Read El líder de la manada Online
Authors: César Millán,Melissa Jo Peltier
Tags: #Adiestramiento, #Perros
Pedí a los Egger que le dejasen puesto el collar durante diez horas cada día y a lo largo de tres meses, y que siguieran empleándolo en el nivel más bajo de corrección siempre que fuera necesario —en su caso, una mera vibración— cuando Molly comenzara a obsesionarse con los neumáticos. Tres meses más tarde, su obsesión había desaparecido, del mismo modo que la necesidad de utilizar el collar. Tras una mínima incomodidad, Molly puede ahora esperar la vida larga y productiva de un perro ganadero, y su familia puede mirar confiada a un futuro de amor por ella.
Un collar electrónico también puede utilizarse durante muy cortos periodos de tiempo si se pretende conseguir un condicionamiento negativo en situaciones de vida o muerte. Hace poco, mi amiga Jada Pinkett Smith perdió a su querido Rocco tras ser atacado éste por una serpiente de cascabel en su finca del desierto. La Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de California ha calculado que 150.000 animales domésticos sufren mordeduras de serpientes venenosas cada año. Esta estadística me sorprende enormemente porque en México todos los perros parecían saber instintivamente que debían mantenerse alejados de serpientes y escorpiones. Dado que suelo llevar a mi manada a caminar por las sendas de la propiedad de Jada y por otras partes del sur de California, donde abundan las serpientes, quería saber si también ellos podrían ser vulnerables a sus ataques. En un experimento realizado en el Centro, llevé una serpiente de cascabel en una jaula y se la mostré a la manada. Me sorprendió descubrir que de no haber estado encerrada, la serpiente habría acabado al menos con cinco de mis perros en un par de minutos. Ello se debe a que, como son perros de ciudad, la mayoría de ellos ha perdido el instinto natural que les aconseja ser cautos ante las serpientes; lo que sentían era curiosidad. En los segundos que transcurrieron entre su curiosidad inicial y el instante en que el instinto les dijo que la serpiente podía herirlos, la cascabel habría podido acabar con la vida de varios de ellos del mismo modo que ocurrió con Rocco. Jada y yo decidimos contratar a un profesional cuya especialidad es condicionar a los perros para que eviten a las serpientes, y le hicimos trabajar con cada uno de los miembros de nuestra manada.
Bob Kettle era un hombre de carácter fuerte y la herramienta que utilizaba era el collar electrónico. Utiliza a más de una serpiente para asegurarse de que la asociación del perro con las serpientes no es demasiado específica, puesto que cada serpiente emana un olor diferente. Me pidió que saliera con los perros al campo y me acercara a la jaula de la serpiente. Daddy fue el primero que llevé junto a la jaula: en cuanto reparara en ella, Bob gritaría «fuera» y en ese mismo instante pulsaría el collar para que yo apartara al perro. Lo repetimos durante unos diez minutos y al final lo último que Daddy deseaba hacer en su vida era acercarse a una serpiente. Pasó la prueba con un diez, y luego estuvo jugando tan feliz conmigo durante una hora. Una semana más tarde, llevé otra serpiente enjaulada al centro para que Daddy pasase su examen final. El pobre ni siquiera necesitó ver a la serpiente para retroceder un paso y ponerse detrás de mí. El condicionamiento nos llevó diez minutos, pero valió por toda una vida de tranquilidad para mí cada vez que paseara con Daddy y el resto de la manada en las montañas de Santa Mónica, infestadas de serpientes. En estos dos ejemplos creo que el uso del collar electrónico fue la elección adecuada. En casos de vida o muerte como éstos, si alguien me preguntase si me parece bien el empleo de un collar electrónico contestaría que sí.
Como ya he mencionado anteriormente, en las manos inadecuadas y utilizado incorrectamente, el uso del collar electrónico puede tener consecuencias negativas. Sin embargo, y gracias a los avances realizados en esta herramienta, una estimulación de baja intensidad usada correctamente puede resultar útil entrenando y modificando la conducta en determinadas situaciones. Este collar debe presentarse al perro de modo que entienda lo que significa el estímulo, y ha de encontrarse el nivel en el que el perro apenas lo sienta. No debe preocuparle ni asustarle, sino ser una sensación nueva y distinta a la que responda, como si fuera una correa nueva. Sin una introducción paulatina que tenga por fin su comprensión puede estropear vuestra relación y dañar la confianza, esencial entre ambos. Vuelvo a hacer hincapié en que el uso de cualquier herramienta requiere que seamos líderes serenos y firmes. La confianza y el respeto son las piedras angulares sobre las que edificar la relación hombre-perro. Si no existen, no se puede tener una relación equilibrada entre mascota y amo.
Un uso compulsivo lo inutiliza, y sin embargo, hay personas que lo emplean así. ¿Por qué? Porque en muchas ocasiones se obtienen resultados más rápidos, aunque también más superficiales y de duración limitada.
