Valiente (11 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

—Si consiguen de algún modo llegar a las auxiliares, podrían hacernos mucho daño.

Desjani negó con la cabeza.

—Si consiguen seguir adelante pese a lo que se dirige hacia ellos, estarán tan debilitados que las naves de Crésida podrán ocuparse.

—No me gusta que los cruceros de batalla se enfrenten a acorazados —dijo Geary, preocupado por si sus agresivos oficiales se dejaban llevar por el entusiasmo de la batalla. Sin embargo, no podía ordenarles que dejasen de comportarse de manera tan combativa. Ninguno le haría caso. Volvió a manipular los controles de comunicación.

—A todas las formaciones de cruceros de batalla de la Alianza, en cuanto realicen las pasadas sobre la flotilla síndica Bravo, reduzcan la velocidad hasta igualarla a la de la flotilla Herida y esperen a recibir órdenes. Que todas las formaciones de acorazados de la Alianza ajusten también sus velocidades a la flotilla Herida en cuanto la flotilla Bravo sea destruida.

Mientras decía aquello, empezaron a salir en dirección a la flotilla Herida los transbordadores procedentes de las naves de la Alianza, cada uno orientado según su propio objetivo. La mayoría se dirigía a los restos de la Audaz, mientras que las demás se encaminaron hacia las naves de reparación y los navíos de combate cercanos para cerciorarse de que estaban realmente abandonados y no había riesgo si las naves de la Alianza se aproximaban.

Los transbordadores todavía estaban de camino a sus objetivos cuando los cruceros de batalla de Duellos y la flotilla Bravo se cruzaron a una velocidad combinada de algo más de cero con dos c. A esa velocidad, los efectos de la relatividad distorsionaron la percepción de los objetos lo suficiente como para que apuntar resultase complicado, y la ventana de lanzamiento, cuando el armamento tuvo a tiro al enemigo, fue de la menor porción posible de un segundo.

Cuando ambas formaciones de naves se separaron, Geary pudo apreciar que los escudos de los acorazados síndicos se habían debilitado y que no habían recibido impactos. Sin embargo, estos habían concentrado su notable potencia de artillería sobre la
Formidable
. Estaba claro que se habían percatado del daño que había sufrido en su última batalla con el enemigo y que todavía evidenciaba. Así, esta recibió una ráfaga de impactos y perdió una parte importante de su poder ofensivo, pero consiguió evitar sufrir más desperfectos en las unidades de propulsión y así seguir con sus compañeras.

La Radiante, la
Oportuna
y la
Inspiradora
fueron las siguientes en hacer blanco sobre los acorazados, que vieron como sus escudos se debilitaban algo más. Lamentablemente, durante el proceso la
Oportuna
recibió varios impactos.

Los cuatro cruceros de batalla de Tulev concentraron sus disparos sobre el acorazado síndico que tenían más cerca al pasar al lado de la zona de babor del enemigo, con lo que consiguieron abrir algunos huecos en los escudos, aunque la
Dragón
recibió algunos impactos.

Desjani, por su parte, lanzó sus cruceros de batalla mientras Geary deseaba que no se acercase demasiado para lanzar la ráfaga a los todavía peligrosos acorazados síndicos. Estos intentaron concentrar sus disparos sobre el ya dañado
Arrojado
, pero Desjani había planeado la maniobra de modo que este estuviese situado lejos del enemigo, lo que ayudaría a prevenir que recibiese el daño que sufrió la
Formidable
. El
Intrépido
y el Victorioso dispararon sobre el acorazado síndico que tenía los escudos en mejor estado, con lo que consiguieron debilitarlos todavía más a la vez que evitaban sufrir daños.

Entonces, la
Ilustre
y la
Increíble
pudieron machacar finalmente a los acorazados enemigos. Mientras los dos cruceros de batalla de la Alianza realizaban las pasadas, el enemigo siguió avanzando, con los escudos seriamente debilitados, pero con los sistemas de defensa y de armamento todavía intactos, dibujando una curva con el fin de interceptar a las naves auxiliares de la Alianza.

No obstante, hacia ellos se dirigían los acorazados de la Alianza de la Segunda, Quinta y Octava División. Doce contra dos era ya una proporción bastante difícil de salvar, pero es que además las naves de la Alianza tenían sus escudos al máximo, mientras que los de los síndicos se estaban recuperando lentamente.

Geary sonrió al ver que las tres subformaciones de la Alianza se habían ajustado al plan que coordinaba sus movimientos. La Gallarda, la Indomable, la
Gloriosa
y la
Magnífica
pasaron justo sobre los acorazados síndicos, seguidas solo milisegundos después por la
Incansable
, la
Represalia
, la
Soberbia
y la
Espléndida
, que atacaron desde debajo, y unos segundos después el
Impávido
, el
Resuelto
, el
Temible
y el
Vengativo
hicieron lo mismo desde estribor. Todo aquel poder de artillería dejó sin margen de maniobra a las asediadas naves síndicas. Estas respondieron y consiguieron impactar un par de veces sobre la
Gloriosa
y el
Impávido
, pero cuando la docena de acorazados de la Alianza las superaron, dejaron tras de sí una creciente nube de trozos que evidenciaban la destrucción de uno de los acorazados síndicos, y los restos que se alejaban dando vueltas de lo que antes había sido el segundo acorazado síndico. De este último salieron algunas cápsulas de escape mientras se escoraba hacia uno de los laterales de su vector original.

