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Authors: Augusto Cury

Tags: #Psicología, Autoayuda, Crianza,

Padres brillantes, maestros fascinantes (3 page)

Si desea causar un gran impacto en el universo emocional y racional de sus hijos, sea creativo y sincero. Así conquistará lo inconquistable. Si aplica estos principios en su trabajo, puede tener la seguridad de que involucrará incluso a sus compañeros más problemáticos. Sin embargo, no podrá garantizar la conquista sólo con un gesto, sino a través de un libreto permanente.

Si educa la inteligencia emocional de sus hijos con cumplidos cuando ellos esperan un regaño (Goleman, 1996), con palabras de aliento cuando esperan una reacción agresiva, con una actitud afectuosa cuando esperan un ataque iracundo, quedarán encantados y lo registrarán con grandeza. Así, los padres se convierten en agentes del cambio.

Los buenos padres les dicen a sus hijos: «Estás mal»; los padres brillantes les preguntan: «¿Qué piensas de tu comportamiento?»
. Los buenos padres dicen: «Has fallado otra vez», los padres brillantes aconsejan: «Piensa antes de reaccionar». Los buenos padres castigan a sus hijos cuando fallan; los padres brillantes los estimulan para convertir cada lágrima en una oportunidad de crecimiento.

La generación de la hamburguesa emocional

La adolescencia ha sido siempre un período de rebeldía contra los convencionalismos de los adultos. Pero la generación actual ha producido un rasgo histórico y único: ha matado el arte de pensar y la capacidad de reto de los jóvenes, quienes rara vez desafían el comportamiento de los adultos. ¿Por qué?

Porque aman el veneno que nosotros producimos. Aman el éxito rápido, el placer inmediato y los reflectores, aunque vivan en el anonimato. El exceso de estímulo ha generado una fluctuación emocional, sin capacidad contemplativa. Incluso sus modelos deben tener un éxito explosivo. Quieren ser personajes como los artistas o los atletas que conquistan la fama y el aplauso de la noche a la mañana.

Los jóvenes están viviendo en la generación de la «hamburguesa emocional». Odian la paciencia
. No saben contemplar la belleza de los pequeños detalles de la vida. No les pida que admiren las flores, los atardeceres y las conversaciones simples. Todo les aburre. Las críticas de sus padres y maestros les son intolerables y rara vez prestan atención.

¿Cómo podemos ayudarles a escapar de la mediocridad?
Una de las cosas más importantes en la educación es hacer que el niño admire a su educador
. Un padre puede ser un obrero, pero será maravilloso para sus hijos si los ha encantado. Un padre puede ser un gran hombre de negocios y tener miles de empleados, pero si no encanta a sus hijos, será pequeño en el alma de ellos.

Sea un maestro de la inteligencia, enséñeles a pensar. Permítales fotografiar la brillante persona que es usted. ¿Puede este clamor encontrar un eco?

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LOS BUENOS PADRES PREPARAN

A SUS HIJOS PARA EL APLAUSO, LOS

PADRES BRILLANTES LOS PREPARAN

PARA EL FRACASO

Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar

en sus hijos: motivación, audacia, paciencia, determinación,

capacidad de sobreponerse y la habilidad de crear y tomar

ventaja de las oportunidades.

Los buenos padres preparan a sus hijos para recibir aplausos; los padres brillantes los preparan para afrontar sus derrotas. Los buenos padres educan la inteligencia lógica de sus hijos; los padres brillantes educan su sensibilidad.

Estimule a sus hijos a tener metas, a tener éxito en la escuela, en el trabajo y en sus relaciones sociales, pero no se detenga ahí. Ayúdelos a no tener miedo de sus fracasos. No hay podio sin derrota. Mucha gente no llega al podio no porque no sea capaz, sino porque no ha aprendido a superar sus fracasos a lo largo del camino. Mucha gente no puede brillar en el trabajo porque se rinde al primer obstáculo.

Algunas personas no tienen éxito porque no han tenido la paciencia de aceptar un «no», porque no tienen la osadía de enfrentar algunas críticas ni la humildad para reconocer sus errores.

La perseverancia es tan importante como la habilidad intelectual.
La vida es un largo camino con curvas impredecibles y patinazos inevitables
. La sociedad nos prepara para los días de gloria, pero los días de frustración son los que dan significado a esa gloria. Revelando madurez, los padres brillantes son modelos para una vida victoriosa. No piensan que una vida exitosa sea una vida infalible. Ganar no siempre significa estar en lo correcto.

Por eso es que son capaces de decir a sus hijos: «Me equivoqué», «lo siento» y «te necesito». Son fuertes en sus convicciones, pero flexibles para admitir sus fragilidades.

Los padres brillantes muestran que las flores más hermosas son las que florecen después de los más crudos inviernos
. Los padres que no tienen el coraje de reconocer sus errores nunca enseñarán a sus hijos a enfrentarse a sus propios errores y a crecer con ellos.

