Saga Vanir - El libro de Jade (57 page)

—No podemos movernos —dijo Noah.

—Lo sé —contestó ella apesadumbrada. —Tendría que haberme cogido una de esas bolsas que

ha preparado Menw... Voy a llamar a mi abuelo. Le diré que venga y que traiga remedios para
ed

vosotros.

Ja

Entró en el Hummer, y cogió el iPhone de su bolso.

deorb

—Aileen estaba preocupado por ti —dijo As nada más descolgar. —Caleb estaba muy inquieto y
i Ll

no paraba de dar vueltas. Decía que algo no iba bien. Os he estado llamando muchas veces y nadie
E -

me cogía el teléfono. Estábamos a punto de coger el coche...

1 0ri

—Abuelo, escúchame —ordenó Aileen con un tono que en otras condiciones jamás se hubiera
n

atrevido a emplear con él. —Nos han atacado.

Vaeir

Aileen pudo percibir como As se quedaba sin aire.

eS

—¿Cómo? Caleb, espera.

-tin

—Estamos bien —aclaró Aileen antes de que As se volviera loco. —Noah y Adam han sido
el

alcanzados por uno de esos chismes con veneno inmovilizante. Daanna está cubierta con una
Vaa

sábana negra, han roto todos los cristales de la casa y ahora la voy a llevar al subterráneo. Tenéis
Len

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que venir a recoger a Noah y a Adam, ellos no se pueden mover y el veneno tardará en desaparecer si no se trata.

—Voy ahora mismo para allá. ¿Tú estás bien, cariño? —Rápido abuelo. Venían a por alguien y volverán. Colgó el teléfono.

Al momento sintió como su cabeza quería estallar. Se apretó la cabeza con las manos y cerró los ojos con fuerza.

Un muro. Un muro. Tenía que ser un muro.

Sin embargo, la fuerza no desaparecía. Quería derribar su protección, de un modo agresivo y sin inflexiones. Aileen empezó a temblar. No había ninguna duda. Caleb quería entrar en contacto con ella. Estaba asustado. Aterrorizado, mejor dicho. Pero ella no iba a dejarse amilanar. No, esta vez. Acababa de hacer desaparecer a siete lobeznos ella sola. Se sentía poderosa, fuerte y... terriblemente dolorida. El hombro le quemaba y el dolor le bajaba por el brazo y le subía hasta el cuello. Sentía el labio partido, palpitando e hinchándose por momentos. Y el pómulo lo sentía abierto. ¿Por qué no cicatrizaba? La sangre. Necesitaba la sangre de Caleb. Caleb podía hacer que ardiese Troya si le daba la gana, pero no iba a entrar en su cabeza. Nunca más sin su permiso.

—Aguantad un rato más —les dijo agachándose para cogerles las manos. —Voy a por Daanna y los demás. Hay que esconderlos, por si vuelven.

—Y tú, Aileen, tú también tienes que esconderte —le recriminó Adam.

—Sí —replicó agotada, —ahora mismo. Cuando mi abuelo os haya recogido y todos estemos más seguros.

Sin decir nada más, volvió a entrar en la casa. Llegó otra vez hasta ellos y los ayudó a levantarse.

La melodía de un móvil desconocido empezó a sonar. Aileen buscó a tientas entre los cuerpos en estado de putrefacción avanzada de los lobeznos. Metió la mano en un tejano y sacó un Nokia plateado.

Número privado.

Aileen descolgó y una voz se oyó al otro lado.

—Todavía estoy esperando tu llamada, memo. ¿Tienes a la hermana? Aileen se puso blanca. Corrió hasta donde estaba Gabriel, puso el manos libres y esperó a que volviera a hablar. —¿Estás ahí, gilipollas?

Aileen asintió con la cabeza e instó a Gabriel a fingir que era el lobezno.
e

—Sí.

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Ja

—¿Tienes a la chica?

de

—Sí.

orbi

—Espero que no le hayas hecho mucho daño. El jefe quiere a la híbrida y la hermana será una
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buena moneda de cambio. Si la entregamos en mal estado...

-1

—Está bien.

0rin

—Entonces, te veo esta noche en The Ivy. Tráemela, y acuérdate de drogaría. La vaniria es
Va

poderosa y muy importante para el jefe. A las nueve. Y no te retrases.
eire

—Sí.

S -ti

—Ah... se me olvidaba. Ves decente, recuerda que hay hombres poderosos y de etiqueta. No
nel

queremos a pordioseros.

Vaa

El hombre colgó.

Len

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Aileen se guardó el móvil, todavía con las manos temblando por la sensación inequívoca de recordar esa voz. Porque recordaba esa voz. Era Víctor.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Daanna.

—Acabamos de quedar con los capos, para esta noche —contestó Aileen con determinación. —

Vamos.

Los tres estaban cubiertos por la misma sábana y se dejaban guiar por las manos de Aileen.

—Cuidado con el escalón... así... otro más... muy bien a la derecha... derecha Ruth no izquierda... ahí...