Cuando el capitán Armus y su Décima División de Acorazados alcanzaron el área de disparo treinta segundos después, lo único que quedaba para sus cuatro navíos era destrozar los restos de la segunda nave para convertirla en porciones todavía más pequeñas.

Geary suspiró aliviado, y luego volvió a tocar los controles.

—A todas las naves de la Alianza a excepción de la formación de naves auxiliares: dispónganse con el
Intrépido
como buque insignia según se les ha detallado.

Geary pudo ver en su visor cómo el aspecto de la formación en proceso se asemejaba a una bola irregular que se extendía hacia delante y ligeramente hacia arriba de la flotilla síndica Herida, con las subformaciones dispuestas alrededor de cruceros de batalla y de acorazados de la Alianza, formando algo parecido a una esfera. No era precisamente bonito, pero funcionaría.

Desjani le dirigió una mirada inquisitoria, ya que sabía que a Geary le gustaban las formaciones ordenadas.

—¿Para ahorrar en células de combustible?

—Sí, en parte. Así las naves maniobran lo mínimo posible. Además, he pensado que si la flota aparenta estar un poco descentrada cuando la fuerza de persecución síndica aparezca, quizá piensen que seguimos al borde de la destrucción, igual que cuando abandonamos Lakota por primera vez.

—¿Cree que van a pensar eso cuando vean lo que les hemos hecho en este sistema estelar? —preguntó ella, poco convencida.

—Las posibilidades de que incluso una fuerza desorganizada pudiese destrozar a los síndicos que había aquí son bastante altas. Quizá no engañemos a los síndicos, pero tampoco tiene sentido gastar células de combustible ahora mismo. En cuanto la fuerza que nos persigue aparezca, nos marcharemos a toda prisa y dejaremos todo limpio.

Todas las naves de la Alianza pivotaron para utilizar sus unidades de propulsión principales y así reducir la velocidad de modo que no quedasen muy alejadas de las más que importantes naves auxiliares, a la vez que ocupaban su posición en lo que Geary había llamado Gran Bola Fea. Con la situación bajo control, sin noticias de la fuerza que los perseguía, y con los combatientes síndicos operativos más cercanos a casi una hora luz de distancia y escapando de la flota de la Alianza como alma que lleva el diablo, Geary cedió a la tentación y activó la visión de uno de los oficiales del cuerpo de infantes de marina, que estaba tomando la Audaz de nuevo.

Los transbordadores se acoplaron a los restos de la Audaz no solo por las esclusas externas y por el puerto de acoplamiento, sino también por varios huecos que habían causado las explosiones sobre el casco del acorazado. Los destacamentos de infantes de marina entraron en la silenciosa nave como un enjambre, preparados para enfrentarse a cualquier cosa. En aquel momento, el punto de vista que le ofrecía la armadura de combate del infante que había elegido mostraba un interior del acorazado extraño. Estaba tremendamente dañado y no tenía luz propia. El teniente del cuerpo de infantería y su escuadra de marines llegaron a una esclusa interior que había sido reparada lo mínimo para que siguiese funcionando y que se adentraba en zonas en las que se habían puesto parches temporales para sellar los agujeros en los mamparos y así mantener el aire.

Los infantes de marina de la Alianza se movieron rápidamente mientras los sensores de sus armaduras de combate analizaban la zona en busca de bombas trampa y sus armas buscaban un objetivo en cuanto salían de una esquina y avanzaban por pasillos abarrotados de restos. No aparecieron ni enemigos ni trampas, lo cual, en lugar de tranquilizarlos, los puso más nerviosos. Llegaron a otra escotilla, esta vez cerrada. Los infantes se detuvieron, la mayoría en guardia, con las armas preparadas, mientras uno de ellos pegaba una minicarga para volar la cerradura.

—¡Nada de granadas aturdidoras! —gritó alguien a través de los circuitos de comunicación de los infantes de marina.

—Pero, señor, podría...

—Podría haber prisioneros de guerra de la Alianza al otro lado de la escotilla, y no sabemos en qué condiciones estarán. Incluso una carga aturdidora podría matarlos. Disparen solo después de apuntar, y que nadie lo haga a menos que estén seguros de que el objetivo es enemigo. Le volaré personalmente la tapa de los sesos a cualquier gilipollas o hijoputa que joda a un prisionero de guerra de la Alianza, ¿entendido? —Se escuchó un coro de personas asintiendo.

