Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España (97 page)

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, natural de las Garrovillas; éste, según decían, había llevado a Castilla de la isla de Santo Domingo cinco mill pesos de oro que cogió en unas minas ricas, y como llegó a Castilla lo gastó y jugó y se vino con nosotros, e indios le mataron. Y pasó un Alonso Hernández Paulo, ya hombre viejo, y dos sobrinos: el uno se decía Alonso Hernández, buen ballestero, y el otro su sobrino no se me acuerda el nombre; el Alonso Hernández murió en poder de indios, y el viejo y el otro su sobrino murieron de sus muertes. Y pasó otro buen soldado que se decía Alonso de Almesta, natural de Sevilla o de Aljarabe; murió en poder de indios. E pasó otro buen soldado que se decía Rabanal, montañés, murió en poder de indios. E pasó otro muy buen hombre por su persona, que se decía Pedro de Guzmán, e se casó con una valenciana que se decía doña Francisca de Valterra; fuese al Perú e hobo fama que murieron helados él y la mujer. E pasó un buen ballestero que se decía Cristóbal Díaz, natural de Colmenar de Arenas; murió de su muerte. E pasó otro soldado que se decía Retamales; murió en poder de indios en lo de Tabasco. E pasó otro esforzado soldado que se decía Ginés Norte; murió en lo de Yucatán en poder de indios. E pasó otro muy diestro soldado e bien esforzado que se decía Luis Alonso, e cortaba muy bien con una espada, murió en poder de indios. E pasó un Alonso Catalán, buen soldado; murió en poder de indios, y otro soldado que se decía Juan Siciliano, vecino que fue de Méjico, murió de su muerte. Murió otro buen soldado que pasé con nosotros, que se decía Hulano de Canillas, que fue en Italia atambor, e ansí lo fue en esta Nueva España, como he dicho; murió en poder de indios. Y pasó un Pedro Hernández, secretario que fue de Cortés, natural de Sevilla; murió en poder de indios. Y pasó un Juan Díaz que tenía una gran nube en el ojo, natural de Burgos, e traía a cargo del rescate e vituallas que traía Cortés, murió en poder de indios. E pasó un Diego de Coria, vecino que fue de Méjico; murió de su muerte. E pasé otro buen soldado mancebo que se decía Juan Núñez de Mercado; decían que era natural de Cuéllar, e otros decían que era natural de Madrigal; este soldado cegó de los ojos, vecino que agora es de la Puebla. E pasó otro buen soldado, y el más rico de todos los que pasamos con Cortés, que se decía Juan Sedeño, natural de Arévalo, y trujo un navío suyo e una yegua e un negro e tocinos e mucho pan cazabi; murió de su muerte y fue persona preminente. E pasó un Hulano de Baeza; vecino que fue de la Trinidad; murió en poder de indios. E pasó un Zaragoza, ya hombre viejo, padre que fue de Zaragoza, el escribano de Méjico; murió de su muerte. Y pasó un buen soldado que se decía Diego Martín, de Ayamonte; murió de su muerte. E pasó otro soldado que se decía Cárdenas; decía él mismo que era nieto del comendador mayor don Hulano Cárdenas, murió en poder de indios. Y pasó otro soldado que se decía Cárdenas, era hombre de la mar, piloto, natural de Triana; éste fue el que dijo que no había visto tierra a donde hobiese dos reyes como en la Nueva España, porque Cortés llevaba quinto como rey después de sacado el real quinto, e de pensamiento cayó malo e fue a Castilla e dio relación dello a Su Majestad e de otras cosas de agravios que le habían hecho, e fue muy contrario en las cosas de Cortés, e Su Majestad le mandó dar su real cédula para que le diese indios que rentasen mill pesos, e ansí como vino con ella a Méjico murió de su muerte. E pasó otro muy buen soldado que se decía Argüello, natural de León, murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Diego Hernández, natural de Saelices de los Gallegos, e ayudó aserrar la madera de los bergantines, e cegó e murió de su muerte. E pasó otro buen soldado de muchas fuerzas e animoso, que se decía Hulano