—No me pises Gabriel —dijo Ruth todavía con la voz temblorosa.

—Mierda, no veo nada —contestó él.

—¿Daanna? —preguntó Aileen. —¿Estás bien?

—Estaré bien en cuanto me esconda del calor del sol y mi piel deje de sudar. Me estoy deshidratando.

Llegaron a la puerta que conectaba con los pasillos subterráneos. Aileen tomó la mano de Daanna y la cubrió con la suya para que ni un solo rayo rozara su húmeda y fina piel. Puso la mano en el identificador y la compuerta se abrió.

—Hogar, dulce hogar... —murmuró Daanna.

Una vez dentro, sólo las antorchas iluminaban el pasillo de piedra. Daanna se quitó las sábanas de encima y miró con ojos rojos e inmensos a Aileen.

—Oh Dios, Aileen... —se acercó a ella con lástima y le tomó la barbilla con delicadeza. —¿Te duele? Aileen, tu hombro está desgarrado... —gritó con sorpresa. Aileen dirigió sus ojos a la fea herida e hizo una mueca de disgusto. —Mi hermano tiene que ayudarte.

—No —la cortó con decisión. Ni hablar, se sentía orgullosa de sí misma por lo que había hecho sin ayuda de nadie. Ahora no quería volver a sentirse frágil con el vanirio, que no confiaba en ella, que no se abría a ella, que no la entendía. No estaba dispuesta a hablar con él.

—Aileen... —murmuró Daanna.

—Lo que has hecho allí arriba, tú sola... —reconoció Gabriel ensimismado. —Ha sido... bueno... fue... no tengo palabras. Eras Lara Croft poseída por la niña de «El Exorcista». Eras un dibujo manga en acción.

En el exterior resonó un sonido de coches aparcando.

—Mi abuelo ya está aquí —les dijo ligeramente abatida. —Quedaos aquí.
ed

Al salir al jardín, se encontró a As administrando una inyección a Adam y a Noah. Al ver a Aileen
Ja

se levantó de golpe.

deor

—¿Pero... qué te han hecho? —la cogió del hombro bueno y la abrazó con fuerza.
bi Ll

—Me pondré bien —dijo ella contra su pecho.

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Aileen le explicó todo lo que había pasado. A As se le puso la piel de gallina al escuchar los
0ri

sucesos. A lo mejor Caleb tenía razón con eso de encerrarla y vigilarla hasta que toda esa pesadilla
n

pasara.

Vaeir

—Aileen, llevas sangre guerrera en las venas. Eres muy fuerte. ¿Esto quiere decir que ya estás
eS

aprendiendo a desarrollar tus habilidades?

-tin

—Estoy en ello —se apartó de su abrazo, —aunque ninguno de vosotros me haya querido
el

asesorar —añadió resentida. —Lo he tenido que hacer sola.

Vaa

—Temo por ti. No quiero verte metida en batallas de ningún tipo.
Len

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—¿Y no crees que es inevitable, abuelo? ¿No crees que sería mejor que yo supiera manejar mis dones al cien por cien y estar preparada para días como los de hoy?

—Aileen... —volvió a abrazarla. —Lo hemos hecho mal. Caleb y yo acordamos que sería mejor tenerte protegida. Nada de luchas, nada de golpes. Las mujeres berserkers y vanirias son cuidadas y adoradas. No están hechas para pelear.

—Y una mierda, abuelo... Ya has visto que sí. Tenéis una mentalidad retrógrada y machista.

—No me hables en ese tono, jovencita. —No me digas lo que tengo que hacer... Estaba muy alterada. La adrenalina todavía recorría su sangre y las manos aún le hormigueaban.

—Es precisamente esa actitud la que hace que el número de berserkers y vanirios disminuya —

le dijo ella. —Si hubieseis preparado a las mujeres del mismo modo que a los hombres, nada de esto habría pasado. Somos hábiles, ágiles y letales. Puede que no sepamos golpear tan duro como vosotros, pero somos poderosas. Y no nos amilanamos. La mitad de vosotros sois mujeres, si contarais más con nuestra ayuda serías el doble de fuertes. Os podríamos echar una mano.

—Tú eres diferente. Tú eres de verdad poderosa, Aileen. Casi no tienes debilidades. Has adquirido la fuerza y los dones de un vanirio y los instintos y la velocidad de un berserker. Sin embargo, no has heredado ninguno de los inconvenientes de ser de una u otra especie, pero eso no quiere decir que las demás sean como tú. Has tenido que proteger a Daanna de la luz del sol, ya lo has visto, ella tiene una gran debilidad. Y te aseguro que si en vez de ser una híbrida hubieses sido una berserker de pura cepa, puede que no estuvieras viva ahora mismo, porque nuestras hembras son fuertes pero no para acabar con siete lobeznos a la vez, y tú hoy lo has hecho.

—De todos modos, creo que debéis prepararlas. Hay algo que no va bien en vuestras comunidades, abuelo, y me gustaría poder ayudaros. Y yo sí que tengo debilidades —aclaró. Un hombre alto, moreno y con los ojos más verdes del mundo. Un hombre que acababa de llegar con su Porsche Cayenne.

