Conspiración Maine (50 page)

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Authors: Mario Escobar Golderos

Tags: #Intriga, #Aventuras, #Histórico

—¡No, señor presidente! —exclamó Hércules.

Lincoln y McKinley le miraron sorprendidos.

—Mucha gente ha muerto para que usted nos pueda oír, ahora. Le comunicaremos lo que tenemos que decir. Después actúe usted en consecuencia.

Mckinley cruzó los brazos y arqueando sus pobladas cejas les dijo:

—Está bien. Pero les ruego que sean breves. Hércules y Lincoln le relataron en pocas palabras toda la trama urdida alrededor del
Maine
. El presidente escuchó en silencio, gesticulando mientras oía la escabrosa historia del yate de Hearst, la implicación A.I.N, la traición de Marix y todo el complot para ocultar la verdad. Cuando Hércules terminó, el presidente se quedó pensativo, como ausente. Un hombre llamó a la puerta y comunicó al presidente que la sesión iba a comenzar.

—Señores, les agradezco todo su trabajo. Les prometo que llegaré hasta el fondo de este asunto. Pero creo que me piden un imposible. Woodford, el embajador en Madrid, nos ha informado de los movimientos de la Marina Española. Tenemos movilizado a todo el ejército en Florida, la opinión pública se lanza a la calle para apuntarse a los grupos de voluntarios y el Congreso y el Senado están a favor de la guerra. Ya no puedo parar la guerra. Lo siento.

Los dos hombres se quedaron petrificados. El presidente estrechó sus manos, ensayó una sonrisa antes de salir del despacho y cerró la puerta. Hércules y Lincoln permanecieron inmóviles, callados, con la mirada baja. Entonces, Lincoln puso un brazo sobre el hombro de Hércules y le dijo:

—No te preocupes, Helen estaría orgullosa de ti. Te has atrevido a gritar al presidente de los Estados Unidos.

Lincoln logró sacar una sonrisa del rostro del español y juntos abandonaron el despacho. Cuando pasaban junto a la sala del comité, escucharon la amortiguada voz del presidente. Caminaron hasta el pasillo principal y descendieron por las escaleras de mármol. Al abandonar el edificio, en lo más alto de la escalinata, comenzaron a hablar.

—¿Sabes?, Lincoln —dijo Hércules levantando los hombros—. Nunca me he sentido tan libre como esta mañana.

Enfrente, el cielo azul despejado penetraba por sus pupilas y la ligera brisa comenzaba a mover las banderas de los edificios oficiales. El agente norteamericano le miró atentamente y el español respiró hondo antes de continuar.

—La verdad me ha liberado. El mundo entero la desconoce, pero yo, ahora, soy libre.

Los dos hombres continuaron caminando por las calles de Washington confundidos entre la multitud, una muchedumbre que caminaba ciega hacia la guerra.

Representación de la Guerra de Cuba

Epílogo

Washington, 25 de Noviembre de 1911.

El resto de la Historia me temo que todos ustedes la conocen. El 21 de abril de 1898 el gobierno presidido por el señor McKinley y el gobierno de España rompieron relaciones y entraron en guerra.

Ahora, más de trece años después se reúne esta nueva Comisión, porque aquélla no llegó a descubrir toda la verdad. ¿Quién hundió el
Maine
? Todos nosotros, en cierta manera, lo hundimos. Lo hundimos y después buscamos el culpable que mejor encajaba en nuestros intereses. Trece años después, las palabras de Helen siguen persiguiéndome como fantasmas en mitad de la noche: ¿Se
puede construir un imperio basado en la mentira
? La historia del
Maine
y de su desgraciado destino no terminó el día que Hércules y yo abandonamos este sagrado edificio. Como sabrán, el presidente McKinley fue asesinado por un supuesto anarquista el 6 de septiembre de 1901, muriendo unos días después a causa de sus heridas de bala. El asesino era León Czolgosz, el mismo que intentó matar a Helen en La Habana. Me pregunto y les pregunto a ustedes. ¿Era ésta la venganza de los Caballeros de Colón? Ahora los Caballeros de Colón son una organización respetada por el gobierno federal, pero, ¿continúa en pie su juramento? Tal vez nunca lo sepamos.

El subsecretario Theodore Roosevelt fue vicepresidente y más tarde, presidente de esta gran nación. Hace apenas unos años recibió el premio Nobel de la Paz. ¿Acaso no es irónica la Historia? Premio Nobel de la Paz, un hombre que amaba tanto la guerra.

—Señores senadores, mi deber como ciudadano y como hombre es denunciar una gran injusticia y, aunque no confío en que los resultados de esta Comisión cambien la versión oficial, debía dejar como ofrenda sobre el altar de esta nación la Verdad. La Verdad que liberó a Hércules Guzmán Fox del vacío de una vida sin sentido, la Verdad que me transformó a mí y que siempre perdurará en la memoria de Helen Hamilton. Una Verdad que ustedes no podrán ocultar ni manipular, porque está basada en principios que nos sobrevivirán a todos nosotros.

