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Authors: Augusto Cury

Tags: #Psicología, Autoayuda, Crianza,

Padres brillantes, maestros fascinantes (8 page)

Cada falla, mala calificación o actitud insensible del niño era criticada inmediatamente por el padre. No era sólo crítica, sino una secuencia de críticas, a veces frente a sus amiguitos. Su afán de criticar era obsesivo e insoportable. Como si eso no fuera suficiente, y en un intento por presionar a su hijo a corregirse, el padre comparaba su comportamiento con el de otros niños, lo que hacía que el hijo se sintiera el más despreciable de los seres. Hasta llegó a pensar en renunciar a la vida porque sentía que sus padres no lo amaban.

¿El resultado? El hijo creció y se volvió un buen hombre. Cometía pocos errores, era serio y ético, pero infeliz, tímido y frágil. Había un abismo entre él y sus padres. ¿Por qué? porque entre ellos no existía la magia de la felicidad y la espontaneidad. Era una familia modelo, pero triste y sin sabor. El hijo no sólo se volvió tímido, sino también frustrado. Tenía terror de que lo criticaran. Tenía miedo de cometer errores, así que enterró sus sueños porque no quería correr ningún riesgo.

En su deseo de hacer lo que era correcto, el padre cometió algunos pecados capitales de educación. Impuso su autoridad, humilló a su hijo en público, lo criticó en exceso y obstruyó su infancia. El padre estaba preparado para arreglar computadoras y no para educar a un ser humano. Cada uno de estos pecados capitales es universal, ya que es un problema de las sociedades modernas y de las tribus primitivas por igual.

No critique en exceso.
No compare a su hijo con sus amiguitos. Cada niño es un ser único en el teatro de la vida
. La comparación sólo es educacional cuando es estimulante y no despreciativa. Dé a sus hijos la libertad de tener sus propias experiencias, aun si esto incluye ciertos riesgos, fracasos, actitudes tontas y sufrimiento. De otra forma, no encontraran su propio camino.

La peor forma de preparar a una persona joven para la vida es colocarla en un invernadero y evitar que sufra y cometa errores
. Los invernaderos son buenos para las plantas, pero sofocantes para la inteligencia humana.

El Maestro de maestros tiene lecciones muy importantes que enseñamos con respecto a esto. Sus actitudes educacionales cautivan a los más lúcidos científicos. Una vez dijo que Pedro lo negaría. Pedro difirió con vehemencia. Jesús pudo haberlo criticado, señalarle sus defectos o poner en evidencia su fragilidad. Pero, ¿qué hizo Jesús? Nada.

No hizo nada para cambiar las ideas de su amigo. Permitió que el joven apóstol Pedro tuviera sus propias experiencias. ¿El resultado? Pedro se equivocó drásticamente, derramó lágrimas incontrolables, pero aprendió lecciones inolvidables. Si no hubiera errado y reconocido su fragilidad, quizás nunca hubiera madurado ni hubiera sido quien fue. Pero como falló, aprendió a ser tolerante, a perdonar y a ser incluyente.

Los educadores estimados deben tener en cuenta que el débil condena, el fuerte comprende, el débil juzga, el fuerte perdona.
Pero es imposible ser fuerte sin estar consciente de las propias limitaciones
.

4

CASTIGAR CUANDO SE ESTÁ ENFADADO

Y PONER LÍMITES SIN DAR EXPLICACIONES

Una niña de ocho años estaba una vez con algunas amigas en un centro comercial cercano a su escuela. Vio dinero en el mostrador de una tienda y lo tomó. Un vendedor la vio y la llamó ladrona. Agarrándola por el brazo, la llevó llorando con sus padres.

Los padres estaban desesperados. Algunas de las personas más cercanas a ellos pensaron que le pegarían a su hija y la castigarían. En vez de eso, los padres decidieron venir conmigo para saber que hacer. Tenían miedo de que su hija desarrollara una cleptomanía y tomara cosas que no le pertenecieran.

Aconsejé a los padres no sobredramatizar el incidente. Los niños siempre cometen errores, pero lo importante es saber qué hacer en esos casos. Les recomendé que convencieran a su dulce hija de no volver a hacerlo, que no la castigaran. Les dije que hablaran con ella en privado y le explicaran las consecuencias de sus acciones. En seguida, les pedí que la abrazaran porque ella ya estaba abrumada por lo que había sucedido.

Además, les dije que si querían transformar el error en un gran momento educacional, debían tener reacciones inolvidables. Los padres pensaron en esto y tuvieron un gesto excepcional. Como el valor de lo robado era poco, dieron a su hija el doble del dinero que había tomado, y le demostraron elocuentemente que ella era más importante para ellos que todo el dinero del mundo. Le explicaron que la honestidad es la dignidad del fuerte.

Esta actitud permitió que la niña meditara. En vez de archivar en su memoria el hecho de que era una ladrona y un castigo severo por parte de sus padres, registró un recuerdo de aceptación, comprensión y amor. El drama se transformó en romance. La niña nunca olvidó que, en un momento difícil, sus padres le habían enseñado y amado. Cuando cumplió 15 años abrazó a sus padres y les dijo que no había olvidado ese poético momento. Todos rieron. No había cicatrices.

