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Authors: Jordi Sierra i Fabra

Tags: #Ensayo, Historia

Cadáveres bien parecidos (Crónica negra del rock) (11 page)

En enero de 1961 los Beat Brothers se agruparon de nuevo y apoyados por sus incondicionales ofrecieron un gran concierto en el Litherland al que siguió su debut en la Caverna. En abril y con George Harrison mayor de edad, regresaron a Hamburgo, esta vez para recalar en el Top Ten Club.

Fue entonces cuando un rockero llamado Tony Sheridan les contrató como conjunto de soporte para grabar un LP, considerado siempre y de forma fantasmal como «el primero de los Beatles». En estos mismos días Astrid hace unas fotografías al grupo y les peina con el cabello hacia adelante.

Así nació el mundialmente famoso peinado Beatle, con el flequillo sobre la frente. A la hora de regresar a Inglaterra un enamorado Stu Sutcliffe decidió no volver con ellos y se quedó al lado de Astrid. Era verano de 1961.

Nadie sabía entonces que a causa de una pelea (una de tantas) en la que los Beatles se vieron atacados por un grupo de gamberros con palos y piedras, Stu Sutcliffe tenía un tumor cerebral motivado por un golpe desafortunado.

Los Beatles volvieron por tercera vez a Hamburgo al comenzar 1962, decepcionados porque ninguna compañía discográfica quería saber nada de ellos. Estaban en Hamburgo cuando recibieron la llamada de Astrid Kirchner el día 10 de abril: Stu había muerto víctima de un colapso. La autopsia detectó el tumor cerebral que le causó el triste desenlace. Apenas unos días después Brian Epstein les hizo regresar a Inglaterra apresuradamente pues la EMI iba a hacerles una prueba.

Stu Sutcliffe, el quinto Beatle, desapareció justo en la antesala de un éxito que pudo haber sido suyo.

Brian Epstein, que se convirtió en ese quinto Beatle históricamente hablando, desapareció en cambio en el penúltimo acto de la carrera del grupo. Y es que no sólo vivían a ritmo de rock los músicos. Los
managers
, aún siendo peones en las sombras, corrían al mismo compás.

Brian nació en Liverpool el 19 de septiembre de 1934. Según su propia autobiografía,
A cellar full of noise
, fue un 28 de octubre de 1961 cuando un tal Raymond Jones le pidió un disco titulado
My bonnie
, interpretado por «un grupo llamado Beatles». Brian, que trabajaba en el almacén paterno ocupándose del departamento de discos, pero que tenía muchas inquietudes empresariales, salió al encuentro de la fortuna y localizó a los Beatles en un antro llamado La Caverna.
My bonnie
en realidad era uno de los temas grabado por Tony Sheridan con los Beatles de acompañamiento.

Le bastó ver una actuación del cuarteto en su cuartel general de La Caverna para darse cuenta de lo que allí tenía. Impresionado por la descarnada crudeza y la simplicidad de formas de aquellos cuatro forajidos, les propuso ser su agente con un veinticinco por ciento de los beneficios. Los Beatles firmaron y la tarea de Brian no sólo consistió en buscarles una compañía discográfica para grabar, sino en pulirles lo más superfluo de su tosquedad, respetando la ironía, el talante y la intención personal de cada uno. Sus esfuerzos cuajaron en la firma de contrato con EMI y la grabación, del 4 al 11 de septiembre de 1962, del primer
single
del grupo, que editado el 5 de octubre de ese mismo año inauguró la
Era Pop
.

Brian Epstein se llevó una cuarta parte de las fabulosas ganancias de los Beatles. Fundó NEMS (nombre de su agencia de contratación y
management
) y se convirtió en los meses siguientes en el dueño de lo mejor del
pop
de Liverpool: Cilla Black, Gerry & The Pacemakers, Billy J. Kramer & The Dakotas, Tommy Quickly… Por supuesto ni sumándolos a todos ni multiplicando por diez la cifra, existía la menor comparación con el éxito de los Beatles, pero su inquietud prueba la versatilidad de Epstein para los negocios. En los cinco años siguientes llegó a ser dueño o agente de «artistas» tan raros como un torero (un inglés llamado Henry Higgings) y algunos caballos. Dirigió teatros, revistas, musicales, clubs… y antes de morir rechazó una oferta de seiscientos ochenta millones de pesetas por su empresa.