Uno de los infantes agarró la escotilla y tiró para abrirla mientras sus compañeros elevaban sus armas para apuntar al interior del gran compartimento que había ante ellos. Durante un instante Geary temió que el compartimento estuviese lleno de cadáveres del personal de la Alianza. Finalmente pudo ver expresiones de resignación, rebeldía y miedo en las caras que se giraron hacia la escotilla. Las expresiones cambiaron, incrédulas, cuando los prisioneros reconocieron las armaduras de combate de los infantes de marina de la Alianza.

—El aire apesta —le informó el teniente de infantería a su superior—. La concentración de CO2 es muy alta.

—Sacadlos de ahí tan rápido como podáis —les ordenaron—. La Tercera Sección está acoplando un corredor de evacuación entre la última esclusa y los transbordadores. ¡Venga, rápido!

En los uniformes de los prisioneros se podían ver las insignias de varias naves. En los más adelantados Geary pudo ver las de la Infatigable, la propia Audaz, el crucero pesado Bacinete, y el destructor Talwar. Algunos de los prisioneros de la Alianza liberados sonreían mientras los infantes de marina los sacaban del fétido compartimento, mientras otros parecían estar aturdidos mientras los empujaban en dirección a la esclusa.

—¡Primera escuadra! ¡Dispónganse a lo largo de los corredores para dirigir a los prisioneros y que avancen!

Un suboficial mayor con una insignia de la
Atrevida
y un brazo en un cabestrillo improvisado se detuvo al salir del compartimento.

—Es la primera vez en mi vida que me alegro de ver a un infante de marina —le dijo a uno de ellos—. Lo besaría ahora mismo.

—No es mi tipo, señor —le respondió el infante—. Inténtelo con mi amigo de ahí adelante, pero siga caminando.

Otra comunicación del sistema interno del cuerpo de infantería.

—¡Han encontrado otro compartimento por ahí, teniente! ¡Parece que también hay un montón de calamares espaciales!

—¡Sacadlos de ahí y llevadlos al corredor de evacuación! ¡Venga, rápido!

Geary cortó la conexión, deseando poder seguir mirando pero a sabiendas de que tenía otras responsabilidades. Vio que Desjani lo miraba, y asintió con la cabeza.

—Los infantes de marina están sacando a los nuestros de la Audaz. Parece ser que hay bastantes.

—Bien. —Desjani también asintió en dirección a su visor—. Las auxiliares se están aproximando a las naves de reparación síndicas en este mismo momento.

Las cuatro naves auxiliares de la Alianza alcanzaron a las cuatro grandes naves de reparación síndicas, y se dispusieron a colocarse en posición a su lado mientras los apéndices de los sistemas transportadores se extendían en dirección descendente, como si fuesen criaturas gigantes intentando copular con compañeras todavía más grandes. De hecho, en cierto modo, era así. Le llevó un rato navegar por los menús, pero finalmente Geary consiguió que apareciese un gráfico que monitorizaba la actividad dentro de las naves síndicas. Unos símbolos que representaban ingenieros de la Alianza estaban haciendo explotar mamparo tras mamparo hasta allanar el terreno hacia los almacenes síndicos de materias primas. Cuando se abría un camino nuevo, se extendía por él un nuevo apéndice para adentrarse en la nave enemiga y comenzar a transferir los materiales.

—Menuda imagen más inquietante, ¿no? —murmuró Rione desde detrás de su hombro. Se había levantado y puesto a su lado justo detrás de él—. ¿O solamente es así bajo la perspectiva de una mujer?

Geary negó con la cabeza.

—No cuando los apéndices empiezan a succionar material de las naves síndicas. Supongo que no estamos acostumbrados a ver parásitos de ese tamaño.

—¿Tienen lo que necesitamos?

—En parte. —Geary frunció el ceño al ver el visor. En él aparecieron un montón de ventanas con información detallada sobre lo que necesitaba la flota y lo que se había encontrado en el interior de las naves de reparación síndicas. Aquel maremágnum de términos en letra pequeña y poco familiares hicieron que le resultase imposible saber lo que pasaba—. ¿Por qué esto no me dice simplemente cuánto necesitamos de cada cosa y cuánto hemos conseguido? Capitana Desjani, podría pedirle a alguno de sus consultores de ingeniería que me configurase una pantalla que mostrase de manera más simple cómo va el reabastecimiento de los almacenes de las naves auxiliares.

Desjani asintió con la cabeza y pasó la orden. Luego sonrió satisfecha.

—Hemos recibido dos transbordadores de abastecimiento llenos desde la
Titánica
, señor. Las reservas de células de combustible del
Intrépido
volverán a estar al sesenta y cinco por ciento en cuanto se instalen las nuevas. También hemos recibido sesenta cápsulas de metralla y siete nuevos misiles espectro, además de repuestos nuevos que necesitábamos y que no podíamos fabricar por nosotros mismos.

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