Vázquez; murió en poder de indios. E pasó otro buen soldado, e era ballestero, que se decía Arroyuelo; decían que era natural de Olmedo; murió en poder de indios. E pasó un Hulano Pizarro, capitán que fue en entradas; decía Cortés que era su deudo; en aquel tiempo no había nombre de Pizarros, ni el Perú estaba descubierto; murió en poder de indios. E pasó un Álvarez López, vecino que fue de la Puebla; murió de su muerte. E pasó otro buen soldado que se decía Alonso Yáñez, natural de Córdoba, y este soldado fue con nosotros a las Higueras, e entre tanto que fue se le casó la mujer con otro marido, e desque volvimos de aquel viaje no quiso tomar a la mujer; murió de su muerte. E pasó un buen soldado e bien suelto peón que se decía Magallanes, portugués, murió en poder de indios. E pasó otro portugués, platero; murió en poder de indios. E pasó otro portugués, ya hombre anciano, que se decía Alonso Martín de Alpedrino; murió de su muerte. E pasó otro portugués que se decía Juan Álvarez Rubazo; murió de su muerte. E pasó otro muy esforzado portugués que se decía Gonzalo Sánchez; murió de su muerte. E pasó otro portugués, vecino que fue de la Puebla, que se decía Gonzalo Rodrigues, persona preminente; murió de su muerte. E pasaron otros dos portugueses, vecinos de la Puebla, que se decían los Villanuevas, altos de cuerpos; no sé qué se hicieron e dónde murieron. E pasaron tres soldados que tenían por sobrenombre Hulanos de Ávila: el uno, que se decía Gaspar de Ávila fue yerno de Ortigosa el escribano; murió de su muerte; el otro Ávila se allegaba con el capitán Andrés de Tapia; murió en poder de indios, e el otro Ávila no me acuerdo a donde fue a ser vecino. E también pasaron dos hermanos, ya hombres ancianos, que se decían Bandadas; decían que eran naturales de tierra de Ávila; murieron en poder de indios. Y pasaron tres soldados que tenían por sobrenombre todos tres Espinosas: el uno era vizcaíno e murió en poder de indios, y el otro se decía Espinosa de la Bendición, porque siempre traía por plática, e era muy buena aquella plática, «con la buena bendición», e murió de su muerte, y el otro Espinosa era natural de Espinosa de los Monteros; murió en poder de indios. E pasó un Pero Perón, de Toledo; murió de su muerte. E vino otro buen soldado que se decía Villasinda, natural de Portillo; murió de su muerte. E pasaron dos buenos soldados que se decían por sobrenombre San Juanes: al uno llamábamos San Juan el Entonado porque era muy pretencioso, y murió en poder de indios, y al otro se que decía San Juan de Uchila; era gallego; murió de su muerte. E pasó otro buen soldado que se decía Martín Izquierdo, natural de Castromocho; fue vecino en la villa de San Miguel, sujeta a Guatimala; murió de su muerte. E pasó un Aparicio, que se casó con una que se decía la Medina, natural de Medina de Rioseco, vecino que fue de San Miguel; murió de su muerte. E pasó un buen soldado que se decía Cáceres, natural de Trujillo; murió en poder de indios. E pasé otro buen soldado que se decía Alonso de Herrera, natural de Jerez; éste fue capitán en los Zapotecas e acuchilló a otro capitán que se decía Figueroa sobre ciertas contiendas de las capitanías, e por temor del tesorero Alonso de Estrada, que en aquella sazón era gobernador, porque no le prendiese se fue a lo del Marañón, e allá murió en poder de indios, e el Figueroa se ahogó en el mar yendo a Castilla. E también pasó un mancebo que se decía Maldonado, natural de Medellín; estaba muy malo de bubas, e no sé si murió de su muerte, ni lo digo por Maldonado el de Veracruz, marido que fue de doña María del Rincón. E pasó otro soldado que se decía Morales, ya hombre anciano, que renqueaba de una pierna, decía que fue soldado del comendador Solís; fue alcalde ordinario en la Villa Rica e hacía recta justicia. E pasó otro soldado que se decía Escalona el Mozo, murió en poder de indios. E pasaron otros tres soldados que todos