Anatomía del crimen. Guía de la novela y el cine negros (14 page)

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Authors: Mariano Sánchez Soler

Tags: #Ensayo

Ante la visión del crimen, Steve Carella no tiene pensamientos maniqueos, sino profesionales. «Por favor, que no se trate de un loco —suplica el personaje—. Por favor, que sea un individuo normal el que los mató, por un motivo plausible».

Cartel americano de
Los pájaros
.

L
OS ÚLTIMOS POLICÍAS

Esta característica de los policías de McBain tiene una gran importancia para la actual novela criminal española, sin ninguna tradición en cuanto a literatura policíaca por razones obvias. Durante décadas, la policía en nuestro país siempre estuvo al servicio político del poder autoritario; difícilmente podía imaginarse a un inspector de izquierdas, que respetara los derechos constitucionales de los detenidos y que investigara con métodos modernos y no a golpes. Hasta que el sistema democrático se ha estabilizado en nuestro país, los policías de base difícilmente podían ser los protagonistas de una novela que no fuera reaccionaria. Hoy, tal posibilidad existe, aunque al enfocarlo ocupa un lugar preferente el tema de la corrupción policial, algo que en Estados Unidos, por ejemplo, es ya un tema viejo.

Los sindicatos policiales españoles son ya organizaciones de masas, algunos comisarios están afiliados al partido socialista y existe una nueva promoción de inspectores que no tienen el tufillo antidemocrático de antaño. En España, además, los policías son los únicos personajes que tienen acceso a la investigación criminal. Nadie, excepto ellos, puede investigar un asesinato. La figura del detective privado surge en la novela policial española más por un proceso de mimetismo hacia la norteamericana que por una existencia real en nuestra sociedad. Los «huelebraguetas» españoles se dedican a cazar maridos infieles y a realizar espionaje industrial encubierto. Muchos de ellos son expolicías de filiación política ultraderechista o agentes en activo a la búsqueda de un sobresueldo.

Los dos personajes que, según mi punto de vista, tienen alguna entidad en la novela criminal española son esos inspectores jóvenes que conviven con los restos de otra generación, y los delincuentes, con su élite de atracadores al frente. Ambos personajes conectan con el universo de McBain y enlazan de alguna manera con la mejor novela picaresca española, el género de aventuras, y la épica social y crítica de otros siglos. A estas conclusiones llegó mucho antes el maestro McBain. Como siempre pasa en la literatura y en la vida, llueve sobre mojado.

Muchas de sus novelas han sido llevadas al cine. Él mismo fue guionista de Hitchcock en la película
Los pájaros
. También la televisión le debe algunas de sus mejores producciones. La ya clásica serie
Canción triste
de
Hill Street
es una copia no confesada (para escamotear el pago de derechos del autor) de la comisaría del
Distrito 87
. El propio McBain ironiza sobre este plagio no declarado: el capitán Furillo es italiano con una «r» y dos «l» en su nombre como Carella. Meyer Meyer se parece a Goldblum —judío y calvo—; el policía corrupto de televisión, Charlie Weeks, es un sosias del
mcbainiano
Ollie Weeks… La ciudad imaginaria de la Costa Este norteamericana que aparece en
Hill Street
es idéntica a la «inventada»
Isola
de McBain (una mezcla de Nueva York y Chicago).

Muchas historias de la serie televisiva parecen sacadas directamente del universo policial del
Distrito 87
. Ed McBain lo pone en boca de dos de sus personajes en
Relámpago
:

«—Me tiene preocupado de verdad lo mucho que
Hill Street Blues
se parece a nosotros. En serio, Meyer, nosotros somos polis de verdad, ¿o no?

»—Yo diría que sí, que somos polis de verdad, en efecto dijo Meyer.

»—Y esos fulanos son una invención, que usan nombres que se parecen a los de los polis "de verdad" en una ciudad "de verdad". No es justo, Meyer».

D
IEZ NOVELAS RECOMENDABLES PARA ENTRAR EN LA COMISARÍA DEL
D
ISTRITO
87

  • Odio (Cop Hater
    , 1956). Cosecha Roja. Ediciones B. Barcelona, 1989.
  • El atracador (The Mugger
    , 1956). Planeta. Barcelona, 1985. Edición en catalán:
    El pispa
    . La Cua de Palla. Edicions 62. Barcelona, 1985.
  • Con el verano llegó la muerte (See Them Die!
    , 1960). Luis de Caralt. Barcelona, 1976.
  • El ritual de la sangre (Lady, Lady, I Dit It!
    , 1961). Ediciones B. Barcelona, 1989. Edición en catalán:
    El ritual de la sang
    . Cua de Palla. Edicions 62. Barcelona, 1983.
  • Celos criminales (Like Love
    , 1962). Plaza y Janés, Barcelona, 1995.
  • Ojo con el Sordo (Let's Hear it for the Deaf Man
    , 1973). Ediciones B. Barcelona, 1987.
  • Calipso mortal (Calypso
    , 1979). Col. Alfa 7. Laia. Barcelona, 1988.
  • Calor (Heat
    , 1981). Destino. Barcelona, 1986.
  • Hielo (Ice
    , 1983). Destino, Barcelona, 1985.
  • Veneno (Poison
    , 1987). Cosecha roja. Ediciones B. Barcelona, 1988.

