Read Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España Online
Authors: Bernal Díaz del Castillo
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Gonzalo de Sandoval, e Cristóbal de Olí, e Diego de Ordaz, e Gonzalo Domínguez, e un Lárez, e otros esforzados soldados que aquí no nombro de los que no tenían caballos; y de los de Narváez también hobo animosos varones que ayudaron muy bien, e quien mató al capitán del estandarte fue un Juan de Salamanca, natural de Ontiveros, y le quitó un rico penacho y se le dio a Cortés. Pasemos adelante, e diré que también se halló Cortés juntamente en una batalla bien peligrosa, en lo de Iztapalapa, e lo hizo como buen capitán, e en la de Suchimilco, cuando le derribaron los escuadrones mejicanos del caballo Romo e le ayudaron ciertos tascaltecas nuestros amigos, e sobre todos un nuestro esforzado soldado que se decía Cristóbal de Olea, natural de Castilla la Vieja; tengan atención a esto que diré, que uno era Cristóbal de Olí, que fue maestre de campo, e el otro era Cristóbal de Olea, de Castilla la Vieja, e esto declaro aquí porque no argullan sobrello e no digan que voy errado. También se mostró nuestro Cortés muy como esforzado cuando estábamos sobre Méjico y en una calzadilla le desbarataron los mejicanos e se llevaron a sacrificar sesenta y dos soldados, e al mismo Cortés le tenían asido e engarrafado para le llevar a sacrificar, e le habían herido en una pierna, e quiso Dios que por su buen esfuerzo e porque le socorrió el mismo valentísimo soldado Cristóbal de Olea, que fue el que la otra vez en Suchimilco le libró de los mejicanos, e le ayudó a cabalgar e salvó a Cortés la vida, y el esforzado Olea quedó allí muerto con los demás que dicho tengo. E agora que lo estoy escribiendo se me representa la manera e proposición de la persona del Cristóbal de Olea e de su muy gran esfuerzo, y aun se me pone tristeza por ser de mi tierra e deudo de mis deudos. No quiero decir de otras muchas proezas e valentías que vi que hizo nuestro marqués don Hernando Cortés, porque son tantas e de tal manera, que no acabaría tan presto de las relatar, e volveré a decir de su condición, que era muy aficionado a juegos de naipes e de dados, e cuando jugaba era muy afable en el juego, e decía ciertos remoquetes que suelen decir los que juegan a los dados; e era con demasía dado a mujeres, e celoso en guardar
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las suyas; era muy cuidadoso en todas las conquistas que hacíamos, aun de noche, e muchas noches rondaba e andaba requiriendo las velas e entraba en los ranchos e aposentos de nuestros soldados, e al que hallaba sin armas e estaba descalzos los alpargates le reprendía con palabras agras. Cuando fuimos a las Higueras, vi que había tomado una maña o condición que no solía tener en las guerras pasadas: que cuando había comido, si no dormía un sueño se le revolvía el estómago, e por esto e estaba malo, e por excusar este mal, cuando íbamos camino le ponían debajo de un árbol o de otra sombra una alfombra que llevaban a mano para aquel efeto, o una capa, y aunque más sol hiciese, no dejaba de dormir un poco, e luego caminar. E también vi que cuando estábamos en las guerras de la Nueva España era cenceño e de poco barriga, e después que volvimos de las Higueras engordó mucho e dar gran barriga, e también vi que se paraba la barba prieta, siendo de antes que blanqueaba. También quiero decir que solía ser muy franco cuando estaba en la Nueva España e la primera vez que fue a Castilla, e cuando volvió la segunda vez en el año d e IVSXL le tenían por escaso e le pusieron pleitos un criado suyo que se decía Ulloa, hermano de otro que mataron, que no le pagaba su servicio; e también, si bien se quiere considerar e miramos en ello, después que