Read DARTH VADER El señor oscuro Online
Authors: James Luceno
Seis Jedi emergieron de un puente cubierto anclado al centro del tronco del árbol gigante, desviando los disparos láser de los soldados a medida que atacaban, haciendo con los hombres de Appo lo que Vader acababa de hacerle a los wookiees.
En medio de la ofensiva, tres Jedi corrieron para enfrentarse a Vader.
Él reconoció a la mujer pequeña y de cabellos negros que iba entre ellos e inclinó la hoja en señal de saludo.
—Me has ahorrado el esfuerzo de buscarte, padawan Starstone. Estos otros deben de ser los que llamaste al acceder al radiofaro del Templo.
Los ojos oscuros de Starstone se clavaron en él.
—Has profanado el Templo con sólo entrar en él.
—Más de lo que crees.
—Entonces, también pagarás por eso.
Vader inclinó el sable láser ante él, apuntándolo ligeramente hacia abajo.
—Estás muy equivocada, padawan. Serás tú quien pague.
A
ntes de que Starstone pudiera moverse, Siadem Forte e Iwo Kulka se adelantaron a ella y atacaron.
Al igual que otros muchos Caballeros Jedi, los dos estaban familiarizados con las historias de lo sucedido en Geonosis, cuando Obi-Wan Kenobi y Anakin Skywalker se enfrentaron al Conde Dooku. Por ello, Forte y Kulka atacaron en equipo, empleando cada uno un estilo de lucha con sable láser completamente diferente, decididos a desequilibrar a Vader.
Éste se limitó a quedarse parado como una estatua, con la hoja inclinada hacia el suelo hasta el mismo instante en que los dos Jedi desataron su ataque.
Y entonces, cuando las tres hojas chocaron en un fogonazo de deslumbrante luz y chirriantes sonidos de estática, se movió.
Forte y Kulka era duelistas experimentados, pero Vader no sólo era más rápido de lo que Starstone recordaba de cuando luchó en Murkhana con la Maestra Chatak, sino también más ágil. Empleó su impresionante poder para acabar rápidamente con el elegante floreo de sus contrincantes, que retrocedieron ante los aturdidores mandobles de la hoja brillante como la sangre.
Los dos Jedi intentaron una y otra vez alterar su estilo, pero Vader tenía un contraataque para cada embate, parada y réplica. Su estilo empleaba elementos de todas las formas de esgrima, incluso de las más difíciles y peligrosas, y sus movimientos era repentinos e impredecibles. Además, su notable presciencia le permitía anticiparse a los planes y maniobras de Forte y Kulka, por lo que su hoja siempre iba un paso por delante de las de ellos, a pesar de empuñarla a dos manos.
Jugó con los Jedi y arañó a Forte en el hombro izquierdo y luego en el muslo derecho; a Kulka le pinchó ligeramente en el abdomen, para luego arrancarle la carne del lado derecho del rostro.
Al ver a los dos Caballeros Jedi caer de rodillas, con muecas de dolor, la padawan Klossi Anno echó a correr de su posición, donde ayudaba a Jambe y Nam contra los soldados, y llegó hasta Vader un momento antes que Starstone.
Vader saltó a un lado y la golpeó en la espalda con el sable, haciéndola atravesar toda la balconada; entonces se volvió hacia Forte y Kulka cuando éstos se ponían en pie trabajosamente y los decapitó. Jambe y Nam atacaron a Vader por la espalda, pero ninguno de ellos era un combatiente experimentado y fueron prontamente eliminados de la lucha; Vader le amputó el brazo derecho a Jambe y la pierna izquierda a Nam.
Starstone se dio cuenta, para su horror, de que se había quedado a solas con Vader, el cual hizo una seña a sus soldados para que se la dejaran para él solo y se concentraran en matar a los pocos wookiees que quedaban en el nivel.
—Ahora tú, padawan —dijo, mientras empezaba a moverse a su alrededor.
Starstone llamó a la Fuerza y cayó sobre él como una furia, golpeando salvaje y repetidamente, y con ira. Al cabo de unos momentos comprendió que Vader se limitaba a dejar que se desahogara, tal y como solía hacer el maestro de esgrima del Templo con los estudiantes, haciéndoles creer que lo obligaban a retroceder cuando en realidad sólo los animaba a cansarse antes de desarmarlos con un rápido movimiento.
Así que retrocedió, cambiando de estrategia y calmándose.
Vader es muy alto, impone... Pero igual puedo sortear su guardia como hizo la Maestra Chatak...
—Tus pensamientos te delatan, padawan —dijo él de repente—. No debes tomarte tu tiempo para pensar. Debes actuar movida por el impulso. No reprimas tu ira, ¡entrégate a ella! Utilízala para derrotarme.
Starstone fingió un ataque, dio un paso a un lado y le golpeó.
Él empuñó el sable láser con una sola mano parando el mandoble y contraatacando. Ella se apartó justo a tiempo, pero él no se detuvo y siguió atacando, respondiendo a los mandobles progresivamente frenéticos de su contrincante con otros más potentes, empujándola inexorablemente hacia el borde de la balconada.
