Otro Brish'diri recogió la pelota perdida por los humanos y la llevó hasta la zona final, mientras la mayoría de los humanos aún estaban en el suelo.
—Por Dios —dijo Hill sintiéndose algo paralizado—. Son demasiado fuertes. Son condenadamente fuertes. Los humanos no pueden hacer nada contra su fortaleza. No los pueden parar.
—Anímelos —dijo Tomkins—. No puede empeorar nada de su lado.
Pero sí que empeoraron las cosas. Se pusieron mucho peor.
En ataque, los Brish'diri eran completamente imparables. Sus corredores eran todos lerdos, pero lo compensaban con sus músculos. Jugada tras jugada, prorrumpían por el medio, detrás de una pared de bloqueadores, dejando placadores en el camino como si fueran insectos molestos.
Y luego Marhdaln comenzó a acertar en sus pases. Pases cortos, por supuesto. Los Brish'diri carecían de la velocidad necesaria para cubrir demasiado terreno. Pero saltaban mucho más alto que cualquier humano, y cazaban tramposamente pase tras pase en el aire. No tenían necesidad de preocuparse por interceptaciones. Los humanos sencillamente no podían alcanzar los tiros por elevación de Marhdaln.
En defensa las cosas eran tan amargas como malas. Los Computermen no podían de ninguna manera detener la línea de ataque Brish'diri. Y Sullivan pocas veces tenía tiempo de completar un pase, ya que los atacantes alienígenas eran imparables. Los pocos pases que logró efectuar salieron del campo; ningún Brish'diri podía coger a un humano por detrás. Pero éstos eran pocos y lejanos.
Cuando Hill abandonó el Estadio al terminar el primer periodo, el resultado era Kosg-Anjhem 37, Ken's Computer Repair 7.
El resultado final fue de 57 a 14. Los Brish'diri completaron su performance en el segundo tiempo.
Hill no tenía valor para asistir al siguiente partido de los Brish'diri. Pero casi todos en la ciudad se hicieron presentes para comprobar si el Kosg-Anhjem podía repetir su actuación.
Y así lo hicieron. De hecho, lo hicieron aún mejor. Vencieron a Anderson's Drugs por el abultado score de 61-9.
Después que los Brish'diri ganaron su tercera contienda por 43-17, las multitudes del principio comenzaron a disminuir. Sólo las tres cuartas partes del Estadio Municipal de Starport estaban llenas cuando el Kosg-Anjhem arrolló a los Stardusters por 38-0, y ya una cantidad exigua de gente estaba presente en la tarde lluviosa del jueves para ver a los extranjeros castigar a la Asociación Unida de Veteranos (UVA) por 51-6. Después de esto nadie volvió al Estadio para verles jugar.
Para Hill, la victoria Brish'diri sobre el equipo patrocinado por la UVA fue la gota que colmó el vaso. El periódico local armó un escándalo al respecto, insistiendo una y otra vez acerca de la «irónica injusticia» de ver derrotada a la UVA por los Brish'diri en un estadio dedicado a los veteranos muertos en la guerra Brish'diri. Y Hill, por supuesto, era el villano principal de la obra.
Las llamadas telefónicas se habían finalmente acabado. Pero el correo había estado llegando a su despacho puntualmente, y en su mayor parte no era nada reconfortante. El acosado Director recibió unas cuantas cartas de aliento, pero la gran mayoría especulaban crudamente sobre su ascendencia o amenazaban su vida y propiedades.
Otros dos concejales de la ciudad se habían definido públicamente por la renuncia de Hill luego de la victoria Brish'diri sobre la UVA. Otros muchos en el Concejo estaban dudosos, mientras que quienes lo apoyaban, respaldándolo fuertemente en privado, tenían miedo de decir alguna cosa que estuviera fuera de lugar. Sencillamente: las elecciones municipales estaban demasiado cerca, y nadie quería arriesgar su pellejo político.
