Punto de ruptura (33 page)

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Authors: Matthew Stover

Un hombre normal habría quedado inconsciente Vastor pareció hacerse más fuerte.

Propinó otra de esas palmadas cegadoras. Y esta vez, Mace, en vez de agacharse, prefirió contrarrestarlas con un gancho que golpeó el brazo del lor pelek justo en el nervio del bíceps. Vastor movió el otro brazo con más potencia aún, lo cual sólo hizo que el contragancho de Mace golpease el interior del brazo con más dureza aún.

Los poderosos brazos de Vastor se movieron espasmódicamente y cayeron inermes a los costados.

—Esto se llama vaapad, Kar —una luz feroz ardía en los ojos de Mace—. ¿Cuántos brazos ves?

Entonces, Mace golpeó dos veces al lor pelek en la nariz, antes de que éste pudiera pestañear.

Vastor aulló de dolor y rabiosa incredulidad, y volvió a caer hacia atrás, contra el flanco del perro akk, retorciéndose y volviéndose para buscar un modo de evitar las relampagueantes manos del Jedi.

Mace se mantuvo firme, empujándolo contra el flanco del akk. Giraba los puños en los movimientos del vaapad, golpeando no para desarmar o matar, sino para hacer daño; pegando en el tejido blando, aplastando nariz y oídos, y hundiendo dedos bajo la barbilla.

El perro akk se apartó repentinamente de ellos, proporcionando a Vastor medio metro de respiro. El lor pelek se echó a un lado y se apartó de un salto.

Mace le dejó apartarse.

—Vete y huye, Kar. Esto ha acabado. Has perdido. Aquí yo soy el perro grande...

Vastor convirtió su salto en un rodar por el suelo y, parado sobre una rodilla, se volvió para enfrentarse al Maestro Jedi. Antes de que éste hubiera acabado de hablar, la Fuerza giró a su alrededor, lo arrancó del suelo y lo arrojó en el aire para que chocase de espaldas contra la lisa corteza gris de un lamma de un metro de grosor. El árbol entero tiritó ante el impacto, y una galaxia en espiral nació dentro de la cabeza de Mace.

Me preguntaba cuándo llegaríamos a esta parte
, pensó Mace.

El rostro de Vastor se tensó. Sus brazos ya debían de haber recuperado la movilidad, ya que se las arregló para levantar uno de ellos en un gesto semejante al de arrojar una piedra. Mace se vio forzado a girar hacia delante, apartándose del árbol, y se estrelló contra el cráneo de un pasmado perro akk.

El impacto le dobló sobre la cabeza del perro y le dejó sin aire en los pulmones. Las espinas de la cabeza del animal le arañaron el abdomen, y cuando éste, agitando la cabeza como un buey acuático nymaliano, se quitó de encima a Mace, la sangre manchaba la negra coraza externa de los ojos del animal.

Cualquier padawan Jedi aprende a contrarrestar la Fuerza cuando se utiliza para mover objetos, antes incluso de empezar a entrenarse con el sable láser. Todavía en al aire, Mace sintió el flujo de poder que ejercía Vastor contra él. Lanzó un suspiro y permitió que el centro de ese flujo —el punto de contacto de Vastor con la Fuerza— se relajara y devolviera el poder de Vastor a la jungla que los rodeaba...

Y esa jungla cobró vida.

Los anillos de un trepahojas bajaron serpenteantes desde las alturas y rodearon uno de los tobillos de Mace con su abrazo irrompible. Su giro en el aire se convirtió en un amplio arco bocabajo.

Los anillos de un trepahojas sólo aumentan la fuerza de su abrazo cuando la víctima forcejea y sus fibras son casi tan sólidas como las de un cable de duracero. No hay fuerza mortal que pueda romperlas. El reptil se cerró sobre su tobillo, arrancando sangre con el borde de sus afiladas escamas. Otro trepahojas se deslizó hacia el otro tobillo, y, desde su posición, bocabajo, Mace pudo ver una gruesa espina de latonbejuco del tamaño de una espada curvándose hacia su cuello.

