Nuestra Señora de las Tinieblas (14 page)

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Authors: Fritz Leiber

Tags: #Ciencia-Ficción, Terror

—Pues verás, Franz, había informes continuos, creados por alguien, sobre una dama con velo que visitaba o molestaba a De Castries, una dama con vestidos amplios y turbante y pamela amplia, muy rápida en sus movimientos. Se les veía juntos en una calle llena de gente o en el embarcadero o en un parque o al otro extremo del vestíbulo de un teatro lleno de gente, generalmente andando con rapidez y gesticulando excitados o furiosos; pero cuando se acercaban a De Castries, ella había desaparecido. O, como algunos proclamaban, si estaba aún allí, De Castries nunca la presentaba ni le hablaba o actuaba como si la conociera. Mas entonces parecía irritado y, según dicen algunos, asustado.

—¿Cómo se llamaba ella? —insistió Franz.

Byers sonrió con una mueca.

—Como acabo de decirte, mi querido Franz, él nunca la presentaba. Y la mayoría se refiere a ella como «esa mujer» o, a veces, «esa muchacha molesta y obstinada». Tal vez, a pesar de todos los oscuros encantos y sus tiranías y su aura sadomasoquista, De Castries temía a las mujeres y ella representaba o daba cuerpo a ese miedo.

»Las reacciones a esta misteriosa figura variaban. Los hombres solían ser indulgentes, se sentían intrigados y hacían especulaciones, incluso descabelladas; algunas veces llegó a sugerirse que era Isadora Duncan, Eleanora Duse y Sarah Bernhardt, aunque habrían tenido, respectivamente, veinte, cuarenta y sesenta años en ese momento. Pero el
glamour
no tiene edad, piensa en Marlene Dietrich, en Louise Brooks, o en Arletty, o en la más representativa de todas, Cleopatra. Siempre llevaba el velo negro, aunque a veces tenía un conjunto de lunares negros, como marcas de belleza, "o como si hubiera tenido la viruela", se dice que comentó una fama.

»Todas las mujeres, por cierto, la repudiaban.

»Naturalmente, toda esta historia estará algo distorsionada pues está filtrada por Klaas y Ricker. Este último, haciendo un montón de referencias a la sabiduría egipcia y a su cultura, pensaba que la dama misteriosa era la amante polaca, loca de amor, y criticaba a De Castries por la forma en que la trataba.

»Por supuesto, todo esto dejó el camino abierto para interminables especulaciones sobre la vida sexual de De Castries. Algunos dicen que era homosexual. Incluso en aquellos días "la fría y gris ciudad del amor", como epitomizó Sterling, tenía sus homófilos… "¿ciudad fría y gay?". Otros pensaban que era marica estilo sadomasoquista, ataduras y disciplina del tipo más directo (bastante gente se ha estrangulado de esa forma, por cierto). Casi entre susurros se decía que era pederasta, un pervertido, fetichista, completamente asexual, o que sólo las niñas pequeñas podían satisfacer su lujuria tiberiana… Lo siento si te ofendo, Franz, pero se mencionaban todos los caminos extraviados y sus típicas guías conductoras.

»Sin embargo, todo esto no son más que cosas secundarias. Lo importante es que durante algún tiempo De Castries pareció tener su grupo elegido justo donde quería.

20

—El punto álgido en la aventura de De Castries en San Francisco se produjo cuando con muchos susurros y rodeos y mensajes secretos y pompas y ceremonias privadas raras y ocultas, supongo, organizó la Orden Hermética… —continuó Donaldus.

—¿Ésa es la Orden Hermética que menciona Smith, o el autor del diario? —interrumpió Franz.

Había estado escuchando con una mezcla de fascinación, irritación y diversión, con al menos la mitad de su atención en otra parte, pero atendió más ante la mención del Gran Cifrador.