Y por supuesto, el asistente del director de recreación, primero en la línea para suplantar a Hill, no perdió tiempo en decir que por su parte nunca hubiera hecho una cosa tan falta de patriotismo.
Con un desastre apilándose sobre otro desastre, era simplemente natural que Hill reaccionara con algo menos que entusiasmo cuando entró en su oficina unos cuantos días más tarde luego de la quinta victoria Kosg-Anjhem, y encontró a Tomkins sentado en su escritorio, esperándolo.
—¿Y qué demonios quiere usted ahora? —rugió Hill al hombre de Relaciones E.T.
Tomkins tenía cierto aspecto avergonzado, y se levantó de la silla del director. Había estado atendiendo a los últimos resultados de fútbol en la consola del escritorio mientras esperaba que Hill llegara.
—Tengo que hablarle —dijo Tomkins—. Tenemos un problema.
—Nosotros tenemos una pila de problemas —respondió Hill. Dio una zancada furiosa hasta su asiento, se sentó, apagó la consola, y extrajo un fajo de papeles que estaban dentro de un cajón.
—Éste es el último de ellos —continuó, zarandeando los papeles frente a Tomkins—. Uno de los muchachos se rompió la pierna. Es de los Starduster. Sucede siempre. El fútbol es un juego muy duro. No se puede hacer nada para evitarlo. En un caso normal el departamento habría enviado una carta de disculpas a sus padres, nuestro seguro pagaría los gastos, y todo sería olvidado.
—Pero no en este caso. Oh, no. Este daño fue inflingido en el partido contra los Brish'diri. Y por ello sus padres nos acusan de negligencia y han cursado una demanda.
Por lo mismo, nuestro seguro se niega a pagar. Afirman que la póliza no cubre daños por monstruos inhumanos y superfuertes. ¡Bah! ¿Qué tal como problema, Mr. Tomkins?
Tomkins frunció el ceño.
—Bastante desafortunado. Pero mi problema es un tanto más serio que éste que acaba usted de plantear. —Hill quiso interrumpir, pero el hombre de Relaciones E.T. no le dejó—. No, por favor, escúcheme. Esto es muy importante.
Miró en derredor buscándose un asiento, cogió la silla más cercana y la acercó al escritorio.
—Nuestros planes han fallado estrepitosamente, —comenzó diciendo—. Ha habido un serio fallo en los cálculos, enteramente por nuestra culpa, me temo. Relaciones E.T. no supo tener en cuenta todas las implicaciones del equipo de fútbol Brish'diri.
Hill le clavó una mirada de hierro.
—¿Qué sucede ahora de malo?
—Bueno —dijo Tomkins con dificultad—, sabíamos que la negativa a admitir al Kosg-Anjhem a la Liga hubiera sido un signo de debilidad y miedo para la facción militarista Brish'diri. Suponíamos que el problema quedaría resuelto una vez que fueran admitidos.
—No fue así. Interpretamos mal al afirmar que no tenía importancia para los Brish'diri quién ganara o perdiese. Para nosotros se trataba tan sólo de un juego. No importaba quién fuera el vencedor. Después de todo, se trataba de que los Brish'diri y Terráqueos se conocieran mutuamente, compitiendo sin hacerse daño en términos de igualdad.
Sentíamos que todo tenía que resultar para bien.
—¿Y entonces? —interrumpió Hill—. Vaya al grano.
Tomkins sacudió la cabeza tristemente.
—El caso es que no sabíamos que los Brish'diri pudieran ganar con tanta facilidad. Y tan regularmente. —Hizo una pausa—. Recibimos… uh… recibimos una transmisión ayer por la noche de uno de nuestros hombres en Brishun. Parecería ser que la facción militarista está utilizando los resultados de fútbol tan favorables como propaganda para probar la inferioridad de la raza humana. Parecen estar obteniendo grandes beneficios de ello.
Hill puso mala cara.