tres fueron vecinos de la Villa Rica, e nunca fueron a guerra ni a entrada ninguna de la Nueva España; el uno le decían Arévalo, e al otro Juan León, y al otro Madrigal; murieron de su muerte. E pasó también otro soldado que se decía por sobrenombre Lencero, cuya fue la venta que agora se dice «Lencero», que está entre la Veracruz e la Puebla, e fue buen soldado, e murió de su muerte. E pasó un Pedro Gallego, hombre gracioso e decidor, e también tuvo otra venta camino derecho cuando va de la Veracruz a Méjico; murió de su muerte. E pasó un Alonso Durán, que era algo bisojo, que no vía bien, que ayudaba de sacristán; murió de su muerte. E pasó otro soldado que se decía Navarro, e que se allegaba en todo lo del capitán Sandoval, e después se casó en la Veracruz; murió de su muerte. E pasó otro buen soldado que se decía Alonso de Talavera, que se allegaba en casa del capitán Sandoval, e murió en poder de indios. E pasaron dos soldados que se decían, el uno Juan de Manzanilla, y el otro Pedro de Manzanilla, e murió en poder de indios, y el Juan de Manzanilla fue vecino de la Puebla; murió de su muerte. E pasó un soldado que se decía Benito de Beel; fue atambor y tamborino de ejércitos de Italia, e también lo fue en esta Nueva España; murió de su muerte. E pasó un Alonso Romero, vecino que fue de la Veracruz, persona rica e preminente; murió de su muerte. E pasó un Niño Pinto, su cuñado, vecino que fue de la Veracruz, priminente persona e rica; murió de su muerte. E pasó un buen soldado que se decía Sindos de Portillo, natural de Portillo, e tenía muy buenos indios y estaba rico, e dejó sus indios y vendió sus bienes e los repartió a pobres, e se metió a fraile francisco, e fue de santa vida; este fraile fue conoscido en Méjico, y era público que murió santo y que hizo milagros, y era casi un santo; e otro buen soldado que se decía Francisco de Medina, natural de Medina del Campo, se metió a fraile francisco e fue buen religioso; e otro buen soldado que se decía Quintero, natural de Moguer, e tenía buenos indios e estaba rico, e lo dio por Dios e se metió a fraile francisco, e fue buen religioso; e otro buen soldado que se decía Alonso de Aguilar, cuya fue la venta que agora se llama de Aguilar, que está entre la Veracruz e la Puebla, y estaba rico y tenía buen repartimiento de indios, todo lo vendió e lo dio por Dios, y se metió a fraile dominico y fue muy buen religioso; este fraile Aguilar fue muy conoscido y fue muy buen fraile dominico; y otro buen soldado que se decía Hulano Burguillos, tenía buenos indios y estaba rico, e lo dejó y se metió a fraile francisco; e este Burguillos después se salió de la orden e no fue tan buen religioso como debiera; e otro buen soldado, que se decía Escalante, era muy galán y buen jinete, se metió fraile francisco, y después se salió del monasterio, y desde allí a obra de un mes tornó a tomar los hábitos, e fue muy buen religioso; e otro buen soldado que se decía Lintorno, natural de Guadalajara, se metió a fraile francisco e fue buen religioso, e solía tener indios de encomienda e era hombre de negocios; otro buen soldado que se decía Gaspar Diez, natural de Castilla la Vieja, y estaba rico, ansí de sus indios como de tratos, todo lo dio por Dios y se fue a los pinares de Guajalcingo en parte muy solitaria, e hizo una ermita y se puso en ella por ermitaño, e fue de tan buena vida, e se daba ayunos e deceplinas, que se puso muy flaco e debilitado, e decían que dormía en el suelo en unas pajas, e que desque lo supo el