Lincoln bajó de la tribuna y comenzó a caminar hacia la salida. Los senadores, los periodistas y algunos visitantes le observaron firme, seguro, como si caminara sin pisar el suelo. Mientras dejaba la sala, Lincoln recordó a Helen, al profesor Gordon y a Hércules. Todos ellos representaban, a su manera, lo mejor y lo peor del ser humano.

Salió del edificio y pensó que aquella mañana de invierno se parecía misteriosamente a la del 30 de marzo de 1898. ¿Dónde estaría Hércules? ¿Qué será de su vida? Se preguntó. Después, tomó el tranvía alejándose para siempre del
Maine
y su misterio.

Fin

Algunas aclaraciones históricas

• Los datos técnicos sobre el
Maine
y los sucesos históricos son verídicos, así como la mayoría de los personajes. Las diferentes teorías sobre su hundimiento: desde las teorías de un posible accidente, el submarino de Blume, la complicidad de la Armada de los Estados Unidos, la sustitución de los marineros por mendigos y la estancia del yate de Hearst en la zona son verídicas o en algún momento han sido propuestas por especialistas en el tema. No hay datos que aseguren que el capitán del Maine no estuviera en el barco en el momento de la explosión, pero sí es cierto que prácticamente todos los oficiales estaban de permiso. Algunas fechas y datos se han modificado para adaptarlos a la historia de esta novela.

• A pesar de que Hércules, Lincoln y Helen son personajes ficticios, el profesor Gordon existió realmente y fue una de las mentes más brillantes de su época. Tras la independencia de España el gobierno cubano decidió marginarlo por su neutralidad en el conflicto. El nombre del almirante Manterota, encargado del puerto de La Habana, fue sustituido por el de Mantorella por cuestiones estéticas.

• Winston Churchill estuvo como corresponsal en La Habana en el año 1895, pero durante la Guerra de Cuba estaba en Sudáfrica, donde los Boers estaban levantándose contra la ocupación inglesa.

• El poeta y diplomático Ángel Ganivet nunca perteneció a los Caballeros de Colón, pero es cierta su amistad con Miguel de Unamuno y que se suicidó arrojándose a las aguas de Dvina, aunque la fecha exacta de su muerte fue en noviembre de 1898 y no en enero. Días antes de su muerte declaró que percibía que alguien le seguía.

• Los datos sobre Washington, el presidente McKinley y su asesino León Frank Czolgosz son reales, excepto la conversión religiosa de este último y su estancia en La Habana.

• El libro de San Francisco nunca existió, pero sí la princesa vikinga Gudrid y sus viajes a América.

• Se ha especulado muchas veces con la posibilidad de que Cristóbal Colón tuviera información privilegiada a la hora de realizar su primer viaje a América. Según ciertas teorías, algún marinero moribundo habría regresado de las nuevas tierras y habría explicado a Cristóbal Colón cómo llegar hasta ellas. La teoría esgrimida en esta novela es totalmente ficticia, a pesar de lo cual, algunas ideas como: la información de Raimundo Lulio sobre la existencia de tierra al otro lado del mar tenebroso, las especulaciones del padre Las Casas sobre el supuesto conocimiento que tenía Colón sobre las tierras que iba a descubrir o la teoría de que Cristóbal Colón pudiera ser un fraile franciscano han sido tomadas de recientes investigaciones sobre la vida del Almirante.

• El tesoro de Roma o de Constantino nunca existió. Constantino no donó nada a la Iglesia a excepción del Palacio de Letrán y algunas posesiones y edificios, aunque se ha especulado muchas veces que los Templarios llevaron sus fabulosos tesoros a América.

• Los Caballeros de Colón fue una secta secreta católica norteamericana fundada en 1882 en Nueva Haven (Connecticut), que posteriormente se extendió por todos los Estados Unidos. Su misión principal fue la protección de los católicos en Norteamérica, pero muchos acusaron a esta organización de difundir valores antinorteamericanos y propagar el odio entre religiones. Debido a las sospechas sobre el patriotismo de esta organización los Caballeros de Colón crearon el cuarto grado, donde se defienden valores de patriotismo. En la actualidad se extiende por la mayor parte del continente americano, pero su presencia en Europa es escasa. Muy pocos conocen su existencia y los secretos que encierra. En la actualidad cumple una amplia labor social y política. La posible participación de los Caballeros de Colón en la Guerra de Cuba es ficticia. Por otro lado, aunque muchos investigadores afirman que su juramento secreto es real ellos siempre lo han negado.

El autor

AGRADECIMIENTOS

Este libro ha sido posible gracias a la ayuda de muy buenos amigos, que durante años han leído y repasado mis manuscritos:

A Miguel Ángel Pérez Santos, por sus oportunas críticas y su visión global del libro. A Manuel Sánchez, cuyos comentarios y puntualizaciones han mejorado este libro en la forma y en el fondo. A Pedro Martín, que me transmitió grandes dosis de ilusión y optimismo. A Sergio Puerta, que lee pacientemente todo lo que escribo y me anima a seguir delante.

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