Harry Potter. La colección completa (383 page)

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Authors: J.K. Rowling

Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y Juvenil, Intriga

—No, señor, por supuesto que no —se apresuró a decir Ryddle—. Lo siento, no era mi intención ofenderlo…

—Descuida, no me has ofendido —repuso Slughorn con brusquedad—. Es natural sentir curiosidad acerca de estas cosas. Los magos de cierta categoría siempre se han sentido atraídos por ese aspecto de la magia…

—Sí, señor. Pero lo que no entiendo… Se lo pregunto sólo por curiosidad… No veo demasiada utilidad en utilizar un
Horrocrux
. ¿Sólo se puede dividir el alma una vez? ¿No sería mejor, no fortalecería más, dividir el alma en más partes? Por ejemplo, si el siete es el número mágico más poderoso, ¿no convendría…?

—¡Por las barbas de Merlín, Tom! ¡Siete! ¿No es bastante grave matar a una persona? Además… Dividir el alma una vez ya resulta pernicioso, pero fragmentarla en siete partes… —Slughorn parecía muy preocupado y contemplaba a Ryddle como si nunca se hubiera fijado bien en él. Harry comprendió que el profesor lamentaba haber entablado aquella conversación—. Claro que todo esto —masculló— es puramente hipotético, ¿no? Puramente teórico…

—Sí, señor, por supuesto —dijo Ryddle con presteza.

—Pero de cualquier modo, Tom, no le digas a nadie lo que te he contado, o mejor dicho, lo que hemos hablado. A nadie le gustaría saber que hemos estado charlando sobre
Horrocruxes
. Mira, es un tema prohibido en Hogwarts. Dumbledore es muy estricto con este punto…

—No diré ni una palabra, señor —le aseguró Ryddle, y se marchó.

Harry alcanzó a verle el rostro, donde se reflejaba la misma exaltada felicidad que el día que se enteró de que era un mago, la clase de felicidad que no realzaba sus hermosas facciones, sino que, en cierto modo, las volvía menos humanas…

—Gracias, Harry —dijo Dumbledore con voz queda—. Vámonos…

Cuando Harry pisó de nuevo el suelo del despacho, el director ya estaba sentado a su escritorio. Harry se sentó también y esperó a que Dumbledore hablara.

—Hacía mucho tiempo que esperaba conseguir ese testimonio —dijo el anciano profesor al fin—. Y me confirma la teoría en que he estado trabajando; me demuestra que tengo razón y que todavía queda un largo camino por recorrer.

De pronto, Harry se fijó en que todos los antiguos directores y directoras cuyos retratos colgaban de las paredes estaban despiertos y escuchaban con interés su conversación; incluso un mago corpulento de nariz colorada había sacado una trompetilla.

—Bien, Harry —prosiguió Dumbledore—. Estoy convencido de que comprendes la importancia de lo que acabamos de oír. Cuando Tom Ryddle tenía aproximadamente la misma edad que tú ahora, intentó por todos los medios averiguar cómo podía alcanzar la inmortalidad.

—¿Y usted cree que lo consiguió, señor? ¿Hizo un
Horrocrux
y por eso no murió cuando me atacó a mí? Quizá tenía un
Horrocrux
escondido en algún sitio o una parte de su alma estaba a salvo.

—Una parte… o más. Ya has oído a Voldemort: lo que en realidad quería de Horace era su opinión acerca de qué podría pasarle al mago que creara más de un
Horrocrux
. O qué podría pasarle a un mago tan decidido a evitar la muerte que no le importara matar muchas veces y desgarrar repetidamente su alma para almacenarla en varios
Horrocruxes
que luego escondería. Era evidente que esa información no la encontraría en los libros. Que yo sepa (y que Voldemort supiera, estoy seguro), hasta ese momento lo máximo que un mago había logrado era dividir su propia alma en dos. —Dumbledore hizo una breve pausa, puso en orden sus pensamientos y añadió—: Hace cuatro años recibí lo que consideré una prueba definitiva de que Voldemort había dividido su alma.

—¿Dónde? ¿Cómo?

—Me la diste tú, Harry —contestó el anciano—. El diario era la prueba, el diario de Ryddle, el que daba instrucciones sobre cómo volver a abrir la Cámara de los Secretos.

—No lo entiendo, señor.

—Verás, aunque no vi al Ryddle que salió del diario, lo que tú me describiste era un fenómeno que yo jamás había presenciado. ¿Un simple recuerdo que actuaba y pensaba de forma autónoma? ¿Un simple recuerdo que ponía en peligro la vida de la niña en cuyas manos había caído? No, yo estaba casi seguro de que dentro de ese libro vivía algo mucho más siniestro: un fragmento de alma. El diario era un
Horrocrux
. Y esa certeza resolvía muchas cuestiones, pero planteaba otras. Lo que más me intrigaba y alarmaba era que ese diario había sido pensado como arma, y no sólo como salvaguarda.

—Sigo sin entenderlo —repitió Harry.

