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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Valiente (14 page)

—Señor, con el debido respeto, ya somos un blanco fácil y desorganizado con esta formación. —Desjani observó que Geary fruncía todavía más el ceño, pero pese a ello siguió hablando—. Nuestra potencia de artillería está muy dispersa. Los síndicos podrán aplastar a las subformaciones una tras otra, igual que hicimos nosotros con los débiles grupos síndicos que encontramos cuando llegamos.

Desjani era cabezota, pero también inteligente. En cualquier otra situación seguramente tendría razón. Geary se sosegó.

—No podemos plantarles cara con toda la flota. Si tenemos en cuenta que seguramente tienen a su disposición muchísima más metralla y misiles que nosotros, nos sacan demasiada ventaja en potencia de artillería.

—Si nos centramos en una parte de su formación, tal y como hicimos la última vez que estuvimos en Lakota...

—Mira, Tanya. —Señaló el visor—. La última vez los síndicos se condenaron a sí mismos extendiéndose para atraparnos porque eso nos permitió concentrar nuestros ataques y atravesarlos. Sin embargo, el director general que está actualmente al mando ha sido lo suficientemente listo como para aprender la lección, y ahora la formación síndica es una caja bastante densa.

—Pues entonces podemos maniobrar a su alrededor.

—¡No con los niveles de células de combustible que tenemos y con las naves auxiliares en mente! Han cogido un montón de material, y así de cargadas son tremendamente pesadas. —Desjani miraba, concentrada, el visor, intentando encontrar alguna contraargumentación. Geary consiguió seguir hablando en tono calmado con bastante esfuerzo—. La desventaja de esa formación es que es tan profunda y densa que el director general no puede moverla con facilidad. Si la trampa que hemos preparado falla, tendremos que sacar partido de todas las ventajas que tengamos al alcance para atacar una y otra vez sobre las esquinas.

—Nos llevaría toda la vida diezmarlos con esa estrategia —dijo Desjani—. Además, tampoco nos quedan células de combustible como para hacerlo.

Esperó un rato antes de contestar. Mientras tanto miró al visor, en el que se veía a la fuerza síndica que los perseguía situada a ocho minutos luz de distancia. Ya había alcanzado una velocidad de cero con uno c y seguía cargando de frente contra ellos. La formación de caja que habían adoptado parecía un ladrillo gigante apuntando a la burbuja de la Alianza. Desjani tenía razón, eso estaba claro. Geary era consciente de ello. Un combate cara a cara con la formación síndica seguramente acabaría con la flota de la Alianza hecha pedazos ante la formación síndica, mucho más poderosa. Sin embargo, y por lo menos, el desenlace tendría lugar en poco tiempo. ¿Por qué alargar la situación y ver desaparecer las naves una a una y durante más tiempo, para finalmente tener que enfrentarse al mismo final?

La opción que quedaba era escapar en aquel instante tan rápido como pudiesen, saltar a otro sistema estelar sabiendo que los síndicos les pisarían los talones, sin poder detenerse nunca a reabastecer a las naves auxiliares. Antes o después tendrían que dar la vuelta y plantar cara, y seguramente en peores condiciones. Se habían visto forzados a permanecer en aquel sistema para que las naves auxiliares pudiesen recoger materiales, pero al final la flota se quedaría sin células de combustible a menos que consiguiesen más suministros, y no se le ocurría modo alguno de hacerlo sin tener que enfrentarse a la fuerza que los perseguía.

—¿Cómo quiere morir? —le susurró finalmente.

Desjani se quedó mirándolo.

—Se trata de salir victoriosos, señor.

—Entonces lucharemos aquí e intentaremos minimizar las ventajas de las que disponen los síndicos. Si el plan funciona, tendremos muchas más posibilidades de conseguirlo. Si finalmente no es así, haremos que paguen el máximo precio posible por la victoria. Si les plantamos cara frontalmente, seguramente habremos sido destruidos antes de que podamos hacerles nada.

Ella lo miró fijamente, y al final asintió lentamente con la cabeza.

—Golpear una y otra vez, a sabiendas de que el tiempo se acaba, dándolo todo porque no habrá razón para reservar nada. Porque esto es lo más cerca que llegaremos a estar de casa.

—Podría ser el caso, sí. —Suspiró lenta y profundamente, agradecido por haber podido compartir aquello con alguien.

Desjani miró de refilón durante un instante hacia la parte trasera del puente de mando.

—¿Se lo va a contar a ella?

¿A ella? A Rione.

—Es muy valiente, pero creo que le costaría entenderlo.

—Sí, creo que tiene razón. Capitán Geary, si no salimos de esta, tenemos que asegurarnos de que la victoria de los síndicos les salga tan cara que deseen no haberse enfrentado nunca a nosotros.

Geary sintió que en su boca se dibujaba una sonrisa y asintió.

—Vaya si lo haremos.