Aileen tragó saliva. Aunque los cristales eran oscuros sabía perfectamente que la estaba mirando fijamente. Sus ojos lilas brillaban furiosos. Estaba tan enfadada con él que la misma furia hacía que tuviese ganas de llorar.

Caleb la observaba con el cuerpo temblando de ira. Iba a matarlos a todos. Habían hecho daño a su cáraid y eso no lo podía perdonar. Apretó la mandíbula al ver que le habían partido el labio, tenía un corte en el pómulo y el hombro abierto y destrozado por una mordedura. Sí. Los iba a matar a todos.

—Ves a hablar con él —le sugirió As. —No he visto a un hombre más preocupado en mi vida.
ed

Algo se removió en su interior al oír esas palabras y deseó que fuera verdad que a él le
Ja

importara, pero lejos de pensar románticamente lo hizo de un modo práctico.
deo

—Soy su comida —contestó con frialdad. —¿Cómo no iba a estar nervioso? Caleb se crispó al
rbi

oír esas palabras. Él podía oírla. ¿Acaso lo olvidaba? ¿O era consciente de ello y por eso hablaba de
LlE

ese modo? Cogió su iPhone y la llamó.

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Aileen cogió el teléfono sin apartar la mirada del puesto de piloto del coche. —Entra en el
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coche —ordenó Caleb bruscamente. —¿Qué pasa, Caleb? —contestó con sorna. —¿No puedes
Va

hablar conmigo telepáticamente?

eire

—Tú no me dejas —gruñó. —¿Quién te ha enseñado a protegerte? Entra en el coche, Aileen.
S -

—No. Y no me hables así —sintió que las lágrimas se acumulaban hasta hacerle un nudo en la
tine

garganta. ¿Es que no pensaba reconocerle lo que había hecho por su hermana? ¿No pensaba
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decirle que estaba preocupado por ella? ¿No iba a disculparse por lo que le había dicho en la
Vaa

habitación? ¿Ni por no hacerle partícipe de los vídeos que había descubierto de sus padres?

Len

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—No hagas que me enfurezca, Aileen.

—No me das miedo.

—Deberías temerme. Estoy muy cabreado contigo.

—Pues si esperas oír que lo siento, te van a dar las doce. ¿Tiene Menw la dosis preparada? —

preguntó consciente de la frialdad de sus palabras. —Empiezo a tener hambre.

—No.

—¿No? —se obligó a mantener el tono de falso control de la situación. De verdad que tenía hambre, pero sólo de él, y no sólo de su sangre sino también de su cuerpo y de algo más difícil de reconocer. Su... corazón.

—Si tienes hambre ya sabes lo que tienes que hacer, pequeña —le dijo dulcemente.

—¿Morder algún cuello? —alzó las cejas, consciente de herirlo en su orgullo.

—Aileen, deja de mosquearme y ven aquí —gritó furioso al imaginarse a Aileen bebiendo de otro hombre. —Estás herida y me necesitas. —No te necesito. No me da la gana. Sal tú. La línea se quedó silenciosa.

—¿Qué te pasa Caleb? ¿No puedes salir? —sonrió con malicia sintiéndose fuerte para continuar. —Hoy hace demasiado sol ¿verdad? Puede que yo no sea tu cáraid, pero un monstruo como tú no puede ser el mío. Mi pareja —repitió con el mismo tono hiriente que había utilizado él en la habitación— no puede privarme de la luz del sol y lamentablemente, Caleb, es una de las cosas que tú me quieres quitar sin dar nada a cambio. Sólo quitas, nunca das. Exiges, nunca pides. Ni siquiera hoy me has podido proteger... No puedes ser mi pareja, no puedo necesitar a alguien como tú.

De repente sintió frío en el corazón. No estaba orgullosa de hablar así, nunca lo estaría, pero se sentía tan enfurecida con él, tan necesitada de hacerle daño como él se lo había hecho a ella, que no lo pudo evitar. ¿Se habría sentido mal Caleb al decirle esas horribles cosas después de hacer el amor? Ella sí que se sentía mal por decirle todo aquello.

As se movió violento al presenciar esa conversación. Su nieta tenía el mismo carácter orgulloso que había tenido su hija Jade. A algunos hombres eso les parecía muy sexy, sin embargo, él no desearía jamás estar en la situación de Caleb. Habiendo visto la preocupación en los ojos del orgulloso vanirio, juraría que él estaba más enamorado de su nieta de lo que deseaba estarlo de nadie.

Caleb estaba pálido en el interior del auto y agradeció que los cristales estuvieran ahumados. Con un juramento entre dientes, encendió el motor y dio marcha atrás.

—Hasta esta noche —se despidió con dureza.

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Aileen miró como el coche se alejaba y a la vez se le formaba un nudo en la garganta. Quería ir
Ja

tras él y decirle que se quedara. Quería ir tras él y pegarle y echarlo a los lobos. Era todo un mundo
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