Cuando la miré a los ojos estaba llorando. Se fue sin decir nada.
Naturalmente, no la seguí. No iba a volver a Somalia. No iba a ir a ninguna parte. Era demasiado tarde para los antibióticos, demasiado tarde para todo, Pero no estaba preparado para rendirme. Me senté en el suelo y me froté la cara con ambas manos y pensé en lo que había sucedido y en lo que iba a suceder durante mucho rato.
En un momento dado se me quedó dormida la pierna. Luché por ponerme en pie maldiciendo sin parar, cayéndome y llorando un poco. Mantuve la esperanza de sacudirme el hormigueo. Estaba totalmente convencido de que llegaría la sensación de pinchazos que se siente cuando vuelve a circular la sangre. Pero no llegó.
Sólo para tener algo que hacer busqué un bloc de hojas amarillas y un bolígrafo y comencé a escribir esto. Escribí todo lo que había pasado, tal y como pasó, desde que te abandoné, Sarah. Me llevó horas. Sigo teniendo la pierna dormida. Las luces parpadeaban de vez en cuando y me preocupé al pensar que estaría atrapado en la oscuridad en mis últimas horas. Hasta el momento estoy bien, pero, oh, espera…
Acabo de vomitar sangre ahora mismo. Mi cuerpo está cediendo.
Por favor, doctor. Sólo una hora más. Sólo un minuto más.
Sólo…
Vale, he vuelto, Sarah. Necesitaba desmayarme durante un rato. Ahora he vuelto y me encuentro mucho mejor, un poco mareado y olvidadizo, quizá. Un poco hambriento. Lo bastante bien para poder acabar esta carta, aunque ahora me está costando muchísimo sujetar el bolígrafo. Tengo la cabeza de Gary encima de la mesa, enfrente de mí, observándome mientras escribo. No se mueve ni nada, pero no le hace falta. Él está ahí dentro, odiándome, odiando a Ayaan, odiando a Mael. Culpando a todo el mundo de su caída salvo a sí mismo. Es exactamente igual a mí, Sarah. Los dos hemos mirado a la muerte a la cara; a la muerte apacible, apropiada, en su hora, y ambos hemos dicho «no» porque estábamos asustados.
Probablemente te preguntarás algo, o lo harías si estuvieras leyendo esto. Seguramente te preguntarás cómo sé qué está pensando él. Cómo he podido escribir todos esos fragmentos desde su punto de vista, describiendo cosas que nunca he visto ni he experimentado.
Quizá pienses que me lo he inventado todo.
O tal vez ya lo sepas. Quizá sepas que en la habitación de al lado del dispensario hay una unidad de emergencias. Una habitación llena de camas de hospital y todo el equipo necesario para mantener a alguien con vida hasta que se le pueda trasladar al hospital más cercano.
Equipos como máquinas de ventilación asistida y de diálisis.
Por favor. Dame sólo un minuto más.
— FIN —
David Wellington
es licenciado en escritura creativa por la Universidad Penn State. En la actualidad, trabaja como archivista para Naciones Unidas en Nueva York.
Visita sus páginas web:
www.davidwellington.net
y
www.thirteenbullets.com
[1]
Escuela musulmana de estudios superiores.
[N. de la T.]
[2]
Cahta edulis:
arbusto originario de África oriental cuyas hojas se mascan produciendo un efecto estimulante.
[N. de la T.]
[3]
Tienda de comestibles.
[N. de la T.]
[4]
En castellano en el original.
[N. de la T.]
[5]
Escopeta automática para fines deportivos.
[N. de la T.]
[6]
Espada de la mitología celta.
[N. de la T.]
[7]
Torre circular escocesa de la Edad de Hierro.
[N. de la T.]
[8]
Látigo de armas
, era un arma compuesta de una vara que acababa en unas bolas con púas unidas al mango por una cadena.
[N. de la T.]
[9]
Es el acrónimo de Department of Homeland Security que corresponde al Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
[N. de la T.]