ganamos la Nueva España siempre tuvo trabajos e gastó muchos pesos de oro en las armadas que hizo en la California; ni en la ida de las Higueras no tuvo ventura, ni tampoco me parece agora que la tiene su hijo don Martín Cortés, siendo señor de tanta renta, haberle venido el gran desmán que dicen de su persona e de sus hermanos. Nuestro Señor Jesucristo lo remedie e al marqués don Hernando Cortés le perdone Dios sus pecados. Bien creo que se me habrán olvidado otras cosas que escrebir sobre las condiciones de su valerosa persona; lo que se me acuerda e vi eso escribo. De la otra señora doncella, su hija, no sé si la metieron monja o la casaron. 01 decir que fue a Valladolid e se casó un caballero con ella; no lo sé bien. E la otra su hija que estaba contrecha de un lado oí decir que la metieron monja en Sevilla o en Sant Lucar. No sé sus nombres, e por esto no los nombro, ni tampoco diré qué se hicieron tantos mill pesos de oro que tenían para sus casamientos
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Primeramente el marqués don Hernando Cortés; murió junto a Sevilla, en una villa o lugar que se dice Castilleja de la Cuesta. Y pasó don Pedro de Alvarado, que después de ganado Méjico, fue comendador de Santiago y adelantado y gobernador de Guatimala
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; murió en lo de Jalisco, yendo que fue a socorrer un ejército que estaba sobre los peñoles de Nochiztlán. Y pasó un Gonzalo de Sandoval, que fue capitán muy primeramente y alguacil mayor en lo de Méjico, y fue gobernador cierto tiempo en la Nueva España en compañía del tesorero Alonso de Estrada; tuvo dél gran noticia Su Majestad, y murió en Castilla, en la villa de Palos, yendo que iba con don Hernando Cortés a besar los pies a Su Majestad. Y pasó un Cristóbal de Olí, esforzado capitán y maestre de campo que fue en lo de las guerras de Méjico, y murió en lo de Naco degollado por justicia, porque se alzó con una armada que le hobo dado Cortés. Destos tres capitanes que dicho tengo, fueron muy loados delante de Su Majestad cuando Cortés fue a la corte y dijo al emperador nuestro señor que tuvo en su ejército, cuando conquistó a Méjico, tres capitanes que podían ser contados entre los muy afamados que hobo en el mundo: el primero, que era don Pedro de Alvarado, demás de ser muy esforzado, tenía gracia ansí en su persona y parecer y razonamientos para hacer gente de guerra
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; y dijo por el Cristóbal de Olí que un Héctor en esfuerzo para combatir persona por persona, y era que si como era esforzado tuviera consejo, fuera muy más tenido, mas que había de ser mandado; y dijo por el Gonzalo de Sandoval, que era tan valeroso ansí en esfuerzo como en consejo, que podía ser coronel de ejércitos, y que en todo era tan bastante, que osara decir y hacer; y también loó Cortés que tuvo muy buenos y osados soldados. Y a esto dice Bernal Díaz del Castillo, el autor desta relación, que si esto escribiera Cortés la primera vez que le hizo relación de las cosas de la Nueva España, bueno fuera, mas en aquella sazón quescribió toda la honra y prez de nuestras conquistas se daba a sí mesmo y no hacía relación de nosotros. Y volviendo a nuestra materia, pasó otro buen capitán y bien animoso que se decía Juan Velázquez de León; murió en las puentes. Y pasó don Francisco de Montejo, que después de ganado Méjico fue adelantado y gobernador de Yucatán y tuvo otros ditados; murió en Castilla
