caballero ya viejo, habrá veinte años
que enviaba a Malta un hijo de tu nombre,
que era sobrino de su gran maestre;
cautiváronle moros de Biserta
y nunca supo dél muerto ni vivo.
195
Este ha de ser tu padre y tú su hijo,
y yo lo he de trazar.
TEODORO
Tristán, advierte
que puedes levantar alguna cosa
que nos cueste a los dos la honra y vida.
TRISTÁN
A casa hemos llegado. A Dios te queda,
200
que tú serás marido de Dïana
antes que den las doce de mañana.
(Váyase TRISTÁN.)
TEODORO
Bien al contrario pienso yo dar medio
a tanto mal, pues el amor bien sabe
que no tiene enemigo que le acabe
205
con más facilidad que tierra en medio.
Tierra quiero poner, pues que remedio
con ausentarme, amor, rigor tan grave,
pues no hay rayo tan fuerte que se alabe
que entró en la tierra, de tu ardor remedio.
210
Todos los que llegaron a este punto,
poniendo tierra en medio te olvidaron,
que en tierra, al fin, le resolvieron junto.
Y la razón que de olvidar hallaron
es que amor se confiesa por difunto,
215
pues que con tierra en medio le enterraron.
(Sale la CONDESA.)
DIANA
¿Estás ya más mejorado
de tus tristezas, Teodoro?
TEODORO
Si en mis tristezas adoro,
sabré estimar mi cuidado.
220
No quiero yo mejorar
de la enfermedad que tengo,
pues solo a estar triste vengo
cuando imagino sanar.
¡Bien hayan males que son
225
tan dulces para sufrir,
que se vee un hombre morir,
y estima su perdición!
Solo me pesa que ya
esté mi mal en estado,
230
que he de alejar mi cuidado
de donde su dueño está.
DIANA
¿Ausentarte? Pues ¿por qué?
TEODORO
Quiérenme matar.
DIANA
Sí harán.
TEODORO
Envidia a mi mal tendrán,
235
que bien al principio fue.
Con esta ocasión te pido
licencia para irme a España.
DIANA
Será generosa hazaña
de un hombre tan entendido,
240
que con eso quitarás
la ocasión de tus enojos
y, aunque des agua a mis ojos,
honra a mi casa darás,
que desde aquel bofetón
245
Federico me
[17]
ha tratado
como celoso, y me ha dado
para dejarte ocasión.
Vete a España, que yo haré
que te den seis mil escudos.
250
TEODORO
Haré tus contrarios mudos
con mi ausencia. Dame el pie.
DIANA
Anda, Teodoro, no más.
Déjame, que soy mujer.
TEODORO
Llora, mas ¿qué puedo hacer?
255
DIANA
En fin, Teodoro, ¿te vas?
TEODORO
Sí, señora.
DIANA
Espera... Vete...
Oye...
TEODORO
¿Qué mandas?
DIANA
No, nada.
Vete.
TEODORO
Voyme.
DIANA
Estoy turbada.
¿Hay tormento que inquïete
260
como una pasión de amor?
¿No eres ido?
TEODORO
Ya, señora,
me voy.
DIANA
¡Buena quedo agora!
(Vase TEODORO.)
¡Maldígate Dios, honor!
Temeraria invención fuiste,
265
tan opuesta al propio gusto.
¿Quién te inventó? Mas fue justo,
pues que tu freno resiste
tantas cosas tan mal hechas.
(Sale TEODORO.)
TEODORO
Vuelvo a saber si hoy podré
270
partirme.
DIANA
Ni yo lo sé
ni tú, Teodoro, sospechas
que me pesa de mirarte,
pues que te vuelves aquí.
TEODORO
Señora, vuelvo por mí,
275
que no estoy en otra parte,
y como me he de llevar,
vengo para que me des
a mí mismo.
DIANA
Si después
te has de volver a buscar,
280
no me pidas que te dé.
Pero vete, que el amor
lucha con mi noble honor
y vienes tú a ser traspié.
