Daaalí

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Authors: Albert Boadella

Tags: #Teatro

 

El último delirio El niño Dalí primero quiso ser cocinera, después Napoleón y finalmente se decidió por ser ni más ni menos que Salvador Dalí. Desde muy temprana edad comprendió que la impunidad infantil, con sus delirios y excitantes misterios, formaban el universo que necesitaba retener sin dejarse domesticar frente al mundo adulto, construido sobre la neurosis de la realidad convencional.

Sus intenciones tuvieron en este sentido un éxito total y Dalí consiguió morir niño, jugando sádicamente con la muerte durante años de agonía, tan sólo por intentar verle el rostro a la intrusa, en una mezcla de curiosidad y temor infantil. Sus obras, su libertad, las inclinaciones eróticas, el amor con Gala o su descarnada desfachatez, revelan la autenticidad de una existencia enormemente seria y rigurosa, por estar precisamente fundamentada en el juego constante. Este singular proceder despertó una gran seducción pública, quizás porqué la teatralización de su vida provocaba en las masas un efecto catártico ante el impudoroso despliegue de individualidad.

El Dalí que nosotros hemos conocido durante meses en nuestra sala de ensayos se ha comportado como un hombre cruelmente sincero, ingenioso, provocador, imprevisible y libertario; en definitiva, un ser ecológicamente imprescindible para contrarrestar el empalagoso exhibicionismo de bondad farisaica que nos invade. Dalí no quiso nunca mostrarse bueno ni políticamente correcto, detestaba el buen gusto burgués y la arrogancia de las élites intelectuales que contraatacaban el desprecio, relegando su enorme lucidez entre la locura y la comercialidad.

En nuestros días, un pecador semejante debería ser merecedor de admiración y confianza, por ello la memoria de tan placenteras horas en común la hemos sintetizado con toda pasión y parcialidad como delirio final, cuyo título es la palabra que más le gustaba pronunciar: DAAALÍ.

Albert Boadella

Albert Boadella

Daaalí

ePUB v1.0

evilZnake
22.02.12

© Albert Boadella

Primera edición: 30 Marzo 2006

ISBN: 978-84-376-2281-1

Diseño de portada: evilZnake

Estrenada el 10 de septiembre de 1999

en el Teatro Jardí de Figueres (Girona)

ACTORES-PERSONAJES

Jesús Agelet:

TRABAJADOR DE MUDANZAS 1.

PERIODISTA HERMANO 3, RAI.

MARIONETA SOLDADO RUSO.

PAPA INOCENCIO X.

TAPIOLES.

PERIODISTA PERRO.

SOLDADO NAZI 2.

MARCHANTE 4.

BUFÓN.

JUGADOR AJEDREZ.

CIRUJANO 1.

ESPECULADOR 2.

Xevi Boada:

PICHOT.

PERIODISTA HERMANO 1, New York Times.

MARIONETA SOLDADO ALEMÁN 2.

PERIODISTA JUEZ 1.

TORERO 1.

KANDINSKY.

SOLDADO NAZI 1.

MARCHANTE 1.

VELÁZQUEZ.

CIRUJANO 2.

ESPECULADOR 5.

Sílvia Brossa:

ENFERMERA.

Ramón Fontseré:

DALÍ.

Minnie Marx:

NODRIZA.

PERIODISTA HERMANO 5, Der Spiegel.

MARIONETA SOLDADO ALEMÁN 1.

PERIODISTA JUEZ 2.

MONDRIAN.

HITLER.

NANA MARIBÁRBOLA.

ESPECULADOR 3.

Montse Puig:

DALÍ NIÑO.

MIRÓ NIÑA.

MONJA ENANA.

GALA.

Dolors Tuneu:

LORCA.

MENINA.

FOTÓGRAFO, PAPARAZZI.

PERIODISTA HERMANO 2, Le Monde.

Jordi Rico:

MARIONETA SOLDADO INGLÉS.

TORERO 2.

FALSIFICADOR.

EUROPA.

MARCHANTE 2.

