Pero es claro que no sería suficiente ese motivo para el esfuerzo, de todo tipo, de escribir este libro. Es más profundo y amplio. Se trata de explicar a la sociedad española unos años de nuestra vida que se encuentran en la raíz de lo que nos sucede hoy. Porque si repasamos 1993 y 2010 veremos que son demasiadas las similitudes. La clase política de hoy, no solo es peor valorada que la de entonces, sino que, además, se ha convertido en un problema. La justicia alcanza grados de politización sin precedentes, y todo lo sucedido alrededor del caso del juez Garzón ha demolido los escasos ladrillos que soportan cierta credibilidad en la Justicia neutra, y se extiende, con una amplitud sin precedentes, el convencimiento de que seguimos teniendo una justicia del Príncipe. La sociedad, todavía más silente, desarbolada, asustada, incapaz de averiguar qué le sucede. Los partidos políticos, más desprestigiados que nunca. Los bancos, peor valorados, además de cuestionada su actuación y su servicio a la economía real. Las cajas de ahorro en proceso de concentración para evitar la quiebra originada por gestiones políticas de los ahorros en ellas depositados. Los medios de comunicación sometidos a una crisis de la que algunos seguramente no saldrán vivos. En fin, no sigo porque no es, como digo, el lugar.
Pero es posible que este libro contribuya a que se entienda que lo malo no reside exclusivamente en la intervención de Banesto. Ese acontecimiento fue dramático y cambió la vida política española, entre otras cosas porque propició —en esto no acertaron— el ascenso de Aznar. Quien acertó fue Jesús Posadas. Por eso lo importante reside en las causas, en el modo de entender el poder, en la forma en que se relaciona el poder con la sociedad civil, en la manera en que entiende la misión de las leyes y la Justicia, en el tipo de respeto que siente el poder por la dignidad, libertad y hacienda de las personas. Esto es lo verdaderamente trascendente a estos efectos.
En 2008 la Facultad de Teología de Múnich convocó un Congreso en Ávila sobre Ciencia y Mística. Me invitaron a clausurarlo. Acudí con susto en el cuerpo porque la asistencia no era para menos: ochenta catedráticos, cuarenta de Teología y cuarenta de Física. Y allí yo, siendo traducido por un carmelita. Por cierto, que mi intervención se publicó en una prestigiosa revista alemana dedicada a estos asuntos. Los editores de
Aufgang
, José Sánchez de Murillo y Martin Thurner, se comprometieron ante sus lectores, firmando de su puño y letra lo siguiente: «Se refiere al llamado “Caso Banesto”, que, tras intervención del Banco de España el 28 de diciembre de 1993, fue abierto el 15 de noviembre de 1994 y cerrado el 29 de julio de 2002 con sentencia del Tribunal Supremo del Poder Judicial. Tanto en círculos competentes como en amplios sectores de la opinión pública se consideró entonces y se sigue considerando hoy el Caso Banesto como un oscuro proceso político». Se ve que a Alemania no llegaron los tentáculos del Sistema, al menos a la Facultad de Teología.
Decía que en ese Congreso, al tratar de levantar conclusiones, un catedrático de Física precisó:
—Señor Conde, el problema es el hombre, su educación, los valores en los que está formado. Tenemos que construir un nuevo hombre y debemos empezar por la enseñanza primaria.
Eso es exactamente. Este libro da cuenta de qué tipo de producto humano gerenció nuestras vidas durante estos años pasados y con qué resultados en algunos campos. Qué tipo de empresarios hemos ocupado puestos destacados. Qué modo de entender los medios de comunicación se instalaban en esos creadores de opinión.
El hombre. Al final el individuo. Y mientras no se cambie al hombre, es inútil de toda inutilidad seguir produciendo leyes, reglamentos, decretos, admoniciones, foros y demás.
Un hombre es un modo de pensar. Un modo de pensar es una arquitectura de valores. Un modo de pensar determina un modo de comportamiento. Con este libro quiero contribuir a que nos demos cuenta de que necesitamos cambiar nuestros modos de pensar si queremos conseguir diferentes modos de comportamiento.
Solo sabiendo lo que tenemos entre manos, el lugar en el que vivimos, quiénes somos como producto humano, de dónde venimos como estructura político-social, podremos aspirar a luchar por otro modelo mejor. No se trata de comodidad, ni de generosidad, ni de compasión. Es más grave.