El fantasma de Harlot (124 page)

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Authors: Norman Mailer

Tags: #Policíaco

Cuando Sammy Davis, Jr. mantenía una «tórrida» relación amorosa con Kim Novak, Roselli, como un favor a Cohn, convenció al cantante negro de que renunciara al idilio. Por entonces Novak era la estrella rubia número uno de la Columbia.

Según parece, Roselli le dijo a Sammy Davis, Jr., que es tuerto: «Olvídate de la rubia, o perderás el otro ojo».

Davis lo complació.

En 1943, Roselli cumplió tres años y ocho meses, de una sentencia de diez años, por un cargo de extorsión de más de dos millones en perjuicio de la industria cinematográfica. Al salir, pasó a coordinar los negocios ilícitos de Las Vegas y el sur de California. Su nombramiento fue supervisado por Sam Giancana, quien, según se dice, es el cabecilla del Gran Consejo de la Mafia.

A Roselli se lo conoce como el Don Juan de la Mafia.

Tiene aspecto de embajador. Lo llaman el Zorro Plateado.

Se dice que es un solitario. Tiene familia, pero nunca visita a nadie. No obstante, ha pagado la educación universitaria de sus hermanas menores.

Descripción física: Delgado. Estatura mediana.

Rasgos bien cincelados. Pelo gris plateado. Su credo:

«Jamás me amenacen. No tengo nada que perder».

Envié copia de esto a mi padre por DESVÍO ESPECIAL/HALIFAX, y agregué una nota en la cual le informaba que había buscado a RALSTON en VILLANOS, sin encontrar nada, pero que por un accidente fortuito (había miles bajo la R) encontré ROSELLI ALIAS RALSTON.

Al día siguiente llegó un mensaje de Cal por el teléfono abierto. «Vete a un convento a las cuatro», decía. Significaba: «Llama a mi línea privada desde un teléfono exterior a la una del mediodía». Cuando establecí comunicación con él, durante mi hora de almuerzo, lo encontré tan garrulo como si hubiera bebido vino.

—Gracias —dijo — . Fui directamente al edificio K para informarle a Bissell acerca de la reunión entre Maheu y Roselli. Gracias otra vez. No quería decirle a Bissell que Maheu se había encontrado con alguien cuyo nombre no podía proporcionarle. Rick, en el despacho de Bissell estaba Allen Dulles, quien, como imaginarás, no resistió la tentación de mirar lo que yo llevaba sobre Johnny R. Vi que Allen estaba leyendo al revés. De todos modos, Bissell dejó el papel sobre el escritorio para permitir que Allen lo leyese. —Lanzó una carcajada—. ¿Has tratado de leer al revés últimamente?

—No a diario.

Rió con más fuerza.

—Hijo, en los días de la OSS decíamos que era la única habilidad necesaria, aparte de un poco de descaro.

—Sí, señor.

—Allen ha especificado que se mantendrá alejado de todo esto, en un compartimiento hermético, pero aun así no pudo dejar de hacer un comentario. «Bien, se trata de aguas peligrosas, ¿verdad, Cal?», dijo. «Muy peligrosas, señor», le respondí. Sonrió. «Cal, te diré algo: usa tu propio juicio. Siempre te ha librado de todos los problemas, ¿verdad?» «No, señor», contesté, y nos echamos a reír, porque los dos sabemos que si algo sale mal, la culpa es mía. «De todos modos, esto me gusta —siguió diciendo—. Es torcido, pero interesante, ¿no? Sería muy bueno saber dónde tuvo lugar el almuerzo. Maheu se alojaba en el hotel Beverly Hills, de modo que pudo haber sido en el Polo Lounge.»

—Haré algunas averiguaciones —dije.

SERIAL: J/38, 961, 601

RUTA: LÍNEA / CUARTEL DEL OJO-ABIERTA

A: HALIFAX

DE: ROBERT CHARLES 10:46, 6 DE SEPTIEMBRE, 1960

TEMA: RESTAURANTES

Me tomo la libertad de ocupar el tiempo de la Compañía y los codificadores para mencionarte los restaurantes de Los Angeles que podrían gustarte. Yo que tú escogería el Brown Derby. Un ex compañero de Yale que trabaja para Harry Cohn, me ha dicho que allí van los entendidos.