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buen obispo don fray Juan de Zamarra lo envió a llamar e le mandó que no se diese tan áspera vida, e tuvo tan buena fama de ermitaño Gaspar Díez, que se metieron en su compañía otros dos ermitaños e todos hicieron buena vida, e al cabo de cuatro años que allí estaban fue Dios servido llevarle a su santa gloria. E pasó otro buen soldado que se decía Alonso Bellido, y murió en poder de indios. E vino un Hulano Peinado, que se tullió de mal de bubas después de ganado Méjico; murió en la Veracruz. E pasó otro buen soldado que se decía Ribadeo, gallego; murió en poder de indios, en lo de Almería. E pasó otro soldado que se decía el Galleguillo, porque era chico de cuerpo; murió en poder de indios. E pasó un esforzado e osado soldado que se decía Lerma; se fue entre los indios como aburrido porque Cortés le mandó afrentar sin culpa; nunca se supo dél muerto ni vivo. Y también pasó otro buen soldado que se decía Pineda o Pinedo, criado que había sido del gobernador de Cuba Diego Velázquez, e cuando vino Narváez se iba para el Narváez desde Méjico, e en el camino le mataron indios; sospechóse que Cortés mandó que le matasen. Pasó otro buen soldado e buen ballestero que se decía Pedro López, ballestero, que fue con el Alonso de Ávila a la isla Española, e allá se quedó. Pasaron tres herreros, el uno se llamaba Juan García, y el otro Hernán Martín, que casó con la Bermuda, e el otro no me acuerdo su nombre; el uno murió en poder de indios, y los dos de sus muertes. E pasé otro soldado que se decía Álvaro Gallego, vecino que fue de Méjico, cuñado de unos Zamoras; murió de su muerte. E pasó otro soldado, ya hombre anciano, que se decía Paredes, padre de un Paredes que agora está en lo de Yucatán; murió aquél en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Jerónimo Mejía Rapalpelo, porque decía él mesmo que era nieto de un Mejía que andaba a robar, en el tiempo del rey Don Joan, en compañía de un Centeno; murió en poder de indios. E pasó un Pedro de Tapia, e murió tullido después de ganado Méjico. E pasaron ciertos pilotos que se decían Antón de Alaminos e un su hijo que también tenía el mismo nombre que su padre; eran naturales de Palos; e un Camacho de Triana, e un Juan Álvares el Manquillo, de Huelva; e un Sopuesto del Condado, ya hombre anciano; e un Cardenas, éste fue el que estuvo malo del pensamiento como sacaban dos quintos del oro, e, uno para Cortés
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; e un Gonzalo de Umbría, e hobo otro piloto que se decía Galdín; e también hobo más pilotos, que ya no se me acuerdan sus nombres, mas el qué yo vi que se quedó por vecino en Méjico fue el Sopuesta, que todos los demás se fueron a Cuba, e a Jamaica, e a otras islas, e a Castilla: a ganar pilotajes, por temor del marqués Cortés, que estaba mal con ellos porque dieron aviso a Francisco de Garay de las tierras que demandó a Su Majestad que le hiciese mercedes, y aun fueron cuatro pilotos dellos a se quejar de Cortés delante de Su Majestad, los cuales se decían los Alaminos, e el Cárdenas, e el Gonzalo de Umbría, e les mandó dar cédulas reales para que en la Nueva España diesen a cada uno a mill pesos de renta y el Cárdenas vino, y los demás nunca vinieron. E pasó otro soldado que se decía Lucas, ginovés, e era piloto; murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Juan, ginovés; murió en poder de indios. E también pasó otro genovés, vecino que fue de Guaxaca, marido de una portuguesa vieja; murió de su muerte. E pasó otro soldado que se decía Enríquez, natural de tierra de Palencia; este soldado se ahogó de cansado e de peso de las armas y del calor que le daban. E pasé otro soldado que se decía Cristóbal, de Jaén, e era carpintero, y murió en poder de indios. E pasé un Ochoa, vizcaíno, hombre rico e priminente, vecino que fue de Guaxaca; murió de su muerte. Y pasó un bien esforzado soldado que se decía Zamudio; fuese a Castilla porque acochilló a uno en Méjico, e en Castilla fue capitán de una compañía de hombres de armas; murió en lo de Castilnovo con otros muchos caballeros españoles. E pasó otro soldado que se decía Cervantes el Loco; era chocarrero e truán; murió en poder de indios. E pasó un Plazuela; murió en poder de indios. E pasó un buen soldado que se decía Alonso Pererelmaite, que