Los padres que admiten que siempre tienen la razón nunca enseñan a sus hijos a trascender sus propios fracasos. Los padres que nunca se disculpan jamás enseñarán a sus hijos a lidiar con la arrogancia. Los padres que no revelan sus miedos siempre tendrán dificultad para enseñar a sus hijos a encontrar, a través de la pérdida, la oportunidad de ser más fuertes y experimentados.

¿Hemos actuado así con nuestros hijos, o sólo hemos desempeñado las obligaciones triviales de la educación?

La vida es un contrato de riesgo

Los jóvenes necesitan vivir este contrato apreciando los retos y no tratando de escapar de ellos. Si se intimidan por la derrota y las dificultades, el fenómeno RAM registrará miles de experiencias en su memoria que propiciarán el complejo de inferioridad, la baja autoestima y la sensación de incapacidad.

¿Cuál es la consecuencia de esto? Un joven con baja autoestima se sentirá disminuido, incapaz de tomar riesgos y transformar sus metas en realidad, y puede experimentar un envejecimiento emocional prematuro. La juventud debe ser la mejor época para el placer, aun cuando tenga sus propios desasosiegos, pero muchas personas son gente vieja en cuerpos jóvenes. Ser anciano no significa ser viejo; de hecho, mucha gente anciana, que está feliz y motivada, es emocionalmente más joven que muchos de los jóvenes actuales.

¿Cuál es la característica de una emoción envejecida, sin condimento ni motivación? La incapacidad para contemplar la belleza y una intensa capacidad para quejarse, porque nada los satisface por mucho tiempo. La gente con una emoción envejecida se queja de su cuerpo, sus ropas, sus amigos, la falta de dinero, la escuela o incluso de haber nacido.

La capacidad de quejarse es el fertilizante de la miseria emocional, y la capacidad de agradecimiento es el combustible de la felicidad
. Mucha gente joven hace una gran cantidad de cosas para tener una migaja de placer. Suplican por un mendrugo de la alegría aunque vivan en palacios.

Los jóvenes que se vuelven maestros de la queja tienen una enorme desventaja competitiva. Difícilmente conquistarán un espacio social y profesional. ¡Alértelos!

Dado que los jóvenes entienden lo que es la memoria de una computadora, compárela con la memoria humana. Dígales que a cada queja la acompaña un alto grado de tensión y que es almacenada en la memoria con un estatus privilegiado por el fenómeno RAM, lo cual destruye lentamente la alegría emocional. Los mejores años de su vida son sofocados, por lo que pierden gradualmente su sonrisa, su impulso y su motivación.

Descubrir la grandeza de las cosas anónimas

Guíe a sus hijos para que encuentren grandes razones para ser felices con las pequeñas cosas.
Una persona emocionalmente superficial necesita grandes eventos para sentir placer; una persona profunda lo encuentra en las cosas ocultas
, en los fenómenos aparentemente imperceptibles, como el movimiento de las nubes, el ballet de las mariposas, el abrazo de un amigo, el beso de un ser querido, una mirada de complicidad y la sonrisa de solidaridad de un extraño.

La felicidad no viene por casualidad; la felicidad viene del entrenamiento. Entrene a sus hijos para que sean excelentes observadores. Caminen por campos y jardines, miren el surgimiento de las flores y descubran juntos la belleza sutil. Llenen sus ojos con la hermosura que los rodea.

Enseñe a los jóvenes a apreciar los momentos simples, la fuerza que viene de la pérdida, la seguridad que florece en el caos y la grandeza que emana de los pequeños gestos
. Las montañas están formadas por ocultos granos de arena. Los niños serán más felices si aprenden a contemplar la belleza tanto en los momentos de gloria como en los de fracaso, en las flores de la primavera y en las hojas muertas del invierno. ¡Este es el gran reto de la educación emocional!

Para muchas personas, la felicidad es la locura de los psicólogos, el delirio de los filósofos y la alucinación de los poetas; nunca han entendido que
los secretos de la felicidad se ocultan en las cosas simples y anónimas, tan distantes y tan cercanas a ellas
.

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LOS BUENOS PADRES HABLAN,

LOS PADRES BRILLANTES DIALOGAN

COMO AMIGOS

Este hábito de los padres brillantes contribuye

a desarrollar en sus hijos: solidaridad,

compañerismo, placer de vivir, optimismo

e inteligencia interpersonal.

Hemos visto que el primer hábito de los padres brillantes es permitir que sus hijos los conozcan; el segundo es alimentar su personalidad; el tercero es enseñarlos a pensar; el cuarto es prepararlos para las derrotas y las dificultades de la vida. Ahora debemos entender que la mejor forma de desarrollar estos hábitos es adquirir el quinto hábito: dialogar.

