Rama Revelada (69 page)

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Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

—Te dije eso poco después que nos conociéramos, hace años —puntualizó Nicole—. Te señalé que, por diversos motivos históricos y sociológicos, hay una vasta gama de formas en las que los seres humanos reaccionan ante ideas y conceptos nuevos.

—Sé que lo hiciste —contestó El Águila—, pero nuestra experiencia contigo y con tu familia nos confundió. Hasta el momento en que despertamos a todos los sobrevivientes, habíamos llegado a la conclusión provisoria de que lo que sucedió en Nuevo Edén, donde los seres humanos agresivos y territoriales se apoderaban del mando, era una anomalía, que se explicaba teniendo en cuenta la extracción particular de los colonos. Ahora, después de observar un año de interacciones en el Grand Hotel, extrajimos la conclusión de que, en verdad, dentro de Rama teníamos un conjunto típico de seres humanos.

—Da la impresión de que podríamos estar entrando en una situación desagradable —aventuró Nicole—. ¿Hay otras cosas que necesito saber antes que lleguemos?

—En realidad, no. Ahora tenemos todo bajo control. Estoy seguro de que tus colegas compartirán contigo los detalles más importantes de sus experiencias… Además, la situación actual es sólo temporal, y esta fase está casi terminada.

—Al principio —terció Doctora Azul—, a todos los sobrevivientes de Rama se los distribuyó por toda la estrella de mar. En cada rayo había algunos seres humanos, algunas octoarañas y unos cuantos de nuestros animales de apoyo a los que se permitió sobrevivir debido al papel crítico que desempeñaban en nuestra estructura social. Todo eso cambió pocos meses más tarde, debido, primordialmente, a la continua hostilidad agresiva de los seres humanos… Ahora, los sectores de habitación de cada especie están concentrados en una sola región…

—Segregación —admitió Nicole con pesadumbre— es uno de los caracteres que definen a mi especie.

—La interacción interespecies ahora sólo tiene lugar en el refectorio y en otras salas de uso en común del centro de la estrella de mar —agregó El Águila—. Más de la mitad de los seres humanos, sin embargo, nunca sale de su rayo más que para comer, y evitan cuidadosamente la interacción aun entonces… Desde nuestro punto de vista, los seres humanos son asombrosamente xenófobos. En nuestra base de datos no hay muchos ejemplos de viajeros espaciales que estén tan atrasados desde el punto de vista sociológico, como la especie de ustedes.

El trasbordador giró en una nueva dirección y, una vez más, el espléndido tetraedro volvió a llenar el campo visual. Estaban mucho más cerca ahora. Había resolución de muchas fuentes individuales de luz, tanto en el interior de las esferas como en las largas y esbeltas líneas para transporte que las conectaban. Nicole contempló la belleza que tenía ante sí y lanzó un profundo suspiro. La conversación con Doctora Azul y El Águila la había deprimido.
Quizá Richard tenía razón
, dijo para sus adentros,
quizás a la humanidad no se la puede cambiar, a menos que se le borren por completo los recuerdos y podamos empezar de nuevo, en un ambiente fresco, con un sistema operativo perfeccionado
.

Cuando el trasbordador se acercó a la estrella de mar, Nicole tenía el estómago revuelto. Se dijo que no se debía preocupar por tonterías pero, de todos modos, se sentía incómoda con su apariencia. Se miraba en el espejo mientras se retocaba el maquillaje. No podía atenuar su angustia.
Estoy vieja
, pensó.
Los chicos me van a encontrar fea
.

La estrella de mar no era, ni con mucho, tan grande como lo había sido Rama. A Nicole le resultó fácil entender por qué estaba tan atestado el interior. El Águila le había explicado que la intercesión fue un plan de contingencia y que, como resultado, Rama había llegado a El Nodo varios años antes que lo originalmente organizado. A esa estrella de mar en especial, una espacionave anticuada a la que, de algún modo, se salvó del proceso de reciclado, se la había remodelado para convertirla en un hotel temporal, que alojara a los ocupantes de Rama hasta que se los pudiera mudar a alguna otra parte.

—Hemos dado órdenes estrictas —dijo El Águila— de que tu ingreso sea lo más suave posible, no queremos que tu organismo se vea más exigido que lo estrictamente necesario. Bloque Grande y su ejército despejaron los vestíbulos y los sectores de uso común que van desde la estación del trasbordador hasta tu habitación.

—¿Así que no vas a ir conmigo? —le preguntó Nicole.

—No. Tengo trabajo para hacer en El Nodo.

—Te acompañaré por la cubierta de observación, hasta llegar al acceso al rayo de los seres humanos —intervino Doctora Azul—. Desde ese momento estarás librada a ti misma. Por suerte, tus aposentos no están lejos de la entrada al rayo.

El Águila permaneció en el trasbordador mientras Nicole y Doctora Azul desembarcaban. El hombre pájaro alienígena las despidió con la mano en alto, mientras entraban en la esclusa de aire. Cuando, minutos después, pasaron a una gran cámara para vestirse que había en el otro lado de la esclusa, las recibió un robot conocido como Cubo Grande.