Vete, Teodoro, de aquí,
285
no te pidas, aunque puedas,
que yo sé que si te quedas
allá me llevas a mí.
TEODORO
Quede vuestra señoría
con Dios.
DIANA
¡Maldita ella sea,
290
pues me quita que yo sea
de quien el alma quería!
(Váyase [TEODORO].)
¡Buena quedo ya sin quien
era luz de aquestos ojos!
Pero sientan sus enojos:
295
quien mira mal, llore bien.
Ojos, pues os habéis puesto
en cosa tan desigual,
pagad el mirar tan mal,
que no soy la culpa desto;
300
mas no lloren, que también
tiempla el mal llorar los ojos,
pero sientan sus enojos:
quien mira mal, llore bien.
Aunque tendrán ya pensada
305
la disculpa para todo,
que el sol los pone en el lodo
y no se le pega nada,
luego bien es que no den
en llorar; cesad, mis ojos,
310
pero sientan sus enojos:
quien mira mal, llore bien.
(Sale MARCELA.)
MARCELA
Si puede la confïanza
de los años de servirte
humildemente pedirte
315
lo que justamente alcanza,
a la mano te ha venido
la ocasión de mi remedio
y, poniendo tierra en medio,
no verme si te he ofendido.
320
DIANA
¿De tu remedio, Marcela?
¿Cuál ocasión? Que aquí estoy.
MARCELA
Dicen que se parte hoy,
por peligros que recela,
Teodoro a España, y con él
325
puedes, casada, enviarme,
pues no verme es remediarme.
DIANA
¿Sabes tú que querrá él?
MARCELA
Pues ¿pidiérate yo a ti
sin tener satisfación
330
remedio en esta ocasión?
DIANA
¿Hasle hablado?
MARCELA
Y él a mí,
pidiéndome lo que digo.
DIANA
[Aparte.]
¡Qué a propósito me viene
esta desdicha!
MARCELA
Ya tiene
335
tratado aquesto conmigo
y el modo con que podemos
ir con más comodidad.
DIANA
[Aparte.]
¡Ay, necio honor!, perdonad,
que amor quiere hacer estremos.
340
Pero no será razón,
pues que podéis remediar
fácilmente este pesar.
MARCELA
¿No tomas resolución?
DIANA
No podré vivir sin ti,
345
Marcela, y haces agravio
a mi amor, y aun al de Fabio,
que sé yo que adora en ti.
Yo te casaré con él;
deja partir a Teodoro.
350
MARCELA
A Fabio aborrezco; adoro
a Teodoro.
DIANA
([Aparte.]
¡Qué crüel
ocasión de declararme!
Mas teneos, loco amor.)
Fabio te estará mejor.
355
MARCELA
Señora...
DIANA
No hay replicarme.
(Váyase.)
[18]
MARCELA
¿Qué intentan imposibles mis sentidos
contra tanto poder determinados?
Que celos poderosos declarados
harán un desatino resistidos.
360
Volved, volved atrás, pasos perdidos,
que corréis a mi fin precipitados.
Árboles son amores desdichados
a quien el yelo marchitó floridos.
Alegraron el alma las colores
365
que el tirano dolor cubrió de luto,
que yela ajeno amor muchos amores,
y cuando de esperar daba tributo,
¿qué importa la hermosura de las flores,
si se perdieron esperando el fruto?
370
(Sale[n] el CONDE LUDOVICO, viejo, y CAMILO.)
CAMILO
Para tener sucesión
no te queda otro remedio.
LUDOVICO
Hay muchos años en medio
que mis enemigos son,
y aunque tiene esa disculpa
375
el casarse en la vejez,
quiere el temor ser jüez
y ha de averiguar la culpa.
Y podría suceder
que sucesión no alcanzase
380
y casado me quedase;
y en un viejo una mujer
es en un olmo una yedra,
que aunque con tan varios lazos
la cubre de sus abrazos,
385
él se seca y ella medra.
Y tratarme casamientos
es traerme a la memoria,
Camilo, mi antigua historia
y renovar mis tormentos.
