DOROTEA
Si me pusieses en medio
de mil llamas, no podré
decir que, fuera de ti,
hablar con nadie los vi
que en aquesta casa esté.
180
DIANA
¿No te han dado algún papel?
¿Ningún paje ha entrado aquí?
DOROTEA
Jamás.
DIANA
Apártate allí.
MARCELA
¡Brava inquisición!
ANARDA
Crüel.
DIANA
Oye, Anarda.
ANARDA
¿Qué me mandas?
185
DIANA
¿Qué hombre es este que salió?
ANARDA
¿Hombre?
DIANA
Desta sala, y yo
sé los pasos en que andas.
¿Quién le trajo a que me viese?
¿Con quién habla de vosotras?
190
ANARDA
No creas tú que en nosotras
tal atrevimiento hubiese.
¿Hombre, para verte a ti,
había de osar traer
crïada tuya, ni hacer
195
esa traición contra ti?
No, señora, no lo entiendes.
DIANA
Espera, apártate más,
porque a sospechar me das,
si engañarme no pretendes,
200
que por alguna crïada
este hombre ha entrado aquí.
ANARDA
El verte, señora, ansí,
y justamente enojada,
dejada toda cautela
205
me obliga a decir verdad,
aunque contra el amistad
que profeso con Marcela.
Ella tiene a un hombre amor
y él se le tiene también,
210
mas nunca he sabido quién.
DIANA
Negarlo, Anarda, es error.
Ya que confiesas lo más,
¿para qué [m]e niegas lo menos?
ANARDA
Para secretos ajenos
215
mucho tormento me das
sabiendo que soy mujer,
mas basta que hayas sabido
que por Marcela ha venido.
Bien te puedes recoger,
220
que es solo conversación
y ha poco que se comienza.
DIANA
¿Hay tan crüel desvergüenza?
¡Buena andará la opinión
de una mujer por casar!
225
¡Por el siglo, infame gente,
del Conde mi señor...!
ANARDA
Tente,
y déjame disculpar,
que no es de fuera de casa
el hombre que habla con ella,
230
ni para venir a vella
por esos peligros pasa.
DIANA
En efeto ¿es mi crïado?
ANARDA
Sí, señora.
DIANA
¿Quién?
ANARDA
Teodoro.
DIANA
¿El secretario?
ANARDA
Yo ignoro
235
lo demás; sé que han hablado.
DIANA
Retírate, Anarda, allí.
ANARDA
Muestra aquí tu entendimiento.
DIANA
Con más templanza me siento
sabiendo que no es por mí.
240
¿Marcela?
MARCELA
¿Señora?
DIANA
Escucha.
MARCELA
¿Qué mandas?
([Aparte.]
Temblando llego.)
DIANA
¿Eres tú de quién fïaba
mi honor y mis pensamientos?
MARCELA
Pues ¿qué te han dicho de mí,
245
sabiendo tú que profeso
la lealtad que tú mereces?
DIANA
¿Tú lealtad?
MARCELA
¿En qué te ofendo?
DIANA
¿No es ofensa que en mi casa
y dentro de mi aposento
250
entre un hombre a hablar contigo?
MARCELA
Está Teodoro tan necio
que dondequiera me dice
dos docenas de requiebros.
DIANA
¿Dos docenas? ¡Bueno, a fe!
255
Bendiga el buen año el cielo,
pues se venden por docenas.
MARCELA
Quiero decir que, en saliendo
o entrando, luego a la boca
traslada sus pensamientos.
260
DIANA
¿Traslada? ¡Término estraño!
¿Y qué te dice?
MARCELA
No creo
que se me acuerde.
DIANA
Sí hará.
MARCELA
Una vez dice: «Yo pierdo
el alma por esos ojos»;
265
otra: «Yo vivo por ellos;
esta noche no he dormido
desvelando mis deseos
en tu hermosura»; otra vez
me pide solo un cabello
270
para atarlos, porque estén
en su pensamiento quedos,
mas ¿para qué me preguntas
niñerías?
