupos «ocultistas». Sus maestros no solamente nunca han estado en una escuela, sino que tampoco se han encontrado jamás con nadie que haya tenido contacto con una escuela. Su trabajo consiste simplemente en parodias. Pero un trabajo imitativo de esta clase produce una gran satisfacción de sí. Un hombre se toma como «maestro», otros se toman como sus «discípulos», y todo el mundo está contento. Ninguna constatación de la propia nulidad puede obtenerse de esta manera, y si algunos afirman que han llegado a este resultado, sólo se engañan o se equivocan —si no se trata de pura mentira. Por el contrario, lejos de darse cuenta de su propia nulidad, los miembros de tales círculos constatan su propia importancia e inflan su falsa personalidad.

"Al comienzo no hay nada más difícil que el verificar si el trabajo es justo o falso, si las indicaciones recibidas son válidas o erróneas. Con respecto a esto, la parte teórica del trabajo puede ser útil, porque permite que un hombre pueda formarse un juicio de ello más fácilmente. Sabe lo que conoce y lo que ignora. Sabe lo que se puede aprender por medios ordinarios y lo que no se puede aprender. Y si aprende algo nuevo, o algo que no puede ser aprendido de una manera ordinaria, de los libros o siguiendo un curso, esto, hasta cierto punto, es una garantía de que el otro lado, el lado práctico, puede también ser justo. Pero esto, naturalmente, está muy lejos de ser una garantía suficiente, porque aquí también los errores son posibles. Todas las sociedades, todos los círculos ocultistas o espiritistas afirman que poseen una nueva enseñanza. Y hay gente que los cree.

"En los grupos correctamente organizados no se requiere ninguna fe, se exige sólo un poco de confianza, y aun esto no por largo tiempo; porque cuanto más rápido un hombre comienza a probar la verdad de lo que oye, tanto mejor será para él.

"La lucha contra el «falso Yo», contra el rasgo o el defecto principal, es la parte más importante del trabajo, pero esta lucha debe traducirse en hechos, no en palabras. Con este fin el maestro da a cada uno tareas definidas que para ser llevadas a cabo exigen la conquista del rasgo principal. Cuando un hombre se encarga de cumplir con una de estas tareas, él lucha consigo mismo y trabaja sobre sí mismo. Si evita las tareas, si esquiva su realización, esto significa ya sea que no quiere trabajar, o que no puede.

"Por regla general, el maestro da al comienzo sólo tareas muy fáciles que no se pueden aun llamar tareas, y no habla de ellas sino con palabras encubiertas: más bien que darlas, las sugiere. Si ve que se le comprende y que las tareas se realizan, pasa luego a tareas más difíciles.

"Estas nuevas tareas, aunque son sólo subjetivamente difíciles, se llaman «barreras». Una barrera seria tiene la particularidad que el hombre que llega a franquearla no puede jamás regresar a su vida ordinaria, a su sueño ordinario. Y si después de haber pasado la primera barrera, tiene miedo de las que siguen, si no va adelante, por así decirlo se detiene entre dos barreras y ya no puede ni avanzar ni retroceder. Nada peor puede sucederle a un hombre. Por eso, el maestro es siempre muy prudente en la elección de las tareas y de las barreras, en otras palabras, no se arriesga a dar tareas definidas que exigen la conquista de barreras interiores sino a aquellos que ya han sido probados en pequeñas barreras.

"A menudo sucede que las personas detenidas por alguna barrera, usualmente la más pequeña y la más simple, se levantan contra el trabajo, contra el maestro, contra los otros miembros del grupo y los acusan precisamente de lo que les acaban de revelar sobre sí mismos.

"Algunas veces se arrepienten después, y se culpan a sí mismos; luego vuelven la culpa a los demás; después de lo cual se arrepienten otra vez, y así sucesivamente. No hay nada que pueda mostrar mejor lo que es un hombre que su actitud hacia el trabajo y hacia el maestro
después de haberlos abandonado
. A veces se organiza este tipo de pruebas intencionalmente. Se pone a un hombre en tal situación que esté
obligado
a irse, lo que es perfectamente legítimo, puesto que tiene un agravio real, ya sea contra el maestro mismo o contra alguna otra persona. Después se continúa observando para ver cómo se comporta. Un hombre decente se comporta decentemente aun si se cree víctima de un error o de una injusticia. Por el contrario, en tales circunstancias muchas personas muestran un lado de su naturaleza que sin esto habría permanecido siempre oculto. Esto es un medio a veces indispensable para hacer resaltar la naturaleza de un hombre. Mientras usted es bueno con un hombre, él es bueno con usted. Pero ¿qué sucederá si usted lo araña un poco?