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. Y pasó Luis Marín, capitán que fue en lo de Méjico, persona preminente y bien esforzado; murió de su muerte. Pasó un Pedro de Ircio, era ardid de corazón y era algo de mediana estatura, y hablaba mucho que haría y acontecería por su persona, y no era para nada, y llamábamosle que era otro Agrajes sin obras, por su mucho hablar; fue capitán en el real de Sandoval. Y pasó otro buen capitán que se decía Andrés de Tapia; fue muy esforzado; murió en Méjico. Pasó un Joan de Escalante, capitán que fue en la Villa Rica entre tanto que fuimos a Méjico; murió en poder de indios en la que nombramos la de Armería, que son unos pueblos questán entre Tuzapán y Cempoal, y también murieron en su compañía siete soldados que ya no se me acuerda su nombre, y le mataron el caballo; éste fue el primer desmán que tuvimos en la Nueva España. Y también pasó un Alonso de Ávila; fue capitán y el primer contador que hubo en la Nueva España, persona muy esforzada; fue algo amigo de ruidos, y don Hernando Cortés, conociendo su inclinación, por que no hobiese cizañas procuró de le enviar por procurador a la Española, donde residía la Audiencia Real y los frailes jerónimos, y cuando le envió le dio buenas barras y joyas de oro por contentalle
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. Pasó un Francisco de Lugo, capitán que fue de entradas, hombre bien esforzado; fue hijo bastardo de un caballero que se decía Álvaro de Lugo el Viejo, señor de unas villas que están cabe Medina del Campo que se dicen Fuenencastín; murió de su muerte. Y pasó un Andrés de Monjaraz, capitán que fue en lo de Méjico; estaba muy doliente de bubas y no le ayudaba su dolencia para la guerra. Y pasó un Diego de Ordaz, capitán que fue en la primera vez que fuimos sobre Méjico, y después de ganado Méjico fue comendador de Santiago; murió en el Marañón. Y Pasaron cuatro hermanos de don Pedro de Alvarado, que se decían Jorge de Alvarado; fue capitán en lo de Méjico y en lo de Guatimala; murió en Madrid en el año de mill e quinientos cuarenta, y el otro su hermano se decía Gonzalo de Alvarado; murió de su muerte en Guaxaca; Gómez de Alvarado murió en el Perú, y el Joan de Alvarado era bastardo; murió en la mar yendo a la isla de Cuba. Pasó un Juan Jaramillo, capitán que fue de un bergantín cuando estábamos sobre Méjico; fue persona preminente; murió de su muerte. Pasó un Cristóbal Flores, persona que fue de valía; murió en lo de Jalisco yendo que fue con Nuño de Guzmán. Y pasó un Cristóbal Martín de Gamboa, caballerizo que fue de Cortés; murió de su muerte. Pasó un Caicedo; fue hombre rico; murió de su muerte. Y pasó un Francisco de Saucedo, natural de Medina de Ríoseco, y porque era muy polido le llamábamos el Galán, y decían que fue mastresala del almirante de Castilla; murió en las puentes en, poder de indios. Pasó un Gonzalo Domínguez, muy esforzado y gran jinete, murió en poder de indios. Y pasó un Fulano Morón, bien esforzado y buen jinete, natural de Ginés; murió en poder de indios. Y pasó un Francisco de Morla, muy esforzado soldado y buen jinete, natural de Jerez; murió en las puentes en poder de indios. Y también pasé otro buen soldado que se decía Mora, natural de Ciudad Rodrigo; murió en los peñoles questán en la provincia de Guatimala. Y pasé un Francisco Corral, persona que valía mucho; murió en la Veracruz. Y pasó un Fulano de Lares, bien esforzado y buen jinete, matáronle indios. Y pasó otro Lares, ballestero; murió en poder de indios. Pasó un Simón de Cuenca; fue mayordomo de Cortés; murió en lo de Xicalango en poder de indios, y también murieron en su compañía otros diez soldados que no se me acuerdan sus nombres. Y también pasó un Francisco de Medina, natural de Aracena; fue capitán en una entrada; murió en lo de Jicalango en poder de indios, y también murieron en su compañía otros soldados. Y pasó un Maldonado el Ancho, natural de Salamanca, persona preminente y había sido capitán de entradas; murió de su muerte. Y pasaron dos hermanos que se decían Francisco Álvarez Chico y Joan Álvarez