Estuvo a punto de buscar su sable láser con la Fuerza...

Pero eso sería admitir la derrota.

Era momento de usar la cabeza.

Empleó la Fuerza para desplazar los anillos del trepahojas de modo que el arco de su oscilar lo enviara más allá del círculo de perros y hombres. Uno de los guardias akk le sonrió cuando pasó sobre él.

—¿Perro grande? Más bien un pequeño cerdo colmilludo.

Cuando su oscilar le devolvió dentro del círculo. Mace alargó la mano, agarró al guardia akk por el brazo y lo elevó en el aire. Buscando energías en la Fuerza. Mace zarandeó hacia arriba al sorprendido guardia y empleó el borde de sus afilados escudos para cortar los anillos del trepahojas, antes de soltar al hombre, que se agitó indefenso en el aire hasta estrellarse en la oscuridad de la jungla.

Mace convirtió su propia caída en una voltereta que le hizo aterrizar sobre los hombros de un akk. Saltó en el aire...

Y la Fuerza de Vastor volvió a cogerlo.

Vastor ya estaba en pie, y no parecía tener los brazos doloridos. Su boca manchada de sangre se abría en un aullido de triunfo mientras arrastraba a Mace por la noche iluminada por lumilianas multicolores, tirando de él y abriendo los brazos para recibirlo en un abrazo letal.

Bueno, ya que insistes
..., pensó Mace.

En vez de resistirse al poder del abrazo en la Fuerza de Vastor, le añadió su propio empuje. La velocidad de su vuelo se dobló bruscamente. Vastor sólo tuvo tiempo para abrir los ojos por la sorpresa cuando vio que Mace se dirigía en picado hacia él. La cabeza del Jedi se hundió como una lanza en las tripas del lor pelek, derribándolo en el suelo como si hubiera sido golpeado por un misil de impacto.

Por otra parte, el estómago de Vastor no era mucho más blando que el lamma contra el que había chocado Mace, y el choque tampoco le hizo mucho bien a su cabeza.

Otra galaxia en espiral floreció donde había estado la primera, mientras Mace rodaba para apartarse de su contrincante. Se quedó tumbado de espaldas, contemplando los racimos de estrellas que giraban en su cráneo. Vastor estaba tumbado a su lado, emitiendo débiles jadeos al intentar que el aire entrara en su espasmódico pecho.

Vastor empezaba a recuperar el aliento en grandes bocanadas, y Mace supo que se quedaba sin tiempo. Sacudió las estrellas de su cabeza y se llevó la mano al tobillo para soltarse los anillos del trepahojas cortado. El animal estaba inerte, muriéndose, y oponía tanta resistencia como una cuerda vulgar y corriente. Mace agarró cada extremo con un puño y rodeó el cuello de Vastor con él mientras éste rodaba para apoyarse sobre manos y rodillas.

Vastor se enderezó y se llevó las manos al cuello, luchando contra la improvisada presa de Mace, pero ni siquiera él era lo bastante fuerte como para romper con las manos desnudas los anillos de un trepahojas. Su rostro se oscureció, hinchándose por la sangre. La nuca se le abultó y las venas serpentearon en frente y sienes.

Diez segundos
, pensó Mace, aguantando y hundiendo las rodillas en la espalda de Vastor.
Diez segundos y liquidado
.

Vastor puso un pie bajo él.

Mace tragó saliva, buscando aire, mientras procuraba apretar aún más los anillos alrededor de la garganta del lor pelek.

Vastor se puso en pie por pura fuerza de voluntad. Ni siquiera parecía notar el peso del robusto Maestro Jedi que tenía a su espalda.

Aquí va eso
, pensó Mace.

En un abrir y cerrar de ojos, la gana de Vastor pasó de los anillos del trepahojas a las muñecas de Mace. El lor pelek se arrojó hacia delante, se dobló por la cintura y, en un arrebato de increíble fortaleza, arrojó al Maestro Jedi sobre su cabeza, estrellándolo contra el suelo.