"Por lo demás, esto no es lo esencial; lo que es de capital importancia es la actitud personal de tal hombre, su propia
evaluación
de las ideas que recibe o ha recibido, y el hecho de que conservará o perderá esta evaluación. Un hombre puede imaginar durante mucho tiempo y sinceramente que quiere trabajar, y aun hacer grandes esfuerzos, y luego puede arrojar todo por la borda y erguirse definitivamente contra el trabajo; entonces se justifica, inventa diversos contrasentidos, falsifica deliberadamente el sentido de todo lo que ha oído, y así sucesivamente.

—¿Qué le puede suceder como castigo? preguntó uno de los oyentes.

—Nada, ¿qué podría sucederle? respondió G.
Él es su propio castigo.
¿Y qué castigo puede ser peor?

"Es imposible dar una descripción completa de la manera de conducir el trabajo de un grupo, continuó G. Todo tiene que ser vivido. Sólo puedo aludir a las cosas cuyo sentido verdadero será revelado solamente a los que van a trabajar, que van a aprender por experiencia lo que significan las barreras y qué dificultades presentan.

"De una manera completamente general, se puede decir que la conquista de la mentira es la barrera más difícil. El hombre miente tanto y tan constantemente a sí mismo y a los demás que deja de notarlo. Sin embargo, la mentira tiene que ser conquistada, vencida. Y el primer esfuerzo del alumno es vencer la mentira frente a su maestro. Tiene que decidir decirle sólo la verdad o dejar todo trabajo.

"Deben ustedes comprender que el maestro toma a su cargo una tarea muy difícil: la limpieza y la reparación de máquinas humanas. Naturalmente no acepta sino máquinas que le es posible reparar. Si una pieza esencial está rota o es incapaz de cumplir su función en la máquina, entonces rehúsa ocuparse de ella. Sin embargo, ciertas máquinas que aún podrían repararse se vuelven casos sin esperanza desde el momento en que empiezan a decir mentiras. Una mentira al maestro, aun insignificante, una disimulación cualquiera, tal como la de un alumno que no le dice al maestro lo que alguien le ha pedido que mantenga secreto, o lo que él mismo ha dicho a otro, pone fin inmediatamente a su trabajo, sobre todo si es que realmente ha hecho esfuerzos anteriores.

"Aquí hay algo que jamás deben olvidar: cada esfuerzo del alumno le trae un aumento de exigencias. Mientras no haya hecho esfuerzos serios, no se le puede exigir prácticamente nada, pero a medida que sus esfuerzos aumentan, aumenta también el peso de las exigencias. Cuanto más esfuerzos hace un hombre, tanto más se le exige.

"Cuando está en esta etapa, los alumnos cometen muy a menudo el error que comete todo el mundo. Creen que sus esfuerzos anteriores, sus méritos precedentes, les dan privilegios por así decirlo, que
disminuyen
lo que se puede exigir de ellos, y que constituyen para ellos cierta clase de excusa, en el caso de que no trabajen o aun de que luego cometan faltas. Esto es naturalmente el más profundo error. Nada de lo que un hombre hizo ayer puede servirle de excusa hoy. Es todo lo contrario. Si un hombre no ha hecho nada ayer, no se le puede pedir nada hoy; si ha hecho algo ayer, esto significa que hoy se le puede pedir más. Por cierto que esto no significa que es mejor no hacer nada. El que no hace nada, nada recibe.

"Como ya lo he dicho, una de las primeras exigencias es la sinceridad. Pero hay diferentes clases de sinceridad. Hay la sinceridad inteligente y hay la sinceridad estúpida, exactamente como existe la disimulación inteligente y la disimulación estúpida. La sinceridad estúpida y la disimulación estúpida son igualmente mecánicas. Pero si un hombre desea aprender a ser
inteligentemente sincero
, debe ser sincero ante todo con su maestro y con sus mayores en el trabajo. Esto será «sinceridad inteligente». Sin embargo, es importante notar que la sinceridad no se debe convertir en «falta de consideración». La falta de consideración con respecto al maestro o a quienes, en cierta medida, lo reemplazan, destruye toda posibilidad de trabajo. Si un hombre quiere aprender a
disimular inteligentemente,
debe disimular acerca del trabajo, y aprender a callar cuando debe callarse, es decir, cuando se encuentra con gente que está fuera del trabajo y que no es capaz ni de comprenderlo ni de apreciarlo. Pero la sinceridad en el grupo es una exigencia absoluta; en efecto, si un hombre continúa mintiendo en el grupo de la misma manera en que se miente a sí mismo o a los otros en la vida, jamás aprenderá a distinguir la diferencia entre la verdad y la mentira.