Chico, naturales de Fregenal: el Francisco Álvarez era hombre de negocios y estaba doliente; murió en la isla de Santo Domingo; el Juan Álvarez murió en lo de Colimar en poder de indios. Y pasó un Francisco de Terrazas, mayordomo que fue de Cortés, persona preminente; murió de muerte. Y pasó un Cristóbal del Corral, el primer alférez que tuvimos en lo de Méjico, persona bien esforzada; fuese a Castilla, y allá murió. Y pasó un Antonio de Villarreal, marido que fue de Isabel de Ojeda, que después se mudó el nombre e dijo que se decía Antonio Serrano de Cardona; murió de su muerte. Y pasé un Francisco Rodríguez Magariño, persona preminente; murió de su muerte. Y pasó un Francisco Flores de Guaxaca, persona noble; murió de su muerte. Y pasó un Alonso de Grado; éste casó con una hija de Montezuma que se decía doña Isabel, y murió de su muerte. Y pasaron cuatro soldados que tenían por sobrenombres Solises: el uno, que era hombre anciano, murió en poder de indios; el otro se decía Solís Casquete porque era algo arrebataquistiones; murió de su muerte en Guatimala; el otro se decía Pedro de Solís Tras la puerta porquestaba siempre en su casa tras la puerta mirando los que pasaban por la calle y él no podía ser visto; fue yerno de un Orduña el Viejo de la Puebla y murió de su muerte, y el otro Solís se decía el de la Huerta porque tenía una muy buena huerta y sacaba buena renta della, y también le llamaban Sayo de Seda, porque se preciaba mucho de traer seda; murió de su muerte. Y pasó un esforzado soldado que se decía Benítez; murió en poder de indios. Y pasó otro un esforzado soldado que se decía Juan Ruano; murió en las puentes en poder de indios. Y pasó un Bernaldino Vázquez de Tapia, persona muy preminente e rico; murió de su muerte. Y pasó un muy esforzado soldado que se decía Cristóbal de Olea, natural de tierra de Medina del Campo, y bien se puede decir que, después de Dios, por el Cristóbal de Olea salvó la vida don Hernando de Cortés: la primera vez en lo de Suchimilco, cuando se vio Cortés en grande aprieto, que le derribaron del caballo que se decía el Romo los escuadrones de guerra mejicanos, y este Olea llegó de los primeros a le socorrer, e hizo tales cosas por su persona, que tuvo lugar don Fernando Cortés de cabalgar en el caballo, y luego le socorrieron ciertos caballeros y otros soldados que en aquel tiempo llegamos, y el Olea quedó muy mal herido, y la postrera vez le socorrió el mismo Cristobal de Olea cuando en Méjico, en la calzadilla, le desbarataron los mejicanos al mesmo Cortés y le mataron los sesenta y dos soldados, y al mismo don Fernando Cortés le tenían ya asido y engarrafado un escuadrón de mejicanos para le llevar a sacrificar, y le habían dado una cuchillada en una pierna, y el buen Olea con su ánimo muy esforzado peleó tan valerosamente que les quitó de su poder a Cortés, y allí perdió la vida este animoso varón, que agora que lo estoy escribiendo se me enternece el corazón, que me parece que agora lo veo y se me representa su persona y gran ánimo; y de aquella
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derrota escribió Cortés a Su Majestad que no fueron sino veinte y ocho los que murieron, y, como digo, fueron sesenta y dos. Y también pasó con nosotros un esforzado soldado que tenía una mano menos, que se la habían cortado en Castilla por justicia; murió en poder de indios. Y también pasó otro buen soldado que se decía Tobilla, que derrenqueaba de una pierna, que decía él que se había hallado en la del Garellano con el Gran Capitán; murió en poder de indios. Y pasaron dos hermanos que se decían Gonzalo López de Gimena y Juan López de Gimena: el Gonzalo López murió en poder de indios y el Juan López fue alcalde mayor en la Veracruz y murió de su muerte. Y pasó un Juan de