—Mira, el diario funcionaba como se supone que debe hacerlo un
Horrocrux
, es decir, el fragmento de alma encerrado en su interior estaba a salvo y había contribuido a evitar la muerte de su propietario. Pero Ryddle quería que ese diario se leyera y deseaba que la parte de su alma encerrada en él se trasladara al cuerpo de otra persona, que la poseyera, con el fin de poner en libertad, una vez más, al monstruo de Slytherin.

—Quizá no quería que se desperdiciaran los esfuerzos que había hecho —opinó Harry—. Y deseaba que la gente supiera que era el heredero de Slytherin, porque en ese momento él no podía demostrarlo.

—Sí, tienes parte de razón —admitió Dumbledore—. Pero ¿no te das cuenta, Harry, de que si pretendía que el diario llegara a manos de algún futuro alumno de Hogwarts por el medio que fuera, estaba siendo muy descuidado con el valioso fragmento de su alma escondido dentro? El propósito de un
Horrocrux
, como explicó el profesor Slughorn, es mantener una parte del ser oculta y a salvo, no dejarla tirada por ahí para que la encuentre cualquiera y arriesgarse a que la destruyan, como de hecho ocurrió: ese fragmento de alma en particular ya no existe. Tú te encargaste de ello.

»La negligencia con que Voldemort trataba su
Horrocrux
me parecía muy sospechosa. Sugería que había creado o planeaba crear más
Horrocruxes
, y que por eso la pérdida del primero no resultaba tan perjudicial. Yo no quería creerlo, pero era lo único que tenía sentido.

»Dos años más tarde, tú me contaste que la noche en que Voldemort regresó a su cuerpo hizo una declaración sumamente alarmante y esclarecedora a sus
mortífagos
: "Yo, que he ido más lejos que nadie en el camino hacia la inmortalidad." Eso fue lo que dijo, según tú: "más lejos que nadie". Y yo creí entender qué significaba, aunque los
mortífagos
no lo comprendieran. Se refería a sus
Horrocruxes
,
Horrocruxes
en plural, Harry, algo que supongo que no ha tenido jamás ningún otro mago. Y sin embargo encajaba: lord Voldemort parecía haberse vuelto menos humano con el paso del tiempo, y la transformación que había experimentado sólo me parecía explicable si su alma había sido mutilada hasta más allá de los límites de lo que podríamos llamar la maldad "normal".

—¿Así que matando a otras personas ha logrado que sea imposible matarlo a él? —preguntó Harry—. Si tanto le interesaba la inmortalidad, ¿por qué no hacía una piedra filosofal o robaba una?

—Bueno, ya sabemos que lo intentó hace cinco años —le recordó Dumbledore—. Pero, a mi entender, hay varias razones por las que una piedra filosofal debía de atraerlo menos que los
Horrocruxes
.

«Aunque, en efecto, el Elixir de la Vida prolonga la existencia, debe beberse regularmente durante toda la eternidad si el sujeto pretende seguir siendo inmortal. Por lo tanto, Voldemort dependería por completo de dicho elixir, y si éste se agotaba o se contaminaba, o si le robaban la piedra filosofal, moriría igual que cualquier otro mortal. A Voldemort le gusta trabajar solo, no lo olvides. Creo que la idea de depender de algo, aunque fuera del Elixir de la Vida, debía de resultarle intolerable. Naturalmente, estaba dispuesto a beberlo si de ese modo lograba salir de la espantosa pseudo-vida a la que quedó condenado después de atacarte a ti, pero sólo con el propósito de recuperar un cuerpo. Estoy convencido de que a partir de entonces decidió seguir confiando en sus
Horrocruxes
: si lograba recuperar la forma humana, no necesitaría nada más. Ya era inmortal, ¿entiendes? O tan inmortal como puede llegar a ser un hombre.

»Pero ahora, Harry, con esta información en la mano, con el crucial recuerdo que has logrado obtener para nosotros, estamos más cerca de lo que nadie ha estado nunca de obtener el secreto para acabar con lord Voldemort. Ya has oído lo que dijo: "¿No sería mejor, no fortalecería más, dividir el alma en más partes? Por ejemplo, si el siete es el número mágico más poderoso…" ¡Si el siete es el número mágico más poderoso! Sí, creo que la idea de un alma dividida en siete partes debía de seducirlo plenamente.

—¿Creó siete
Horrocruxes
? —dijo Harry, aterrado, mientras varios retratos emitían ruiditos de asombro e indignación—. Pero entonces podrían estar escondidos en cualquier rincón del mundo, enterrados o invisibles…

—Me satisface comprobar que sabes valorar la magnitud del problema —repuso el director con serenidad—. Pero, antes de nada, permíteme que te corrija, Harry: no creó siete
Horrocruxes
, sino seis. La séptima parte de su alma, aunque mutilada, reside en su regenerado cuerpo. Esa fue la parte de su ser que llevó una existencia espectral durante sus largos años de exilio; sin ella, Voldemort no es nada. Esa séptima parte de alma, la parte que vive en su cuerpo, es la última que cualquiera que desee matar a Voldemort debe atacar.

—Pero entonces, los seis
Horrocruxes
… —dijo Harry con cierta desesperación— ¿qué se supone que hemos de hacer para encontrarlos?