—Así que todo fue por nada. O sea que me he sometido a todo este abuso y he puesto en peligro mi carrera por absolutamente nada. ¡Fabuloso! Era todo lo que necesitaba, le diré.
—Todavía estamos a tiempo de salvar algo —dijo Tomkins—. Por ello es que he venido a verlo. Si pudiera usted hacer los arreglos para una derrota Brish'diri, crearía serios baches en aquel cuento exagerado de la superioridad, y mostraría a los militaristas como unos tontos. Los desacreditaría por bastante tiempo.
—Y ¿cómo haré yo para arreglar que pierdan, como usted plantea de manera tan hermosa? ¿Qué piensa usted que dirijo yo desde esta oficina, lucha profesional?
Tomkins contestó con poca convicción.
—Esperaba que usted tuviera algunas ideas —dijo.
Hill se inclinó hacia delante, y conectó el intercomunicador.
—¿Está Jack allí fuera? —preguntó—. Bien. Mándelo a mi despacho.
El desgarbado oficial apareció en menos de un minuto.
—Estás en la cumbre de este follón de Liga metropolitana de fútbol —le dijo Hill—.
¿Qué chances hay de que el Kosg-Anjhem sea derrotado?
De Angelis miró asombrado.
—Nada buenas, de antemano —contestó—. Tienen un condenado buen equipo.
Buscó en su bolsillo trasero y extrajo una libreta.
—Déjame analizar su calendario —continuó, señalando con el pulgar las hojas. Se detuvo cuando encontró lo que buscaba.
—Bueno, la Liga tiene un calendario circular, como usted sabe. Todo equipo juega contra los otros una sola vez, y el que acumule mejor puntuación es el campeón. En estos momentos los Brish'diri llevan un 5-0 a su favor, y ya han derrotado a varios de los mejores equipos. Quedan diez equipos en la Liga, por lo que les quedan cuatro partidos a jugar. Dos de ellos con los equipos más débiles de la Liga, y el tercer contrincante es sólo mediocre.
—¿Y el cuarto? —dijo Hill esperanzado.
—Ésta su única chance. Un equipo presentado por un bar de la ciudad, el Blastoff Inn.
Buen equipo. Rápido, potente. Lleno de talento. Tienen también una puntuación favorable de 5-0, y ocasionaron problemas a los Brish'diri. —De Angelis frunció el ceño—. Pero para ser francos, he visto jugar a ambos equipos, y apostaría a favor del Brish'diri. Su juego de terreno es demasiado bueno. —Cerró la libreta y la guardó nuevamente en el bolsillo.
—¿Podría un resultado no abultado ser suficiente? —dijo Hill, volviéndose hacia Tomkins.
El hombre de Relaciones E.T. sacudió la cabeza.
—No. Tienen que ser derrotados. Si los nuestros perdieran, todo el plan no serviría de nada. No prueba nada en especial más que las dos razas pueden competir en prácticamente igualdad de posibilidades. Pero si los Brish'diri ganaran, parecería que son invencibles. Y nuestra posición a los ojos de los Brish'diri caería en picado.
—Entonces, tendrán que perder —dijo Hill. Su mirada volvió a dirigirse a De Angelis—. Jack, tú y yo tendremos que hacer un esfuerzo y pensar cómo puede ser derrotado el Kosg-Anjhem. Y luego telefonearemos al entrenador de los Blastoff Inn y le daremos unos cuantos consejos. ¿Tienes alguna idea?
De Angelis movió la cabeza pensativamente.
—Bueno… —comenzó diciendo—. Podríamos…
Durante las dos semanas siguientes, De Angelis se encontró con el entrenador del Blastoff Inn regularmente para discutir planes y estrategias, y supervisó unas cuantas sesiones de entrenamiento. Hill, entretanto, peleaba desesperadamente para mantener su empleo, y apuntando ideas de cómo derrotar a los Brish'diri a cada momento.