Cuéllar, buen jinete; éste casó primeramente con una hija del señor de Tezcuco, que se decía su mujer doña Ana y era hermana de este Suchel, señor del mismo Tezcuco; murió de su muerte. Y pasó otro Fulano de Cuéllar, deudo que decían ser de Francisco Verdugo, vecino de Méjico, y murió de su muerte. Y pasó un Santos Hernández, hombre anciano, natural de Coria; de sobrenombre le llamábamos el Buen Viejo, jinete, murió de su muerte natural. Y pasó un Pedro Moreno Medrano, vecino que fue de la Veracruz, y muchas veces fue en ella alcalde ordinario, y era reto en hacer justicia, y después se fue a vivir a la Puebla; fue hombre que sirvió muy bien a Su Majestad ansí de soldado como en hacer justicia; murió de su muerte. Y pasó un Juan de Limpias Caravajal, buen soldado, capitán que fue de bergantines, y ensordeció estando en la guerra; murió de su muerte. Y pasé un Melchior de Alávez, vecino que fue de Guaxaca, murió de su muerte. Y pasé un Román López, que después de ganado Méjico se le quebré un ojo, persona preminente; murió en Guaxaca. Pasó un Villandrando, decían que era deudo del conde de Ribadeo, persona preminente; murió de su muerte. Y pasó un Osorio, natural de Castilla la Vieja; fue buen soldado y persona de mucha cuenta, murió en la Veracruz. Y pasé un Rodrigo de Castañeda; fue nahuatato y buen soldado; murió en Castilla. Y pasó un Hulano de Pilar; fue buena lengua; murió en lo de Cuyuacán cuando fue con Nuño de Guzmán
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. Y asé otro muy esforzado y buen soldado que se dice Hulano Granaxo; vive en Méjico. Pasé un Martín López, fue muy buen soldado; éste fue el maestro de hacer los trece bergantines, que fue harta ayuda para ganar Méjico, y de soldado sirvió muy bien a Su Majestad; vive en Méjico. Y pasó un Juan de Nájara, buen soldado y ballestero; sirvió bien en la guerra. Y pasó un Ojeda, vecino de los zipotecas, y quebráronle un ojo en lo de Méjico. Y pasé un Hulano de la Serna, que tuvo unas minas de plata; tenía una cuchillada por la cara que le dieron en la guerra; no me acuerdo qué se hizo dél. Y pasé un Alonso Hernández Puerto Carrero, primo del conde de Medellín, caballero preminente, y éste fue a Castilla la primera vez que envíamos presentes a Su Majestad, y en su compañía fue don Francisco de Montejo antes que fuese adelantado, y llevaron mucho oro en granos sacado de las minas, como joyas de diversas hechuras, y el sol de oro y la luna de plata, y según paresció, el obispo de Burgos, que se decía don Juan Rodríguez de Fonseca, arzobispo de Rosano, mandó prender al Alonso Hernández Puerto Carrero porque decía al mismo obispo que quería ir a Flandes con el presente ante su Majestad y porque procuraba por las cosas de Cortés, y tuvo achaque el obispo para le prender porque le acusaron que había traído a la isla de Cuba una mujer casada, y en Castilla murió, y puesto que era uno de los principales compañeros que con nosotros pasaron, se me olvidaba de poner en esta cuenta
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hasta que me acordé dél
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. Y pasó otro buen soldado que se decía Luis de Zaragoza. Y vamos adelante, que también pasó un Hulano de Villalobos, natural de Santa Olalla, que se fue a Castilla rico. Y pasó un Tirado de la Puebla; era hombre de negocios; murió de su muerte. Y pasó un Juan del Río; fue a Castilla. Y pasé un Juan Rico de Alanís, buen soldado; murió en poder de indios. Y pasé un Gonzalo Hernández de Alanís, bien esforzado soldado. Y pasé un Juan Ruiz de Alanís; murió de su muerte. Y pasó un Hulano Navarrete, vecino que fue de Pánuco; murió de su muerte. Y pasé un Francisco Martín Vendaval; vivo le llevaron los indios a sacrificar, y ansimismo otro su compañero que se decía