—Tiempo restante estimado para el encuentro con la flotilla Persecutora, una hora y media —anunció el consultor de operaciones.

Todo volvía a depender de la precisión. Sus instructores, oficiales experimentados después de décadas maniobrando con flotas fallecidas hacía ya tiempo, le habían gravado en la cabeza que la peor tentación a la que debía hacer frente un comandante era actuar demasiado pronto. Era cómodo ceder al gatillo fácil cuando veías al enemigo acercarse durante horas o incluso días. Entonces realizabas cambios demasiado pronto, cambios que debían esperar hasta el último momento, cuando el enemigo no tuviese tiempo para reaccionar. En caso contrario, este podría actuar, y tú te verías obligado a volver a introducir cambios, ante los que volverían a responder. Lo había visto durante los ejercicios de la flota: algunos comandantes agotaban a sus tripulaciones y a sus naves antes incluso de intercambiar disparo alguno.

Había que aparentar indecisión, pánico, a la vez que se esperaba acechante, preparado para saltar sobre la presa. La flota esperaba órdenes. Confiaban en él pese a que seguramente estaban teniendo lugar, en muchas de las naves de la flota, discusiones semejantes a la que había tenido con Desjani. No obstante, habían visto cómo se alzaba con la victoria en situaciones desesperadas, por lo que esperaron.

Al menos la mayoría. El capitán Casia no estaba tranquilo.

—¡La fuerza de ataque síndica está a menos de cincuenta minutos de establecer contacto! ¿Por qué siguen mis naves a cero con cero dos c y junto a los restos síndicos?

—Sus naves están escoltando a las naves auxiliares de la Alianza —respondió Geary.

—¡Somos los que estamos más cerca del enemigo y la formación de apoyo más cercana está a por lo menos media hora de distancia!

—Así es, capitán Casia.

Casia se acaloró.

—Hablaré con el resto de oficiales de la flota para pedir que se celebre inmediatamente una reunión para decidir si está preparado para seguir al mando. ¡Necesitamos un comandante que actúe, no a uno que deja que su flota espere tranquilamente mientras una fuerza síndica muy superior se acerca!

Lo fácil sería perder el control, pero era algo que Geary no se podía permitir. Además, tener que preocuparse por una reunión de oficiales no era precisamente la mejor distracción en aquel momento. Por suerte había aprendido lo suficiente como para saber cómo tratar a Casia.

—¿Me está diciendo que renuncia al honor de luchar en primera línea de batalla? —le pregunto Geary, mientras añadía cierto tono de sorpresa a sus palabras.

—¿Renun...? —Casia se calló de repente y tragó saliva. Luego volvió a hablar con un tono de voz menos chulesco—. Yo no he dicho eso.

—He dispuesto a la flota de modo que su división de acorazados sea la primera en enfrentarse al enemigo. ¿Quiere que informe al resto de la formación de que renuncia al papel que se le ha asignado?

—Yo... ¡Mi nave y mi tripulación se merecen la oportunidad de plantar cara!

—Y así será, capitán Casia. Estoy seguro de que la
Conquistadora
y su tripulación estarán a la altura.

Al no poder contradecir lo que Geary había dicho sin ponerse en evidencia ante el resto de oficiales, Casia cortó súbitamente la comunicación.

Geary se recostó y se frotó la frente, deseoso de que los síndicos se diesen prisa y llegasen de una vez. Ya se sentía agotado, y la jornada no había hecho más que empezar.

—¿Una barrita? —le dijo Desjani, ofreciéndole una.

—Dígame que no es una Danaka Yoruk.

—No es una Danaka Yoruk.

—Gracias. —Geary cogió la barrita que le ofrecía y leyó la etiqueta—: Es una Danaka Yoruk. ¿Por qué me dijo que no lo era?

—Porque es lo que me pidió que le dijese —respondió Desjani, que no pudo evitar sonreír. Cuanto más se acercaba el momento, más mejoraba su humor—. Es lo único que queda. Son las que peor saben, por eso siempre se acaban antes las demás. Dentro de poco empezaremos las raciones síndicas que requisamos en Sancere.

—¿A qué saben?

—El cocinero que se ofreció voluntario a probarlas dijo que tienen una gran virtud. —Señaló la barrita que sostenía Geary—. Comparada con ellas, las Danaka Yoruk saben bien.

—Si hoy tengo que enfrentarme a la muerte, ¿por qué la última barrita que me tome tiene que ser una Danaka Yoruk? —dijo Geary, quejándose. Abrió el envoltorio, mordió un trozo e intentó masticarlo sin saborearlo. Solo lo consiguió a media.

La ración en forma de barrita había conseguido una cosa: quitarle por un momento de la cabeza la fuerza síndica mientras se la tragaba. Cuando volvió a centrarse en el visor, vio que quedaban cuarenta minutos para que los síndicos llegasen a la zona de combate. Cinco minutos más. Luego empezará el juego. Antepasados, hoy necesito todo lo que podáis darme. Por favor, guiadme.

