Valiente (18 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

—Intente comunicarles a los supervivientes que los destructores están en camino.

—Sí, señor. Ahora mismo estamos estableciendo comunicación con las cápsulas de escape que salieron de la
Guerrera
. Intentaremos pasar el mensaje a través de ellas.

Geary asintió con la cabeza, ausente. Se imaginaba la escena en la nave de la Alianza, con los tripulantes que todavía podían trabajar intentando mantener el núcleo bajo control mientras los demás esperaban en los restos el rescate o la muerte.

—¿Está el comandante Suram en una cápsula de escape? —preguntó Geary, pese a imaginarse la respuesta.

—No, señor. El oficial de más rango a bordo de las cápsulas es el teniente Rana, gravemente herido.

Se sintió algo distante mientras veía los símbolos de las cápsulas de escape escapando a toda velocidad en dirección contraria a la
Guerrera
, con la mente obnubilada por todas las bajas que habían sufrido ese día. Las cápsulas estaban diseñadas para acelerar lo más rápido posible y alejarse de la nave original, ya que se había asumido que la distancia podía ser crítica, y en este caso al menos era verdad.

—¿Cuánto falta para que las cápsulas de escape estén fuera del área estimada de explosión de los núcleos de energía de la
Guerrera
?

—Cinco minutos, señor. La estimación se basa en lo que sabemos del estado de sus núcleos de energía y de la información que nos está llegando.

Siete minutos después, con los destructores del Vigésimo Escuadrón todavía situados a dieciséis minutos de distancia, Geary vio desaparecer a la
Guerrera
en una esfera de luz y escombros. Se aseguró de que las cápsulas estuviesen suficientemente lejos como para evitar la zona de peligro, cerró los ojos y suspiró profunda y lentamente. Después contactó con la Jabalina.

—Capitán de corbeta Pastak, su nueva misión es recoger las cápsulas de escape de la
Guerrera
. Estaban suficientemente cerca de la explosión de los núcleos como para haber sufrido algún daño. Gracias a todas sus naves por su esfuerzo, de veras, gracias.

Al poco tiempo, Pastak asintió con aspecto lúgubre. Geary se recostó en su asiento y volvió a cerrar los ojos.

—¿Señor? —le susurró Desjani. Geary sacudió la cabeza, negándose a contestar. Un momento después se cogió el antebrazo con una mano y apretó con fuerza para sentirse desahogado durante un instante. Ella sabía cómo se sentía, y de algún modo le hacía más fácil sobrellevarlo.

Capítulo 5

Geary suspiró a medida que la tensión de tener que preocuparse por el desenlace de la batalla se convertía en el dolor de tener que enfrentarse al resultado de esta. Se sentía increíblemente pesado, como si hubiese pasado casi una semana en vez de un día en el puente de mando del
Intrépido
.

—La fuerza de guardia síndica está a unos treinta minutos luz de la puerta hipernética —dijo Desjani con un tono de voz que evidenciaba su cansancio—. Si mantienen esa velocidad, llegarán en unas cuatro horas y media.

—Bien. —Geary se frotó los ojos y miró al visor. En aquel momento la fuerza síndica estaba a casi dos horas luz de la flota de la Alianza. Si estuviesen más cerca, mucho más cerca de hecho, tendría que preocuparse de si intentaban una carga contra el
Intrépido
y las naves auxiliares, pero a esa distancia les llevaría casi un día acercarse antes siquiera de lanzar la carga—. Supongo que podemos decidir luego qué hacer con respecto a ellos.

No daba la impresión de que hubiese mucho más de lo que preocuparse. Parecía evidente que la fuerza de guardia síndica iba a pegarse a la puerta hipernética, igual que la última vez que la flota de la Alianza había estado en el sistema estelar Lakota. Además, la puerta estaba a unas dos horas luz y media a babor de la flota de la Alianza. Por su parte, el planeta habitado del sistema orbitaba en el lado opuesto de la estrella con relación a la flota de la Alianza, a casi dos horas luz y cuarto de estribor. Las dotaciones militares síndicas no serían una amenaza siempre que no se acercasen al planeta habitado, y Geary no tenía intención de hacerlo.

Por lo demás, la presencia síndica del lugar empezó a dejarse de notar en cuanto la luz fruto de la batalla alcanzaba las distintas zonas del sistema estelar Lakota. Las naves mercantes escapaban con la intención de guarecerse en cualquier lugar que estuviera a su alcance. Las colonias y las instalaciones mineras de los planetas exteriores estaban dejando fuera de servicio el equipamiento y enviando a la población a los refugios. Estaban acostumbrados a que la Alianza bombardease sus planetas, por lo que las gentes de Lakota se esperaban lo peor. No es que fuese lo que iba a suceder, pero por el momento a Geary no le apetecía decírselo.