ROBERT CHARLES

A la mañana siguiente recibí otra carta envuelta en cinta.

7 de septiembre de 1960

Hijo:

Tu guía de restaurantes me ha resultado muy útil. Contribuye a dar vida a una transcripción.

Debo confesarte que no te he dado todos los detalles de la primera entrevista entre Maheu y Roselli. Esta reserva es
pro forma
, ya que no tenías ninguna necesidad de enterarte, pero teniendo en cuenta tu buena actuación, me alegra poder brindarte la información. Roselli tiene un amigo, llamado Sam Gold, a quien necesita hacer partícipe de su proyecto. Eso dice. Gold cuenta con importantes contactos en el país que es nuestro objetivo. La siguiente pregunta es si Sam Gold puede ser Meyer Lansky o Sam Giancana. He mantenido una conversación con el oficial de caso a quien le asigné este trabajo en Washington y Nueva York, un ex personaje del FBI que seguramente debes de conocer. Dice que fue instructor tuyo. Es un hombre severo pero muy capaz, llamado Raymond Burns. Según Ray, estos muchachos de la Mafia tienen la costumbre de conservar el primer nombre y de usar un apellido falso con la misma inicial, como sucede con Johnny Ralston, Johnny Roselli. Sam Gold nos pone en la pista de Sam Giancana. Sin embargo, Maheu me sugiere que no suponga que Lansky no está implicado; Sam Gold también podría ser el temible Meyer. Sea quien fuere, Gold está listo para entrar en juego. Supongo que el gángster que recupere los casinos tendrá entonces una posición clara y dominante en el Sindicato.

Entretanto, para el 14 de septiembre se ha organizado una reunión que tendrá lugar en el hotel Plaza de Nueva York y a la que asistirán Maheu, Roselli y Burns. Como Roselli insiste en conocer a un
capo
, le corresponde a Burns desempeñar un papel adecuado.

Mantén la fortuna de los Hubbard en ascenso, hijo. Afectuosamente tuyo,

PAPÁ

Al día siguiente llegó otro mensaje de Cal:

8 de septiembre de 1960

Hijo:

Incluyo una copia del informe de Maheu sobre la reunión del Plaza:

Estimado señor Halifax:

Debido al ruido del restaurante, la calidad de nuestra grabación ha resultado deficiente. Ni la del señor Burns, ni la mía, han resultado satisfactorias. Afortunadamente, tengo una larga experiencia en tomar mentalmente apuntes en circunstancias como ésta. Por ello ofrezco mi recuerdo de los procedimientos, y aseguro un noventa por ciento de contabilidad en los asuntos primordiales, y al menos un sesenta por ciento en la reconstrucción precisa, palabra por palabra. Por otra parte, dado el ruido, nuestros amigos del FBI no pueden haber grabado nada.

Ralston evaluó de inmediato al oficial de caso Burns, y se mostró brusco. Ralston dijo: «No lo considere una ofensa personal, amigo, pero me doy cuenta de que está usted al nivel de un lameculos, lo cual resulta inadecuado para nuestra operación. Dígale a su jefe que no intenten joderme».

Debo confesar que su modo de expresarse me sorprendió, ya que, al menos en apariencia, Ralston es amable y acicalado como George Raft.

Burns tuvo que perder tiempo asegurándole a Ralston que la siguiente reunión sería de un nivel superior, y se comportó como un buen soldadito, pero conozco su genio desde los viejos tiempos en que trabajamos juntos en el FBI. Raymond Burns tiene un odio virulento por los matones. No quiero denigrarlo, ya que aprecio su tenacidad de bulldog y otras virtudes admirables, pero como enlace con Ralston no ofrece perspectivas de compatibilidad.