DIANA
Tú, a lo menos,
bien te huelgas.
MARCELA
No me pesa,
275
porque de Teodoro entiendo
que estos amores dirige
a fin tan justo y honesto
como el casarse conmigo.
DIANA
Es el fin del casamiento
280
honesto blanco de amor.
¿Quieres que yo trate desto?
MARCELA
¡Qué mayor bien para mí!
Pues ya, señora, que veo
tanta blandura en tu enojo
285
y tal nobleza en tu pecho,
te aseguro que le adoro,
porque es el mozo más cuerdo,
más prudente y entendido,
más amoroso y discreto,
290
que tiene aquesta ciudad.
DIANA
Ya sé yo su entendimiento
del oficio en que me sirve.
MARCELA
Es diferente el sujeto
de una carta, en que le pruebas
295
a dos títulos tus deudos,
o el verle hablar más de cerca,
en estilo dulce y tierno,
razones enamoradas.
DIANA
Marcela, aunque me resuelvo
300
a que os caséis cuando sea
para ejecutarlo tiempo,
no puedo dejar de ser
quien soy, como ves que debo
a mi generoso nombre,
305
porque no fuera bien hecho
daros lugar en mi casa.
Sustentar mi enojo quiero;
pues que ya todos le saben,
tú podrás con más secreto
310
proseguir ese tu amor,
que en la ocasión yo me ofrezco
a ayudaros a los dos,
que Teodoro es hombre cuerdo
y se ha crïado en mi casa
315
y a ti, Marcela, te tengo
la obligación que tú sabes,
y no poco parentesco.
MARCELA
A tus pies tienes tu hechura.
DIANA
Vete.
MARCELA
Mil veces los beso.
320
DIANA
Dejadme sola.
ANARDA
¿Qué ha sido?
MARCELA
Enojos en mi provecho.
DOROTEA
¿Sabe tus secretos ya?
MARCELA
Sí sabe, y que son honestos.
(Háganle tres reverencias y váyanse.)
DIANA
(Sola.)
Mil veces he advertido en la belleza,
325
gracia y entendimiento de Teodoro,
que, a no ser desigual a mi decoro,
estimara su ingenio y gentileza.
Es el amor común naturaleza,
mas yo tengo mi honor por más tesoro,
330
que los respetos de quien soy adoro
y aun el pensarlo tengo por bajeza.
La envidia bien sé yo que ha de quedarme,
que, si la suelen dar bienes ajenos,
bien tengo de qué pueda lamentarme,
335
porque quisiera yo que, por lo menos,
Teodoro fuera más para igualarme
o yo, para igualarle, fuera menos.
(Sale[n] TEODORO y TRISTÁN.)
TEODORO
No he podido sosegar.
TRISTÁN
Y aun es con mucha razón,
340
que ha de ser tu perdición
si lo llega a averiguar.
Díjete que la dejaras
acostar, y no quisiste.
TEODORO
Nunca el amor se resiste.
345
TRISTÁN
Tiras, pero no reparas.
TEODORO
Los diestros lo hacen ansí.
TRISTÁN
Bien sé yo que, si lo fueras,
el peligro conocieras.
TEODORO
¿Si me conoció?
TRISTÁN
No y sí,
350
que no conoció quién eras
y sospecha le quedó.
TEODORO
Cuando Fabio me siguió
bajando las escaleras,
fue milagro no matalle.
355
TRISTÁN
¡Qué lindamente tiré
mi sombrero a la luz!
TEODORO
Fue
detenelle y deslumbralle,
porque si adelante pasa,
no le dejara pasar.
360
TRISTÁN
Dije a la luz al bajar:
«Di que no somos de casa»,
y respondiome: «Mentís»;
alzo, y tirele el sombrero.
¿Quedé agraviado?
TEODORO
Hoy espero
365
mi muerte.
TRISTÁN
Siempre decís
esas cosas los amantes
cuando menos pena os dan.