Organizó una conferencia con la capitana Tyrosian, la capitana Crésida y el capitán Casia.

—Que sus últimos transbordadores vuelvan ahora mismo. Capitana Tyrosian, abandonen las naves de reparación síndicas. En cuatro minutos les enviaré las maniobras que deberán realizar sus naves. Capitana Crésida y capitán Casia, sigan las órdenes que se les han dado pero recuerden que la prioridad máxima de sus naves es maniobrar para proteger a las naves auxiliares de la Alianza de la mejor forma que sean capaces.

Vio como los dos últimos transbordadores se acoplaban a los puertos de la
Titánica
y la
Hechicera
mientras los sistemas transportadores que todavía unían a las naves auxiliares con las naves de reparación síndicas se retiraban. Después comprobó el último vector de movimiento de la flota síndica y le pidió al sistema un plan de navegación, al que hizo algunos pequeños ajustes de última hora. El último minuto se esfumó, por lo que volvió a establecer contacto con las auxiliares.

—Capitana Tyrosian, que sus naves aceleren todo lo que puedan. Tan pronto como salgan de la flotilla Herida, viren tres grados a babor y un grado en dirección descendente. Informe a las personas al mando de la
Titánica
, la
Genio
y la
Trasgo
de que van a maniobrar lo que sea necesario para asegurarse de que el vector de interceptación más rápido que la flotilla síndica pueda trazar para alcanzarlas pase justo por el centro de la flotilla Herida.

—Sí, señor —afirmó la capitana Tyrosian.

—El éxito del plan de batalla depende de usted y del resto de auxiliares, capitana. Le aseguro que el resto de la flota irá en su ayuda.

Tyrosian, pese a estar claramente nerviosa, consiguió forzar una sonrisa.

—Sé que hay que preparar un buen espectáculo para los síndicos, señor. No le defraudaremos.

Geary volvió a comprobar el visor. Los síndicos estaban a tres minutos luz, y el retraso que había entre lo que veía y su situación real hacían que el tiempo fuese cada vez menor. ¿Había llegado el momento de mover algunas naves? Todavía no. Tenía que hacerlo con precisión, en el momento adecuado. Tenía que parecer que reaccionaban de forma poco sistemática, desorganizada, cuando en realidad estaba aproximando sus naves a los síndicos para atacarlos de cerca y a la vez.

La
Titánica
, la
Hechicera
, la
Trasgo
y la
Genio
aceleraban a un ritmo que hacía daño a la vista. Normalmente ya eran lentas, pero en aquel momento era incluso peor puesto que a ello había que sumarle la masa de lo que habían tomado de las naves de reparación síndicas. Ya lo había previsto y esperaba que los sistemas de navegación y su propia experiencia con las naves auxiliares fueran suficientes como para evitar que fuesen barridas por la fuerza síndica demasiado pronto.

Entre las cuatro naves auxiliares y la fuerza síndica que las perseguía estaban los cuatro acorazados y los cuatro cruceros de batalla de Crésida, que también aceleraban, manteniendo por el momento sus posiciones relativas. A su alrededor había dos cruceros pesados, veinte cruceros ligeros, y algunos destructores actuando como escoltas y manteniendo también la velocidad y la posición con respecto a las naves auxiliares de la Alianza.

Geary sintió un remordimiento al ver a sus unidades alejarse de las desiertas naves de la flotilla Herida, con los restos de la Audaz en el centro de la formación, como protestando por abandonarla finalmente. No te preocupes, amiga. No te vamos a entregar a los síndicos. En breve van a descubrir que todavía te queda algo para ellos.

Cuando las naves auxiliares dejaron atrás a las naves síndicas de la flotilla Herida y alteraron sus cursos, la
Titánica
comenzó a quedarse atrás, y la
Trasgo
hizo lo propio para no dejarla sola.

—La
Titánica
está actuando como si hubiese perdido una unidad de propulsión principal —informó Desjani.

Dados los informes de daño de la
Titánica
, Geary sintió una ligera preocupación por si la pérdida de la unidad de propulsión había ocurrido en realidad y no fuera simulada, pese a saber qué es lo que estaban haciendo las naves auxiliares exactamente.

—Bien hecho. La verdad es que parece que ha perdido realmente su capacidad de propulsión, y junto con la
Trasgo
se está asegurando de que el rumbo para interceptarlas pasa por el centro de la flotilla Herida.

—La
Guerrera
también se está quedando atrás para permanecer con la
Titánica
y la
Trasgo
—dijo Desjani dejando implícito lo obvio: que tanto la
Conquistadora
como la
Majestuosa
y la
Orión
habían seguido acelerando junto con la
Hechicera
y la
Genio
para situarse en una posición algo más segura.

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