de un título, ¿por qué tienes
la esclavitud por bajeza?»
500
Hizo gran burla de mí
y yo, por ver si concuerda
tu historia con la que digo,
vine a verte, y a que tengas,
si es verdad que este es tu hijo,
505
con tu nieto alguna cuenta
o permitas que mi hermana
con él a Nápoles venga,
no para tratar casarse,
aunque le sobra nobleza,
510
mas porque Terimaconio
tan ilustre abuelo vea.
LUDOVICO
Dame mil veces tus brazos,
que el alma con sus potencias
que es verdadera tu historia
515
en su regocijo muestran.
¡Ay, hijo del alma mía,
tras tantos años de ausencia
hallado para mi bien!
Camilo, ¿qué me aconsejas?
520
¿Iré a verle y conocerle?
CAMILO
¿Eso dudas? ¡Parte, vuela,
y añade vida en sus brazos
a los años de tus penas!
LUDOVICO
Amigo, si quieres ir
525
conmigo, será más cierta
mi dicha; si descansar,
aquí aguardando te queda
y dente por tanto bien
toda mi casa y hacienda,
530
que no puedo detenerme.
TRISTÁN
Yo dejé, puesto que cerca,
ciertos diamantes que traigo
y volveré cuando vuelvas.
Vamos de aquí, Mercaponios.
535
FURIO
Vamos, señor.
TRISTÁN
Bien se entrecas
el engañifo.
FURIO
Muy bonis.
TRISTÁN
Andemis.
CAMILO
¡Estraña lengua!
LUDOVICO
Vente, Camilo, tras mí.
(Váyanse el CONDE y CAMILO.)
TRISTÁN
¿Trasponen?
FURIO
El viejo vuela
540
sin aguardar coche o gente.
TRISTÁN
¿Cosa que esto verdad sea
y que este fuese Teodoro?
FURIO
Mas si en mentira como esta
hubiese alguna verdad...
545
TRISTÁN
Estas almalafas lleva,
que me importa desnudarme
porque ninguno me vea
de los que aquí me conocen.
FURIO
Desnuda presto.
TRISTÁN
¡Que pueda
550
esto el amor de los hijos!
FURIO
¿Adónde te aguardo?
TRISTÁN
Espera,
Furio, en la choza del olmo.
FURIO
Adiós.
TRISTÁN
¿Qué tesoro llega
(Váyase FURIO.)
al ingenio? Aquí debajo
555
traigo la capa revuelta,
que como medio sotana
me la puse porque hubiera
más lugar en el peligro
de dejar en una puerta,
560
con el armenio turbante,
las hopalandas greguescas.
(Salen RICARDO y FEDERICO.)
FEDERICO
Digo que es este el matador valiente
que a Teodoro ha de dar muerte segura.
RICARDO
¡Ah, hidalgo!, ¿ansí se cumple entre la gente
565
que honor profesa y que opinión procura
lo que se prometió tan fácilmente?
TRISTÁN
Señor...
FEDERICO
¿Somos nosotros por ventura
de los iguales vuestros?
TRISTÁN
Sin oírme
no es justo que mi culpa se confirme.
570
Yo estoy sirviendo al mísero Teodoro,
que ha de morir por esta mano airada,
pero puede ofender vuestro decoro
públicamente ensangrentar mi espada.
Es la prudencia un celestial tesoro
575
y fue de los antiguos celebrada
por única virtud. Estén muy ciertos
que le pueden contar entre los muertos.
Estase melancólico de día
y de noche cerrado en su aposento,
580
que alguna cuidadosa fantasía
le debe de ocupar el pensamiento.
Déjenme a mí, que una mojada fría
pondrá silencio a su vital aliento,
y no se precipiten desa suerte,
585
que yo sé cuándo le he de dar la muerte.
FEDERICO
Paréceme, Marqués, que el hombre acierta.
Ya que le sirve, ha comenzado el caso.
No dudéis, matarale.
RICARDO
Cosa es cierta.
Por muerto le contad.
FEDERICO
Hablemos paso.
590
TRISTÁN
En tanto que esta muerte se concierta,
vusiñorías, ¿no tendrán acaso
cincuenta escudos? Que comprar querría
un rocín que volase el mismo día.