Los buenos padres hablan, los padres brillantes dialogan. Hay un gran valle entre hablar y dialogar.
Conversar es hablar sobre el mundo que nos rodea, dialogar es hablar sobre el mundo que somos
. Dialogar es contar experiencias, es compartir secretos de lo que está oculto en el corazón, es penetrar mas allá de las cortinas de la conducta y es desarrollar la inteligencia interpersonal (Gardner, 1995).

La mayoría de los educadores no puede traspasar esta cortina. De acuerdo con una investigación que realicé, más del 50% de los padres nunca ha tenido el valor de dialogar con sus hijos acerca de sus miedos, pérdidas y frustraciones.

¿Como es posible que padres e hijos que viven bajo el mismo techo por años permanezcan completamente aislados unos de otros? Dicen que se aman, pero hacen pocos esfuerzos por cultivar el amor. Reparan la grieta en la pared y el problema con el automóvil, pero no se ocupan de las grietas emocionales y los problemas de relación.

Cuando un grifo gotea, los padres se preocupan por repararlo, ¿pero se toman el tiempo para dialogar con sus hijos y ayudarlos a reparar la alegría, la seguridad y la sensibilidad que se esta disipando?

Si tomáramos todo el dinero de una empresa y lo tiráramos, estaríamos cometiendo un crimen grave. La compañía quedaría en bancarrota. ¿Cree usted que quizá hayamos cometido este crimen contra la compañía social más importante -la familia-, cuyo efectivo es el diálogo? Si destruimos el diálogo, ¿cómo puede sostenerse la relación padre-hijo? Se iría a la bancarrota.

Deberíamos adquirir el hábito de reunirnos cuando menos una vez a la semana con nuestros hijos para dialogar con ellos. Deberíamos darles libertad para que puedan hablar de sí mismos, de sus aflicciones y de sus dificultades de relación con sus hermanos y con nosotros, sus padres. No puede imaginarse lo que estas reuniones pueden provocar.

Si los padres nunca les han contado a sus hijos sus sueños más importantes, ni han escuchado acerca de sus grandes alegrías y desilusiones, formaran un grupo de extraños y no una familia. No hay una formula mágica para construir una relación saludable. El diálogo es insustituible.

Buscar amigos

Dentro de cada joven hay un mundo por descubrir, incluso dentro del más complicado y aislado. Muchos jóvenes son agresivos y rebeldes, y sus padres no se dan cuenta que están gritando a través de sus conflictos.
Muchas veces, la conducta inadecuada es un clamor que implora la presencia, el amor y la atención de los padres
.

Muchos síntomas psicosomáticos, como los dolores de cabeza o de estómago, también son gritos silenciosos de los niños. ¿Quién escucha? Muchos padres llevan a sus hijos con el psicólogo, que puede ayudar pero, en el fondo, lo que los hijos están buscando es el corazón de sus padres.

Una sugerencia: si puede, opte por la televisión por cable en vez de la abierta; seguramente se asombrará del mejoramiento de la relación de sus hijos entre sí y con usted. Serán más afectuosos, dialogarán más y tendrán más tiempo para jugar y divertirse. Verán menos canales insípidos y más canales contemplativos que les hablarán de la ciencia y la naturaleza.

¿Y qué pasa con quienes no tienen cable? Aquí hay otra sugerencia para los padres, más importante que la primera. Yo lo llamo el «proyecto de educación emocional» (PEE): apague el televisor durante toda una semana cada dos meses, y haga algo interesante con sus hijos. Planee pasar seis semanas al año con ellos. Incluso si padres e hijos no viajan a lugares remotos,
deberían viajar al interior unos de los otros
.

Planeen lo que harán. Entren juntos a la cocina, inventen nuevos platillos, bromeen, monten una obra de teatro familiar, siembren flores y aprendan cosas interesantes. Pase con sus hijos cada noche de estas semanas. Haga del PEE un proyecto de vida.

El deseo más grande de los padres debería ser que sus hijos sean sus amigos: los diplomas, el dinero y el éxito son consecuencia de una educación brillante. Yo tengo tres hijas. Si no fueran mis amigas, sería un padre frustrado, aun cuando soy un autor respetado internacionalmente.

A pesar de ser un especialista en conflictos psíquicos, yo también cometo errores, y con frecuencia. Pero lo importante es saber qué hacer con los errores que cometimos. Pueden construir una relación o destruirla. Me he disculpado con mis hijas cada vez que mis actitudes han sido exageradas, mis juicios precipitados o he alzado innecesariamente la voz. Así que ellas han aprendido de mí a pedir perdón y a reconocer sus excesos.

Varias personas que me han visto tomar esta actitud han quedado impresionadas. Dicen: «¿Cury está disculpándose con sus hijas?» Nunca habían visto a un padre reconocer sus errores y pedir perdón por ellos, mucho menos a un psiquiatra. Muchos hijos de psicólogos y psiquiatras adquieren conflictos porque sus padres no están humanizados, no pueden hablarles al corazón y ser admirados por ellos.

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