El 27 de agosto de 1967, hallándose los Beatles con el gurú Maharishi Mahesi Yogui, Brian se excedía en su dosis de píldoras y moría en la soledad de su habitación. Su presumible homosexualidad (siempre discutida), y su constante ir y venir personal, fueron en este tiempo sus únicos amigos. Su hermana Queenie heredó la gran fortuna que poseía, aunque la mayor parte estaba invertida en infinidad de negocios.

Sin Brian Epstein, los Beatles murieron. Paul quiso tomar las riendas del tinglado y al aparecer Yoko Ono por un lado y Linda Eastman por el otro, las individualidades prevalecieron sobre el germen de una unidad maltrecha y olvidada. Además: nadie les dijo lo que debían o no debían de hacer. Crearon Apple y la compañía fue un inmenso agujero por el que se evaporaron millones de libras. El 10 de abril de 1970 Paul tiró la toalla y fue el fin.

El tercer muerto del clan Beatles fue Mal Evans,
road-manager
del grupo en sus días heroicos y amigo personal e íntimo de todos ellos. Una de las personas de mayor confianza de Apple. Las causas de su trágico fin quedaron oscurecidas por esa clase de misterios legales que suele rodear a algunas operaciones, o de que se suele servir la ley cuando no sabe cómo responder a determinadas preguntas. El día 5 de enero de 1976 se encontraba en casa de su chica. La policía se presentó con intención de detenerle y, según se dijo más tarde, siempre en versión oficial, Mal Evans apareció en la puerta con un rifle en las manos.

Fue acribillado a balazos.

La muerte, para más burla, se produjo en Los Angeles, de donde él era Sheriff Honorario.

Otros personajes relacionados con los Beatles tuvieron vidas complicadas o protagonizaron incidentes fuera de lo común. El más destacado es Phil Spector, que produjo a John Lennon y a George Harrison en solitario y una década antes llegó a ser considerado el creador de una sonoridad propia en el mundo de las grabaciones. Siendo miembro del grupo Teddy Bears, en la Era del
rock and roll
, a Phil un día un grupo de gamberros se le orinó encima, amén de someterle a otras vejaciones. El trauma que recibió de esa experiencia (tenía veinte años y era un chico débil y enfermizo) motivó que dejase de actuar en público y se convirtiese en productor e ingeniero de sonido, pero también que con los millones ganados se construyese una fortaleza de donde no salía si no era acompañado de varios guardaespaldas. Su síndrome le trajo la soledad (Ronnie, su mujer, cantante de las Ronettes le abandonó) y un desquiciamiento total a lo largo de muchos años.

Queda sólo por citar algunos hechos notables que en su día fueron actualidad en el entorno Beatle, colectiva o individualmente. Aun pasando por alto las detenciones o los escarceos con la droga, principalmente en 1966 y 1967, no puede ignorarse la más famosa de todas ellas, la de Paul McCartney el 16 de enero de 1980 en Tokyo, Japón. Paul ya había sido multado el 8 de marzo de 1973 con cien libras por cultivar cannabis en su granja de Campbeltown, Escocia, pero aquel 16 de enero de 1980 se le fue la mano… y confió demasiado en su suerte. Al llegar a Japón con su grupo, Wings, para realizar una gira, un celoso miembro de la aduana olvidó la importancia de tan egregio personaje y husmeó en su maleta, encontrando para su sorpresa media libra de marihuana de primera calidad. La presunción de Paul le costó diez días de cárcel, la cancelación de la gira, la prohibición de volver a pisar Japón y… que su foto, esposado como un criminal, diese la vuelta al mundo. El único provecho fue que a nivel rebelde, McCartney recuperó un poco su jovialidad y su peso específico como artista, después de varios años de dedicarse a fabricar hijos y a cultivar una imagen de conservadora felicidad.

