Daaalí (8 page)

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Authors: Albert Boadella

Tags: #Teatro

TAPIOLES—
(De espaldas mientras va trabajando.)
Y, ¡viva la Cataluña vanguardista!

(Silencio.)

POLLOCK—
(Percatándose de que en su cuadro roto falta un trocito muy pequeño.)
¡Uy! ¡Ay, ay, ay, ay, ay! Me falta un trocito.

MONDRIAN—
Y a mí.

KANDINSKY—
A mí también. Un trocito pequeñito, aquí en la puntita.

POLLOCK—
Sí.

KANDINSKY—
Coño, ¿dónde estará?

POLLOCK—
Ay, ay, ay, ay, ay.

KANDINSKY—
Ah, sí, sí, claro. Esto es que se nos habrá caído por el suelito.

(Buscan el trozo que les falta.)

POLLOCK—
(Llamando al trozo de papel.)
Trocito.

KANDINSKY—
Papelito...

MONDRIAN—
Trocito.

KANDINSKY—
¡Coño, pero si los tiene todos el Tapioles!

(TAPIOLES muestra su nueva pintura. Ha utilizado parte de su cuadro anterior y ha añadido los trozos de las pinturas de los demás.)

TAPIOLES—
Éste es mi collage que se titula: «Homenaje semiótico al Tercer Mundo.»

KANDINSKY—
¡Qué bueno que es el Tapioles!

MONDRIAN—
Sí, muy bueno.

KANDINSKY—
Pero, ¡devuélvenos nuestros trocitos! ¡Venga!

TAPIOLES—
(Colocándose la madera en la cabeza para que nadie la pueda coger.)
No. Esto no puede ser, de ninguna manera.

KANDINSKY—
Y, ¿por qué no?

TAPIOLES—
Porque son para las víctimas de mi fundación.

(GALA propina un fuerte golpe a la madera de TAPIOLES con el bastón que le ha cogido a DALÍ.)

GALA—
Foutez-le-camp avec votre merde!

(Todos cogen las maderas para protegerse de los golpes de bastón de GALA. Intentan marcharse.)

POLLOCK—
Joder, la tía está buena, pero tiene una mala leche.

KANDINSKY—
¡Hostia! Parece un guardia civil.

GALA—
Allez vous faire enculer par touts les marchants américains!

(GALA pierde el control dando golpes a diestro y siniestro.)

DALÍ—
(Amenazado por un golpe de bastón.)
¡Soy el divino, Gala!

(Los pintores se marchan por la izquierda.)

GALA—
(Saltando del piano y persiguiendo a los pintores.)
Allez, sortez! Sortez. Bande de cochons! Salauds! Crétins! Pedés! Putains! Maqueraux!

DALÍ—
Aaaaah, estos jóvenes pintores modernos no creen en nada; y es obvio que cuando no se cree en nada, se acaba pintando apenas nada. Nada. Nothing!

(Por la derecha entra el FOTÓGRAFO.)

FOTÓGRAFO—
¡Maestro!

(DALÍ se prepara para ser retratado. El FOTÓGRAFO dispara. Flash. En la tela negra se reproduce el flash e, inmediatamente después, se puede observar el primer plano de DALÍ auténtico vestido de payaso sabio).

FOTÓGRAFO—
(Marchándose por la derecha.)
¡Gracias!

(La fotografía desaparece lentamente.)

DALÍ—
Suerte que mi benemérita esposa Gala les está aplicando implacablemente el garrote vil.

(Por la izquierda entra una niña con trenzas saltando a la cuerda. Es MIRÓ, a los ojos de DALÍ. La ENFERMERA aún está al lado del teclado en dirección a la cama de DALÍ.)

Cuadro 14

Dalí-Miró

MIRÓ NIÑA—
¡Hola, Dalí!

DALÍ—
¿Quién me llama?

MIRÓ NIÑA—
Yo.

DALÍ—
¡¡¡Miró!!! ¿Qué me cuentas, Miró?
(Baja del piano.)
¿Qué me cuentas? Yo te abrazo. ¡Siéntate! Siéntate hombre, siéntate. ¿Qué me cuentas? ¿Qué me cuentas?