SEPULTURERO 1 (Paco).

ESPADACHÍN.

ESPECULADOR 4.

TRABAJADOR DE MUDANZAS 2.

PERIODISTA HERMANO 4, ABC.

Pep Vila:

MARIONETA SOLDADO FRANCÉS.

PERIODISTA HERMANO 6.

TORERO 3.

POLLOCK.

ACCIONISTA MAYORIT ARIO.

MUSSOLINI.

MARCHANTE 3.

SEPULTURERO 2 (Antonio).

TULLIDO.

LIMPIABOTAS.

ESPECULADOR 1.

Escenografía

De la complejidad a la simplicidad

En el centro de la escena un gran piano de cola, ligeramente inclinado, para dar la impresión de que su tapa está levantada.

El teclado está a la derecha del espectador.

Aparentemente un piano de cola normal. Las notas graves se hallan a la izquierda y las agudas a la derecha.

Pero la caja de resonancia mantiene la misma forma que un piano con el teclado a la izquierda.

Es un piano de cola con el teclado a la izquierda visto a través de un espejo.

Un piano imposible, surrealista.

Un piano daliniano.

Un suelo rojizo, plano.

Un suelo de pizarra rojiza.

A la derecha se puede apreciar cómo la pata delantera del piano es un relieve de láminas de pizarra, que se degradan del rojo al marrón.

Si concretamos nuestra mirada, percibimos que el piano es la continuación de este relieve. Un piano que comienza con una rugosidad orgánica y acaba con una textura lisa y brillante del acabado de los pianos de cola.

Del suelo nace un piano de cola petrificado. Un capricho de la naturaleza que pretende reflejar las rocas del Cap de Creus tan cercanas a los recuerdos dalinianos.

El entorno del piano es oscuro. Detrás, y al fondo, una gran tela negra. Aparentemente opaca.

Detrás de ella, una gran pantalla electrónica de cuatro metros por tres, que conectada a un ordenador, permite reproducir cuadros, fotografías e imágenes virtuales.

Sorprendentemente, la tela negra transparenta las imágenes que se reproducen en la pantalla, a pesar de la intensidad de luz que pueda existir sobre la escena.

Entre el piano y la tela negra sólo hay un paso.

En este espacio vacío hay un elevador, que, instalado a la parte derecha de detrás del piano, permite hacer aparecer y desaparecer a un actor.

Si un actor está de pie en este espacio, el piano le llega a la altura de la cintura. Un actor situado sobre la plataforma del elevador tendrá que agacharse para no ser visto y estirarse o replegarse a medida que aparezca o desaparezca de escena, conservando su verticalidad para hacer creer que el actor siempre ha estado de pie, o lo que es lo mismo, que dé la sensación de que el actor sale de una trampilla del suelo del teatro.

Una escenografía ilustrativa que esconde otra realidad.

Una escenografía que propone una doble imagen. La verdadera forma se halla detrás de lo aparente.

Cuadro 1

Dalí agonizando

Oscuro.

Bip característico de los impulsos del corazón escuchados a través de un monitor. Se levanta el telón. Un punto verde se mueve por el espacio oscuro de izquierda a derecha. El movimiento es continuo y oscilante. Un rayo de luz ilumina a DALÍ, recortándolo en un rectángulo.

DALÍ agoniza en la cama de la Torre Galatea de Figueres. Su mano tiembla debido al Parkinson. Una gran sábana le cubre. El movimiento oscilante del punto verde nos indica que los ritmos del latido del corazón del paciente son estables. Alrededor de la cama todo es penumbra y oscuridad. Desde la cabecera de la cama, ANTONI PICHOT controla los movimientos de su amigo SALVADOR. DALÍ, ansioso, emite unos sonidos incomprensibles. PICHOT, la única persona que puede llegar a descifrar el balbuceo que DALÍ pronuncia, camina por delante de la cama y se dirige hacia la derecha de la habitación en busca de ayuda.

