Lloró al pensar que aquel sopor sin sueños había durado toda la vida de su primer hijo. Cuando pudiera enfrentarse a esta tortura, pondría las cintas que le esperaban en los bancos de memoria. Vería a su hijo crecer y hacerse hombre, y oiría su voz gritando a través de los siglos saludos que nunca podría contestar.
Y también vería (no había manera de evitarlo) el lento envejecer de la joven, muerta mucho tiempo atrás, que había tenido en brazos hacía sólo unas semanas. Su último adiós le llegaría desde unos labios arrugados convertidos en polvo.
Su dolor, aunque profundo, desaparecería poco a poco. La luz de un nuevo sol iluminaba el cielo, y dentro de poco habría otro nacimiento en el mundo que estaba atrayendo a la nave
Magallanes
a su órbita final.
Sabía que un día habría desaparecido el dolor, pero nunca el recuerdo.
1956 Detección del neutrino
1957 Descubrimiento de la anomalía del neutrino solar
2000 Confirmación del destino del Sol
2100 Sondas interestelares
2300 Planificación de sembradores de robots
2400 Comienzo de la siembra
2500 (embriones)
2600 (códigos ADN)
2751 La sembradora parte hacia Thalassa
2999 Último milenio
3100 Los
3200 Señores
3300 de los
3400 últimos días
3500 Energía cuántica
3600 Éxodo final
3617 Nave interestelar Magallanes
3620 Fin de la Tierra
3109 THALASSA: Primera llegada a casa (0)
3209 Nacimiento de la nación (100)
3309 Contacto con la Tierra (200)
3409 El monte Krakan entra en erupción. Se pierde el contacto (300)
3409 Estasis (400)
3827 La Magallanes llega (718)
3829 La Magallanes parte (720)
4136 SAGAN DOS (1026)
La primera sugerencia de que la energía del vacío podía utilizarse para la propulsión la realizó, al parecer, Shinichi Seike en 1969 («Vehículo espacial eléctrico cuántico», 8vo. Simposio sobre Tecnología Espacial y Ciencia, Tokio).
Diez años más tarde, H. D. Froning, de McDonnell Douglas Astronautics, introdujo la idea en la Conferencia de Estudios Interestelares de la Sociedad Interplanetaria Británica, Londres (septiembre 1969), seguido de dos artículos: «Requisitos para la propulsión de un estatorreactor cuántico para viajes interestelares» (AIAA Prepints 81—1534, 1981).
Ignorando los incontables inventores de «propulsiones espaciales» no especificadas, la primera persona en utilizar la idea en la ficción parece haber sido el doctor Charles Sheffield, científico en jefe de Earth Satellite Corporation; él habla de la base teórica de la «propulsión cuántica» (o, tal como él lo denomina, la propulsión por energía del vacío) en su novela Crónicas de McAndrew (Analog Magazine, 1981, Tor, 1983).
Un cálculo evidentemente ingenuo realizado por Richard Feynman sugiere que cada centímetro cúbico de vacío contiene suficiente energía para hacer hervir todos los océanos de la Tierra. En otra estimación Wheeler da un valor setenta y nueve órdenes de mayor magnitud. Cuando dos de los físicos más importantes discrepan en una cuestión de setenta y nueve ceros, a los demás se nos puede permitir cierto escepticismo. Pero al menos es interesante pensar que el vacío que hay dentro de una bombilla ordinaria contiene suficiente energía para destruir la Galaxia... y quizá, con un pequeño esfuerzo, el Cosmos.
En lo que se puede considerar como un documento histórico («Extrayendo energía del vacío por la cohesión de conductores foliados cargados»,
Physical Review
, vol. 30B, PP. 1.700—1.702, 15 agosto 1984), el doctor Robert L. Forward, del Laboratorio Hugues, ha demostrado que al menos una fracción de un minuto de esta energía puede explotarse. Si pudiera ser aprovechada para la propulsión por alguien más, aparte de los escritores de ciencia ficción, los problemas puramente de ingeniería del vuelo interestelar, o incluso intergaláctico, estarían resueltos.
Pero quizá no. Le estoy muy agradecido al doctor Alan Bond por sus detallados análisis matemáticos sobre el blindaje necesario para la misión descrita en esta novela, y por señalar que un cono truncado es la forma más ventajosa. Puede suceder que el factor que limita el vuelo interestelar a gran velocidad no sea la energía sino la ablación de la masa protectora de los granos de polvo y la evaporación de los protones.
Pido disculpas a Jim Ballard y J. T. Frazer por robar el título a sus dos volúmenes tan distintos para mi capítulo final.
Mi especial agradecimiento a Diyawadane Nilame y su equipo del Templo de Tooth, Kandy, por invitarme a la Cámara de Reliquias durante una época difícil.
La historia y la teoría del «ascensor espacial» se puede encontrar en mi Conferencia en el 30 Congreso de la Federación Astronáutica Internacional, Munich 1979: «El ascensor espacial: experimentado o ideado» o «Llave al Universo» (reeditado en
Advances in Earth Orientated Applications of Space Technology
, vol. 1, nº1, 1981, en la novela
The Fountains of Paradise
(Del Gollancz, 1979).
Los primeros experimentos en este sentido, que implican cargas lanzadas a la atmósfera en «correas» de cien kilómetros de largo desde el transbordador espacial, comenzarán aproximadamente cuando se publique esta novela.
ARTHUR C. CLARKE nació en Minehead, Somerset, Inglaterra, en 1917 y se graduó en Kings College, Londres, donde obtuvo Matrícula de Honor en Física y Matemáticas. Fue director de la Sociedad Interplanetaria Británica, y es miembro de la Academia de Astronáutica de la Real Sociedad de Astronomía, y muchas otras organizaciones científicas. Durante la Segunda Guerra Mundial, como oficial de la RAF, estuvo a cargo del primer equipo de radar en su fase experimental. Su única novela que no es de ciencia ficción,
Glide Path
, está basada en este trabajo.
Autor de cincuenta libros, de los cuales unos veinte millones de ejemplares se han editado en más de treinta idiomas, sus numerosos premios incluyen el Premio Kallinga en 1961, el preimo a los escritos científicos AAAS WESTINGHOUSE, el premio Bradford Washburn y los premios Hugo, Nebula y J. Campbell, los cuales ganó con su novela
Rendevous with Rama
.
En 1968 compartió la nominación al Oscar con S. Kubrick por
2001: Una Odisea del Espacio
, y su serie de TV
El mundo misterioso de Arthur C. Clarke
se ha proyectado en muchos países. Trabajó con Walter Cronkite en las transmisiones de la CBS de las misiones Apolo.
Su invención del satélite de comunicaciones en 1945 le ha proporcionado numerosos honores, entre ellos el premio 1982 de la Asociación Internacional Marconi, una medalla de oro del Instituto Franklin, la Cátedra Vikram Sarabhai del Laboratorio de Investigacones Físicas, y una cátedra del King's College, Londres. El Presidente de Sri Lanka recientemente le nombró Decano de la Universidad de Moratuwa, cerca de Colombo.
[1]
Se refiere, naturalmente, a Moisés.
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[2]
We still have megabytes to go before sleep
. Cita muy libre de los últimos versos del famoso poema de Robert Trost
Stopping by woods on a Shrowy Evening
.
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[3]
Lend me your ears
. Con esta frase comienza Marco Antonio su famoso discurso al pueblo romano en
Julio César
, de W. Shakespeare. (N. del T.)
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[4]
Baker St.: domicilio habitual de Sherlock Holmes, detective y personaje principal de las novelas de Sir Conan Doyle.
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