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Authors: Anton Szandor LaVey

Tags: #Filosofía, #Esoterismo

La biblia satánica (12 page)

Las historias de niños sin bautizar que eran robados por Satanistas para utilizarlos en su misa no sólo fueron métodos de propaganda bastante efectivos, sino que también proveyeron a la Iglesia de una fuente constante de ingresos, mediante contribuciones de los feligreses por concepto de bautismos, cuando las preocupadas familias corrían a bautizar sus hijos para que no se los llevaran. Ninguna madre cristiana, al escuchar de los diabólicos secuestros, se abstendría de bautizar a sus hijos, y mientras más rápido, mejor.

Otra faceta de la naturaleza del hombre quedaba patente en el hecho que el escritor o artista de pensamientos lascivos podía ejercitar sus preferencias más obscenas al retratar las actividades de los herejes. El censor que vigila toda la pornografía para saber de qué tiene que advertir y proteger a otros es el equivalente moderno del cronista medieval de los actos obscenos de los Satanistas (y por supuesto, sus equivalentes periodísticas modernas). Se cree que la más completa biblioteca de pornografía del mundo ¡es propiedad del Vaticano!

El besar el trasero del Diablo durante la misa negra tradicional es fácilmente reconocible como el antecesor del término moderno utilizado para describir a quien obtiene algún beneficio material halagando el ego de otro. Como todas las ceremonias Satánicas se realizaban teniendo como objetivo cosas reales y materiales, el
oscularum infame
, (o beso de la vergüenza) era considerado un requisito simbólico para el éxito terrenal, más que espiritual. La creencia popular es que siempre se ha llamado misa negra a la ceremonia o servicio Satánico. Una misa negra
no
es la ceremonia mágica practicada por Satanistas. El Satanista sólo hará uso de una misa negra como una forma de psicodrama. Además, una misa negra no implica necesariamente que quienes la lleven a cabo sean Satanistas. Una misa negra es básicamente una parodia del servicio religioso de la Iglesia Católica Romana, pero puede ser aplicada libremente como sátira a cualquier ceremonia religiosa.

Para el Satanista, la misa negra, en su blasfemia de ritos ortodoxos, no es más que una redundancia. Los servicios de todas las religiones establecidas son en realidad parodias de antiguos rituales celebrados antaño por los adoradores de la tierra y la carne. En un intento de desexualizar y deshumanizar las creencias paganas, los responsables de las creencias espirituales posteriores encubrieron el significado verdadero que había tras los rituales bajo blandos eufemismos que hoy se tienen por «misa verdadera».

Aún
si
el Satanista fuera a pasársela celebrando una misa negra cada noche, no sería una parodia más grave que la del piadoso feligrés que asiste compulsivamente a su propia «misa negra» —
su
burla de los honestos y emotivos ritos de la antigüedad pagana.

Cualquier ceremonia considerada una misa negra debe ser ofensivo, indecente y ultrajante, ya que esta parece ser la medida de su éxito. En la Edad Media, blasfemar contra la santa iglesia era algo indecente.

Sin embargo, la Iglesia no presenta hoy en día la imponente imagen que tenía durante la Inquisición. La misa negra tradicional ya no es el espectáculo ultrajante que una vez fue para el diletante o sacerdote excomulgado. Si el Satanista desea crear un ritual con propósitos de psicodrama para blasfemar una institución aceptada, será cuidadoso al escoger una a la que no esté de moda parodiar. De esta manera, estará parándose sobre una vaca sagrada.

Hoy en día, una misa negra consistiría en blasfemar temas tan «sagrados» como el misticismo oriental, la psiquiatría, el movimiento psicodélico, el neoliberalismo, etc. Se defendería el patriotismo, las drogas y sus gurús serían vapuleados, se deificaría a los militantes aculturales, y podría dársele un empujón Satánico a la decadencia de las teologías eclesiásticas.

El
magus
Satánico siempre ha sido el catalizador de la dicotomía necesaria para modelar las creencias populares, y en este caso una ceremonia de la misma naturaleza que una misa negra puede servir para un propósito mágico de largo alcance.

En el año 1666, ocurrieron en Francia ciertos acontecimientos bastantes interesantes. Al fallecer François Mansart, el arquitecto del trapezoide, cuya teoría geométrica se convertiría en el prototipo de la casa encantada, se construía, según sus planos, el Palacio de Versalles. La última de las glamorosas sacerdotisas de Satán, Jeanne-Marie Bouvier (Madame Guyon) iba a ser superada por una astuta, oportunista e implacable mujer de negocios llamada Catherine Deshayes, también conocida como LaVoisin. Aquí había una cosmetóloga que, mientras practicaba abortos y vendía los más efectivos venenos a damas deseosas de librarse de sus maridos o amantes, encontró en los espeluznantes relatos de las «messes noir» una genial idea capitalizadora.