vino casado con una india muy hermosa del Bayamo; murió en poder de indios. E pasó un Martín Vázquez, natural de Olmedo, hombre rico e preminente, vecino que fue de Méjico; murió de su muerte. E pasó un Sebastián Rodríguez; fue ballestero y después de ganado Méjico fue trompeta; murió de su muerte. E pasó otro ballestero que se decía Peñalosa, compañero de Sebastián Rodríguez, e murió de su muerte. E pasó un soldado que se decía Álvarez, hombre de la mar, natural de Palos, que dicen que tuvo con indias de la tierra treinta hijos e hijas en obra de tres años; murió entre indios en lo de las Higueras. E pasó otro soldado que se decía Juan Pérez Malinche, que después le oí nombrar Artiaga, vecino de la Puebla, persona que fue rica; murió de su muerte. E pasó un buen soldado que se decía Pedro González Sabiote; murió de su muerte. E pasó un buen soldado que se decía Jerónimo de Aguilar; este Aguilar pongo en esta cuenta porque fue el que hallamos en la punta de Cotoche, que estaba en poder de indios, e fue nuestra lengua; murió de mal de bubas. E pasó otro soldado que se decía Pedro, valenciano, vecino que fue de Méjico; murió de su muerte. E pasaron dos soldados que tenían por sobrenombre Tarifas, el uno fue vecino de Guaxaca, marido de la Muñiz; murió de su muerte; el otro se decía Tarifa de las Manos Blancas, natural de Sevilla; pósosele aquel nombre porque no era para la guerra ni para cosas de trabajo, sino hablar de cosas pasadas; murió en el río del Golfo Dulce, ahogado él e su caballo, que nunca parecieron. E pasó otro buen soldado que se decía Pero Sánchez Farfán, persona que valla e estuvo por capitán en Tezcuco entretanto que estábamos sobre Méjico; murió de su muerte. E pasó otro buen soldado que se decía Alonso Escobar el Paje, de quien se tuvo mucha cuenta de su persona; murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía el bachiller Escobar; era boticario e curaba; murió de su muerte. E pasó otro soldado que, se decía también Escobar, e fue bien esforzado; mas fue tal y tan bollicioso e de mala manera, que murió ahorcado porque forzó a una mujer e por revoltoso. E pasé otro soldado que se decía Hulano de Santiago, natural de Huelva, e se fue rico a Castilla. E pasó otro su compañero del Santiago que se decía Ponce; murió en poder de indios. E pasó un Hulano Méndez, ya hombre anciano; murió en poder de indios. E pasaron otros tres soldados que murieron en las guerras que tuvimos en lo de Tabasco: el uno se decía Saldaña, los otros dos no me acuerdo sus nombres. E pasó otro buen soldado e ballestero, que era hombre anciano, que jugaba mucho a los naipes, e murió en poder de indios. E pasó otro soldado anciano que trujo un su hijo que se decía Orteguilla, paje que fue del gran Montezuma; ansí el viejo como el hijo murieron en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Hulano de Gaona, natural de Medina de Rioseco; murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Juan de Cáceres, que después de ganado Méjico fue hombre rico, vecino de Méjico; murió de su muerte. E pasó otro soldado que se decía Hurones, natural de las Garrovillas, y murió de su muerte. E pasó otro soldado, ya hombre anciano, que se decía Ramírez el Viejo que renqueaba de una pierna, vecino que fue de Méjico; murió de su muerte. E pasó otro soldado e bien esforzado que se decía Luis Farfán; murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Morillas; murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Hulano de Rojas, que después pasó al Perú e allá murió. E pasó un Astorga, hombre anciano, vecino que fue de Guaxaca; murió de su muerte. E pasó un Pedro Tostado e un su hijo que tenía el mismo nombre: un Tostado murió en poder de indios e el otro de su muerte. E pasó otro buen soldado que se decía Baldovinos; murió en poder de indios. También quiero poner aquí a Guillén de la Loa, e Andrés Núñez, e a maestre Pedro de la Harpa, e a otros tres soldados; este