RICARDO
Aquí los tengo yo. Tomad seguro
595
de que, en saliendo con aquesta empresa,
lo menos es pagaros.
TRISTÁN
Yo aventuro
la vida, que servir buenos profesa.
Con esto, adiós; que no me vean procuro
hablar desde el balcón de la Condesa
600
con vuestras señorías.
FEDERICO
Sois discreto.
TRISTÁN
Ya lo verán al tiempo del efeto.
FEDERICO
¡Bravo es el hombre!
RICARDO
Astuto y ingenioso.
FEDERICO
¡Qué bien le ha de matar!
RICARDO
Notablemente.
(Sale CELIO.)
CELIO
¿Hay caso más estraño y fabuloso?
605
FEDERICO
¿Qué es esto, Celio? ¿Dónde vas? Detente.
CELIO
Un suceso notable y riguroso
para los dos. ¿No veis aquella gente
que entra en casa del conde Ludovico?
RICARDO
¿Es muerto?
CELIO
Que me escuches te suplico.
610
A darle van el parabién, contentos
de haber hallado un hijo que ha perdido.
RICARDO
Pues ¿qué puede ofender nuestros intentos
que le haya esa ventura sucedido?
CELIO
¿No importa a los secretos pensamientos
615
que con Dïana habéis los dos tenido
que sea aquel Teodoro, su crïado,
hijo del Conde?
FEDERICO
El alma me has turbado.
RICARDO
¿Hijo del Conde? Pues ¿de qué manera
se ha venido a saber?
CELIO
Es larga historia,
620
y cuéntanla tan varia que no hubiera
para tomarla tiempo ni memoria.
FEDERICO
¿A quién mayor desdicha sucediera?
RICARDO
Trocose en pena mi esperada gloria.
FEDERICO
Yo quiero ver lo que es.
RICARDO
Yo, Conde, os sigo.
625
CELIO
Presto veréis que la verdad os digo.
(Váyanse y salgan TEODORO, de camino, y MARCELA.)
MARCELA
En fin, Teodoro, ¿te vas?
TEODORO
Tú eres causa desta ausencia,
que en desigual competencia
no resulta bien jamás.
630
MARCELA
Disculpas tan falsas das
como tu engaño lo ha sido,
porque haberme aborrecido
y haber amado a Dïana
lleva tu esperanza vana
635
solo a procurar su olvido.
TEODORO
¿Yo a Dïana?
MARCELA
Niegas tarde,
Teodoro, el loco deseo
con que perdido te veo
de atrevido y de cobarde:
640
cobarde en que ella se guarde
el respeto que se debe,
y atrevido pues se atreve
tu bajeza a su valor,
que entre el honor y el amor
645
hay muchos montes de nieve.
Vengada quedo de ti,
aunque quedo enamorada,
porque olvidaré, vengada,
que el amor olvida ansí.
650
Si te acordares de mí,
imagina que te olvido
porque me quieras, que ha sido
siempre, porque suele hacer
que vuelva un hombre a querer
655
pensar que es aborrecido.
TEODORO
¡Qué de quimeras tan locas
para casarte con Fabio!
MARCELA
Tú me casas, que al agravio
de tu desdén me provocas.
660
(Sale FABIO.)
FABIO
Siendo las horas tan pocas
que aquí Teodoro ha de estar,
bien haces, Marcela, en dar
ese descanso a tus ojos.
TEODORO
No te den celos enojos
665
que han de pasar tanto mar.
FABIO
En fin ¿te vas?
TEODORO
¿No lo ves?
FABIO
Mi señora viene a verte.
(Sale[n] la CONDESA y DOROTEA y ANARDA.)
DIANA
¿Ya, Teodoro, desta suerte?
TEODORO
Alas quisiera en los pies,
670
cuanto más, señora, espuelas.
DIANA
¡Hola! ¿Está esa ropa a punto?
ANARDA
Todo está aprestado y junto.
FABIO
En fin ¿se va?
MARCELA
¿Y tú me celas?
DIANA
Oye aquí aparte.
TEODORO
Aquí estoy
675
(Aparte los dos.)
a tu servicio.
DIANA
Teodoro,
tú te partes; yo te adoro.
TEODORO
Por tus crueldades me voy.
DIANA
Soy quien sabes, ¿qué he de hacer?