Sin embargo, Burns demostró poseer la disciplina suficiente para permanecer callado, y yo seguí ocupándome del asunto principal. En respuesta a mi averiguación, Ralston dijo por fin que nuestra siguiente reunión tendrá lugar en el hotel Fontainebleau el próximo 25 de septiembre.

Hablamos de modos y métodos. Ralston dijo: «No conviene regarlos con una manguera. No se trata del día de San Valentín».

Después de nuestra primera reunión, creo entender que ustedes quieren que la firma de la operación apunte a la Mafia. Cinco matones con metralletas serían prueba suficiente de que quienes se encargaron del trabajo fueron los gángsters.

Sin embargo, no es lo que estos tipos quieren. Creo que deberemos renunciar a nuestra opción más útil. En consecuencia, puede suscitarse la pregunta de si deseamos trabajar con este elemento en particular. Por mi parte no hago ninguna recomendación, pero Ralston dijo: «Tenemos todos los contactos necesarios para llegar al Supremo». «¿Qué métodos propone?», le pregunté. «píldoras —respondió Ralston—. Pulverizadas en su comida. Estará tres días enfermo antes de sentirse verdaderamente mal y llamar al cura.» Convinimos en que le pasaríamos las píldoras a Ralston el 25 de septiembre, fecha en que sería aconsejable que usted lo conociera.

Sinceramente suyo,

R. M.

Una nota de Cal acompañaba el memorándum:

Naturalmente, estoy preocupado. Deberemos darnos prisa si queremos estar listos para el 25. Mediante los intermediarios adecuados, se ha cursado la petición a la oficina de Servicios Médicos, que probablemente tendrá que usar algunos de los laboratorios más exóticos de ST. Es imposible que Hugh no olfatee algo de esto. La pregunta es: ¿cuánto?

HALIFAX

22

Hacia mediados de septiembre alquilé un apartamento, y Modene y yo tuvimos nuestra primera crisis.

Comenzó con un cambio en su horario. Según me informó, debido a una escasez temporal de azafatas en el sudoeste su base sería trasladada a Dallas por unos pocos días, y tendría que ausentarse de Miami durante cuatro noches seguidas.

Aunque me pareció que mentía, traté de hacer caso omiso a esa mala noticia. Me llamaría a mi nuevo apartamento todas las noches con un informe detallado del viaje de ese día. En una ocasión telefoneó desde Nueva York; la noche siguiente, desde Dallas; otra vez fue a Memphis y luego regresó a Dallas el mismo día. Para garantizar la veracidad de estos viajes, hacía continuas referencias a pasajeros que le habían resultado particularmente agradables u horrorosos.

El cuarto día ya no la creí más, y constaté su historia. Dada la cantidad de exiliados que volaban por asuntos de la Compañía a Nueva York, Washington, Nueva Orleáns o Ciudad de México, para no mencionar la alerta permanente que regía en Miami en caso de que ingresaran agentes de Castro en el sur de Florida, teníamos un gran número de agentes apostados en los aeropuertos. A mi secretaria le bastó hacer dos llamadas para informarme de que la azafata M. Murphy, de Eastern Airlines, tenía cuatro días de licencia y regresaría a Miami la noche de ese 14 de septiembre.

Los celos viven para los hechos. Al reunirme con Modene en el centro de Miami, me sentía resuelto. Era tarde, y fuimos de inmediato a mi nuevo apartamento en Coconut Grove, en el primer piso de una pequeña casa estilo colonial español. Antes de sentarnos a hablar le hice el amor. Se trataba de una medida militar: si nos vuelan los puentes, lo que debemos hacer es instalar pontones. Yo sabía lo que es estar desesperado de amor. La follé con odio. Allí, en mi apartamento moderno, demasiado costoso para mis ingresos, me sentí desesperadamente enamorado de una mitad de mí, y esa mitad sólo podía encontrar una mitad de Modene. Recuerdo que contemplé con odio sus largas uñas. Esas uñas lacadas, elegantes en su exterior, pero remendadas y entablilladas por debajo, habían arruinado parte de las noches que pasamos juntos. Las uñas pertenecían a su imagen de dama exótica y tiránica (aunque ideal) que compartía su existencia con esa otra muchacha que se enfadaba cada vez que no podía vencerme jugando al tenis, pobre chica Alfa. Esa Alfa debía usar guantes para protegerse las uñas, y a pesar del esparadrapo y demás medidas protectoras, cuyo costo era de dos
games
perdidos por cada
set
, seguía rompiéndose las uñas. Lloraba a causa de eso más de lo que podría llorar por mí (según yo sospechaba); derramaba lágrimas de furia por las horas desperdiciadas y los propósitos contradictorios de esas uñas estilizadas, pero ¡qué bien las utilizaba por la noche, a la luz de las velas de un restaurante, cuan perfecto el equilibrio del cigarrillo en la boquilla! Según comprendí, sus raíces espirituales se diferenciaban tanto las unas de las otras como la orquídea de la maleza.