El impacto sustituyó las estrellas de la cabeza de Mace por humeantes nebulosas negras. No había recuperado la respiración tras aterrizar sobre el peno akk, y ahora era incapaz de respirar. La jungla que se alzaba sobre él se fundía en una neblina negra. Entre las tinieblas que descendían dentro de su cráneo, apenas pudo captar un atisbo de Vastor saltando en el aire para rematarlo, aterrizando sobre él. Rodó hacia un lado con un jadeo, y Vastor aterrizó con fuerza junto a él.

Mace intentó incorporarse sobre manos y rodillas, mareado. Vastor seguía en el suelo, arañándole débilmente los costados con las manos. Mace se obligó a levantarse y consiguió ponerse de rodillas. Vastor rodó sobre un costado, encontró un tronco de árbol y se apoyó en él para incorporarse con movimientos ebrios.

Aunque Mace no podía respirar —apenas podía ver a través del velo negro y rojo de su cabeza—, sí que podía emplear la Fuerza para levantarse. Se lanzó girando hacia Vastor, y juntó ambas manos para, empleando hasta la última molécula de las energías a su disposición, propinar un último golpe demoledor que levantó a Vastor del suelo y lo hizo caer hacia atrás, derribándolo sobre la nuca.

Mace se volvió, casi cayéndose. La jungla se enfocaba y desenfocaba. Lo único que podía ver con claridad era al lor pelek poniéndose trabajosamente en pie.

Vastor estaba sonriendo.

¿Esto es lo mejor que puedes hacer?

—Sólo estoy... —Mace buscó aire. Alzó los brazos despacio; cada uno de ellos parecía estar hecho de collapsio—. Sólo estoy empezando...

Una de esas palmadas relampagueó desde la oscuridad, y lo siguiente que percibió Mace fue el timbre que resonaba en sus oídos y la enorme mano de Vastor, que le apretaba el cuello y lo alzaba del suelo de la jungla.

Los párpados de Mace se agitaron y abrieron. La sonrisa manchada de sangre de Vastor era lo único que existía en el mundo.

¿Cuántos brazos ves?,
gruñó Vastor.

Mace no respondió.

Desde luego, no veía el que iba unido a la mano que apagó el mundo como si fuera una vela.

***

En la oscuridad sintió un olor a amoniaco y carne podrida: el aliento de un depredador.

Una lengua seca y áspera, del tamaño de su mochila perdida, le lamía, devolviéndole a la consciencia. Mace abrió los ojos.

Los guardias akk se amontonaban a su alrededor, inclinándose sobre él con sus rostros en sombras envueltos en el halo de pulsante luz de las lumilianas. Uno de ellos empujó el morro del perro akk que había estado lamiendo el cuerpo inconsciente de Mace para que la gran bestia se apartara.

Kar Vastor ocupó el hueco que dejó ésta y se agachó junto a Mace. Tenía el rostro hinchado y aún le brotaba sangre del corte en la mejilla, pero su sonrisa era más feroz que nunca.

Ladró algo y uno de los guardias akk se apartó un momento.

—Eh, corta ya —oyó Mace que decía Nick—. Oye, ouch, ¿eh? Vamos, suéltame el brazo. Ya sabes que voy a ir...

El guardia akk volvió, llevando a Nick a rastras.

Vastor gruñó.

—Oye, ¿por qué me lo dices a mí...? —dijo Nick.

El gruñido de Vastor se agudizó, y Nick se encogió, apartándose de él. Miraba inseguro al guardia akk que le sujetaba el brazo, de nuevo a Vastor y después a Mace.

—Él, bueno... —Nick tragó saliva con esfuerzo—, ...quiere que diga esto para que todo el mundo lo oiga: Puedes levantarte si quieres...

Mace cerró los ojos. No respondió.

Vastor emitió un retumbar.

