—¿Estás bien? —preguntó ella.
—Sigo enamorado de aquella misteriosa dama.
—Me refiero a que estás aquí, quieto, frente a la placa —abundó Sonia, y señaló un rectángulo metálico serigrafiado que colgaba de la pared del pasillo, junto a la puerta de paso a las entrañas de aquella caja de hormigón y acero que ejercía de comisaría—. Te veo más melancólico que enamorado de tu chica secreta.
—Será porque me estoy haciendo viejo.
—Sonia, ¿vamos o qué? —la instó Rabassedas, que había vuelto a buscarla.
—Vamos, Arnau, vamos. Apúrate con ese amor, Flores —le dijo con el borde de la puerta en la mano—, una mujer no espera toda la vida.
Carpe Diem
, sargento.
Sonia se marchó hacia la escena del crimen. Allí volvería a verla. Levantó la mirada de nuevo hacia aquella placa metálica y posó sus dedos en ella.
En recuerdo al sargento Francesc Montagut.
Jefe de la Unidad de Seguridad Ciudadana.
Jefe de la Unidad de Investigación.
Medalla al Mérito Policial.
Tus compañeros no te olvidarán jamás.
El sargento Flores bajó la mirada y salió en busca de la comitiva judicial; había un asesino que capturar.
C
uando uno termina de escribir un libro, sucede que hace un repaso rápido del proceso y se encuentra en el camino un montón de nombres a los que agradecer cientos de cosas. Desde una simple llamada telefónica, en la que encuentras el giro necesario para seguir adelante con la historia que pretendes contar, hasta largas reuniones en las que protagonistas reales detallan sentimientos y experiencias; todo se torna en implicación personal con el escritor y su obra.
Llegados a este punto, me toca agradecerlo todo. Mi deuda principal la saldo con los jefes de la comisaría de Figueres, Ferran Gómez y Miquel Monfort, por su apoyo personal sin condiciones en este proyecto.
Necesito entregarme a Sara en un agradecido abrazo literario, por prestarme todo su cariño en la construcción de esta obra y su personaje principal.
A mi compañero y amigo, el sargento Pere Sánchez, agradecerle que haya resultado ser el modelo ideal de investigador policial que a mí me hubiera gustado ser.
Gracias también a los agentes Amieva y Losada, de la Unidad de Investigación de la Comisaria de Figueres, por estar a mí lado mucho más allá del compañerismo y las falsas apariencias.
Un guiño de complicidad al cabo de investigación criminal, Toni Vela, del cual he utilizado experiencia y esencia policial a partes iguales entre estas páginas.
Gracias a todos los policías que alguna vez formaron parte de la Unidad de Investigación de la Comisaría de Figueres mientras yo presté servicio allí, sin los que no hubiera sido capaz de seguir amando mi profesión.
Gracias también a todos los agentes de policía que hacen de su trabajo una forma de vida, indistintamente de la placa que luzcan en su pecho o la graduación que ostenten en sus hombros. Sin todos esos hombres de azul jugándose la vida en las calles, esta profesión sucumbiría a la insoportable levedad actual de la administración.
En oro de primera ley, este agradecimiento a aquellos que sirven en la comisaría de la Policia de la Generalitat-Mossos d’Esquadra de Figueres, cualquiera que sea su especialidad, porque han resultado figurantes silenciosos de la ficción de este libro.
Gracias de todo corazón a Sandra Pinos, por su paciente lectura de los primeros borradores, y por ofrecer su criterio corrector de forma simple y sincera.
Y gracias también a las escritoras Valeria Tittarelli y Anabel Cornago, que comentaron acertadamente algunos de los borradores.
Agradecimiento muy especial se merecen los escritores Julián Sánchez, por su inestimable colaboración y ayuda en la comprensión del mundo editorial, y Rubén García Cebollero, por la enorme humanidad de sus consejos literarios.
A Rosa Montero, por estar al otro lado de la pantalla de mi ordenador siempre que he tocado su monitor solicitando «instrucciones para salvar el mundo», mi mundo.
Un profundo respeto y agradecida admiración a los escritores que han leído y comentado partes de este libro antes de pasar a la editorial. Ellos son Andreu Martín, José Carlos Somoza, Raúl Argemí, Amir Valle, José Luis Muñoz, Carlos Salem y Fernando Marías; verdaderos padrinos editoriales junto al librero más negrocriminal de este género literario, Paco Camarasa. A él triple agradecimiento, por ser como es, que no es poco; por prologar esta obra; y por ejercer una influencia casi mística en mi camino como escritor. Va por ustedes, señores.
No voy a dejar de dar las gracias a los periodistas, Tura Soler, Marc Bataller y Josep María Bernils, que se han entusiasmado junto a mí con cada uno de los pasos dados en pos de esta realidad.
Al escritor Esteban Martín Morales, a quien un día fallé como amigo y cuyo recuerdo no ha salido jamás de mi conciencia ni de mi corazón. Gracias porque su frase «escribe, Eduard, tú simplemente escribe», que él me dedicaba imitando perfectamente a Paco Rabal, es un eco constante en mi vida.
Desde el corazón, gracias a mi esposa Lluïsa y a mis hijos Eduard, Rubén y Marina por dedicarme lo mejor de vuestras vidas y hacerme sentir, cada día, el hombre más amado de la faz de la tierra, por más que os he robado horas de ese mismo amor en la escritura de estas páginas. Pero también a mis padres, que han sido lectores incansables de la primera versión de los capítulos de esta novela.
A mis agentes literarios, Isabel Martí y Jordi Carbonell que, junto a Lola, me acogieron y trataron como a un escritor de mil y una noches en IMC, su agencia literaria.
Debo dar un millón de gracias acumuladas, entre todas las que debe recibir a diario, a Blanca Rosa Roca, mi editora, porque con esta publicación demuestra que sigue fiel al compromiso público que se propuso cuando creo Rocaeditorial. Gracias por seguir creyendo que en el bote pequeño también es posible encontrar un veneno magnífico para los fines de un buen libro. Probablemente sin su implicación, este libro, y otros muchos antes que éste, habrían tardado mucho más tiempo en salir a la luz pública.
En este debut literario, me he sentido especialmente arropado por Patricia Escalona y Silvia Fernández, de Rocaeditorial, pero no puedo dejar de mostrar mi agradecimiento sincero hacia todos los miembros de la editorial, que han trabajado y conseguido que este libro esté hoy en sus manos.
Y finalmente, gracias a usted, amigo lector, porque con su protagonismo cierra el círculo mágico que impulsa una historia a evolucionar desde la primera hasta la última página, en un mundo onírico del que ambos resultamos tímidos hacedores.