Seria correcto decir que 1666 fue el año de la primera misa negra «comercial». En la región al sur de St. Denis, conocida hoy como LaGarenne, LaVoisin compró una inmensa mansión flanqueada por altos muros, adecuándola con despensas, celdas, laboratorios y… una capilla. Para la realeza y otros diletantes menores, pronto sería
de rigueur
asistir y participar en el mismo tipo de servicio previamente mencionado en este capitulo. El fraude organizado perpetrado en éstas ceremonias ha quedado marcado en la historia de manera indeleble como la «verdadera misa negra».

Cuando LaVoisin fue arrestada el 13 de Marzo de 1679 (en la Iglesia de Nuestra Señora de las Buenas Nuevas, para más señas) la suerte estaba echada. Las actividades degradadas de LaVoisin habían sofocado la majestad del Satanismo para mucho rato. La siguiente moda del «Satanismo por juego y diversión» apareció en Inglaterra a mediados del siglo XVIII en la forma de la Orden de los Franciscanos de Medmanham de Sir Francis Dashwood, conocido popularmente como el Club del Fuego del Infierno o
Hell-Fire Club
[17]
. Mientras eliminaba la sangre y las velas hechas de grasa de niño de las misas del siglo anterior, Sir Francis se las arregló para conducir rituales repletos de buena y pícara diversión, y ciertamente proveyó a muchas de las luminarias de la época con una variante inofensiva y colorida de psicodrama. Una actividad palalela bastante interesante de Sir Francis, que nos puede dar una idea del ambiente y calidad del Club del Fuego del Infierno, era el llamado
Club Dilettante
[18]
, del cual Sir Francis era fundador.

Sería el siglo XIX el que trajo consigo un encubrimiento del Satanismo, llevado a cabo por los débiles intentos de magos «blancos» tratando de practicar magia «negra». Este fue un período muy paradójico para el Satanismo, con escritores tales como Baudelaire y Huysemans quienes, a pesar de su obsesión aparente con el mal, parecían buenas personas. A ojos del público, el Diablo desarrolló su personalidad Luciferina, y evolucionó gradualmente hasta convertirse en un caballero de salón. Esta fue la era de los «expertos» en las artes negras, tales como Eliphas Levi e innumerables médiums quienes, con sus espíritus y demonios cuidadosamente amarrados, lograron atar las mentes de muchas personas que hasta el día de hoy se llaman a sí mismos ¡parapsicólogos!

En cuanto al Satanismo, lo más cercano que hubo fueron los ritos neopaganos llevados a cabo por la Orden Hermética del Alba de Oro (
Hermetic Order of the Golden Dawn
)
[19]
y después por dos órdenes fundadas por Aleister Crowley, la Orden de la Estrella Plateada (A.·. A.·. —
Astrum Argentuum
) y la Orden de los Templarios Orientales (O.T.O.)
[20]
quienes, a pesar de que el mismo Crowley se identificaba como la Bestia del Apocalipsis, niegan paranoicamente hasta el día de hoy cualquier conexión con el Satanismo. Aparte de alguna que otra poesía más bien agradable y un conjunto de parafernalia mágica, cuando no se dedicaba a escalar montañas, Crowley pasaba la mayor parte de su tiempo como un posudo por excelencia, y que trabajaba horas extras para ser lo más malo posible.

Al igual que su contemporáneo, el Reverendo Montague Summers, Crowley pasó gran parte de su vida con su lengua metida entre la boca, pero sus seguidores hasta el día de hoy parece que de alguna manera son capaces de leer significados esotéricos en cada una de sus palabras.

Paralelamente con estas sociedades, estaban los clubes de sexo que utilizaban al Satanismo como un gancho —costumbre que persiste hasta la fecha, y por lo cual deberían estar agradecidos los reporteros de periódicos baratos y amarillistas. Parece que la misa negra evolucionó de una invención literaria de la Iglesia, a una manera depravada de ganar dinero, a ser un psicodrama para diletantes e iconoclastas, convirtiéndose luego en un as bajo la manga para los medios de comunicación populares… si ésto es así, ¿cómo es que encaja en la verdadera naturaleza del satanismo —y quién practicaba la magia satánica en los años anteriores a 1666?

La respuesta a este acertijo yace en otro. ¿Está la persona que generalmente es considerada como Satanista, practicando el Satanismo en su verdadero significado, o lo hace desde el punto de vista tomado por los fabricantes de opiniones de la persuasión celestial? Siempre se ha dicho, y de justa manera, que todos los libros escritos sobre el diablo han sido escritos por los agentes de dios. Por consiguiente, es muy fácil entender cómo surgió cierta especie de adoradores del diablo, a través de las invenciones de los teólogos. Este personaje «malo» no está necesariamente practicando Satanismo verdadero.

Tampoco es la encarnación viviente del elemento de orgullo desenfrenado, o de majestad del ser, que el mundo postpagano dio a la definición clerical de lo que era malo. Por lo tanto, es el producto de una propaganda mucho más tardía y elaborada. El pseudo-Satanista siempre se las ha arreglado para aparecer a lo largo de la historia moderna, con sus misas negras de distintos grados de blasfemia; pero el Satanista verdadero rara vez es reconocido como tal.