Él movía la hoja con precisión, con economía, obligándola a retroceder más y más...
Ella se sentía como si combatiera con un androide, pero un androide programado para contrarrestar todas sus estratagemas. Se agachó para evitar un mandoble lateral de la hoja escarlata y saltó a un lugar seguro.
Pero sólo por un momento.
—Pareces nerviosa, padawan.
El sudor le escocía en los ojos. Starstone intentó concentrarse en la Fuerza. Al mismo tiempo fue vagamente consciente de que había un nuevo sonido en el aire que destacaba sobre el caos de la batalla que se desarrollaba abajo. Y, entonces, una nave familiar descendió de golpe para pararse al lado de la tullida balconada y de su escotilla saltaron dos figuras igualmente familiares aunque la nave siguiera sin aterrizar.
Al mismo tiempo, y como si se moviese con voluntad propia, el mango manchado de sangre del sable láser del Maestro Forte saltó del suelo de la balconada, pasó silbando junto al rostro enmascarado de Vader y fue a parar con un golpe seco a la mano de una de las figuras y se encendió. Un sonido de gorgoteo brotó de alguna parte cercana a la nave recién llegada y algo metálico tocó el suelo y empezó a rodar hacia delante.
Vader se volvió, la capa negra ondeando, para descubrir que la cabeza con casco del comandante Appo rodaba por el suelo hasta sus pies.
Roan Shryne estaba a unos metros de distancia, parado con las piernas separadas, la hoja azul de Forte inclinada hacia un lado. Junto a él, con pistolas láser en cada mano de seis dedos, estaba Archyr, derribando a todos los soldados que se acercaban.
—¡Apártate de él! —le gritó Shryne a Starstone.
Ella se le quedó mirando boquiabierta.
—¿Cómo has podido...?
—Filli nos mantenía informados. Y ahora, apártate de ahí... ¡Deprisa!
Vader no hizo ningún esfuerzo para impedir que se alejase de su lado.
—Muy conmovedor, Shryne —dijo al cabo de un momento—. La tratas como si fuera tu aprendiz personal.
Shryne hizo un gesto amplio.
—¡Olee, mete a los heridos en la nave de desembarco! —Caminó hasta Vader—. Soy el que buscas, Vader. Es tu oportunidad. Yo a cambio de ellos.
—Shryne, no... —empezó a decir Starstone.
—¡Llévate a los heridos! —le interrumpió él—. Jula espera.
—¡No pienso dejarte!
—Me reuniré contigo en cuanto acabe con él.
Vader paseó la mirada de Shryne a Starstone.
—Escucha a tu Maestro, padawan. Ya ha perdido dos aprendices. Seguro que no quiere perder un tercero.
Starstone se rehízo al cabo de un momento y corrió para ayudar a Lambe, Klossi, Nam y alguno de los wookiees a subir a la nave de desembarco. Decidida a acallar sus miedos por Shryne, se obligó a no mirarlo, pero pudo notar cómo él la tocaba con la Fuerza.
Vuelve a ser un Jedi
.
A
l haber fragatas volando en círculo alrededor de Kachirho como insectos derramados de un nido destruido, Skeck guió la nave de desembarco hasta el borde de la balconada y se zambulló hacia la asediada plataforma de aterrizaje. Las salvas de la artillería imperial hicieron temblar la nave y la chamuscaron. Dentro de ella, Starstone se sentaba sobre sus rodillas rodeando con el brazo a Klossi Anno, que recobraba y perdía la consciencia a intervalos por culpa de la herida de su espalda, que era como una trinchera ennegrecida. Al otro lado de la atestada cabina de pasajeros se encontraban Lambe y Nam, pálidos por el miedo, aferrados a sus extremidades amputadas y llamando a la Fuerza para no sumirse en el shock.
Los wookiees se amontonaban, bramando de ira o gimiendo de dolor. Dos de los que Starstone y Archyr ayudaron a subir a bordo habían muerto.
¿Quién era Vader?,
se preguntaba ella.
¿Qué era?
Volvió a mirar la herida de Klossi, y luego la que ella misma tenía en el hombro y que no había notado al recibirla. Era la forma en que Vader los había marcado con el sello Sith.
¿Podría derrotarlo Shryne?
—¡Agarraos bien! —Gritó Archyr desde el asiento del copiloto de la nave—. ¡Esto va a ser digno de recordarse!
Skeck estaba haciendo que la nave bajara rápido. Aunque los repulsores se las arreglaban para mantener la nave en el aire, volaba fuertemente escorada. Por ello, el ala de ese lado fue lo primero que hizo contacto con la plataforma, abriendo una trinchera en la superficie de madera y sumiendo a la nave en un giro que la arrojó contra un transbordador aparcado y todavía en peor estado.
Starstone se golpeó la cabeza contra el mamparo con tanta fuerza que vio las estrellas. Depositó con cuidado a Klossi en el suelo y fue a ver cómo estaban Lambe y Nam. Luego se tambaleó hacia la escotilla, seguida por Archyr, mientras Skeck se quedaba en los controles.