—Lo es —asintió Byers—. Te lo explicaré. En Inglaterra había en aquella época una Orden Hermética del Amanecer Dorado, una sociedad oculta con miembros como el poeta místico Yeats, que hablaba con verduras, abejas y lagos, y Dion Fortune y George Russell, y tu amado Arthur Machen…, ¿sabes, Franz? Siempre he pensado que en su
The Great God Pan
(El gran Dios Pan) la
femme fatale
Helen Vaughan, tan sexualmente siniestra, estaba basada en la satanista real Diana Vaughan, aunque sus memorias (y quizás ella misma) fueran una falsificación perpetrada por el periodista francés Gabriel Jogand…

Franz asintió, impaciente, conteniendo su impulso de decir: ¡Continúa, Donaldus! ».

El otro fue al grano.

—Bien, de todas formas, en mil ochocientos noventa y ocho Aleister Crowley consiguió unirse a los del Amanecer Dorado, y casi acabó con la sociedad con sus demandas de rituales satanistas, magia negra y otras cosas realmente duras.

»Imitándolos, pero también como un desafío sardónico, De Castries llamó a su sociedad la Orden Hermética del Crepúsculo de ónice. Se dice que llevaba un gran anillo negro de
pietra dura
con un bisel de ónice, obsidiana, ébano y ópalo negro pulido, donde aparecía un pájaro negro depredador, tal vez un cuervo.

»Fue en este punto cuando las cosas empezaron a salir mal para De Castries y la atmósfera se fue haciendo desagradable poco a poco. Por desgracia, es también el período en el que tuve más dificultades para conseguir información digna de confianza… o de cualquier otro tipo, por razones que son, como verás, bastante obvias.

»Según puedo reconstruirlo, esto es lo que sucedió. En cuanto constituyó su sociedad secreta, Thibaut reveló a su puñado de miembros selectos que su utopía no era un sueño lejano, sino un proyecto inmediato, y que había que conseguirlo por medio de una revolución violenta, tanto material como espiritual (es decir, paramental), y el líder y al principio el único instrumento de esa revolución tenía que ser la Orden Hermética del Crepúsculo de ónice.

»Esta revolución debía comenzar con actos de terrorismo similares a los que los nihilistas estaban llevando a cabo en Rusia en esa época Ousto antes de la revolución abortada de mil novecientos cinco), pero con mucha magia negra (su megapolisomancia) dentro. El objetivo era la desmoralización más que la masacre, al menos al principio. Bombas de pólvora negra estallarían en lugares públicos y en los tejados de los grandes edificios durante las horas solitarias de la noche. Otros grandes edificios serían sumergidos en la oscuridad localizando y volando sus interruptores principales. Cartas anónimas y llamadas telefónicas aumentarían la histeria.

»Pero más importantes serían las operaciones megapolisománticas, que harían que los "edificios se desmoronaran, la gente huyera gritando como loca, hasta que la última alma huyera de San Francisco, ahogando las carreteras y atascando los ferris…." al menos eso es lo que Klaas dijo que le confesó De Castries muchos años después, cuando estaba de un extraño humor comunicativo. ¿Sabías, Franz, que Nicola Tesla, el otro brujo de la electricidad norteamericano, proclamó en sus últimos años haber inventado o al menos diseñado un aparato tan pequeño que podía ser introducido en un edificio dentro de un maletín y dejado allí para que redujera el edificio a trocitos en un momento establecido con sólo vibraciones por simpatía? Eso también me lo dijo Herman Klaas. Pero yo disiento.