MIRÓ—
Pues nada. Como siempre... jugando.

(DALÍ se sienta en el piano. MIRÓ, impaciente, se queda de pie.)

DALÍ—
Es que tú, Miró, siempre has sido muy lúdica y muy juguetona.

MIRÓ NIÑA—
¿Por qué siempre vas vestido tan raro?

DALÍ—
Bueno, voy vestido con mi uniforme oficial de Dalí, ya sabes... cosas mías, cosas mías.

MIRÓ NIÑA—
Es que la gente dice que estás un poco loco.
(MIRÓ, imparable, no deja de jugar con la cuerda.)

DALÍ—
Mira, Miró. La única diferencia entre Dalí y un locu es que yo no estoy locu. Que es una diferencia mínima, pero muy sustancial. Bueno, home, bueno. Cuéntame cómo te va la vida. ¿Cómo te va? Comment 9a va tout?

MIRÓ NIÑA—
Pues nada, ahora salgo con Calder... y me gusta mucho porque hace unos móviles fantásticos.

(MIRÓ, infatigable, corre hacia el piano y hace sonar el teclado sin orden ni concierto.)

DALÍ—
¿Calder? ¿Has dicho móviles? Dile a Calder que lo mínimo que se le puede pedir a una escultura es que se esté quieta. ¡Y tú también estate quieta y para de tocar el piano, recony!

(MIRÓ deja de tocar el piano.)

MIRÓ NIÑA—
(Sabionda y reivindicativa.)
Es de Hindemith.

DALÍ—
¡Peor para él! Todo el mundo sabe que tengo horror a los animales, sobre todo a los niños pequeños y a los seres que se mueven en exceso. Oye, oye, cambiando de tema. ¿Has visto a Bretón-tón?

(MIRÓ, enfadada, deja el teclado y se sienta cerca de DALÍ. Incapaz de estarse quieta, no para de mover las piernas.)

MIRÓ NIÑA—
No. Ya no me hablo con él porque era una marimandona. Siempre quería ser el jefe de la banda surrealista.

DALÍ—
Exacto. Sí, sí, sí, sí senyor, tienes toda la razón. Yo rompí con él, porque le parecía mal que en un cuadro mío saliera un señor con los cal-zon-ci-llos ¡ca-ga-dos!
(MIRÓ se ríe, tapándose la boca.)
Imagínate parecido sujeto burócrata burgués pretendía ser el jefe de los surrealistas. El surrealisme c'est moi!

MIRÓ NIÑA—
(Con pudor.)
Es que tú, Dalí, siempre has sido un poco marrano.

DALÍ—
Tu también pones algunas titoles y algunos sexos en tus pinturas.

MIRÓ NIÑA—
Sí, pongo algún chichi y alguna pilila...
(Enfadada al sentirse descubierta.)
... Pero yo digo que son pajaritos.

DALÍ—
¡Qué punyetera que eres, Miró! Escucha, escucha, y de Paul Éluard, de Paul Éluard, ¿sabes alguna cosa de él?

(MIRÓ, incansable, juega al infernáculo.)

MIRÓ NIÑA—
(Mientras va saltando.)
¡No!, porque desde que tú le robaste la novia, se pasa el día ligando con todas.

DALÍ—
Cro-no-ló-gicamente la cosa pasa así. Jo tenía ventedós años y estaba completamente histérico porque hacía mucho tiempo que no me masturbaba, no me la pelaba. Llevaba una cantidad de retraso de esperma incalculable y entonces aparece...
(Evocando.)
Gaaaala con los peeechos al aaaire y me enamoró automáticamente. ¡Y estate quieta, coño!

(MIRÓ deja de jugar. Pone morros. Lloriquea. Silencio.)

DALÍ—
No, no. Puedes seguir jugando con tus infantilismos enternecedores. Pero antes, dime, ¿cómo te va la pintura?

(De golpe a MIRÓ se le pasa el mal humor.)