Una ENFERMERA sale a su encuentro. Hablan. Ambos se dirigen hacia la cama. La ENFERMERA va vestida de blanco. Comprueba el estado del enfermo y se va por donde ha venido a buscar un medicamento y un vaso de agua. PICHOT continúa al lado de su amigo e intenta descifrar lo que dice.

En primer término, desde un pasillo de luz, se puede ver lo que imaginamos transcurre en el exterior: mientras DALÍ agoniza, un trabajador de una empresa de mudanzas con bata azul transporta el cuadro «Dalí de espaldas pintando a Gala de espaldas». El trabajador entra por la derecha y desaparece por la izquierda. La ENFERMERA vuelve a entrar y se dirige hacia el enfermo.

DALÍ—
(A PICHOT, sin que se le entienda del todo.)
Tinc calor... tinc calor.

(Por la izquierda, un segundo trabajador transporta el cuadro «Galarina». Desaparece por la derecha.)

DALÍ—
(Insiste.)
Tinc calor... tinc calor.

(Cuando la ENFERMERA llega al lado del enfermo, PICHOT le comenta que sería conveniente quitarle la sábana. La ENFERMERA lo hace. DALÍ va vestido con una túnica blanca. Lleva el pelo largo y su característico bigote de largas puntas levantadas y engominadas. La ENFERMERA le quiere dar un vaso de agua, pero no lo consigue porque DALÍ vuelve a hablar.)

DALÍ—
(Sin que se le entienda del todo.)
Les espardenyes... les espardenyes.

(La ENFERMERA recoge el vaso y le pone a DALÍ unas alpargatas. No las ata. Por la derecha, el segundo trabajador transporta un nuevo cuadro: «Construcción blanda con judías hervidas-premonición de la guerra civil». Desaparece por la derecha cruzándose un «PAPARAZZI», vestido como si fuese de cacería. El «PAPARAZZI», sin escrúpulos, hace una fotografía con flash. PICHOT, al darse cuenta, va hacia él y, molesto, le invita a marcharse. Por la izquierda el primer trabajador atraviesa el espacio en primer término y se marcha por la derecha. Va a buscar un nuevo cuadro para cargar. El PAPARAZZI tiene la intención de irse, pero antes hace una segunda fotografía. PICHOT, indignado, le obliga a marcharse. Lo hace por la derecha. La ENFERMERA una vez ha terminado de ponerle las alpargatas a DALÍ, le da a beber del vaso. DALÍ bebe. La ENFERMERA se dirige hacia PICHOT. Se encuentran a medio camino. PICHOT le da una caja de pastillas y se va por la izquierda. La ENFERMERA vuelve al lado del enfermo. El primer trabajador atraviesa el espacio con dos cuadros: «El gran masturbador» y «Fuente necrofílica manando de un piano de cola». DALÍ comienza a delirar. La ENFERMERA se dirige hacia la derecha por delante del enfermo. Lleva en la mano un vaso de agua y en la otra una pequeña botella con cuentagotas. DALÍ, en su delirio, alarga su brazo como si quisiera coger alguna cosa. Emite un ligero grito agónico prolongado mientras se va incorporando. El bip para. La ENFERMERA congela su acción y se detiene completamente en la mitad de un paso a medio realizar. El tiempo parece suspendido. Se oyen los primeros compases del preludio de «Lohengrin» de Wagner. DALÍ intenta asir algo etéreo con su mano. En el fondo, tras la horizontal del piano aparece la cabeza de un chiquillo. Es el propio DALÍ, cuando era niño. DALÍ quiere atrapar la visión. Es un delirio viviente. Silencio.)

Cuadro 2

Salvador Dalí, espectador de un recuerdo de infancia

DALÍ NIÑO lanza una pelota al aire. La coge, y, jugando, la desliza por el teclado del piano. A medida que la pelota corre por el teclado, se va iluminando lentamente la escena. Un piano de cola petrificado se hace presente. Su teclado está a la derecha. La luz nos deja ver a DALÍ NIÑO vestido con una chaqueta marinera, y a la ENFERMERA, a la izquierda del piano, caminando tan lentamente que no se puede percibir su movimiento.

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