»Esas acciones mágicas o pseudocientíficas (¿cómo las llamarías?) requerirían una obediencia absoluta por parte de los ayudantes de Thibaut…. la siguiente demanda que parece hizo a todos sus acólitos en la Orden Hermética del Crepúsculo de ónice. Se le ordenaba a uno de ellos que fuera a una dirección específica de San Francisco a una hora determinada y se quedara allí simplemente durante dos horas, con la mente en blanco, o intentando retener un único pensamiento. O se le ordenaba que llevara una barra de cobre o un arca de carbón o un globo de juguete lleno de hidrógeno a una planta determinada de un gran edificio y lo dejara allí (el globo contra el techo), siempre a una hora específica. Al parecer, esos elementos debían actuar como catalizadores. O se enviaba a dos o tres de ellos a reunirse en el vestíbulo de un hotel o en el banco de algún parque determinado y que permanecieran allí sentados sin hablarse durante media hora. Y se esperaba que todos obedecieran esas órdenes sin vacilar y sin hacer preguntas, con exacto detalle, o de lo contrario habría (supongo) diversos castigos y reprimendas estilo Carbonari.

»Los grandes edificios fueron siempre el blanco principal de su megapolisomancia: De Castries proclamaba que eran los principales puntos de concentración del material ciudadan que envenenaba las grandes metrópolis o las cargaba intolerablemente. Según una historia, diez años antes, se había unido a otros parisinos en su oposición a la construcción de la Torre Eiffel. Un profesor de matemáticas había calculado que la estructura se derrumbaría cuando llegara a la altura de ciento veinte metros, pero Thibaut simplemente proclamó que todo aquel acero desnudo alzándose en el cielo volvería loca a la ciudad de París. (Y considerando los hechos posteriores, Franz, a veces pienso que podría justificarse. Las dos guerras mundiales cayeron como plaga de langostas sobre las poblaciones muy concentradas debido a la acumulación de edificios altos…, ¿tan fabulosa es esa idea?) Pero ya que descubrió que no podía impedir la erección de esos edificios, Thibaut se volvió al problema de su control. En ciertos aspectos, tenía la mentalidad de un domador de animales… ¿heredado tal vez de su padre viajero?

»Parece que Thibaut pensaba que había (o que había inventado) una especie de matemática con la que podían manipularse las mentes y los grandes edificios (¿y las entidades paramentales?). Metageometría neopitagórica, la llamó. Todo era cuestión de saber los momentos y los sitios adecuados (citaba a Arquímedes: "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo"), y de llevar luego allí a la persona adecuada (y su mente) o al objeto material. También parece que creía en la existencia de una clarividencia, clariaudiencia y presciencia limitada en ciertos lugares de las megaciudades para ciertas personas. Una vez empezó a esbozar en detalle para Klaas un simple acto de megapolisomancia (le dio la fórmula, como si dijéramos), pero luego se volvió receloso.

»Aunque sí hay una anécdota sobre ese asunto de megamagia, tiendo a dudar de su autenticidad, pero resulta atractiva. Parece que Thibaut propuso dar una sacudida de advertencia al Hobart Building, o en cualquier caso a una de las primeras estructuras de planchas de Market…. se supone que el viejo aguilucho dijo que se caería dependiendo de la integridad del constructor. En este caso, sus cuatro voluntarios o confabulados fueron (¿es improbable?), Jack London, George Sterling, una mulata cantante de ragtime llamada Olive Church, que era protegida de esa vieja reina vudú, Mammy Pleasant, y un hombre llamado Fenner.

»¿Sabes dónde está la Fuente de Lotta en Market? Es un regalo que hizo a la ciudad Lotta Crabtree, "la alegría de los campos", que aprendió a bailar (¿y otras artes relacionadas?) de Lola Montez (la de la danza de la araña y toda la historia de Ludwig de Baviera). Bien, los cuatro acólitos tenían que acercarse a la fuente por calles que seguirían los cuatro brazos de una esvástica invertida cuyo centro sería la fuente, mientras se concentraban en los cuatro puntos de la brújula y llevaban objetos que representaban a los cuatro elementos: Olive una maceta de lirios por la tierra, Fenner una botella de champán por el agua, Sterling un globo lleno de hidrógeno por el aire y Jack un gran cigarro por el fuego.

