Valiente (16 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Fueron tantos los núcleos de energía que explotaron que se iluminó una región entera del espacio. Entre aquellos núcleos estaban los de la Audaz, una nave de la Alianza destrozada pero a la que todavía le quedaba un último golpe que asestar al enemigo. Una oleada de restos, partículas y energía se expandió en todas direcciones y a gran velocidad, y alcanzó tanto su intensidad como su extensión máxima en la fracción de segundo en que la formación síndica que los perseguía atravesaba el lugar.

Geary observó, en tensión, cómo el centro de la formación síndica desaparecía dentro de aquellas tremendas explosiones. Las esquinas de la caja quedaron fuera de la zona de destrucción, pero su centro la había sufrido de lleno.

Un instante después se actualizó el visor, que mostraba un análisis del estado de la flota síndica mientras esta salía despedida del epicentro de destrucción de la flotilla Herida, que todavía seguía expandiéndose.

De repente se escucharon murmullos de alegría alrededor de Geary. Desjani lanzó un grito ahogado de júbilo. Él se quedó quieto, asombrado ante el daño que habían conseguido infligir al enemigo.

Todas las naves de las flotilla Herida, sin excepción, habían desaparecido fruto de la explosión de sus núcleos de energía. La mayoría de las naves de caza asesinas que se encontraban en el epicentro de la explosión también se desvanecieron, y de las que estaban en las zonas más densas quedaron solo trozos demasiado pequeños como para preocuparse por ellos. Además, había pedazos bastante grandes que el sistema había etiquetado como los restos de los cruceros ligeros y los cruceros pesados situados dentro de la zona de explosión. Del radio de acción emergieron dos cruceros pesados todavía intactos, pero con los sistemas destrozados y desplazándose sin control en dirección descendente y a babor. De aquel tipo de navíos solo había cinco, situados en los extremos de la formación síndica.

Todos los cruceros de batalla síndicos de la zona de la explosión habían quedado fuera de combate, algunos hechos literalmente trizas y otros de una pieza pero con los sistemas inoperativos. De los trece cruceros de batalla síndicos con los que contaba la fuerza persecutora, nueve habían sido destruidos o bien habían quedado inservibles.

Por otra parte, de los treinta y un acorazados síndicos, veinte habían quedado dentro del radio de la explosión. De ellos, ocho todavía estaban intactos, pero inoperativos. Otros nueve estaban gravemente dañados, todavía temblando por el daño sufrido y con muchos sistemas inoperativos pero sorprendentemente enderezados. Los otros tres también habían sufrido daños, pero parecían estar todavía en condiciones de luchar.

—Parece que la suerte ha cambiado de bando —dijo Desjani. Sus ojos refulgían con el ansia del combate mientras las fuerzas enemigas comenzaban a reagruparse.

Había posibilidades de que el director general síndico al mando de la flotilla que los perseguía hubiese muerto con la explosión de la flotilla Herida o que estuviese en una nave con todos los sistemas destruidos y fuese incapaz de comunicarse con el resto de sus unidades. Sin un mando, las naves síndicas supervivientes siguieron ejecutando sus últimas órdenes y se lanzaron sobre las naves auxiliares de la Alianza. En aquel momento su formación parecía el perfil de una caja, con el centro destruido y quedándose atrás mientras las demás naves avanzaban.

La
Furiosa
y la
Implacable
, cuya carga desesperada se dirigía en aquel momento contra un enemigo bastante diezmado, desgarró uno de los lados de la caja vacía, concentrando sus disparos sobre los acorazados síndicos más adelantados en aquel abrir y cerrar de ojos en que estuvieron a tiro. La escolta de los cruceros de batalla de la Alianza se centró en las unidades ligeras síndicas, y eliminaron unas cuantas naves de caza asesinas y un par de cruceros ligeros.

En cuanto las naves de la capitana Crésida se alejaron vertiginosamente y comenzaron a ejecutar una maniobra tremendamente acusada de viraje para lanzarse en otra ráfaga sobre los síndicos, el acorazado enemigo, que había recibido salvas continuas de misiles espectro, metralla y lanzas infernales, comenzó a escorarse, con los sistemas de propulsión al máximo de su capacidad pero con la parte delantera destrozada.

—Detectados impactos sobre la
Furiosa
. Una batería de infernales y un proyector de campos de anulación inutilizados —anunció el consultor de combate con voz clara—. Registrada la pérdida de dos baterías de lanzas infernales y daños poco importantes en uno de los sistemas de propulsión de la
Implacable
. Ambos cruceros de batalla han agotado sus misiles y su metralla en la pasada. Registrada la pérdida de los sistemas de combate de la Utap, aunque mantiene capacidad de maniobra. Registrados daños serios en la Arbalesta y en la Pico de Cuervo aunque pueden seguir a su formación.