Sería una simplificación extrema el decir que todo hombre y mujer de éxito que hay en la tierra es, sin saberlo, un Satanista practicante; pero la sed de éxito terrenal y sus beneficios son argumentos suficientes para no contar con la aprobación de San Pedro. Si la entrada de un rico al cielo es algo tan difícil como el intento del camello de pasar por el ojo de una aguja; si el amor por el dinero es la raíz de todo mal; entonces por lo menos debemos suponer que los hombres más poderosos sobre la tierra son los más satánicos. Esto se aplicaría también a banqueros, industriales, papas, poetas, dictadores, y cualquier vocero y mariscal de campo de las actividades del mundo.

Ocasionalmente, a través de varios «nexos», siempre se hallará que a los hombres y mujeres más enigmáticos de la historia se les ha acusado de haber «practicado» las artes negras. Estos, por su puesto, salen a la luz como los «hombres enigmáticos» de la historia. Nombres como Rasputin, Zaharoff, Cagliostro, Rosenberg y otros por el estilo son eslabones —o rastros por así decirlo—, del verdadero legado de Satán… un legado que trasciende cualquier diferencia étnica, racial y económica, lo mismo que trasciende ideologías temporales. No importa bajo qué nombre se le conozca, el Satanista siempre ha dominado la Tierra… y siempre lo hará. Una cosa es segura: los parámetros, filosofías y prácticas expuestas en estas páginas son utilizadas por los humanos más autoconscientes y poderosos sobre la Tierra. En los pensamientos secretos de cada hombre y mujer aún motivados por mentes claras e inquietas, reside el potencial del satanista; como siempre ha sido. El signo de los cuernos aparecerá ante muchos, en lugar de a unos cuantos; y el mago dará un paso al frente para ser reconocido.

—EL LIBRO DE BELIAL—

EL DOMINIO DE LA TIERRA

(TIERRA)

El atractivo más grande de la magia no reside en su aplicación, sino en sus recovecos esotéricos. El elemento de misterio que encierra la práctica de las artes negras ha sido creado, deliberadamente, o por ignorancia, por quienes muchas veces dicen ser expertos en tales asuntos. Si la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta, los ocultistas establecidos harían el papel de constructores de laberintos. Los principios básicos de la magia ceremonial han sido relegados por mucho tiempo y reducidos a trozos infinitamente clasificados de misticismo escolástico, tanto así que los aspirantes a magos se convierten en la víctima del arte que
¡debería estar empleando él mismo!
Puede hacerse un paralelo con el estudiante de psicología aplicada quien, aunque conoce todas las respuestas, no puede hacer amigos.

¿Qué beneficio puede tener el estudio de falsedades a menos que todo el mundo crea en tales falsedades? Muchos, por supuesto, creen en falsedades, sin embargo, actúan de acuerdo a las leyes naturales. Es sobre esta premisa en la que se basa la magia satánica. Esto es un abre bocas —un texto básico sobre magia materialista. Belial significa «que no tiene amos», y simboliza la independencia verdadera, la autosuficiencia, y el triunfo personal. Belial representa el elemento de la tierra, y en esto se encontrará la magia, si se tienen ambos pies en la tierra —procedimientos mágicos verdaderos— no actitudes místicas vacías de razón objetiva. No sigas escarbando. ¡Aquí están los cimientos!

TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA MAGIA SATÁNICA

(Definición y Propósito)

LA definición de magia, tal como se utiliza en este libro, es: «El cambio de situaciones o eventos según la propia voluntad, los cuales, de otra manera, no podrían cambiarse.» Esto deja un amplio espacio para la interpretación personal. Algunos dirán que las instrucciones y procedimientos no son más que psicología aplicada, o de hechos científicos, a los cuales se les da terminología «mágica» —hasta que se llega a un punto en el texto que «no se basa en ningún descubrimiento o hallazgo científico». Es por esta razón que no se ha hecho ningún intento de limitar las explicaciones a una nomenclatura dada. La magia no es científicamente explicable, pero hay que recordar que la ciencia siempre ha sido, de una u otra forma, considerada como magia.

No hay diferencia entre magia «blanca» y «negra», excepto dentro de la hipocresía, «rectitud», culpa y auto-engaño del mago «blanco» o «bueno». En la tradición religiosa clásica, la magia «blanca» se realiza con propósitos benévolos, altruistas y «buenos»; mientras que la magia «negra» se utiliza en beneficio propio, poder personal, y propósitos «malos». Nunca nadie en la Tierra realizó estudios de ocultismo, metafísica, yoga, y otros conceptos de 'luz blanca' sin tener como meta poder personal y auto-gratificación. Lo que sucede es que a unas personas les gusta usar ropa hecha con pieles, mientras que a otras les gusta la seda o el terciopelo. Lo que para una persona pueda ser placer, para otra será dolor, y lo mismo se aplica a los conceptos de «bien» y «mal». Todo practicante de magia o brujería está firmemente convencido de que está «haciendo lo correcto».

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