—Dice: "Vamos. Querías ser el perro grande. Levántate y pelea" —Nick bajó la voz—. Porque puedes levantarte, ¿verdad? Si quieres... Verás, he hecho una apuesta de unos quinientos créditos, y la dividiré contigo si...

Mace abrió los ojos.

—No.

El retumbar de Vastor adquirió un tono de diversión, como si el lor pelek fuera un terremoto contando un chiste.

—Esto, quiere saber que "¿no a qué?" Ya sabes..., bueno, ¿no al dinero?

—No —dijo Mace. No podía encontrar un lugar de su cuerpo que no le doliera—. No más pelea. He tenido bastante. Tú ganas.

Vastor cogió el hombro de Mace con una mano enorme y se enderezó, incorporando al Maestro Jedi sin esfuerzo aparente. Nuevamente, su rugido se convirtió en palabras en la mente de Mace.

Díselo. Diles quién es aquí el perro grande.

Mace bajo la cabeza, procurando no mirar a Vastor a los ojos.

—Tú —tosió, y la sangre burbujeó en su boca aplastada—. Tú eres el perro grande.

Nick parecía afligido.

Diles que hiciste mal al coger mis prisioneros. Diles que hiciste mal al dejarlos marchar

Mace mantuvo la mirada en el suelo, en sus pies. Por sus piernas corría la sangre de las heridas que le habían causado en el vientre las anchas espinas de akk.

—Hice mal al coger tus prisioneros. Hice mal al dejarlos marchar.

Diles que lamentas haberme desafiado y que nunca volverás a hacerlo.

El único movimiento que hizo Mace fue mirar a la howdah en el lomo del ankkox. Ahora que había anochecido, las cortinas eran opacas. No podía saber si Depa seguía dentro.

Bajó la cabeza una vez más.

—Lamento haberte desafiado. No volveré a desafiarte.

Notó un movimiento en su visión periférica. Nick había dejado que el chaleco de Mace se desenrollara. Ahora lo sujetaba a lo largo de su pierna. Lo volvió a agitar, sugerente.

Mace podía sentir el sable láser guardado en él.

Captó la mirada de Nick, que miraba a otro lado de forma deliberada, como si silbara con despreocupación, mientras volvía a agitar el chaleco.

Un tirón en la Fuerza, apenas más esfuerzo del que hacía Nick para agitar el chaleco, y el sable láser estaría en sus manos.

—¿Kar? —dijo Mace despacio.

Vastor zumbó un "sí".

—Tengo mi arma en ese chaleco. ¿Puedo cogerla? —mantuvo la mirada resueltamente fija en el pecho del lor pelek—. Por favor.

Vastor le soltó el hombro con un empujón despreciativo y extendió una mano hacia el chaleco. Nick miró a Mace con abierta sorpresa, como si se sintiera inesperadamente traicionado.

Mace miró al suelo.

Vastor cogió el chaleco y sacó el sable láser de Mace del bolsillo.

¿Esto es tuyo?

—Si, Kar —dijo Mace en voz baja—. ¿Me lo puedes dar, por favor?

Vastor miró de reojo a un guardia akk y ronroneó algo. El guardia sonrió, asintiendo.

—Por favor —repitió Mace, humilde—. Es mi única arma. No seré de mucha utilidad a nadie sin ella.

No eres de mucha utilidad a nadie con ella
, gruñó Vastor.

La alargó hacia Mace, pero cuando éste extendió una titubeante mano para cogerla. Vastor la arrojó despreocupadamente al aire, lejos de él. El guardia akk al que había ronroneado lo cogió al vuelo.

El guardia lo sostuvo en una mano. El vibroescudo de la otra mano gimió, cobrando vida.

—Oye, Kar, vamos, déjalo ya, ¿vale? —el rostro de Nick estaba desencajado en una mueca continua. Le resultaba doloroso compadecer a alguien a quien antes respetaba—. Has ganado, ¿no? ¿No te basta con eso? ¿Por qué tienes que ser tan...?

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