Alrededor del
Intrépido
, las dispersas naves de la Alianza realizaban reparaciones de emergencia y se ocupaban de las naves enemigas que habían quedado fuera de combate pero que no habían sido destruidas, asegurándose de que sus núcleos de energía se sobrecargasen. No iban a dejar nada para los síndicos. Los transbordadores iban y venían entre las naves de la Alianza, transportando piezas de recambio importantes para las que más lo necesitaban. Los destructores y los cruceros ligeros revoloteaban por el espacio, buscando y recogiendo todas las cápsulas de escape de las unidades de la Alianza que se habían perdido durante el combate. Había llegado a oídos de Geary que una de esas cápsulas contenía a los tripulantes que habían abandonado la Infatigable durante la primera batalla en Lakota hacía ya semanas, que luego habían sido capturados y llevados a bordo de los restos de la Audaz, que después habían sido liberados por los infantes de marina y transportados al crucero pesado Facón, para abandonarlo cuando este fue destruido y ser rescatados de nuevo por el crucero ligero Tsuba. Se preguntaba si esa gente consideraría que había tenido buena o mala suerte, y si se preocuparían por verse a bordo de naves cada vez más pequeñas.

Rione se levantó. Su expresión era adusta.

—Tengo que hacer un par de cosas. Avíseme si necesita algo —le dijo a Geary.

Eso de necesitar algo podía significar muchas cosas. La ambigüedad de la frase le hizo preguntarse si había llegado el momento de volver a compartir una relación carnal. Entonces Geary vio a Desjani apretar los dientes durante un instante, con los ojos clavados en el visor, antes de relajarse. Parecía que había interpretado la frase de un modo que no le había gustado. Geary ya había percibido ese tipo de reacciones en ella en otras ocasiones y se preguntaba si Desjani estaría más preocupada por la influencia que Rione tenía sobre él de lo que pensaba.

Tampoco podía ponerse a hablar sobre aquel tema allí mismo, por lo que se giró hacia Rione y sacudió la cabeza.

—Estaré bien, no se preocupe. Vaya a descansar un rato.

Desjani se relajó una vez que Rione se marchó.

—Usted también debería descansar, señor.

—Hay bastantes asuntos de los que ocuparse ahora que ha terminado el combate —le respondió Geary.

—Podemos ocuparnos nosotros. Ya ha ordenado a las naves que se dispongan en formación Delta Dos en cuanto terminen sus operaciones postcombate. Pueden hacerlo sin que los supervise todo el tiempo. Incluso la
Orión
y la
Conquistadora
pueden llevar a cabo sus tareas si no están a tiro.

—Sí, supongo que tiene razón. —Geary se levantó y se sorprendió de lo inestable que se sentía de pie—. Y usted, ¿va a descansar?

Desjani hizo una mueca, excusándose.

—Yo soy la oficial al mando del
Intrépido
, señor.

—Claro, y los capitanes de los navíos de combate nunca descansan. —Vaciló, pero finalmente hizo la pregunta que tanto había evitado—: ¿Cuántos ha perdido el
Intrépido
?

Ella suspiró profundamente y respondió con voz firme.

—Doce. Hemos tenido suerte. Otros diecinueve están heridos, dos de ellos de gravedad.

—Lo siento. —Geary se frotó la frente. Solo se le ocurrían frases sin sentido sobre el honor del sacrificio. Eran doce tripulantes que no volverían al espacio de la Alianza; que no volverían a ver sus casas, ni a sus familias, ni a sus seres queridos. Habían sido doce en una nave poco dañada. Si se multiplicaba ese número teniendo en cuenta el resto de la flota, aquella gran victoria, de repente, dejaba de ser motivo de alegría.

Quizá Desjani se sintiese del mismo modo. Como si leyese su mente, sacudió la cabeza.

—Supongo que ahora mismo todos estamos un poco conmocionados, señor. Pero mañana podremos verlo claramente y apreciar lo que hemos conseguido. Ahora mismo solo intento seguir adelante.

—Los dos, usted y yo. —Se rascó el pescuezo—. ¿Qué iba a hacer?

—Descansar, señor —respondió Desjani.

—Si es capaz de recordarlo, es que está mejor que yo. Volveré dentro de un rato.

—Sí, señor.

—Llámeme en una hora o así.

—Sí señor.

—En serio, capitana Desjani.

—Sí, señor.

Abandonó el puente de mando, seguro de que Desjani ya tenía decidido no llamarlo a menos que se presentase una emergencia, pero estaba demasiado cansado como para seguir discutiendo.

La alerta del intercomunicador del camarote sonó con fuerza, por lo que Geary se despertó de repente. Se había quedado dormido en una silla y le llevó un momento enderezarse antes de aceptar la llamada.

—Capitán Geary —comenzó Desjani—, hay un problema con la puerta hipernética.

Súbitamente se despertó del todo.

—¿Refuerzos síndicos?