»Se suponía que tenían que llegar simultáneamente e introducir sus cargas en la fuente, George haciendo borbotear su hidrógeno en el agua y Jack apagando el cigarro.

»Olive y Fenner llegaron primero, Fenner un poco borracho…. tal vez había estado probando su ofrenda y podemos suponer que los cuatro estaban un poco «inspirados». Bien, al parecer Fenner llevaba algún tiempo tirándole los tejos a Olive y ella le había rechazado. Ahora quiso que bebiera champán con él y ella se negó, y Fenner intentó obligarla consiguiendo echárselo encima del vestido y de la maceta que llevaba.

»Mientras se debatían de esa forma al borde de la fuente, llegó George protestando e intentó controlar a Fenner sin soltar su globo, y Olive gritaba y se reía de ellos mientras peleaban, todavía sujetando la maceta contra sus pechos mojados.

»En ese momento llegó Jack, más borracho que ninguno, y sin poder resistir una irresistible tentación extendió el brazo y tocó el globo con la punta del cigarro.

»Hubo una explosión bastante fuerte, y una llamarada. Todos alzaron las cejas. Fenner, que creyó que Sterling le había disparado, cayó de espaldas a la fuente y soltó la botella, que se rompió en la acera. Olive dejó caer su maceta y se puso histérica. George estaba lívido y furioso con Jack, quien se reía como un dios demente… mientras Thibaut los maldecía sin duda a todos desde algún lugar cercano.

»Al día siguiente descubrieron que casi exactamente al mismo tiempo esa noche un pequeño almacén de ladrillos situado en Rincon Hill se desplomó. La causa se achacó a la antigüedad y a la estructura inadecuada, pero naturalmente Thibaut proclamó que fue debido al error de su megamagia por culpa de la frivolidad general y la broma idiota de Jack.

»No sé si hay algo de verdad en toda la historia, probablemente habrá ido distorsionándose para favorecer su aspecto de comedia. Con todo, da una idea del tipo de atmósfera imperante.

»Bueno, en cualquier caso puedes imaginar cómo reaccionaban a las demandas de Thibaut las
primadonnas
que había reclutado. Es posible que Jack London y George Sterling hubieran seguido adelante con asuntos como el apagón por algún tiempo, si hubieran estado suficientemente borrachos cuando Thibaut se los pidió. E incluso el cascarrabias de Bierce podría haber disfrutado un poco con los truenos de la pólvora negra, siempre que otro hiciera el trabajo y la prendiera. Pero cuando Thibaut empezó a pedirles que hicieran cosas
aburridas
que se negaba a explicar, ya fue demasiado. Una de las acólitas, una excéntrica dama de sociedad de gran belleza, parece que dijo: "Si me hubiera pedido que hiciera algo
atrevido
, como seducir al presidente Roosevelt (tuvo que referirse a Teddy, Franz), o aparecer desnuda en la rotonda de la ciudad de París y que fuera luego nadando hasta las rocas del Sena y me encadenara allí como Andrómeda. Pero estar de pie delante de la biblioteca pública con siete grandes bolas de acero en el sujetador, pensando en el Polo Sur y sin decir nada durante una hora y veinte minutos… ¡ni hablar, querido! ".

»Al final, simplemente debieron de negarse a tomarlo en serio, a su revolución o a su nueva magia negra. Jack London era socialista marxista desde hacía tiempo y había escrito cómo se había abierto camino a través de una violenta lucha de clases en su novela de ciencia ficción
El talón de hierro
. Pudo y sin duda abrió agujeros en la teoría y la práctica del Reino de Terror de Thibaut. Y habría sabido que la primera ciudad en elegir un Partido Sindicalista no era el lugar adecuado donde iniciar una contrarrevolución. También era materialista darwiniano y sabía del tema. Habría podido demostrar que la "nueva ciencia negra" de Thibaut era un disfraz seudocientífico y sólo otro nombre para la magia, con todas las acciones inexplicadas al fondo.

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