MIRÓ NIÑA—
(Contenta y avispada.)
Bien. Ahora he ganado un concurso...
(Al oído para que no se entere nadie.)
... para una Caja de Ahorros.

DALÍ—
(Levantándose como si hubiese visto a Dios.)
¡Caja de Aaaaahooooorrrrrooooosssss!

MIRÓ NIÑA—
¡Xisss!

(Silencio. DALÍ vuelve a sentarse.)

MIRÓ NIÑA—
(Al oído.)
Y es una estrellita con dos tomatitos: uno rojo ya maduro y otro amarillo por madurar. Y les ha gustado mucho. Y dicen que lo pondrán, hasta en los cheques.

DALÍ—
¡Cheques! Cuando oigo esta palabra, tengo palpitaciones.

(MIRÓ NIÑA salta a la cuerda haciendo fiorituras.)

DALÍ—
Es que tú, Miró, haciendo la puta i la ramoneta te lo has sabido montar muy bien, todo eso, ¿eh?

MIRÓ NIÑA—
Yo soy amiga de todos.

DALÍ—
¡Ah, pues yo digo siempre mi lema favorito!, ¡que se hable de mí, aunque sea para bien!

(Por la izquierda entra el FOTÓGRAFO.)

FOTÓGRAFO—
¡Amigos!

(MIRÓ niña corre hacia su amigo DALÍ. DALÍ se agacha para ponerse a la misma altura que MIRÓ NIÑA y ella aprovecha para hacerles unas orejas de burro sin que DALÍ se dé cuenta. El FOTÓGRAFO hace una foto. Flash. Flash reproducido en la tela negra e inmediatamente después un fotomontaje de los auténticos DALÍ y MIRÓ, juntos, donde MIRÓ pone los dos dedos detrás de la cabeza de DALÍ.)

FOTÓGRAFO— (Marchándose por la izquierda.)
¡Gracias!

(La fotografía desaparece lentamente.)

DALÍ—
(A MIRÓ NIÑA haciendo que se separe de él.)
¡Venga castiza!

MIRÓ NIÑA—
¿Y ahora tú qué pintas?

DALÍ—
Nada, nada. Estoy elaborando unos estudios a partir del Ángelus de Mi-llet.

MIRÓ NIÑA—
¡Hosti, cómo te lías!

DALÍ—
No te creas, no te creas.

MIRÓ NIÑA—
(Delante de DALÍ y dibujando en el aire.)
Yo cojo y miro el cielo azul.
(En la pantalla se reproduce un fondo azul.)
Aquí pongo una niña... que va corriendo...
(Por la pantalla se va reproduciendo, con una pincelada muy gruesa, lo que MIRÓ NIÑA va dibujando en el aire. Primero un círculo negro como si fuese la cabeza, después una línea vertical que quiere parecer un cuerpo. Delante del círculo negro, un triángulo, y por detrás de la línea, otra paralela al suelo, que quiere significar una pierna y un pie. Entre el círculo y la línea vertical hace otra dando a entender que es el brazo de alguien.)
... con una falda amarilla.
(Pinta el triángulo de amarillo.)
Después le pongo las mejillas rojas como un tomate.
(Pinta el interior del círculo negro de color rojo.) Aquí, una pelota... (En el ángulo inferior izquierdo pinta una gran mancha roja.)
.
.. y dos caquitas de perrito.
(Al lado de la mancha pinta dos círculos negros.)
Detrás, la luna.
(En el ángulo superior derecho pinta una luna como lo haría un niño de cuatro años.)

DALÍ—
¡Qué chica más sensible que eres, Miró!

MIRÓ NIÑA—
¡Espera! Y aquí delante una estrellita...
(En el ángulo superior izquierdo dibuja cuatro líneas que se cruzan.)
... y después pongo un pájaro que vuela detrás de la niña...
(Debajo de la luna dibuja un círculo negro y a continuación, una gruesa línea que sale del círculo y que va a parar detrás del triángulo.)
... y dos caquitas del pajarito.
(Debajo del pájaro dibuja dos círculos negros.)
Y ya está. En un plis-plas.