Dos minutos después, las subformaciones de la Alianza alcanzaron el punto de interceptación. El capitán Tulev avanzó con la
Leviatán
, la
Decidida
, la
Dragón
y la
Valiente
contra otro de los bordes de la formación enemiga. Los cruceros de batalla de la Alianza volvieron a concentrar sus disparos. Un acorazado síndico recibió un daño considerable, y uno de los cruceros de batalla enemigos que quedaban operativos salió despedido a la deriva con los sistemas inoperativos.

La siguiente ráfaga fue cosa de Duellos y sus naves, la
Osada
, la
Formidable
y la
Atrevida
, que causaron daños serios en otro acorazado síndico. A continuación llegaron los cinco cruceros de batalla que quedaban de la Sexta y Séptima División, que destrozaron a los tres cruceros de batalla síndicos restantes.

Después llegó el turno de la Cuarta División de Cruceros de Batalla. Aunque era más que importante que el
Intrépido
llegase sano y salvo al espacio de la Alianza, a Geary no se le ocurrió una excusa para que no participase en el combate. Aunque les hubiese dicho a todos que la nave transportaba la llave hipernética síndica, la tripulación habría protestado de todos modos, quejándose por no ocupar el lugar que se merecían en combate, y habrían sufrido la vergüenza de quedar relegados fuera de la batalla.

Eso sin mencionar lo avergonzada que se sentiría Tanya Desjani. Conociéndola, habría renunciado a su puesto antes de sufrir aquella ofensa.

Habían escuchado sus palabras y también habían aprendido algunas lecciones, pero si los presionaba demasiado acabarían rebelándose contra lo que ellos veían como una humillación. Era un hecho que Geary tenía que aceptar.

El
Intrépido
, el
Arrojado
y el Victorioso se abalanzaron sobre la formación síndica que contenía a un acorazado ya bastante dañado y al único crucero de batalla síndico que quedaba. Los navíos de combate de la Alianza viajaban a casi cero con cero ocho c, y los síndicos todavía algo por encima de cero con uno, por lo que el instante que duró la pasada fue tan breve que los sentidos no pudieron captarla. Primero los síndicos estaban ante ellos, y un instante después ya estaban detrás. El
Intrépido
todavía temblaba por los impactos recibidos durante los milisegundos en los que había estado dentro del área de disparo enemiga.

—Fallos registrados en los escudos de la zona delantera y de babor —informó el consultor de control de daños—. Armamento perdido en la batería de lanzas infernales Alfa Uno. Daños estructurales registrados en los sectores cuarenta y cinco y uno veintisiete.

—Muy bien —dijo Desjani, con los ojos clavados en el visor, que mostraba el resultado de las ráfagas que los cruceros de batalla de la Alianza acababan de realizar. En su cara se dibujó una sonrisa fiera—. ¡Premio!

Geary se encontró a sí mismo sonriendo también. El último crucero de batalla síndico estaba expulsando cápsulas de escape, y acto seguido explotó al sobrecargarse sus núcleos de energía. Por su parte, el acorazado síndico, que ya estaba dañado, había recibido todavía más impactos e iba cada vez más lento.

Pero un instante después la sonrisa desapareció. Los cruceros de batalla de la Alianza estaban dando la vuelta para realizar más pasadas, los acorazados y el resto de la flota todavía estaba llegando, y aunque las naves auxiliares y sus escoltas habían acelerado al máximo y habían virado en dirección ascendente y a un lado, los síndicos estaban a punto de entrar en el área de disparo. Tanto las naves auxiliares como su escolta iban en la misma dirección que los síndicos, que cada vez estaban más cerca, por lo que la velocidad relativa era mucho menor. El encuentro tendría lugar a una velocidad que el ojo humano podía captar.

Geary se dio cuenta de que Desjani lo estaba mirando y señaló a las naves auxiliares.

—Si las perdemos, no importará cuántos síndicos hayamos eliminado hoy. Perderemos el combate de todos modos.

—Hay que arriesgarse —dijo en voz baja.

—Lo sé.

La
Guerrera
, que ya había sufrido daños importantes tanto en Vidha como la primera vez que la flota de la Alianza había estado en Lakota, realizó una maniobra rápida para bloquear a los síndicos, que ya estaban apuntando a la
Titánica
y a la
Trasgo
. Algunas naves de caza asesinas síndicas pensaron que podrían superar al acorazado en mal estado, pero aprendieron rápidamente que a la
Guerrera
todavía le quedaban recursos, y sus lanzas infernales, todavía operativas, destrozaron a las débiles naves síndicas. Un crucero ligero enemigo que llegaba justo detrás de las asesinas intentó plantarle cara, pero acabó también fuera de combate.