Cuando trabajaba adiestrando perros de defensa y ataque, muchos de estos métodos que ahora considero peligrosos y negativos se empleaban a diario. La empresa ganaba una considerable suma de dinero por que los perros aprendieran a responder a las órdenes en dos semanas, de modo que al personal se le decía que hiciera lo que fuese necesario para obtener ese resultado en esas dos semanas. Ésa fue una de las razones por las que empecé a cambiar mi opinión de los perros y su adiestramiento, y a desarrollar mi propio concepto de rehabilitación. Carece de sentido intentar que un perro inseguro aprenda obediencia en el plazo de dos semanas. Cada perro necesita su propio tiempo para aprender y resultar equilibrado; no es algo que se pueda acelerar, ni que se pueda pagar para que otros lo hagan. Como ya he dicho, los perros no son aparatos. Es cierto que obtener obediencia de un perro es algo que requiere paciencia, capacidad de liderazgo y respeto del propietario o la persona que lo tiene a su cargo. Y aunque el collar electrónico puede proporcionar resultados rápidos, a menos que la situación sea de vida o muerte, es una herramienta que fácilmente puede conducir a un mal uso y a la explotación. Si la energía que late detrás del collar es una energía colérica, frustrada o empapada de cualquier otra emoción negativa, la posibilidad de que se alcance un resultado a largo plazo es prácticamente nula.
Como siempre creo que la elección de herramienta, o cualquier elección que tenga que ver con los animales que tienes a tu cuidado, es una cuestión de conciencia, de espiritualidad, de la clase de relación que tengas con el poder superior en el que creas. Si un collar electrónico te sigue pareciendo una herramienta inadecuada, afortunadamente hay muchas otras opciones posibles. Tanto si eliges utilizarlo como si no, te recomiendo que cuentes con un profesional cuyos métodos y filosofía te parezcan adecuados, y que dispongas de las instrucciones pertinentes antes de lanzarte a modificar el comportamiento de tu perro.
El collar electrónico puede utilizarse también para corregir el ladrido obsesivo de un perro, y sí, puede funcionar para tal fin, pero he de decir que, en mi opinión, un ladrador obsesivo es casi siempre un perro que se siente frustrado, que pasa demasiado tiempo entre cuatro paredes y que no hace el suficiente ejercicio, en concreto, que camina poco y forma manada con su dueño. A veces el dueño del animal quiere encontrar el camino más rápido, de modo que cuando se marcha a trabajar espera a estar fuera de la casa para activar el control remoto, que envía un estímulo al perro cuando éste ladra dentro. El collar está programado para enviar un estímulo cada vez que el perro ladre durante el día, tanto si el dueño está como si no.
Algunos de los collares podrían activarse al percibir otro sonido que no fuera el ladrido del perro. Podría ser otro animal que esté ladrando en la casa de al lado, un eco en el interior de la casa, o incluso una reacción si el perro se acerca demasiado al metal. De pronto el perro empieza a recibir estímulos no sólo cuando ladra, sino por razones aleatorias e impredecibles, y es incapaz de establecer la conexión entre causa y efecto, que es crucial en cualquier caso de condicionamiento. Los perros viven en un universo simple de causa y efecto, y saben por instinto que acción equivale a reacción. Un castigo aleatorio e impredecible es lo peor que le puede pasar, ya que puede desembocar en que el animal tenga miedo de todo, o que esté permanentemente ansioso o nervioso, o incluso agresivo, cuando antes no lo era. Nunca utilices un collar que se active sólo por un micrófono. Afortunadamente los collares actuales poseen unos sensores de vibración que sólo se activan con el ladrido del perro. Aun así sigo creyendo que hay otras opciones más naturales para ayudar a un perro en esa circunstancia, pero que requieren una inversión mayor de tiempo y trabajo por parte del propietario del animal, y la primera de esas medidas es, como ya te habrás imaginado, paseos regulares intensos y diarios a tu lado, de una hora de duración.
Otra opción para aquellos que no se sientan cómodos con un collar electrónico para solucionar el problema de un ladrido excesivo es el collar de citronella. Un estudio realizado por la Universidad de Veterinaria del Cornell’s College descubrió que este método, que descarga citronella natural —la misma sustancia extraída de las plantas que se emplea para hacer las velas anti-mosquitos que compramos en verano para el jardín— bajo la barbilla del perro, resulta más eficaz que los collares electrónicos para los casos de «ladrido excesivo»
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. Un micrófono instalado en el collar activa la sustancia, que consigue sorprender al perro porque se trata de un olor extraño y desconocido que irrita la pituitaria del animal, tan sensible a los olores. Es esa incomodidad lo que envía al cerebro del animal la señal de que debe dejar de ladrar y limitarse a respirar si quieres deshacerse de una sensación tan incómoda. Como el collar electrónico, se trata de una corrección física basada en un olor irritante en lugar de una descarga irritante.