—Bienvenida, Nicole des Jardins Wakefield —saludó el gigantesco robot—. Nos alegra que haya arribado finalmente… Por favor, póngase su traje espacial, que está en el banco ubicado a su derecha.

Cubo Grande, que medía poco menos de tres metros de altura, casi dos de ancho y estaba construido con bloques rectangulares parecidos a aquellos con los que jugaban los niños humanos, tenía el aspecto exacto del robot que supervisaba las pruebas de ingeniería por las que Nicole y su familia habían pasado en El Nodo situado cerca de Sirio, muchos años atrás, antes de su regreso al sistema solar. El robot revoloteaba sobre Nicole y la octoaraña.

—Aunque estoy seguro —expresó Cubo Grande con su mecánica voz— de que usted no va a ocasionar problemas, quiero recordarle que todas las órdenes dadas por mí o por uno de los robots similares y de menor tamaño habrán de ser obedecidas sin demora. Es nuestro propósito mantener el orden en esta espacionave… Y ahora, síganme, por favor.

Cubo Grande se dio vuelta, rotando sobre las articulaciones de su parte media, y se desplazó hacia adelante sobre su único pie cilíndrico.

—A esta sala grande se la llama cubierta de observación —informó—. En condiciones normales es la más popular de nuestras salas de uso en común. Esta noche la hemos vaciado temporalmente para facilitarle a usted el acceso a sus aposentos.

Doctora Azul y Nicole se detuvieron un minuto delante del enorme ventanal que daba hacia El Nodo. La vista era ciertamente espectacular, pero Nicole no podía concentrar su atención en la belleza y el orden de la majestuosa arquitectura extraterrestre. Estaba ansiosa por ver a su familia y amigos.

Cubo Grande permaneció en la cubierta de observación, mientras Nicole y su compañera octoaraña recorrían el amplio corredor que rodeaba la espacionave. Doctora Azul le explicó a Nicole cómo localizar e identificar los sitios en los que se detenían los pequeños trenes. También le informó que los seres humanos estaban en el tercer rayo, yendo en cualquiera de las dos direcciones posibles desde la estación del trasbordador, mientras que las octoarañas estaban en los dos rayos a los que se llegaba desplazándose en sentido horario desde aquella estación.

—Los rayos cuarto y quinto —añadió Doctora Azul— están diseñados de manera diferente. Todos los demás seres viven ahí, así como aquellos humanos y octoarañas que fueron puestos a buen recaudo.

—¿Entonces Galileo está en una especie de prisión? —preguntó Nicole.

—No exactamente. Ocurre simplemente que en esa parte de la estrella de mar hay muchos más de los robots más chicos.

Descendieron juntas del tren, después de recorrer hasta casi la mitad el contorno de la estrella de mar. Cuando llegaron al acceso al rayo de los seres humanos, Doctora Azul mantuvo el dispositivo de examen frente a Nicole y leyó en la pantalla los colores de salida. Sobre la base de los datos iniciales que vio, empleó las cilias que tenía debajo de uno de los tentáculos para solicitar más información.

—¿Algo anda mal? —preguntó Nicole.

—Tu corazón sufrió algunas palpitaciones durante la hora pasada. Sólo quise conocer la amplitud y la frecuencia de las irregularidades.

—Estoy muy excitada —confesó Nicole—. Para los seres humanos es normal que la excitación produzca…

—Lo sé, pero El Águila me dio instrucciones en el sentido de que sea muy cuidadosa. —En la cabeza de la octoaraña no hubo colores durante varios segundos, mientras estudiaba los datos que aparecían en la pantalla—. Supongo que todo está bien —dijo por fin—, pero si experimentas el más mínimo dolor en el pecho o una falta de aire repentina, no vaciles en apretar el botón de emergencia que hay en tu habitación.

Nicole le dio un fuerte abrazo, diciéndole:

—Muchas gracias. Has sido maravillosa.

—Fue un placer. Espero que todo salga bien… Tu habitación es la cuarenta y uno, yendo por ese corredor; más o menos la vigésima puerta de la izquierda. El tren se detiene cada cinco habitaciones.

Nicole hizo una profunda inspiración y dio media vuelta. El tren más pequeño la aguardaba. Caminó trabajosamente hacia él, arrastrando los pies por el piso, y lo abordó después de despedirse de Doctora Azul saludándola con la mano en alto. Un minuto o dos más tarde estaba parada delante de una puerta común y corriente que tenía pintado el número cuarenta y uno.

Golpeó con suavidad. La puerta se abrió de inmediato y cinco rostros sonrientes la saludaron.

—¡Bienvenida al Grand Hotel! —dijo Max, con una sonrisa de oreja a oreja y los brazos muy abiertos—. ¡Ven y dale un apretón a un muchacho granjero de Arkansas!