No obstante, tras ellos llegaron dos acorazados síndicos casi intactos, que lanzaron sus misiles contra la
Titánica
y la
Trasgo
. Tanto la
Guerrera
como los destructores de la Alianza que estaban con ella marcaron como objetivos aquellos misiles síndicos, e interceptaron la mayoría, pero les resultó imposible entablar combate directo.

La
Guerrera
, que ya solo podía moverse de forma casi lamentable, se escoró para interponerse en el camino de los dos acorazados síndicos, que concentraron sus disparos sobre ella y en pocos segundos la destrozaron. Todos sus sistemas quedaron inoperativos. Geary maldijo en voz baja al imaginarse los estragos que aquella ráfaga habría causado en la tripulación de la nave de la Alianza.

Solo quedaban la
Conquistadora
, la
Orión
y la
Majestuosa
junto con unos cuantos cruceros pesados, ligeros, y los destructores que las acompañaban. La
Conquistadora
, al ver como habían destruido a la
Guerrera
, pareció quedarse inmóvil, y mantuvo la misma velocidad y curso que los dos acorazados síndicos, cada vez más cerca. La
Orión
comenzó a deslizarse en dirección ascendente, y luego se dirigió hacia la
Conquistadora
como si intentase ponerse a cubierto cerca de aquel acorazado todavía intacto.

Geary nunca sabría qué intentó hacer la
Majestuosa
. ¿El último acorazado de retaguardia que quedaba estaba intentando virar para enfrentarse al enemigo, o estaba escapando? En algunos momentos, en los más benévolos, se imaginaba a la tripulación de la nave y a su oficial al mando inspirados por el sacrificio de la
Guerrera
, llenos de valentía y dispuestos a enmendar los errores que habían cometido en el pasado. Sin embargo, fuese cual fuese su verdadera intención, pagó el precio más alto por no haber llevado a cabo las reparaciones del armamento y las defensas a buen ritmo.

Los acorazados síndicos lanzaron una oleada de misiles sobre la
Majestuosa
con el fin de sobrecargar sus defensas. Finalmente tres misiles consiguieron impactar directamente sobre la nave y destrozar sus unidades de propulsión. Entonces el navío de la Alianza, fuera de control, viró hacia arriba dando vueltas, mientras el acorazado síndico alteraba su curso para aproximarse a la indefensa nave y ponerse al alcance de lanzas infernales. La metralla colapsó lo que quedaba de sus escudos, y finalmente las infernales penetraron en un casco reparado de forma inadecuada, lleno de puntos flacos.

Geary observó cómo la
Majestuosa
se iluminaba una y otra vez. Poco a poco la imagen del acorazado comenzó a desaparecer bajo la lluvia de misiles síndicos, metralla, y una incesante tormenta de lanzas infernales que hicieron añicos a la nave de la Alianza. Luego hubo una gran explosión que iluminó el espacio durante unos instantes como resultado de los núcleos de energía de la
Majestuosa
colapsando ante tal estrés.

Finalmente la luz se apagó, y en su lugar apareció un campo de restos entre los cuales quedaban todavía misiles síndicos que buscaban infructuosamente su objetivo.

—Joder —dijo Desjani entre dientes. Geary no supo si lo decía por los síndicos que acababan de destruir a la
Majestuosa
o por la tripulación y los oficiales de la nave de la Alianza que se habían condenado.

La
Conquistadora
, todavía fijada en la misma trayectoria, seguía atacando a las unidades ligeras síndicas que entrasen en su área de disparo. Por su parte, la
Orión
se había movido en dirección ascendente, por lo que estaba tan lejos como la
Conquistadora
, lo que la dejaba en una posición bastante inútil en lo que respectaba a la defensa de las naves auxiliares. Los cruceros pesados de la Alianza y los destructores se habían alejado de la segunda, y avanzaban a través de la escolta síndica intentando alcanzar a la
Titánica
y a la
Trasgo
. Estas, por su parte, hacían todo lo posible por defenderse, que desgraciadamente no era demasiado. Un misil síndico alcanzó de pleno a la
Trasgo
e hizo que se estremeciese. Otra nave asesina consiguió acercarse lo suficiente como conseguir dos impactos de lanzas infernales sobre la
Titánica
antes de que el destructor de la Alianza, el
Represalia
, apareciese desde arriba e hiciese saltar por los aires a la nave síndica gracias a varios disparos bien calculados.

Geary tardó un rato en darse cuenta de que la muerte de la
Majestuosa
quizá no había sido en vano.

—Cuando los síndicos fueron a por la
Majestuosa
, tuvieron que modificar su trayectoria, por eso les lleva más tiempo alcanzar a la
Titánica
y la
Trasgo
.

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