Otro caso no tuvo el mismo final. A un padre lo llamaron a la estación de policía porque un guardia de seguridad había visto a su hijo robando un CD en una tienda departamental. El padre se sintió humillado. No se dio cuenta de cuán angustiado estaba su hijo y que una falla es una oportunidad excelente para revelar su madurez y sabiduría. En vez de eso, abofeteó a su hijo frente a los policías.

Cuando llegaron a casa, el hijo se encerró en su cuarto. El padre intentó derribar la puerta porque se dio cuenta de que su hijo estaba tratando de matarse. Sin pensarlo, el muchacho se quitó la vida, pensando que era el peor de todos los seres humanos. El padre hubiera dado todo para volver el tiempo atrás; nunca pudo perdonarse el haber perdido a su amado hijo.

Por favor, nunca castigue cuando esté enojado. Como he dicho, no somos gigantes, y en los primeros 30 segundos de ira somos capaces de lastimar a la gente que más amamos. No permita que su propia ira lo esclavice. Cuando sienta que no puede controlarse, aléjese; de lo contrario, reaccionará sin pensar.

El castigo físico se debería evitar. Si se diera una azotaina, debería ser simbólica y seguida de una explicación. No es el dolor de las nalgadas lo que estimulará la inteligencia de un niño o de un adolescente. La mejor forma de ayudarles es inducirlos a repensar sus actitudes, penetrar dentro de sí mismos y aprender a ser más empáticos.

Al practicar este tipo de educación, usted estará desarrollando las siguientes características en la personalidad del joven: liderazgo, tolerancia, reflexión y seguridad en momentos de turbulencia.

Si un joven ha herido sus sentimientos, hable con él al respecto; si es necesario, lloren juntos. Si su hijo ha fallado, discuta las causas de la falla, concédale el beneficio de la duda. La madurez de una persona se evidencia por la manera inteligente en que corrige a alguien. Podemos ser los héroes o los verdugos de los jóvenes.

Nunca establezca límites sin dar explicaciones
. Este es uno de los pecados capitales más comunes cometidos por los educadores, tanto padres como maestros. En momentos de ira, la tensa emoción bloquea los campos de la memoria. Perdemos nuestra racionalidad. ¡Deténgase! Espere hasta que descienda su temperatura emocional. Para educar, use primero el silencio y después las ideas.

El mejor castigo es el negociado. Pregunte a sus hijos que merecen por sus errores. ¡Se sorprenderá! Ellos reflexionarán sobre sus actitudes y tal vez se den a sí mismos un castigo más severo del que usted les hubiera impuesto. Confíe en la inteligencia de los niños y los adolescentes.

Castigar por medio de la prohibición de salir, de privar o limitar, solo educa si no es excesivo y si estimula el arte de pensar. De otra manera, es inútil. Los castigos solo son útiles cuando son inteligentes. El dolor por el dolor es inhumano. Cambie sus paradigmas educacionales.
Elogie al joven antes de corregirlo o criticarlo
. Dígale lo importante que es él para usted antes de señalar el error. ¿Cuál será el resultado de esto? Que aceptará mejor sus observaciones y lo amará por siempre.

5

SER IMPACIENTE Y DESISTIR DE EDUCAR

Había un estudiante muy inquieto y agresivo. Interrumpía la clase y siempre andaba metiéndose en líos. Era insolente e irrespetuoso con todos. Repetía una y otra vez los mismos errores y era incorregible. Los maestros no lo soportaban, por lo que consideraron incluso expulsarlo.

Antes de que fuera expulsado, un maestro decidió invertir en el alumno. Todos pensaron que era una perdida de tiempo. Aun cuando no tenía el apoyo de sus colegas, el maestro comenzó a hablar con el muchacho durante los recesos. Al principio era un monólogo, sólo hablaba el profesor. Poco a poco comenzó a involucrar al alumno, a jugar con él y a llevarlo a tomar helados. Maestro y alumno construyeron un puente entre sus respectivos mundos. ¿Ha construido usted un puente como éste con gente difícil?

El maestro descubrió que el papá del muchacho era alcohólico, que les pegaba a él y a la madre. Entendió que el alumno, aparentemente insensible, había llorado mucho y que ahora sus lagrimas se habían secado. Comprendió que su agresividad era la reacción desesperada de alguien pidiendo ayuda. Pero nadie había descifrado su lenguaje y sus gritos fueron silenciados. Era muy fácil juzgarlo.

El dolor de su madre y la violencia de su padre habían producido zonas de conflicto en la memoria del muchacho. Su agresividad era un eco de la que recibía en casa. Él no era el agresor, era la víctima. Su mundo emocional carecía de color. No se le había dado el derecho de jugar, sonreír y ver la vida con confianza. Ahora estaba perdiendo su derecho a estudiar y a tener la única oportunidad de ser un gran hombre. Estaba a punto de ser expulsado.