TEODORO
Pues ¿qué puedo hacer, Tristán,
en peligros semejantes?
370
TRISTÁN
Dejar de amar a Marcela,
pues la Condesa es mujer
que, si lo llega a saber,
no te ha de valer cautela
para no perder su casa.
375
TEODORO
¿Y no hay más, sino olvidar?
TRISTÁN
Liciones te quiero dar
de cómo el amor se pasa.
TEODORO
Ya comienzas desatinos.
TRISTÁN
Con arte se vence todo;
380
oye, por tu vida, el modo
por tan fáciles caminos.
Primeramente has de hacer
resolución de olvidar,
sin pensar que has de tornar
385
eternamente a querer;
que si te queda esperanza
de volver, no habrá remedio
de olvidar, que si está en medio
la esperanza, no hay mudanza.
390
¿Por qué piensas que no olvida
luego un hombre a una mujer?
Porque pensando volver
va entreteniendo la vida.
Ha de haber resolución
395
dentro del entendimiento,
con que cesa el movimiento
de aquella imaginación.
¿No has visto faltar la cuerda
de un reloj y estarse quedas,
400
sin movimiento, las ruedas?
Pues desa suerte se acuerda
el que tienen las potencias
cuando la esperanza falta.
TEODORO
¿Y la memoria no salta
405
luego a hacer mil diligencias,
despertando el sentimiento
a que del bien no se prive?
TRISTÁN
Es enemigo que vive
asido al entendimiento,
410
como dijo la canción
de aquel español poeta,
mas por eso es linda treta
vencer la imaginación.
TEODORO
¿Cómo?
TRISTÁN
Pensando defetos
415
y no gracias; que, olvidando,
defetos están pensando,
que no gracias, los discretos.
No la imagines vestida
con tan linda proporción
420
de cintura en el balcón
de unos chapines subida;
toda es vana arquitectura,
porque dijo un sabio un día
que a los sastres se debía
425
la mitad de la hermosura.
Como se ha de imaginar
una mujer semejante
es como un diciplinante
que le llevan a curar;
430
esto sí, que no adornada
del costoso faldellín.
Pensar defetos, en fin,
es medecina aprobada.
Si de acordarte que vías
435
alguna vez una cosa
que te pareció asquerosa
no comes en treinta días,
acordándote, señor,
de los defetos que tiene,
440
si a la memoria te viene,
se te quitará el amor.
TEODORO
¡Qué grosero cirujano!
¡Qué rústica curación!
Los remedios al fin son
445
como de tu tosca mano.
Médico impírico eres;
no has estudiado, Tristán.
Yo no imagino que están
desa suerte las mujeres,
450
sino todas cristalinas,
como un vidro transparentes.
TRISTÁN
Vidro, sí, muy bien lo sientes,
si a verlas quebrar caminas.
Mas si no piensas pensar
455
defetos, pensar te puedo,
porque ya he perdido el miedo
de que podrás olvidar.
¡Pardiez! Yo quise una vez,
con esta cara que miras,
460
a una alforja de mentiras,
años, cinco veces diez,
y entre otros dos mil defetos
cierta barriga tenía
que encerrar dentro podía,
465
sin otros mil parapetos,
cuantos legajos de pliegos
algún escritorio apoya,
pues como el caballo en Troya
pudiera meter los griegos.
470
¿No has oído que tenía
cierto lugar un nogal
que en el tronco un oficial
con mujer y hijos cabía
y aún no era la casa escasa?
475
Pues desa misma manera
en esta panza cupiera
un tejedor y su casa,
y queriéndola olvidar,
que debió de convenirme,
480
dio la memoria en decirme
que pensase en blanco azar,
en azucena y jazmín,
en marfil, en plata, en nieve
y en la cortina que debe
485
de llamarse el faldellín,
con que yo me deshacía.
Mas tomé más cuerdo acuerdo
y di en pensar como cuerdo
lo que más le parecía:
490
cestos de calabazones,