Fragmentos de una enseñanza desconocida (21 page)

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Authors: P. D. Ouspensky

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

—Muy bien. dijo G. Conocer el futuro es para usted la primera meta. ¿Puede alguien más formular su meta?

—Quisiera estar convencido de que sobreviviré a la muerte de mi cuerpo físico y, si esto depende de mí, quisiera trabajar para existir después de la muerte, dijo uno de los presentes.

—El conocimiento o la ignorancia del futuro, la certidumbre o incertidumbre de una supervivencia me importan igualmente poco, dijo otro, si he de seguir siendo lo que soy ahora. Lo que siento con más fuerza es que no soy el amo de mí mismo, y si debo formular mi meta diría que quiero ser
el amo de mí mismo.

—Quisiera comprender la enseñanza de Cristo y ser un verdadero cristiano, dijo el siguiente.

—Quisiera poder ayudar a los demás.

—Quisiera saber cómo detener las guerras.

—Bien, eso basta, dijo G. Ya tenemos suficientes elementos.

Entre los deseos formulados, el mejor es el de ser el amo de sí. Sin esto, nada más es posible, ninguna otra cosa podrá tener valor alguno. Pero comencemos por el examen de la primera meta.

"Para conocer el futuro es necesario ante todo conocer tanto el presente como el pasado en todos sus detalles. Hoy es lo que es porque ayer fue lo que fue, y si hoy es como ayer mañana será como hoy. Si ustedes quieren que mañana sea diferente deben hacer que hoy sea diferente. Si hoy no es sino una consecuencia de ayer, mañana a su vez no será sino una consecuencia de hoy. Y si alguien ha estudiado a fondo lo que ha sucedido ayer, antes de ayer, hace una semana, un año, diez años, puede entonces sin riesgos de error decir qué sucederá y qué no sucederá mañana. Pero hoy día no tenemos suficientes elementos a nuestra disposición como para discutir seriamente este problema. Lo que ocurre o lo que puede ocurrirnos depende de una u otra de estas tres causas: el accidente, el destino o nuestra propia voluntad. Tal como somos nos encontramos casi completamente a merced del accidente. No podemos tener destino en el verdadero sentido de la palabra, así como no podemos tener voluntad. Si tuviésemos voluntad, por este solo hecho seríamos capaces de conocer el futuro. Porque nos sería posible el construir nuestro futuro, y hacerlo tal como lo queremos. Si tuviésemos un destino, podríamos también conocer el futuro porque el destino corresponde al tipo. Si se conoce el tipo entonces su destino también puede conocerse, es decir, a la vez su pasado y su futuro. Pero los accidentes siguen siendo imprevisibles. Hoy día un hombre es de una manera, mañana es diferente; hoy día le sucede una cosa, mañana otra.

—¿Pero no puede usted prever lo que nos va a suceder? preguntó uno. ¿No ve con anticipación los resultados que cada uno de nosotros conseguirá trabajando sobre sí, y si vale acaso la pena que uno emprenda este trabajo?

—Es imposible decirlo, dijo G. Sólo se puede predecir el futuro de
hombres.
El futuro no puede ser predicho para
máquinas locas.
Su dirección cambia en cada momento. En un momento dado una máquina de éstas va en una dirección, y ustedes pueden calcular a dónde puede llegar, pero cinco minutos más tarde ésta se precipita en una dirección completamente diferente y todos sus cálculos probarán ser falsos. Asimismo, antes de hablar de predecir el futuro es necesario saber de
quién
se trata. Si un hombre quiere prever su propio futuro, debe ante todo conocerse a sí mismo. En seguida verá si le vale la pena conocer su futuro. En ocasiones tal vez le será preferible no conocerlo.

"Esto parece paradójico, pero tenemos todo el derecho de decir que ya conocemos nuestro futuro: será exactamente idéntico a lo que ha sido nuestro pasado. Nada puede cambiar por sí solo.

"Y en la práctica, para estudiar el futuro, uno tiene que aprender a notar y recordar los momentos en que conocemos realmente el futuro y en que actuamos de acuerdo con este conocimiento. Tendremos así la prueba de que realmente conocemos el futuro. Esto es sencillamente lo que pasa en los negocios, por ejemplo. Todos los buenos comerciantes conocen el futuro, de otro modo sus negocios quebrarían. En el trabajo sobre sí, es necesario ser un buen comerciante, un hombre de negocios avispado. No vale la pena conocer el futuro sino cuando un hombre puede ser su propio amo.

"Hubo también una pregunta sobre la vida futura: ¿cómo crearla, cómo evitar la muerte final, cómo no morir?