Pedro Gallego, y desto echamos mucha culpa a Cortés, porque quiso echar una celada a unos escuadrones mejicanos, y los mejicanos le engañaron y se la echaron al mismo Cortés y le arrebataron los dos soldados por mí declarados y los llevaron a sacrificar delante sus ojos, que no se pudieron valer. Y pasaron tres soldados que se decían Trujillos, el uno natural de Trujillo, y era muy esforzado; murió en poder de indios, y el otro era natural de Huelva o de Moguer; también fue de mucho ánimo; murió en poder de indios, y el otro era natural de León; también murió en poder de indios. Y pasó un soldado que se decía Juan Flamenco; murió de su muerte. Y pasé un Francisco del Barco, natural del Barco de Ávila, capitán que fue en la Chuluteca; murió de su muerte. Y pasé un Juan Pérez, que mató a su mujer, que se decía la mujer la Hija de la Vaquera; murió de su muerte. Y pasó otro buen soldado que se decía Rodrigo de Jara el Corcovado, extremado hombre por su persona; murió en Colimar o en Zacatula. E pasé otro buen soldado que se decía Madrid el Corcovado; murió en Colimar o en Zacatula. Y pasó otro soldado que se decía Iván de Iniesta; este Iniesta fue ballestero; murió de su muerte. Y pasó un Hulano de Alamillo, vecino que fue de Pánuco, buen ballestero; murió de su muerte. Y pasó un Hulano Morón, gran músico, vecino de Colimar o Zacatula; murió de su muerte. Pasó un Hulano de Varela, buen soldado, vecino que fue de Colimar o Zacatula; murió de su muerte. Y pasé un Hulano de Valladolid, vecino de Colimar o Zacatula; murió en poder de indios. Y pasé un Hulano de Villa, fuerte persona que valía, que casó con una deuda de la mujer que primero tuvo don Hernando Cortés, y era vecino de Zacatula o de Colimar; murió de su muerte. Y paso un Juan Ruiz de la Parra, vecino que fue de Colimar o de Zacatula; murió de su muerte. Y pasó un Hulano Gutiérrez, vecino de Colimar o Zacatula; murió de su muerte. Y pasó otro buen soldado que se decía Valladolid el Gordo; murió en poder de indios. Y pasó un Pacheco, vecino que fue de Méjico, persona preminente; murió de su muerte. Y pasó un Hernando de Lerma o de Lema, hombre anciano que fue capitán; murió de su muerte. Y pasó un Hulano Juárez el Viejo, que mató a su mujer con una piedra de moler maíz; murió de su muerte. Y pasó un Hulano de Angulo e un Francisco Gutiérrez y otro mancebo que se decía Santa Clara, vecinos que fueron de la Habana; todos murieron en poder de indios. Y pasó un Garci-Caro, vecino que fue de Méjico; murió de su muerte. Y pasó un mancebo que se decía Larios, vecino que fue de Méjico, que tuvo pleitos sobre sus indios; murió de su muerte. Y pasó un Juan Gómez, vecino que fue de Guatimala; fue rico a Castilla. Y pasaron dos hermanos que se decían los Jiménez, naturales que fueron de Linguijuela de Extremadura; el uno murió en poder de indios y el viejo de su muerte. Y pasaron dos hermanos que se decían los Florianes; murieron en poder de indios. Y pasó un Francisco González de Nájera e un su hijo que se dice Pero González de Nájera, y dos sobrinos del Francisco González que se decían los Ramírez; el Francisco González murió en los peñoles questán en lo de la provincia de Guatimala, y los dos sobrinos en las puentes de Méjico. Y pasé otro buen soldado que se decía Amaya, vecino que fue de Guaxaca; murió de su muerte. Y pasaron dos hermanos que se decían Carmonas, naturales de Jerez; murieron de su muerte. Y pasaron otros dos hermanos que se decían los Vargas, naturales de Sevilla; el uno murió en poder de indios y el otro de su muerte. Y pasó un muy buen soldado que se decía de Polanco, natural de Ávila, vecino que fue de Guatimala; murió de su muerte. Y pasó un Hernán López de Ávila, tenedor que fue de los bienes de difuntos; fue a Castilla rico. Y pasó un Juan de Aragón, vecino