DALÍ—
O sea Miró, que tú eres de aquellos que...
(Dibujando en el aire.)
... con un seis y con un cuatro, aquí tienes tu retrato.

MIRÓ NIÑA—
(Colérica.)
Pero bueno, lo borro para que no me lo copies.

(MIRÓ NIÑA lo borra con la mano. La reproducción va desapareciendo de la pantalla a medida que MIRÓ NIÑA la va borrando.)

DALÍ—
¡Ah, no, no! A mí, el paleolítico no me ha interesado nunca. A mí me interessa el arte a partir del Renacimiento.

MIRÓ NIÑA—
(Marchándose por la derecha mientras canta.)
Les nenes maques al dematí...

(Se oye el ladrido de un perro. MIRÓ NIÑA se asusta y corre hacia DALÍ.)

DALÍ—
¿Qué pasa? ¿Qué pasa, Mironet?

MIRÓ NIÑA—
Los chicos de la prensa. No digas nada y no te comprometas. Hazme caso.

DALÍ—
¡Voy a seguir tus consejos sin rechistar! ¡Bonjour, bonita! See you later! Adéu!

(MIRÓ NIÑA se va corriendo por la izquierda. Por la derecha entran dos hombres. Uno sujeta al otro con una cadena unida a un gran collar de perro. Son dos periodistas. La ENFERMERA ha avanzado hasta el centro del piano.)

Cuadro 15

Dalí es entrevistado por un perro

Los periodistas se acercan a DALÍ.

PERIODISTA PERRO—
(Con un micrófono verde y pronunciando cada palabra como si estuviese ladrando.)
¿Por qué se ha pasado toda la vida haciendo el payaso?

DALÍ—
(Con la sensación de poseer la verdad.)
El payaso no soy yo. El payaso es usted; es el señor que provoca la risa cada vez que hace una pregunta. ¡Olé! ¡Bravo! Eso ha quedado muy bien. Un aplauso. ¡Bravo!

PERIODISTA PERRO—
(A su amo y sin ladrar.)
Señor accionista mayoritario, ¿qué le pregunto?

ACCIONISTA MAYORITARIO—
(Con un sombrero fuerte.)
¡No me descubra, coño! Y no se quede ahí parado como un perro bobo. ¡Venga, busca!

PERIODISTA PERRO—
(Como si ladrase.)
¡Pero usted afirma su condición de payaso!

DALÍ—
No, no, no, no. El payaso no sólo soy yo en esta sociedad monstruosamente cínica y tan ingenuamente inconsciente que juega el juego de la seriedad para esconder mejor su locura.

(Por la izquierda entra el FOTÓGRAFO.)

FOTÓGRAFO—
¡Aquí, divino!

(El PERIODISTA PERRO se acerca a DALÍ para salir también en la foto, en cambio el ACCIONISTA intenta evitarla. El FOTÓGRAFO dispara. Flash. En la pantalla se reproduce el flash y aparece la fotografía de DALÍ auténtico al lado de un perro auténtico.)

FOTÓGRAFO—
¡Gracias!

(El PERIODISTA se marcha por la izquierda. La fotografía de la pantalla se difumina hasta desaparecer.)

PERIODISTA PERRO—
Pero tiene que admitir que como payaso no es tan genial como Chaplin.

DALÍ—
¡E-fectivamente! El querido Chaplin era un payaso eminente, pero yo creo que si Chaplin, además de ser un payaso genial, tal y como lo demuestra en la maravillosa escena del barbero de «El gran Dictador», si además de ello, pintara como Salvador Dalí, entonces, por el mismo precio, sería dos veces genial, como es ¡ec-sac-ta-mente mi ca-so, y en este momento histórico hago la demostración!
(Echando al PERIODISTA PERRO de una patada.)
¡Largo de aquí mequetrefe!
(Al accionista.)
¡¡Usted, ser humano, sit down!!
(El ACCIONISTA se sienta en el extremo izquierdo del piano.)
Gala, mon amour!

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