"Para esto es indispensable «ser». Si un hombre cambia a cada instante, si no hay nada en él que pueda resistir a las influencias exteriores, esto quiere decir que nada en él puede resistir a la muerte. Pero si llega a ser independiente de las influencias exteriores, si aparece en él «algo» que pueda vivir
por sí mismo,
este «algo» puede no morir. En las circunstancias ordinarias morimos a cada instante. Las influencias exteriores cambian y nosotros cambiamos con ellas; esto quiere decir que muchos de nuestros «yoes» mueren. Si un hombre desarrolla en sí mismo un «Yo» permanente, que pueda sobrevivir a un cambio de condiciones exteriores, este «Yo» podrá también sobrevivir a la muerte del cuerpo físico. Todo el secreto es que no se puede trabajar para la vida futura, sin trabajar para esta vida. Al trabajar para la vida, un hombre trabaja para la muerte o más bien para la inmortalidad. Es por esto por lo que el trabajo para la inmortalidad, si se le puede llamar así, no puede estar separado del trabajo para la vida en general. Al alcanzar uno se alcanza el otro. Un hombre puede esforzarse en
ser
simplemente en aras de los intereses de su propia vida. Tan sólo por esto puede llegar a ser inmortal. No hablamos especialmente de una vida futura y no tratamos de saber si existe o no, porque las leyes son las mismas en todas partes. Al estudiar simplemente su propia vida y la de los demás, desde su nacimiento hasta su muerte, un hombre estudia todas las leyes que gobiernan la vida y la muerte y la inmortalidad. Si llega a ser amo de su vida, puede llegar a ser amo de su muerte.

"Otra pregunta fue planteada:
¿Cómo llegar a ser un Cristiano?

"Ante todo, es necesario comprender que un Cristiano no es un hombre que se dice Cristiano o que otros llaman Cristiano. Un Cristiano es un hombre que vive de acuerdo a los preceptos de Cristo. Tal cual somos no podemos ser Cristianos. Para ser Cristianos debemos ser capaces de «hacer». No podemos «hacer»; con nosotros todo «sucede». Cristo dice: «Amad a vuestros enemigos», pero ¿cómo amar a nuestros enemigos si ni siquiera podemos amar a nuestros amigos? Algunas veces «se ama», y algunas veces «no se ama». Tal como somos ni siquiera podemos aun realmente desear ser Cristianos porque, nuevamente, algunas veces «se desea» y otras veces «no se desea». Un hombre no puede desear por mucho tiempo esta sola y misma cosa, porque de repente, en vez de desear ser Cristiano, se acuerda de una alfombra muy hermosa, pero muy cara, que vio en una tienda. Y en vez de desear ser Cristiano comienza a pensar en cómo comprar esa alfombra, olvidándose de todo lo que concierne al Cristianismo. O si algún otro no cree que él sea un Cristiano maravilloso, estará dispuesto a comérselo vivo o a asarlo en una hoguera. Para ser Cristiano hay que «ser». Ser significa: ser el amo de sí mismo. Si un hombre no es su propio amo, no tiene nada y no puede tener nada. Y no puede ser un Cristiano. Es simplemente una máquina, un autómata. Una máquina no puede ser un Cristiano: Piénsenlo ustedes mismos: ¿es posible para un automóvil, una máquina de escribir o un gramófono ser Cristianos? Estas son simplemente cosas sometidas a la ley del accidente. No son responsables. Son máquinas. Ser Cristiano significa ser responsable. La responsabilidad llega más tarde, si un hombre, aunque parcialmente, deja de ser máquina y comienza de hecho, y no sólo de palabra, a desear ser Cristiano.

—¿Qué relación hay entre la enseñanza que usted expone y el Cristianismo tal como nosotros lo conocemos? preguntó alguien.

—No sé lo que ustedes saben sobre el
Cristianismo,
contestó G., poniendo énfasis en esta palabra. Sería necesario hablar durante mucho tiempo a fin de aclarar lo que ustedes entienden por ese término. Pero para beneficio de los que ya saben diré, si así lo quieren, que
éste es el Cristianismo esotérico
. Hablaremos a su debido tiempo sobre el significado de estas palabras. Por el momento sigamos discutiendo nuestras preguntas.

"Entre las metas que se han expresado, sin discusión alguna la más justa es la de ser
amo de sí mismo
, porque sin esto nada es posible. En comparación con esta meta, todas las demás no son sino sueños infantiles, deseos de los cuales un hombre no podría hacer el menor uso aunque le fuesen concedidos.

"Por ejemplo, alguien dijo que quería ayudar a los demás. Para ser capaz de
ayudar a los demás
, primero hay que aprender a ayudarse a sí mismo. Con la idea de ayudar a los demás, un gran número de personas se deja llevar por toda clase de pensamientos y de sentimientos simplemente por pereza. Son demasiado perezosas para trabajar sobre sí mismas; pero les agrada mucho pensar que son capaces de ayudar a los demás. Esto es ser falso e hipócrita consigo mismo. Cuando un hombre se ve realmente tal cual es, no le pasa por la cabeza ayudar a los demás —tendría vergüenza de pensar en esto. El amor a la humanidad, el altruismo, son palabras muy bonitas, pero no tienen significado sino cuando un hombre es capaz, por su propia elección y de su propia decisión, de amar o de no amar, de ser un altruista o un egoísta. Entonces su elección tiene un valor. Pero si no hay elección alguna, si él no puede hacer otra cosa, si es solamente lo que la casualidad lo ha hecho o lo esta haciendo —hoy un altruista, mañana un egoísta y pasado mañana nuevamente un altruista— ¿qué valor puede tener todo esto? Para ayudar a los demás un hombre tiene que aprender primero a ser egoísta, un egoísta consciente. Sólo un egoísta consciente puede ayudar a los demás. Tal como somos no podemos hacer nada. Un hombre decide ser un egoísta y resulta regalando su última camisa. Habiendo decidido regalar su última camisa, arranca la del hombre al que le quería dar la suya. O bien al decidir dar su propia camisa, quiere dar la de otro, y se pone furioso si éste se la rehúsa. Y así sigue la vida. "Para hacer lo difícil, hay que aprender primero a hacer lo que es fácil. No se puede comenzar por lo más difícil.