La flota no estaba preparada para otra batalla importante. Los alienígenas que había al otro lado del espacio síndico ya habían mandado una fuerza de gran tamaño al sistema estelar Lakota la última vez que la Alianza había estado allí, desconcertándolos pero dándoles a la vez la oportunidad de destruir a su flota. Y casi lo consiguen. La primera vez habían sabido de algún modo que la flota de la Alianza se dirigía a Lakota, pero al saltar directamente de vuelta deberían haber despistado el sistema de rastreo de los alienígenas.

—No, señor. —La tranquilidad que sintió al escuchar aquello se desvaneció en cuanto Desjani pronunció las siguientes palabras—. La fuerza de guardia síndica está destruyendo la puerta.

Geary llegó al puente de mando en un tiempo récord. Se paró ante su asiento y miró las imágenes de la pantalla. Le llevó un rato aceptar lo que estaba viendo. Tal y como Desjani le había dicho, la fuerza síndica que estaba en la puerta hipernética había abierto fuego contra ella.

—Están atacando la puerta mientras estamos a horas luz de distancia. —Su incredulidad era evidente.

Desjani estaba mirando su propio visor. Entonces hizo un gesto de desdén.

—La persona al mando de esa fuerza síndica está aterrorizada. Tiene órdenes de que no nos dejen llegar hasta ella y por eso la está destruyendo antes de que hagamos nada.

—¡Pero nuestra flota está tan lejos que incluso es posible que no suframos daños por la explosión! —Geary se quedó mirando a la representación de la fuerza de guardia enemiga—. Y sus naves están justo ahí, al lado. ¿Por qué suicidarse cuando no es necesario?

Entonces fue Rione quien contestó, con un tono de voz cortante. No se había dado cuenta de que había llegado al puente de mando, pero seguramente habría entrado justo detrás de él.

—Está claro que el comandante síndico no sabe lo que va a pasar cuando se destruya la puerta hipernética. No le han informado, ya sea por un inapropiado sentido de la confidencialidad o porque nadie pensó en hacerlo después de que esta flota estuviese aparentemente a punto de ser destruida en este mismo sistema hace casi un par de semanas.

Desjani tomó la palabra como si hablase para sí misma.

—O porque el Consejo Ejecutivo síndico no quiere que los comandantes sepan lo que pasaría para asegurarse de que siguen la orden sin rechistar.

Geary tenía la impresión de que la opción de Desjani era la correcta. Los líderes síndicos querrían asegurarse de que la flota de la Alianza no llegase a una puerta hipernética, por lo que habrían decidido ocultar cualquier información que pudiese hacer dudar a sus comandantes sobre llevar a cabo la orden de destruir la puerta, o no.

—Por lo tanto —continuó Rione como si Desjani no hubiese dicho nada—, la persona al mando está yendo a lo seguro, aterrada ante la posibilidad de que esta flota vuelva a hacer algo que se supone que es imposible, sin saber que su opción los condenará.

Geary se giró hacia ella.

—¿Está diciendo que los síndicos van a lo seguro porque creen que esta flota puede conseguir hacer lo imposible? —preguntó.

Rione lo miró fríamente.

—No me eche la culpa; es usted quien lo consigue.

Era evidente que seguir discutiendo con Rione sería infructuoso, como siempre. Entonces se paró a pensar durante un rato, y llamó a la
Furiosa
.

—Capitana Crésida, ¿podría ofrecerme una estimación del tiempo que le llevaría a la fuerza de guardia síndica hacer que la puerta hipernética explote?

Varios segundos después apareció la imagen Crésida asintiendo.

—Un momento, señor. —Miró a uno de los lados, observando algo con detenimiento, y luego se giró de nuevo hacia Geary—. Suponiendo que sigan disparando y destruyendo los ronzales al ritmo actual, según mis cálculos empezaría a desencadenarse la explosión descontrolada en unos veinte o treinta minutos. Siento no poder ser más precisa, pero la estimación es sobre todo teórica, puesto que prácticamente no tenemos información sobre el proceso de explosión de las puertas hipernéticas.

Veinte o treinta minutos. Y la puerta estaba a dos horas luz y media de distancia.

—Entonces probablemente explotó hace unas dos horas.

Unos cuantos segundos después, Crésida volvió a asentir con la cabeza.

—Así es, señor.

—¿Existe algún modo de calcular la intensidad de la descarga de energía antes de que nos alcance?

—El pulso energético se va a propagar hacia fuera a la velocidad de la luz, capitán Geary. —Crésida negó con la cabeza—. Lo sabremos cuando nos alcance, que podría ser en unos veinte minutos.

No tenían mucho tiempo para reaccionar. Geary se giró con un movimiento rápido hacia Desjani.

—Trace un curso opuesto a la localización de la puerta hipernética.

Mientras ella hacía lo que le había pedido, él analizó la imagen que le mostraba la pantalla, observando la posición de las naves hasta darse cuenta de que no tenía tiempo para ordenarlas.

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