Guillén de la Loa fue persona priminente e era de los que Francisco de Garay había enviado a descubrir lo de Pánuco, e venia a tomar posesión en la tierra por el Garay, e le prendimos a él y a los que traía en su compañía, e por esta causa los pongo en esta relación de los de Cortés; el Guillén de la Loa murió de un cañonazo que le dieron en Méjico en un juego de cañas; el maestre Pedro de Arpa era valenciano, e murió de su muerte; e también el Andrés Núñez murió de su muerte, y los demás murieron en poder de indios. E pasó un Porras, muy bermejo e gran cantor; murió en poder de indios. E pasó un Ortiz, gran tañedor de viola e amostraba a danzar; e vino otro su compañero que se decía Bartolomé García, e fue minero en la isla de Cuba a este Ortiz e Bartolomé García pasaron el mejor caballo que pasó en nuestra compañía, el cual les tomó Cortés e se los pagó; murieron entrambos compañeros en poder de indios. E pasó otro buen soldado que se decía Serrano; era ballestero; murió en poder de indios. E pasó un hombre anciano que se decía Pedro de Valencia; era natural de un lugar que era de Plasencia. E pasó un buen soldado que se decía Quintero; fue maestre de navío; murió en poder de indios. E pasó un Alonso Rodríguez, que dejó buenas minas en la isla de Cuba e estaba rico, e murió en poder de indios en los peñoles que agora llaman Los Peñoles, que ganó el marqués, e también allí murió otro buen soldado que se decía Gaspar Sánchez, sobrino del tesorero de Cuba, con otros soldados que fueron de los de Narváez. E también pasé un Pedro de Palma, primer marido que tuvo Elvira López la Larga; murió ahorcado, juntamente él e otro soldado de los de Cortés que se decía Trebejo, natural de Fuente Ginaldo, los cuales mandó ahorcar Gil González de Ávila o Francisco de las Casas, e juntamente con ellos ahorcaron a un clérigo de misa, por revolvedores e amotinadores de ejércitos, cuando se venían a la Nueva España desde Naco después que hobieron degollado a Cristóbal de Olí; estos soldados e el clérigo eran de los del Cristóbal de Olí, e a mí me amostraron un árbol e ceiba donde los ahorcaron viniendo que veníamos de las Higueras en compañía del capitán Luis Marín. E volviendo a nuestro primer cuento, también pasó un Andrés de Mol, levantisco; murió en poder de indios. E también pasó un buen soldado que se decía Alberá, natural de la Villanueva de la Serena; murió en poder de indios. E pasaron otros muy buenos soldados que solían estar en Cuba, hombres de la mar, como fueron pilotos, maestres e contramaestres, de los más mancebos de los navíos que dimos al través, e muchos dellos fueron muy animosos soldados en las guerras e batallas, e por no me acordar de todos no pongo aquí sus nombres. E también pasaron otros soldados hombres de la mar que se decían los Peñales, e otros Pinzones, los unos naturales de Gibraleón e otros de Palos; dellos murieron en poder de indios y otros de sus muertes naturales. También me quiero yo poner aquí en esta relación a la postre de todos, puesto que vine a descubrir dos veces primero que don Hernando Cortés, según lo tengo ya dicho en el capítulo que dello habla, y tercera vez con el mismo Cortés; mi nombre es Bernal Díaz del Castillo, e soy vecino e regidor de la ciudad de Santiago de Guatimala, e natural de la muy noble e insine e muy nombrada villa de Medina del Campo, hijo de Francisco Díaz del Castillo regidor que fue de ella, que por otro nombre nombraban el Galán: que haya santa gloria; e doy muchas gracias e loores a Nuestro Señor Jesucristo e a Nuestra Señora la Virgen Sancta María, su bendita madre, que me ha guardado que no sea sacrificado como en aquellos tiempos se sacrificaron todos los más de mis compañeros que nombrados tengo, para que agora se descubran y se vean muy claramente nuestros heroicos hechos y quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán.

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