Sin ser tocados por el furor, el Kosg-Anjhem ganó su sexto partido fácilmente, 40-7, y siguieron su marcha de victorias devastadoras. Los márgenes fueron 73-0 y 62-7. Ello los colocó con la puntuación récord de 8-0 faltando tan sólo un partido.
Pero el equipo Blastoff Inn ganaba también con regularidad, aunque nunca de manera tan contundente. Jugaría su último partido de la temporada siendo aún invicto.
El periodista local anunciaba el espectáculo con una página deportiva de grandes titulares un día antes del partido. Comenzaba diciendo: «Mucho será lo que se juega la raza humana mañana en el Estadio Municipal, cuando el Blastoff Inn se enfrente a las Águilas Calvas Brish'diri por el título de la Liga Metropolitana de Fútbol del Departamento de Recreación». El periodista que escribió el artículo nunca soñó que estuviera tan cercano a la realidad.
Las multitudes retornaron al Estadio para la final de Liga, aunque no llegaran a abarrotarlo. El periódico local también se hallaba presente. Pero las cadenas de 3V y la radio hacía tiempo que se habían retirado. La novedad de la historia se había anticuado rápidamente.
Hill llegó tarde, justo antes de que comenzara el partido, y se juntó con Tomkins en la línea de las 50 yardas. El agente del E.T. parecía estar de alguna manera más animado.
—Nuestros muchachos se mostraron bastante bien preparados durante el precalentamiento —le contó al director—. Pienso que tenemos una chance.
Su entusiasmo no era de todas formas asimilado por Hill.
—Blastoff Inn puede que tenga una chance, pero yo seguramente no —dijo Hill tristemente—. El Concejo de la ciudad se reúne esta noche para considerar una moción que pide mi renuncia. Tengo la fuerte sospecha de que esto será lo que ocurra, sin importar quién gane esta tarde.
—Hmmmmmmm —masculló Tomkins, sin encontrar nada mejor que acotar—. Ignore a esos viejos idiotas. Mire, el juego está comenzando.
Hill murmuró algo entre dientes, y volvió su atención al campo de juego. Los Brish'diri habían perdido el sorteo una vez más, y el puntapié inicial fue a parar otra vez fuera del Estadio. Estaban en saque para el Blastoff Inn en sus propias veinte yardas.
Y en aquel momento la escena cambió súbitamente. Los humanos se alinearon para la primera jugada pero con una diferencia. En lugar de colocarse inmediatamente detrás del centro, el Blastoff quarterback se encontraba algunas yardas más en profundidad, en una formación que asemejaba una escopeta.
La idea, según Hill dijera, era el aprovechar al máximo la velocidad humana, y montar una poderosa línea de ataque. Correr contra los Brish'diri era más que imposible; así lo habían considerado cuidadosamente De Angelis y él mismo. Ello significaba un ataque aéreo, y la única manera de conseguirlo era dándole al quarterback de Blastoff tiempo suficiente para poder pasar. De ahí la formación tipo escopeta. El pase al centro llegó a destino y los recibidores de Blastoff corrieron rápidamente hacia delante, traspasando con facilidad la potente defensa Brish'diri. Como de costumbre, el Kosg-Anjhem irrumpió en masa sobre la línea humana, pero habían cubierto sólo la mitad de la distancia hacia el quarterback dándole tiempo a ensayar el pase.
Fue un bombazo largo, un gambito psicológico para sacudir a los Brish'diri consiguiendo apuntar un gol en la primera jugada del partido. Desafortunadamente, el pase fue demasiado largo.
Hill perjuró.
Estaban ahora en el área defensiva. Otra vez los humanos se alinearon ofensivamente en forma de escopeta, y nuevamente el quarterback sacó el pase a tiempo. Fue un tiro corto y rápido en dirección a la línea lateral, suficiente para ganar nueve yardas. La multitud arrancó una ovación.