Basándonos en la misma filosofía de llevar un collar electrónico durante diez horas al día, tanto si está activado como si no, un collar de citronella puede reemplazarse por un collar falso una vez el perro comience a responder a su estímulo con regularidad. Pero al igual que ocurría con los electrónicos más antiguos, el micrófono de los de citronella puede resultar activado por otros sonidos, incluido el ladrido de otros perros, pero sólo si ese ruido se produce a menos de cinco centímetros del micrófono. Si te decides a emplear esta herramienta, asegúrate de que un profesional ajuste el micrófono, no vaya a ser que estés corrigiendo a tu perro por algo que no ha hecho.
El objetivo final tanto del collar electrónico como del de citronella para tratar el ladrido exagerado es que éstos se empleen sólo como medida temporal, pero en los dos casos el perro puede resultar ser muy listo y darse cuenta de cuándo tiene puesto el collar y cuándo no, y si es así, hacer lo que le dé la gana. Por eso la firmeza es vital en ambos casos.
En algunos lugares de Estados Unidos sigue vigente la ley que prohíbe vallar una propiedad. Por otro lado, construirlas puede costar miles de dólares y algunos dueños de perros no pueden permitírselo. Un pastor eléctrico puede crear una frontera artificial de modo que el perro aprenda cuál es el límite de su territorio, ya que cada vez que se acerca a ese límite recibe una descarga.
Los pastores eléctricos funcionan muy bien en muchos casos, y puede decirse de ellos que imitan el comportamiento de la Madre Naturaleza, que marca límites constantemente. Cuando un perro en estado salvaje ve un despeñadero, sabe que si va demasiado lejos puede hacerse daño. Si hay un arbusto con pinchos, puede que se acerque hasta que se pinche y aprenda que esa zona no es buena para él. Los perros aprenden muy rápidamente de su entorno, y ése es el principio en el que se basa el pastor eléctrico, y en mi opinión, puede salvar muchas vidas. Pero los dueños necesitan aprender a condicionar a su perro del modo correcto cuando lo instalan. No sería buena idea, por ejemplo, lanzarle una pelota al animal hacia el pastor para que le dé una descarga cuando se acerque a buscarla, porque no queremos que asocie la descarga con nosotros. Para presentar de un modo correcto el pastor eléctrico a nuestro perro debemos asegurarnos primero de que está cansado o en un momento de baja intensidad energética, porque un animal en un momento de elevada energía puede no darse cuenta siquiera de la descarga por la excitación. Los perros excitados o con alguna fijación momentánea son imposibles de condicionar. Primero haz que se canse y déjale que explore por su cuenta las nuevas fronteras. Es probable que sólo dispongas de una oportunidad para hacerlo bien, y puede ser cuestión de vida o muerte para tu perro.
Este tipo de herramienta se basa en la misma filosofía que el pastor eléctrico: intentar imitar los avisos que la Madre Naturaleza envía a los animales para que se mantengan alejados de determinadas cosas. Estaba dirigida inicialmente a los gatos, que tienen la costumbre de subirse a los muebles, la encimera, las librerías... cualquier parte de la casa, y consiste en una alfombrilla de plástico cuyo interior alberga una red de cables a los que proporciona electricidad una pila de 9 voltios. Emite un pulso de tres segundos, muy parecido al que los humanos experimentaríamos en una alfombra cargada de electricidad estática. La descarga hace que el gato se baje de donde se haya subido y normalmente, tras un par o tres de experiencias, no vuelve a hacerlo. Obviamente la finalidad es la misma con los perros.
Al igual que con el pastor eléctrico —pero en una intensidad menor—, el
scat mat
funciona porque el animal asocia la consecuencia con su entorno. Como todos los aparatos basados en la electricidad, es importante que el dueño se asegure de que el producto está en buenas condiciones; es decir, que no haya cables sueltos o quemados o cualquier otra cosa que pueda suponer un peligro para los animales o los niños.
Nuestros abuelos aseguraban que un periódico enrollado con el que golpear al perro en el morro era la única herramienta que se necesitaba para enseñarlo. El periódico constituye una forma de disciplina anticuada, de bajo coste y que no conlleva tecnología alguna. Y puede que de verdad le funcionase a la abuela. Como ya he mencionado, el acto de empuñar el periódico confería a la abuela un gran poder, y seguramente, en la mente del perro quedaba asociado con algo que no debía hacer. «Pero cualquier clase de disciplina que se imponga al golpear con las manos puede causar complicaciones muy negativas para el animal». No es natural para el perro que alguien lo golpee, ya que entre ellos la disciplina no se impone de ese modo, y por tanto, el ser golpeados no se relaciona en su mente con transgredir las normas, y provoca una reacción instintiva de temor que les puede causar timidez, desconfianza y otras emociones negativas. Una mano que se cierne sobre ellos es una experiencia totalmente desconocida para su instinto, de modo que pueden llegar a desconfiar de todas las manos, no sólo de las que portan periódicos. Temer a una mano puede tener dos consecuencias: que las eviten o que intenten morderlas.