Esa noche no dije nada de lo que sabía. Si bien no era incapaz de matarla, jamás lo haría. ¿Significaba eso que estaba desesperadamente enamorado? Ni por un instante intentó explicar por qué, después de cuatro días y cuatro noches de las más insólitas variaciones de su horario habitual, no tenía tiempo libre. Por el contrario, a la mañana siguiente saldría en un vuelo Miami-Washington-Miami, itinerario que repetiría tres veces a lo largo de otros tantos días (una gincana increíble; ¡siete jornadas de trabajo sin descanso!) No, ella debía de saber que yo era lo suficientemente despierto para suponer que se había tomado unas pequeñas vacaciones, pero no supe más hasta después de una semana, cuando el gorila de VAMPIRO me entregó en Zenith la transcripción de una conversación entre BARBA AZUL y AURAL. Modene había pasado los cuatro días en Chicago, con Sam Giancana. Al oír la transcripción, me di cuenta de que la curiosidad de Willie era, cuanto menos, igual a la mía. ¿Se había acostado Modene con Giancana?

No, insistía Modene, no se había acostado con Sam. Pero ese hombre le gustaba.

—Sinceramente, Willie, es muy humano.

—¿Sientes lástima por él?

—No. Es demasiado fuerte para eso. Pero hay dolor en su vida.

—¿Por ejemplo?

—Por favor, deja ya de examinarme.

Sus intercambios se volvían repetitivos. Comprimí la conversación a una extensión razonable y le ofrecí a Harlot un retrato de Giancana.

WILLIE: ¿Te llevó a su casa?

MODENE: Por supuesto.

WILLIE: ¿Es una mansión palaciega?

MODENE: No, pero por fuera es elegante, y está muy bien construida. Parece un fuerte. Una construcción de piedra. Y queda lejos, en Oak Park.

WILLIE: ¿Al norte de Chicago?

MODENE: Sí. En Oak Park. Sam pareció impresionado cuando le dije: «En esta pequeña ciudad creció Ernest Hemingway». «¿Quién es ese tal Hemingway? ¿Un novio tuyo?», preguntó. Imagínate. «¿Te gustaría saberlo?», pregunté. Y Sam me dijo: «¿Crees que soy un ignorante, ¿verdad? Pues aquí leemos los periódicos. Conozco el nombre de este tipo, Hemingway. Él y yo somos los personajes más famosos de Oak Park», y se echó a reír. Siempre se ríe mucho de sus propias bromas. Creo que ha vivido mucho tiempo solo.

WILLIE: La casa. ¿Cuál es la historia de la casa?

MODENE: ¿Quieres esperar? Por dentro no es nada del otro jueves. Cuartos pequeños, muebles italianos, pesados. En el sótano hay un cuarto sin ventanas, que es su despacho. Tiene una mesa larga, supongo que para reuniones. Pero también hay una vitrina con unas piezas de cristal muy hermosas. Es coleccionista. Cuando coge una de las piezas, se ve otra faceta de su personalidad. Mueve los dedos con tanta delicadeza... Willie, si alguna vez sintiese ganas de acostarme con Sam, eso es precisamente lo que me incitaría a hacerlo.

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