—Olvidas que tú ya has destruido uno. Y yo otro.

—¿Ah, sí? —se extrañó Harry.

—Sí, así es —confirmó Dumbledore, y levantó la ennegrecida y chamuscada mano—: el anillo, Harry. El anillo de Sorvolo. Y también la terrible maldición que llevaba consigo. De no ser por mi prodigiosa destreza (perdona mi falta de modestia) y por la oportuna intervención del profesor Snape cuando regresé gravemente herido a Hogwarts, quizá no hubiese vivido para contarte la historia. Sin embargo, una mano atrofiada no parece un precio desorbitado por una séptima parte del alma de Voldemort. El anillo ya no es un
Horrocrux
.

—Pero ¿cómo lo encontró?

—Como ahora sabes, llevo muchos años dedicado a recabar información acerca del pasado de Voldemort. He viajado mucho y he visitado los lugares donde él estuvo. El anillo lo encontré oculto entre las ruinas de la casa de los Gaunt. Al parecer, tras conseguir encerrar una parte de su alma en el interior del anillo, ya no quiso llevarlo puesto. Así que lo escondió, protegido mediante diversos y poderosos sortilegios, en la casucha donde habían vivido sus antepasados (cuando a Morfin ya lo habían enviado a Azkaban, por supuesto), y no se le ocurrió que un día yo me tomaría la molestia de visitar las ruinas, ni que me mantendría atento por si detectaba algún rastro de ocultación mágica.

»Sin embargo, no deberíamos echar las campanas al vuelo. Tú destruiste el diario y yo el anillo, pero, si nuestra teoría del alma dividida en siete partes es correcta, aún quedan cuatro
Horrocruxes
.

—¿Y podrían ser cualquier cosa? —preguntó Harry—. ¿Podrían ser latas viejas o… no sé, botellas de poción vacías?

—Estás pensando en los trasladores, Harry, esos objetos normales y corrientes, fáciles de pasar por alto. Pero ¿utilizaría lord Voldemort latas o botellas de poción viejas para guardar algo tan precioso para él como su alma? Olvidas lo que te he mostrado. A lord Voldemort le gustaba coleccionar trofeos y prefería los objetos que poseyeran una intensa historia mágica. Su orgullo, su fe en su propia superioridad, su voluntad de hacerse un nombre destacado en la historia mágica… todo eso me hace pensar que debió de elegir sus
Horrocruxes
con cierto cuidado, decantándose por objetos dignos de semejante honor.

—El diario no era muy especial.

—El diario, como tú mismo has dicho, era una prueba de que Voldemort era el heredero de Slytherin; estoy seguro de que él le atribuía una gran importancia.

—¿Y los otros
Horrocruxes
? —preguntó Harry—. ¿Usted sabe qué son, señor?

—Sólo puedo hacer conjeturas. Por las razones que ya he explicado, creo que lord Voldemort eligió objetos que por sí mismos poseen cierto esplendor. Por lo tanto, he indagado en su pasado para ver si encontraba indicios de que algún elemento de ese tipo hubiera desaparecido estando él cerca.

—¡El guardapelo! —exclamó Harry—. ¡La copa de Hufflepuff.

—Sí —dijo Dumbledore sonriente—. Me apostaría algo (la otra mano no, pero quizá sí un par de dedos) a que se convirtieron en los
Horrocruxes
números tres y cuatro. Los otros dos, suponiendo, una vez más, que Voldemort creara un total de seis, resultan más problemáticos; con todo, me atrevería a aventurar que, tras guardar en lugar seguro las reliquias de Hufflepuff y de Slytherin, decidió buscar otros objetos que hubieran pertenecido a Gryffindor o Ravenclaw. No me cabe duda de que las pertenencias de los cuatro fundadores ejercían un poderoso atractivo para la imaginación de Voldemort. No puedo garantizar que haya encontrado algo de Ravenclaw, pero tengo la seguridad de que la única reliquia conocida de Gryffindor permanece a buen recaudo.

Dumbledore señaló con sus renegridos dedos la pared a su espalda, donde una espada con rubíes incrustados reposaba en una urna de cristal.

—¿Cree que por eso Voldemort quería regresar a Hogwarts, señor? ¿Para buscar algo que hubiera pertenecido a los otros fundadores?

—Eso es exactamente lo que creo —confirmó Dumbledore—. Pero, por desgracia, ese convencimiento no nos permite progresar mucho porque él se marchó del castillo sin haber podido registrarlo, o eso creo. Así pues, me veo obligado a pensar que nunca vio cumplida su ambición de recoger un objeto de cada uno de los cuatro fundadores de Hogwarts. Tenía dos, eso sí; hasta es posible que encontrara tres. De momento, eso es todo.

—Pero, aunque hubiera logrado hacerse con algo de Ravenclaw o de Gryffindor, aún quedaría un sexto
Horrocrux
—dijo Harry contando con los dedos—. A menos que consiguiera ambos, ¿no?

—No lo creo. Me parece saber qué es el sexto
Horrocrux
. ¿Qué dirías si te confieso que he sentido cierta curiosidad por el comportamiento de la serpiente
Nagini
?

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