Los otros detalles fueron más humanos, y prácticamente de «orden interno». George Harrison le pasó (o él se la quitó… ¡mmmm!) su mujer a Eric Clapton, su mejor amigo; el mismo George, que fue el primer Beatle en lograr un número 1 en solitario con
My sweet Lord
en 1971, se enfrentó a una demanda de plagio por esta canción, y el juez dictó a favor de la acusación, por lo que tuvo que pagar seiscientos mil dólares aun considerando el tribunal «que pudo haber compuesto el tema sin ánimo de plagio, bisando inconscientemente el
hit
de las Chiffons
She's so fine
»; la muerte de Paul en 1966, defendida por los
Buscadores de Noticias y Místicos Investigadores de lo Esotérico
, para la cual presentaron veinticinco pruebas irrefutables que demostraban que Paul había muerto en 1966 víctima de un accidente y el «nuevo McCartney» era un doble al que se le practicó la cirugía estética; y como no, para finalizar y huir del simple anecdotario, la guerra Paul-John de 1971: en el LP
Imagine
se incluía una foto de Lennon sujetando un cerdo por las orejas, copia burlona de la portada del álbum
Ram
de McCartney en la que éste cogía a un carnero por los cuernos, y en el interior, John le cantaba a Paul diciéndole «Antes fuiste
Yesterday
, pero ahora sólo eres
Another day
». (
Yesterday
está considerada como la mejor composición de McCartney, y
Another day
fue su éxito en 1971), y también «Una linda cara sólo dura un año o dos». La guerra, estúpida y simple prueba de la recuperación de sus egos tras la separación del grupo en 1970, acabó con una vuelta al orden.

John Lennon, con su muerte, colocó definitivamente a los Beatles en la crónica negra del rock.

Hoy únicamente cabría preguntar una cosa: ¿qué habría sucedido si el juez Irving Kaufman, en lugar de darle la razón a John en 1975, hubiese reafirmado la orden de deportación?

9
LOS ENEMIGOS PÚBLICOS NÚMEROS 1

Los Rolling Stones aportaron a la historia del rock, además de una inyección de adrenalina en las venas, una considerable dosis de acontecimientos que van desde su contribución a la fantasía sexual y el desenfreno, hasta sus continuos escarceos con las drogas pasando por el hito negro de haber perdido, por el camino, la vida de uno de sus miembros: Brian Jones. Ellos, sin la menor duda y más que nadie, fueron el azote del rock. La mano izquierda del diablo. La vida de los Stones debería ser un primer apéndice general de esta crónica negra. Prácticamente no tiene desperdicio.

Pero para situar primero la muerte de Brian Jones y lo que fue el período álgido de su declaración como los enemigos públicos número 1, hay que estudiar y analizar ante todo el período que va desde la formación del quinteto hasta el cruce de destinos marcado al filo de 1969. Mick Jagger, hijo de un maestro de educación física y profesor de lo mismo a los dieciocho años; Keith Richard, hijo de un ingeniero electrónico y mal estudiante (fue expulsado de la Technical School y trabajó de cartero en la Navidad de 1961 como única experiencia laboral); Brian Jones, hijo de una profesora de piano y de un ingeniero aeronáutico (el mejor situado de los cinco); Bill Wyman, hijo de un albañil; y Charlie Watts, hijo de un camionero, formaron los Rolling Stones en 1962, después de pasar por innumerables grupos y de aglutinarse alrededor de Alexis Korner, uno de los pioneros del
rhythm & blues
en Inglaterra. En 1963 debutaron discográficamente. Ese mismo año John Lennon y Paul McCartney les compusieron un tema para ayudarles a dar el definitivo salto y en 1964 obtuvieron su primer número 1 con el LP
The Rolling Stones
. La leyenda había comenzado.