de Guatimala. Y pasó un Andrés de Rodas, vecino de Guatimala; murió de su muerte. E un Hulano de Cieza, que tiraba muy bien una barra; murió en poder de indios. Y pasó un Santisteban el Viejo de Chiapa; murió de su muerte. Y pasó un Bartolomé Pardo; murió en poder de indios. Y pasó Bernaldino de Coria, vecino que fue de Chiapa, padre de uno que se decía Centeño; murió de su muerte. Y pasó un Pedro Escudero e un Juan Cermeño e otro su hermano deste Cermeño, que también se decía Cermeño, buenos soldados: al Pedro Escudero y al Juan Cermeño mandó don Fernando Cortés ahorcar porque se alzaban en un navío para ir a la isla de Cuba a dar mandado a Diego Velázquez, gobernador della, de cuándo y cómo enviamos los procuradores y oro y plata a Su Majestad para que lo saliesen a tomar en la Habana, y quien lo descubrió fue el Bernaldino de Coria, vecino que fue de Chiapa, y, como digo, murieron ahorcados. Y pasó un Gonzalo de Umbría, muy buen soldado; a éste también mandó Cortés que le cortasen los dedos de los pies porque se iba con los demás; fuese a Castilla a quejar delante de Su Majestad, y le fue muy contrario a Cortés, y Su Majestad le mandó dar su real cédula para que en la Nueva España le diesen mill pesos de renta, y nunca vino de Castilla, que allá murió. Y pasé un Ramiro Rangel, que fue persona preminente y estaba muy tullido de bubas; nunca fue en la guerra para que dél se hiciese memoria, y de dolores murió. Y pasó un Francisco de Orozco, que también estaba malo de bubas y había sido soldado en Italia, questuvo ciertos días por capitán en lo de Tepeaca entre tanto questuvimos en la guerra de Méjico; no sé qué se hizo ni dónde murió. Y pasó un soldado que se decía Mesa y había sido artillero y soldado en Italia, y ansí lo fue en esta Nueva España, y murió ahogado en un río después de ganado Méjico. Y pasó otro muy esforzado soldado que se decía Hulano Arbolanche, natural de Castilla la Vieja; murió en poder de indios. Y pasó otro buen soldado que se decía Luis Velázquez, natural de Arévalo; murió en lo de las Higueras cuando fuimos con Cortés. Y pasó un Martín García, valenciano, buen soldado; murió en lo de las Higueras cuando fuimos con Cortés. Y pasó otro buen soldado que se decía Alonso de Barrientos; éste se fue de Tustepeque a acoger entre los de Chinanta, cuando se alzó Méjico, y en lo de Tuztepeque murieron sesenta y seis soldados y cinco mujeres de Castilla de los de Narváez y de los nuestros, que mataron los mejicanos questaban en guarnición en aquella provincia. Y también paso otro muy buen soldado que se decía Alonso Luis o Juan Luis, y era muy alto de cuerpo, y le decíamos por sobrenombre el Niño; murió en poder de indios. Y pasó otro buen soldado que se decía Hernando Burgueño, natural de Aranda de Duero; murió de su muerte. Y pasó otro buen soldado que se decía Alonso de Monroy, e porque se decía que era hijo de un comendador de Santisteban, porque no le conociesen se llamaba el Manco; murió en poder de indios. Y pasó un Almodóvar el Viejo, e un hijo suyo que se decía Alvarado de Almodóvar, y dos sobrinos que tenían el mismo sobrenombre de Almodóvar, y el un sobrino murió en poder de indios y el Viejo y el Alvarado y el sobrino murieron de su muerte. Y pasaron dos hermanos que se decían los Martínez, naturales de Fregenal, buenos hombres por sus personas, y murieron en poder de indios. Y pasó un buen soldado que se decía Juan del Puerto; murió tullido de bubas. Y pasó otro buen soldado que se decía Lagos; murió en poder de indios. Y pasó un fraile de Nuestra Señora de las Mercedes, que se decía fray Bartolomé de Olmedo, y era teólogo y gran cantor; murió de su muerte. Y pasó un clérigo presbítero que se decía Joan Díaz, natural de Sevilla; murió de su muerte. Y pasó otro soldado que se decía