James Cagney y Humphrey Bogart en una imagen promocional de
Los violentos años veinte
.

9
De qué hablamos cuando decimos «cine negro»

E
l género negro, en cine y literatura, ha evolucionado con el tiempo, adaptado a la renovación de las temáticas y a las nuevas realidades sociales: el crimen organizado, las costumbres sexuales, la universalización y la democratización de la cultura de masas… No existe otro género narrativo en el que la influencia mutua entre cine y literatura sea tan clara como en las novelas y películas del género negro policial. Unas se alimentan de las otras en un acto de «canibalización», que diría Raymond Chandler. Basta recordar a los numerosos novelistas del género policíaco que han trabajado como guionistas cinematográficos (Hammett, Chandler, William Riley Burnett, Jim Thompson, Jonathan Latimer, James Hadley Chase, James M. Cain, Steve Fisher, Donald Westlake, Elmore Leonard…) y/o cuyas obras literarias se han convertido, también, en clásicos del cine.

Cartel de
Asalto y robo al tren
, primera película de temática criminal de la historia del cine.

En muchos países las claves del género se han adaptado a sus características sociales diferenciadas, a su peculiar manera de entender la violencia, el orden/desorden, la justicia, los delitos o la muerte como consecuencia de la actividad humana. En otros, los cultivadores del género se han conformado con practicar el mimetismo hacia los modelos norteamericanos. Y con esta narrativa se ha producido una explosión mundial de excelente literatura y de magnífico cine que llega hasta hoy con una vitalidad sin discusión. Junto a los cineastas norteamericanos básicos (Huston, Walsh, Preminger, Siodmak, Hawks, Welles…), han cultivado el género autores europeos como Jean Pierre MelviUe, Truffaut, Wenders, Frears, Malle, Rossi, Chabrol, Costa-Gavras, Godard, Leone… que han realizado filmes inigualables dentro del género, ya sea experimentando, visitándolo a su manera (incluso en forma de western) o, simplemente, recurriendo a sus claves.

Cartel de
La ley del Hampa
, de 1927

Es el destino seguido por el llamado «cine negro», que comparte con la literatura su confusa amalgama de apelativos: thriller, policíaco, enigma,
detective story, trough story, crook story, police procedural
, misterio, intriga, suspense., y que no pone de acuerdo a los especialistas sobre el nombre que debe definirlo. Ya nos habíamos referido con anterioridad a este jeroglífico. Pero pongamos dos ejemplos. En Francia, donde acuñaron el término
filme noir
, se denomina
polar
. En Italia,
giallo
—como el cine italiano de terror—, por el color de las portadas de las publicaciones populares donde empezaron a divulgarse las historias de crímenes. Los anglosajones utilizan mayoritariamente la palabra
thriller
, derivada de la palabra
thrill
: emoción, estremecimiento. Con ella, muchos pretenden abarcar el género por completo (películas de gánsteres, suspense, misterio, cine negro clásico…) y se refieren a todas aquellas películas relacionadas con la intriga y las persecuciones. Pero el asunto sigue sin satisfacer a todos, ya que bajo este paraguas se cobijan películas fantásticas, de terror, pesadillas psicológicas, comedias de humor negro… Por este motivo se suele hablar del thriller policíaco, para distinguirlo de temáticas fantásticas, sobrenaturales o de pura casquería que también utilizan esa etiqueta.

Sin duda, sería más adecuado, e incluso más científico, hablar de novela y cine criminal, con una definición que englobara todas las «sensibilidades» del género, todos sus matices. Sin embargo, la diosa Fortuna, cuando se trata de nomenclaturas, suele ser caprichosa. En 1946, la crítica francesa acuñó con éxito el término cine negro,
filme noire
, para referirse a las películas que llegaron a las pantallas en el verano de aquel año:
El halcón maltés
, de John Huston;
Laura
, de Otto Preminger,
Historia de un detective
, de Edward Dmytryk;
Perdición
, de Billy Wilder;
La mujer del Cuadro
, de Fritz Lang… Filmes de contenido ambiguo en los que se retrata la parte oscura de la sociedad, de estética expresionista. Formalmente se crea un malestar específico, atmósferas de pesadilla, visión metafórica, crónicas de la realidad
[19]
. Esta denominación hizo furor en España. Desde entonces, llamamos genéricamente cine negro a todas las películas de esta temática, con policías, detectives, presos, delincuentes de cuello blanco, asesinos, gángsteres.

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