Otra leyenda, extra-musical, germinaba por debajo de la primera. Los Beatles eran pulcros y elegantes, los Rolling sucios y caóticos. Los Beatles llevaban cabellos largos pero correctos, los Rolling unas melenas retadoras. Los Beatles pasaron a ser «un ejemplo», los Rolling un miedo. En 1965 su llegada a cualquier ciudad iba precedida por un aviso en la prensa local: ¡Qué vienen los Stones! En multitud de artículos se lanzó una pregunta demostrativa del sentir popular hacia ellos:

¿Dejaría que su hija se casara con un Rolling Stone? Entre unas cosas y otras su aureola creció aún más fuertemente de lo que ellos, por sí mismos, hubieran logrado, especialmente si tenemos en cuenta que sus primeros escándalos no se produjeron hasta 1965.

El 18 de marzo de 1965, después de una actuación en el Romford ABC de Essex, Inglaterra, el grupo se detuvo en una gasolinera. Pidieron por los servicios y el encargado se negó a dejarles entrar. Por reto o por necesidad fisiológica, Jagger, Jones y Wyman descargaron el caudal de sus vejigas allí mismo. Fueron multados con cinco libras por cabeza.

En mayo del mismo 65 y actuando en el Ed Sullivan Show, que un año antes había visto la consagración de los Beatles, la respuesta del público fue radicalmente opuesta. Llamadas, cartas, Ed Sullivan anunciando a gritos que «nunca más». En realidad lo sucedido era una repetición del escándalo de enero en el «Sunday night at The London Palladium» de la BBC-TV en Inglaterra.

Sencillamente, los Stones eran demasiado para la sensibilidad de quienes habiendo aceptado a Elvis, el rock y a los Beatles, consideraban que su contribución a la modernidad y al acercamiento generacional era sobradamente generoso.

Millones de jóvenes en el mundo entero pensaban de muy distinta forma. Cuando
Satisfaction
puso las cosas en su sitio a lo largo de 1965, el futuro comenzó a ser viejo con los Rolling Stones.

Los Rolling compartían muchas cosas, por ejemplo a sus chicas. Anita Pallemberg fue novia de Jagger, Richard y Jones, y tuvo un hijo con el segundo. También compartían su pasión por las orgías, el cariño por los desmadres institucionalizados, el placer de sus fantasías sexuales y una lista de morbosidades que al contrario de otros no se esforzaban mucho en ocultar. En el verano de 1966, catorce hoteles americanos se negaron a aceptarles a lo largo de la gira del grupo por el país. El eco del estado en que habían quedado otros hoteles avaló tan drásticas medidas. Pero cuando en realidad se disparó la más perversa de las famas en torno a ellos fue en 1967, el año crucial de su carrera personal.

12 de febrero: Mick Jagger, su novia Marianne Faithfull y Keith Richard, son detenidos en casa de este último, en Redlands, West Wittering, sorprendidos en plena orgía con empleo de alucinógenos. Abril: enfrentamientos cruentos con la policía en un concierto. 10 de mayo: Mick Jagger y Keith Richard son detenidos por la policía en Chichester, acusados de posesión de drogas, y encerrados en la cárcel de West Sussex. El mismo día, Brian Jones es detenido y liberado con una fianza de doscientas cincuenta libras, quedando pendiente de juicio con los mismos cargos: posesión de drogas. Verano: las condenas previstas para Mick (tres meses) y Keith (un año) son retiradas al comprobarse la insuficiencia de cargos. Todo el mundo
pop
está pendiente de unos juicios que, claramente, son un arma legal «para dar un escarmiento». Los Who graban un
single
con dos temas de los Stones como apoyo moral a la agresión de que es objeto la música a través de la persecución a los Rolling. 31 de octubre: Brian Jones es condenado al pago de mil libras de multa por los cargos imputados tras su detención el 10 de mayo y sentenciado a… nueve meses de cárcel.

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