"Se me ha planteado otra pregunta: ¿Cómo detener las guerras? Las guerras no pueden ser detenidas. La guerra es el resultado de la esclavitud en que viven los hombres. Estrictamente hablando no se puede culpar a los hombres por la guerra. En su origen hay fuerzas cósmicas e influencias planetarias. Pero los hombres no oponen ni sombra de resistencia a estas influencias, y no pueden hacerlo porque son esclavos. Si fuesen
hombres
y fuesen capaces de «hacer», serían capaces de resistir a estas influencias y de abstenerse de matarse entre ellos.

—Pero ¿seguramente aquellos que lo comprenden pueden hacer algo? interrogó el hombre que había hecho la pregunta acerca de la guerra. Si un número suficiente de hombres llegase a la conclusión categórica de que ya no debe haber más guerras, ¿no podrían influir sobre los demás?

—Aquéllos a quienes disgusta la guerra han estado tratando de hacer eso casi desde la creación del mundo, dijo G., y sin embargo, nunca ha habido una guerra como la presente. Las guerras no están disminuyendo, están aumentando, y no pueden ser detenidas por medios ordinarios. Todas estas teorías acerca de la paz universal, sobre conferencias sobre la paz, etc., son nuevamente simple pereza e hipocresía. Los hombres no quieren pensar en sí mismos, no quieren trabajar sobre sí mismos, no piensan sino en los medios para llevar a los demás a que sirvan a sus caprichos. Si se llegase a formar efectivamente un grupo suficiente de hombres deseosos de detener las guerras, comenzarían primero por hacer la guerra contra aquellos que no estuvieran de acuerdo. Y es aún más seguro que harían la guerra contra quienes también quisieran detener las guerras, pero en forma diferente. Y así, ellos pelearían. Los hombres son lo que son y no pueden ser diferentes. La guerra tiene muchas causas que son desconocidas para nosotros. Algunas causas están en los hombres mismos, otras están fuera de ellos. Hay que empezar por las causas que están en el hombre mismo. ¿Cómo puede el hombre ser independiente de las influencias exteriores, de las grandes fuerzas cósmicas, cuando es esclavo de todo lo que lo rodea? Está en poder de todas las cosas a su alrededor. Si fuese capaz de liberarse de las cosas, entonces podría liberarse de las influencias planetarias.

"Libertad, liberación. Ésta debe ser la meta del hombre. Llegar a ser libre, escapar de la servidumbre —es por esto por lo que un hombre debería luchar cuando haya llegado a ser, aunque sea un poco, consciente de su situación. Es la única salida para él, porque nada es posible mientras siga siendo un esclavo interior y exteriormente. Pero no puede dejar de ser esclavo exteriormente mientras interiormente siga siendo un esclavo. Por consiguiente, para llegar a ser libre tiene que conquistar la libertad interior.

"La primera razón de la esclavitud interior del hombre es su ignorancia, y sobre todo, su ignorancia de sí mismo. Sin el conocimiento de sí, sin la comprensión de la marcha y de las funciones de su máquina, el hombre no puede ser libre, no puede gobernarse y seguirá siendo siempre esclavo, y el juguete de las fuerzas que actúan sobre él.

"Esta es la razón por la cual, en las enseñanzas antiguas, la primera exigencia al comienzo del camino de la liberación, era:
«Conócete a ti mismo»."

En la reunión siguiente, G. comentó estas palabras:
"Conócete a ti mismo".

—Esta fórmula, generalmente atribuida a Sócrates, en realidad se encuentra en la base de muchas doctrinas y escuelas mucho más antiguas que la escuela socrática. Pero aunque el pensamiento moderno no desconoce la existencia de este principio, no tiene sino una idea muy vaga de su significado y de su alcance. El hombre ordinario de nuestra época, aun si se interesa en la filosofía o en las ciencias, no comprende que el principio «Conócete a ti mismo» se refiere a la necesidad de conocer su propia máquina, la «máquina humana». La estructura de la máquina es más o menos la misma en todos los hombres; por lo tanto es esta estructura la que el hombre debe estudiar primeramente, es decir las funciones y las leyes de su organismo. En la máquina humana todo está ligado, una cosa depende de otra hasta tal punto que es completamente imposible estudiar cualquier función sin estudiar todas las otras. El conocimiento de una parte requiere el conocimiento del todo. Es posible conocer el todo del hombre, pero esto exige mucho tiempo y mucho trabajo, exige sobre todo la aplicación del método correcto, e igualmente la dirección justa de un maestro.

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