"La segunda barrera es muy a menudo la conquista del miedo. Un hombre ordinario tiene muchos miedos inútiles e imaginarios. Mentiras y miedos —ésta es la atmósfera en que vive. La conquista del miedo no es menos individual que la conquista de la mentira. Todo hombre tiene sus miedos particulares, miedos que no le pertenecen sino a él. Tiene que descubrirlos y luego destruirlos. Los miedos de los que hablo están conectados habitualmente con las mentiras en medio de las cuales vive el hombre. Ustedes deben comprender que estos miedos nada tienen en común con el miedo a las arañas, a los ratones, a la oscuridad o con miedos nerviosos inexplicables.

"La lucha contra las mentiras en uno mismo y la lucha contra los miedos constituyen el primer trabajo positivo que un hombre tiene que hacer.

"Hay que convencerse en general de que los esfuerzos positivos y aun los sacrificios que se hacen en el trabajo no justifican ni excusan de ninguna manera los errores que puedan cometerse luego. Al contrario, lo que es perdonable en un hombre que nunca ha hecho esfuerzos y que nunca ha sacrificado nada, no es perdonable en otro que ya ha hecho grandes sacrificios.

"Esto parece injusto, pero uno tiene que comprender esta ley. Se abre una cuenta, por así decirlo, para cada hombre. Se anotan sus esfuerzos y sacrificios en una página del Gran Libro y sus errores y fechorías sobre la otra. Lo que está escrito en el lado positivo no puede jamás compensar lo que está escrito en el lado negativo. Lo que está inscrito en el lado negativo sólo puede ser borrado por la verdad, o sea por una confesión ferviente y total a sí mismo y a los otros, y sobre todo al maestro. Si un hombre ve su falta pero continúa buscando justificaciones, esta falta, aunque pequeña, puede destruir el resultado de años enteros de trabajo y de esfuerzos. Por lo tanto, en el trabajo, es a menudo preferible admitir la propia culpa aun cuando uno no sea culpable. Pero esto otra vez es un asunto delicado, y hay que evitar cualquier exageración. De otro modo el resultado será nuevamente la mentira, y la mentira infundida por el miedo."

En otra ocasión, al hablar de los grupos, G. dijo:

—No vayan a pensar que podemos comenzar por formar un grupo en seguida. Es algo muy grande. Un grupo se organiza para un trabajo
bien concertado,
para una meta bien definida. Sería necesario que yo pudiera tener confianza en ustedes para este trabajo, y que ustedes pudieran tener confianza en mí y confianza los unos en los otros. Esto sería entonces un grupo. Mientras no haya un trabajo general, no puede ser sino cuestión de un grupo preparatorio. Tenemos que prepararnos para que algún día pueda haber un grupo verdadero. Sólo es posible prepararnos para esto tratando de imitar a un grupo tal como éste debería ser —imitándolo interiormente, por supuesto, y no exteriormente.

"¿Qué es necesario para esto? Ante todo, hay que comprender que en un grupo todos son responsables unos por otros. El error de uno se considera como el error de todos. Esto es una ley, y está bien fundamentada, porque como se verá más tarde, lo que es adquirido por uno solo, lo adquieren todos al mismo tiempo.

"La regla de la responsabilidad común siempre debe estar presente en la mente. Tiene también otro aspecto. Los miembros de un grupo no sólo son responsables de los errores de los demás, sino también de sus fracasos. El éxito de uno de ellos es el éxito de todos, y el fracaso de uno de ellos es el fracaso de todos. Un error grave cometido por uno de ellos, como por ejemplo la violación de una regla fundamental, ocasiona inevitablemente la disolución del grupo entero.

"Un grupo debe funcionar como una máquina. Pero las piezas de la máquina deben conocerse y ayudarse mutuamente. En un grupo no puede haber intereses personales que se opongan a los intereses de los demás o a los intereses del trabajo; no puede haber simpatías o antipatías personales que obstaculicen el trabajo. Todos los miembros de un grupo son amigos y hermanos, pero si uno de ellos se va, y especialmente si es despedido por el maestro, cesa de ser un amigo y un hermano, y de inmediato se convierte en un extraño, como un miembro que es amputado. Esta ley puede a menudo parecer muy dura, y sin embargo es indispensable. Supongamos que dos amigos íntimos entren juntos en un grupo. Luego, uno de ellos se marcha. A partir de entonces el otro no tiene más el derecho de hablarle sobre el trabajo del grupo. El que ha partido siente este silencio como una ofensa incomprensible, y se pelean. A fin de evitar esto, cuando se trata de relaciones como marido y mujer, madre e hija, etc., los consideramos como uno; o sea que marido y mujer se cuentan como un solo miembro del grupo. Por lo tanto, si uno de los dos no puede continuar con el trabajo y se va, el otro es considerado como culpable y también tiene que irse.

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