A medida que el maestro se familiarizó con su situación, comenzó a ganárselo. El muchacho se sintió amado, apoyado y valorado. El profesor comenzó a educar su emoción. Se dio cuenta, en el transcurso de los primeros días, que detrás de cada estudiante retraído, de cada joven agresivo, hay un niño que necesita afecto.

A las pocas semanas todos estaban sorprendidos con el cambio. El muchacho rebelde comenzó a respetar a los demás. El joven agresivo comenzó a ser afectuoso. Creció hasta convertirse en un adulto extraordinario. Y todo esto sucedió porque alguien decidió no abandonarlo.

Todos quisiéramos educar niños dóciles, pero son aquellos que nos frustran los que ponen a prueba nuestra calidad como educadores. Sus hijos complicados son los que pondrán a prueba la grandeza de su amor. Sus alumnos insoportables son los que pondrán a prueba su sentido de humanidad.

Los padres brillantes y los maestros fascinantes no abandonan a los jóvenes, aun cuando estos los hayan desilusionado y no devuelvan de inmediato lo que se les ha dado.
La paciencia es su secreto, la educación del afecto es su meta
.

Me gustaría que usted creyera que los jóvenes que más lo desilusionan hoy pueden llegar a ser los que más alegrías le den en el futuro. Todo lo que tiene que hacer es invertir en ellos.

6

NO CUMPLIR CON LA PALABRA DADA

Había una madre que no sabía decir «no» a su hijo. Como no podía soportar sus quejas, berrinches y confusión, quería satisfacer todas sus necesidades y exigencias. Pero no siempre podía hacerlo, y para evitar conflictos hacía promesas que no podría cumplir. Tenía miedo de frustrar a su hijo.

Esta madre no sabía que la frustración es importante en el proceso de formar la personalidad. Quienes no aprenden a lidiar con la pérdida y la frustración, nunca madurarán. La madre evitaba conflictos momentáneos con su hijo, pero no sabía que estaba tendiéndole una trampa emocional. ¿Cuál fue el resultado?

Este hijo perdió todo respeto por su madre. Comenzó a manipularla, a explotarla y a discutir intensamente con ella. Es una historia triste porque el hijo sólo valoraba a su madre por lo que ella tenía y no por lo que era.

En su fase adulta, este muchacho tuvo serios conflictos. Como había pasado su vida mirando a su madre disimular e incumplir sus promesas, proyectó una suspicacia fatal en el entorno social. Desarrolló una emoción insegura y paranoide; pensaba que todos querían traicionarlo. Tenía ideas de que era perseguido, no tenía relaciones estables de amistad y no duraba en los trabajos.

Las relaciones sociales son un contrato firmado en el escenario de la vida. No lo rompa. No disimule sus reacciones. Sea honesto con los jóvenes. No cometa este pecado capital. Cumpla sus promesas. Si no puede hacerlo diga «no» sin miedo, aun si su hijo hace un berrinche. Y si usted comete un error, retráctese y discúlpese. Las fallas capitales al educar se pueden resolver si se corrigen con rapidez.

La confianza es un edificio construido con dificultad, que se demuele con facilidad y muy difícil de reconstruir
.

7

DESTRUIR LA ESPERANZA Y LOS SUEÑOS

El pecado capital más grande cometido por los educadores es destruir los sueños y las esperanzas de los jóvenes. No hay camino sin esperanza; sin sueños no hay motivación para seguir. El mundo puede caer sobre la cabeza de una persona, puede perderlo todo en la vida, pero si tiene sueños y esperanzas, habrá un brillo en sus ojos y alegría en su alma.

Había un padre ansioso. Tenía una elevada cultura académica. Todos lo respetaban en la universidad. Demostraba serenidad, elocuencia y sagacidad en las decisiones que no implicaban emociones. Sin embargo, cuando se enojaba, bloqueaba su memoria y reaccionaba agresivamente. Esto ocurría especialmente cuando llegaba a casa. En su trabajo era muy respetable, pero en casa era insoportable.

No tenía paciencia con sus hijos. No toleraba el mínimo disgusto. Cuando descubrió que uno de sus hijos consumía drogas, sus reacciones, que ya eran malas, empeoraron. En vez de apoyar a su hijo, ayudarlo y alentarlo, comenzó a destruir las esperanzas del muchacho. Le decía: «No lograrás nada en la vida», «Terminarás siendo un marginal».

La conducta del padre deprimió todavía más al hijo y lo perdió mas profundamente en las mazmorras de las drogas. Por desgracia, el padre no se detuvo ahí. Además de destruir las esperanzas del muchacho, obstruyó sus sueños y bloqueo su capacidad de encontrar días más felices. Le reprochaba: «No tienes remedio», «Todo lo que haces es defraudarme».

Algunas personas cercanas a este padre pensaban que tenía una doble personalidad. Pero desde un punto de vista científico, no existe la doble personalidad. Lo que hay son dos campos distintos de lectura de memoria, leídos en entornos diversos, que dan como resultado la producción de pensamientos y reacciones completamente diferentes.

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