Al entrar en la habitación sintió una mano sobre la suya.

—Hola, mamá —dijo Ellie. Nicole se volvió y miró a su hija menor. El cabello de las sienes se le estaba poniendo gris, pero los ojos seguían siendo tan claros y chispeantes como siempre.

—Hola, Ellie —contestó, prorrumpiendo en lágrimas. No iban a ser las últimas que habría de verter durante las varias horas que duró el reencuentro.

3

Se hallaban en una habitación cuadrada, de siete metros de lado aproximadamente. A lo largo de la pared del fondo había un baño aislado del resto del cuarto y provisto de pileta, ducha e inodoro. Al lado del baño, un armario grande contenía toda la ropa y pertenencias de los humanos. Cuando llegaba la hora de dormir, las esteras para acostarse, que se enrollaban todos los días, se sacaban del armario y se extendían sobre el piso.

La primera noche, Nicole durmió entre Ellie y Nikki, mientras Max, Eponine y Marius ocupaban el otro lado de la habitación, al lado de la mesa y de seis sillas que eran los únicos muebles que había en su sector para dormir. Nicole estaba tan exhausta que se durmió de inmediato, aun antes que se hubieran apagado las luces y todos los demás terminaran los preparativos para ir a acostarse. Después de dormir sin soñar durante casi cinco horas, despertó de pronto, momentáneamente confundida respecto de en qué lugar se encontraba.

Mientras yacía en la oscuridad y el silencio, pensó en los sucesos de la noche anterior. Durante la reunión había estado tan abrumada por las emociones, que realmente no tuvo tiempo para clasificar sus reacciones ante lo que veía y oía. Inmediatamente después de su ingreso en la habitación, Nikki fue a la de al lado para traer a los demás. Durante las dos horas siguientes hubo once personas en la atestada habitación, tres o cuatro de ellas, como mínimo, hablando todo el tiempo. Durante esas dos horas, Nicole mantuvo breves conversaciones con cada una por separado, pero le había sido imposible discutir tema alguno en profundidad.

Los cuatro jóvenes, Kepler, Marius, Nikki y María, se mostraron apocados. María, cuyos sorprendentes ojos azules contrastaban netamente con la piel cobriza y la cabellera negra, le agradeció debidamente a Nicole que la hubiese rescatado. También reconoció, con toda cortesía, que no tenía recuerdo alguno del tiempo transcurrido antes de quedar dormida. Nikki había estado nerviosa e insegura en el breve
téte-á-téte
[14]
con su abuela. Nicole creyó haber percibido alegro de miedo en sus ojos; sin embargo, Ellie le dijo después que lo que había visto probablemente era respeto reverencial, ya que tanto se le había contado sobre su abuela, que Nikki sentía que estaba hablando con una leyenda.

Los dos hombres jóvenes eran corteses, pero no afables. Una vez, en el transcurso de la velada, sorprendió a Kepler contemplándola con gran intensidad desde el otro lado de la habitación. Se recordó que ella era el primer ser humano verdaderamente anciano que los muchachos hubieran visto jamás.

Los varones jóvenes en particular
, pensó,
tienen dificultades con las mujeres viejas y con consunción, les destrozan las fantasías respecto del sexo opuesto
.

Benjy le había dado la bienvenida con un abrazo carente de inhibiciones. La levantó del suelo con sus fuertes brazos y gritó de alegría.

—¡Ma-má! ¡Ma-má! —decía, describiendo círculos por la habitación con la cabeza de Nicole por encima de la de él. Benjy parecía estar bastante bien. Nicole se había sobresaltado al descubrir que el perfil del cuero cabelludo de su hijo había retrocedido y que ahora tenía, decididamente, toda la apariencia de un tío. Más tarde se dijo que el aspecto de Benjy no debería sorprenderla tanto, puesto que ya andaba por los cuarenta años.

El saludo que recibió de Patrick y Ellie había sido muy cálido. Ellie parecía cansada, pero dijo que eso se debía a que había tenido un día agotador; le explicó que había asumido la responsabilidad de estimular la actividad social interespecies en el Grand Hotel.

—Es lo menos que puedo hacer —señaló—, ya que hablo el idioma de las octoarañas… Tengo la esperanza de que me des una mano no bien hayas recuperado las fuerzas.

Patrick había hablado con Nicole en voz baja, refiriéndose a su preocupación por Nai.

—Esta situación con Galileo la está haciendo pedazos, mamá. Está furiosa porque los “cabezas de cubo”, como los llamamos, sacaron a Galileo de las zonas normales de habitación, sin dar muchas explicaciones ni hacer algo que pudiéramos denominar “juicio legal”. También está enojada porque no se le permite pasar con él más que dos horas diarias… Estoy seguro de que te va a pedir que la ayudes.

Nai estaba cambiada. La chispa y la suavidad habían desaparecido de su mirada, y tuvo una actitud negativa que no era característica en ella, ya desde los primeros comentarios.

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