TEODORO
¿Lloras?
DIANA
No, que me ha caído
680
algo en los ojos.
TEODORO
¿Si ha sido
amor?
DIANA
Sí debe de ser,
pero mucho antes cayó
y agora salir querría.
TEODORO
Yo me voy, señora mía;
685
yo me voy, el alma no.
Sin ella tengo de ir,
no hago al serviros falta,
porque hermosura tan alta
con almas se ha de servir.
690
¿Qué me mandáis? Porque yo
soy vuestro.
DIANA
¡Qué triste día!
TEODORO
Yo me voy, señora mía;
yo me voy, el alma no.
DIANA
¿Lloras?
TEODORO
No, que me ha caído
695
algo, como a ti, en los ojos.
DIANA
Deben de ser mis enojos.
TEODORO
Eso debe de haber sido.
DIANA
Mil niñerías te he dado
que en un baúl hallarás.
700
Perdona, no pude más.
Si le abrieres, ten cuidado
de decir, como a despojos
de vitoria tan tirana:
«Aquestos puso Dïana
705
con lágrimas de sus ojos»
[Aparte ANARDA y DOROTEA.]
ANARDA
Perdidos los dos están.
DOROTEA
¡Qué mal se encubre el amor!
ANARDA
Quedarse fuera mejor.
Manos y prendas se dan.
710
DOROTEA
Dïana ha venido a ser
el perro del hortelano.
ANARDA
Tarde le toma la mano.
DOROTEA
O coma o deje comer.
(Sale[n] el CONDE LUDOVICO y CAMILO.)
LUDOVICO
Bien puede el regocijo dar licencia,
715
Dïana ilustre, a un hombre de mis años
para entrar desta suerte a visitaros.
DIANA
Señor Conde, ¿qué es esto?
LUDOVICO
¿Pues vós sola
no sabéis lo que sabe toda Nápoles?
Que en un instante que llegó la nueva
720
apenas me han dejado por las calles,
ni he podido llegar a ver mi hijo.
DIANA
¿Qué hijo? Que no te entiendo el regocijo.
LUDOVICO
¿Nunca, vuseñoría, de mi historia
ha tenido noticia, y que ha veinte años
725
que enviaba un niño a Malta con su tío,
y que le cautivaron las galeras
de Alí Bajá?
DIANA
Sospecho que me han dicho
ese suceso vuestro.
LUDOVICO
Pues el cielo
me ha dado a conocer el hijo mío
730
después de mil fortunas que ha pasado.
DIANA
Con justa causa, Conde, me habéis dado
tan buena nueva.
LUDOVICO
Vós, señora mía,
me habéis de dar en cambio de la nueva
el hijo mío que sirviéndoos vive,
735
bien descuidado de que soy su padre.
¡Ay, si viviera su difunta madre!
DIANA
¿Vuestro hijo me sirve? ¿Es Fabio acaso?
LUDOVICO
No, señora, no es Fabio, que es Teodoro.
DIANA
¿Teodoro?
LUDOVICO
Sí, señora.
TEODORO
¿Cómo es esto?
740
DIANA
Habla, Teodoro, si es tu padre el Conde.
LUDOVICO
¿Luego es aqueste?
TEODORO
Señor Conde, advierta
vuseñoría...
LUDOVICO
No hay qué advertir, hijo,
hijo de mis entrañas, sino solo
el morir en tus brazos.
DIANA
¡Caso estraño!
745
ANARDA
¡Ay, señora! ¿Teodoro es caballero
tan principal y de tan alto estado?
TEODORO
Señor, yo estoy sin alma de turbado.
¿Hijo soy vuestro?
LUDOVICO
Cuando no tuviera
tanta seguridad, el verte fuera
750
de todas la mayor. ¡Qué parecido
a cuando mozo fui!
TEODORO
Los pies te pido
y te suplico.
LUDOVICO
No me digas nada,
que estoy fuera de mí. ¡Qué gallardía!
Dios te bendiga. ¡Qué real presencia!
755
¡Qué bien que te escribió naturaleza
en la cara, Teodoro, la nobleza!
Vamos de aquí; ven luego, luego toma
posesión de mi casa y de mi hacienda;
ven a ver esas puertas coronadas
760