La luz del día iba desapareciendo y el aire estaba lleno del humo y la peste del combate.
El cielo aullaba con naves y latía con explosiones estroboscópicas. Wookies y otros seres corrían en todas direcciones por la plataforma de aterrizaje. En otra parte, bandas de wookiees, entre los que había algunos conocidos por los Jedi, ponían a salvo a los heridos. Muchas de las naves comerciales habían despegado ya, pero aún quedaba una cantidad semejante de naves destrozadas por el fuego de artillería o enterradas bajo los restos caídos de las ramas y troncos superiores de Kachirho.
El grueso del combate se había desplazado al este de la plataforma, más cerca del lago. Allí había varias fragatas estrelladas pasto de las llamas, y en el suelo se amontonaban los cadáveres de wookiees y soldados clon. Las fuerzas imperiales entraban en la ciudad-árbol desde todas partes, hasta de la costa más alejada del lago, llegando en deslizadores de los pantanos y otras naves acuáticas. Renglones cortantes brotaban de las posiciones fortificadas en lo alto de los troncos, pero las fragatas y la artillería móvil obligaban a los wookiees a descender al nivel del suelo.
Como la cabeza le daba vueltas, Starstone se apoyó contra el ala doblada de la nave de desembarco.
Filli apareció entre el humo, corriendo agachado y llevando a Deran Nalual cogida de la mano. Garrote y una docena de wookiees llegaron desde otra dirección, con Chewbacca entre ellos, algunos cojeando y otros con el pelo salpicado de sangre.
—¿Dónde están los demás? —preguntó Filli, subiendo la voz para ser oído por encima del torbellino de fuego y humo.
Ella hizo una seña hacia la nave de desembarco.
—Skeck, Lambe, Nam y Klossi están dentro.
—¿Forte? —dijo Filli—. ¿Kulka...?
—Muertos.
Deran Nalual tenía la cabeza gacha y se aferraba al brazo de Filli.
—¿Shryne?
—Arriba —contestó, alzando la mirada a la balconada, como si acabara de recordarlo.
—El
Bailarín Borracho
nos espera. ¿Lista para irte? —dijo Filli, con los ojos fijos en ella.
—¿Irme? —repuso ella, mirándolo fijamente.
—Al menos, a intentarlo —dijo él, asintiendo.
Ella miró a su alrededor con temor.
—¡No podemos dejarlos en medio de esto! ¡Nosotros somos los causantes!
Filli apretó los labios.
—¿Qué ha sido de tu idea de perpetuar la Orden Jedi? —Intentó cogerle las manos, pero ella retrocedió—. Si quieres morir aquí haciéndote el héroe, me quedaré y moriré contigo. Pero sólo si me convences de que sabes que nuestras muertes no afectarán en nada al resultado final.
—Filli tiene razón —djo Archyr tras ella, gritando para ser oído—. Castígate más tarde, Olee. Si queremos sobrevivir a esto, cuanto antes despeguemos, mucho mejor.
Starstone paseó la mirada por la destrozada plataforma de aterrizaje.
—Nos llevaremos con nosotros a todos los que podamos.
Garrote, al oírla, empezó a gesticular a los wookiees con los que había llegado.
—¡Chewbacca, llena la nave de desembarco y el transporte! Mete dentro a todos los que puedas.
También la habían oído otros, y no pasó mucho tiempo sin que se acercaran docenas de wookiees. La zona no tardó en llenarse con más wookiees y comerciantes de los que cabían en ambas naves. Pero en medio de esa enloquecida carrera por ganar un sitio a bordo de las naves, las fragatas imperiales empezaron a interrumpir su ataque a Kachirho.
El motivo de tan repentina retirada quedó claro cuando colosales rayos de turboláser descendieron desde el cielo quemando zonas de los bosques circundantes a los que habían huido miles de wookiees. Ramas gigantescas se desprendieron de los wroshyrs con atronador sonido, y el viento abrasador y las llamas barrieron la plataforma de aterrizaje, prendiendo fuego a casi todo lo inflamable.
Con el retumbar de las explosiones, los wookiees salían gritando del bosque, con el pelo quemado, ennegrecido o en llamas.
Starstone necesitó un momento para darse cuenta de que estaba tirada de espaldas en la plataforma de aterrizaje. Se incorporó, con el pelo agitado por un viento caliente y maloliente, y se puso trabajosamente en pie a tiempo de oír a Garrote:
—Artillería orbital...
El resto de sus palabras se vieron ahogadas por un ruido atronador que empezó en las alturas de Kachirho, cuando docenas de enormes troncos se rompieron y cayeron, precipitándose al lago y allanando hectáreas de vegetación costera.
De pronto sintió que Archyr le daba golpecitos en el hombro.
—Olee, estamos todo lo llenos que podemos permitirnos sin perder la capacidad de despegar.
Ella asintió.
Filli se volvió y echó a correr hacia el transporte, para detenerse en seco y mirarla con alarma.