390
Esperando cada día
con engaños a Teodoro,
veinte años ha que le lloro.
(Sale un PAJE.)
PAJE
Aquí a vuestra señoría
busca un griego mercader.
395
(Sale[n] TRISTÁN, vestido de armenio con un turbante, graciosamente, y FURIO con otro.)
LUDOVICO
Di que entre.
TRISTÁN
Dadme esas manos
y los cielos soberanos,
con su divino poder,
os den el mayor consuelo
que esperáis.
LUDOVICO
Bien seáis venido,
400
mas ¿qué causa os ha traído
por este remoto suelo?
TRISTÁN
De Constantinopla vine
a Chipre, y della a Venecia,
con una nave cargada
405
de ricas telas de Persia.
Acordeme de una historia
que algunos pasos me cuesta,
y con deseo de ver
a Nápoles, ciudad bella,
410
mientras allá mis crïados
van despachando las telas,
vine, como veis, aquí,
donde mis ojos confiesan
su grandeza y hermosura.
415
LUDOVICO
¿Tiene hermosura y grandeza
Nápoles?
TRISTÁN
Así es verdad.
Mi padre, señor, en Grecia
fue mercader, y en su trato
el de más ganancia era
420
comprar y vender esclavos,
y ansí en la feria de Azteclias
compró un niño, el más hermoso
que vio la naturaleza,
por testigo del poder
425
que le dio el cielo en la tierra.
Vendíanle algunos turcos
entre otra gente bien puesta
a unas galeras de Malta,
que las de un bajá turquescas
430
prendió en la Chafalonia.
LUDOVICO
Camilo, el alma me altera.
TRISTÁN
Aficionado al rapaz,
comprole y llevole a Armenia,
donde se crio conmigo
435
y una hermana.
LUDOVICO
Amigo, espera,
espera, que me traspasas
las entrañas.
TRISTÁN
[Aparte.]
¡Qué bien entra!
LUDOVICO
¿Dijo cómo se llamaba?
TRISTÁN
Teodoro.
LUDOVICO
¡Ay cielo, qué fuerza
440
tiene la verdad! De oírte
lágrimas mis canas riegan.
TRISTÁN
Serpalitonia, mi hermana,
y este mozo (nunca fuera
tan bello), con la ocasión
445
de la crïanza que engendra
el amor que todos saben,
se amaron desde la tierna
edad, y a deciséis años,
de mi padre en cierta ausencia,
450
ejecutaron su amor,
y creció de suerte en ella
que se le echaba de ver,
con cuyo temor se ausenta
Teodoro y, para parir,
455
a Serpalitonia deja.
Catiborrato, mi padre,
no sintió tanto la ofensa
como el dejarle Teodoro.
Murió, en efeto, de pena
460
y bautizamos su hijo,
que aquella parte de Armenia
tiene vuestra misma ley,
aunque es diferente iglesia.
Llamamos al bello niño
465
Terimaconio, que queda
un bello rapaz agora
en la ciudad de Tepecas.
Andando en Nápoles yo
mirando cosas diversas,
470
saqué un papel en que traje
deste Teodoro las señas
y, preguntando por él,
me dijo una esclava griega
que en mi posada servía:
475
«¿Cosa que ese mozo sea
el del conde Ludovico?»
Diome el alma una luz nueva,
y doy en que os he de hablar,
y por entrar en la vuestra,
480
entro, según me dijeron,
en casa de la condesa
de Belflor, y al primer hombre
que pregunto...
LUDOVICO
Ya me tiembla
el alma.
TRISTÁN
... veo a Teodoro.
485
LUDOVICO
¿A Teodoro?
TRISTÁN
Él bien quisiera
hüirse, pero no pudo.
Dudé un poco, y era fuerza,
porque el estar ya barbado
tiene alguna diferencia.
490
Fui tras él, asile en fin,
hablome, aunque con vergüenza,
y dijo que no dijese
a nadie en casa quién era,
porque el haber sido esclavo
495
no diese alguna sospecha.
Díjele: «Si yo he sabido
que eres hijo en esta tierra