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Authors: Michael Talbot

Tags: #Autoayuda, Ciencia, Ensayo

El Universo holográfico (25 page)

Teniendo en cuenta nuestra profunda interconexión y nuestra capacidad para construir realidades convincentes a partir de información recibida vía dicha interconexión, tal y como hizo Tom, ¿qué pasaría si dos o más personas hipnotizadas intentaran construir la misma realidad imaginaria? Lo fascinante es que esta pregunta ya ha sido contestada por un experimento dirigido por Charles Tart, profesor de Psicología del campus David, en la Universidad de California. Tart encontró a Anne y a Bill, dos estudiantes de licenciatura que podían sumirse en un trance profundo y que, a su vez, eran hipnotizadores expertos. Hizo que Anne hipnotizara a Bill y, una vez que Bill estuvo hipnotizado, hizo que él la hipnotizara a ella. El razonamiento de Tart era que, con ese procedimiento tan inusual, se fortalecería la compenetración entre el hipnotizador y el hipnotizado, una compenetración intensa ya de por sí.

Y tenía razón. Cuando abrieron los ojos en un estado de hipnosis mutua, todo les parecía gris. Sin embargo, aquel gris dio paso enseguida a colores vívidos y a luces brillantes y, en un momento, se encontraron en una playa de una belleza sobrenatural. Los granos de arena brillaban como diamantes, el mar estaba lleno de enormes burbujas espumosas y relucía como si fuera champán, y la orilla estaba salpicada de rocas cristalinas translúcidas que transmitían una luz interna. Aunque Tart no podía ver lo que veían Anne y Bill, por el modo en que hablaban se dio cuenta rápidamente de que
estaban experimentando la misma realidad alucinada
.

Naturalmente, enseguida fue obvio también para Anne y Bill y se pusieron a explorar el mundo nuevo que acababan de encontrar, a nadar en el océano y a estudiar el brillo de las rocas cristalinas. Desgraciadamente para Tart, también dejaron de hablar, o al menos dejaron de hablar desde la perspectiva Tart. Cuando les preguntó por su silencio, le dijeron que, en el mundo de ensueños que compartían, ellos
estaban
hablando, un fenómeno que a juicio de Tart suponía que tenían un tipo de comunicación paranormal entre los dos.

Sesión tras sesión, Anne y Bill siguieron construyendo varias realidades; y todas eran tan reales, tan accesibles para los cinco sentidos, como la que experimentaban en su estado normal de vigilia, y poseían también las mismas dimensiones. De hecho, Tart decidió que los mundos que visitaban eran
más
reales que la versión pálida y lunar de la realidad con la que tiene que contentarse la mayoría. Como él dice, «tras comentar sus experiencias durante un rato y tras descubrir que habían discutido detalles de las experiencias que habían compartido de los que no existían estímulos verbales en las cintas, sintieron que debían haber estado de verdad
en
los lugares no físicos que habían experimentado».
[48]

El mundo oceánico de Anne y Bill constituye el ejemplo perfecto de la realidad holográfica, una construcción tridimensional creada a partir de la interconexión, sostenida por el fluir de la consciencia y finalmente tan plástica como los procesos de pensamiento que la habían generado. La plasticidad era evidente en varios rasgos. Aunque era tridimensional, su espacio era más flexible que el espacio de la realidad cotidiana y a veces adquiría una elasticidad que Anne y Bill no podían describir con palabras. Y mucho más extraño aún era que pese a ser sumamente diestros en la creación de un mundo compartido fuera de ellos mismos, muchas veces olvidaban crear sus propios cuerpos y existían como caras o cabezas flotantes. Anne contaba que una vez que Bill le pidió que le diera la mano, tuvo que crearse «una mano por arte de magia, como quien dice».
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¿Cómo terminó aquel experimento de hipnosis mutua? Tristemente, la idea de que aquellas visiones espectaculares eran reales de un modo u otro y quizá más reales que la realidad de cada día incluso, asustó tanto a Anne y a Bill que cada vez les ponía más nerviosos lo que harían. Al final, dejaron las exploraciones y uno de ellos, Bill, abandonó la hipnosis por completo.

La interconexión extrasensorial que les permitió construir una realidad compartida podría ser contemplada casi como un efecto de un campo que hubiera entre ellos, de «un campo de realidad», si se quiere. Me pregunto qué habría pasado si, en casa de mi padre, el hipnotizador nos hubiera puesto a todos en trance. A la luz de la información anterior, tengo razones para creer que si nuestra compenetración hubiera sido lo bastante profunda, Laura se habría vuelto invisible para todos nosotros. Habríamos construido colectivamente el campo de realidad del reloj, habríamos leído la inscripción y nos habríamos convencido totalmente de que lo que estábamos percibiendo era real.

Si la consciencia juega un papel en la creación de las partículas subatómicas, ¿es posible que las observaciones del mundo subatómico sean también una especie de campos de realidad? Si Jahn puede percibir una armadura a través de los sentidos de un amigo que está en París, ¿es más inverosímil creer que los físicos del mundo entero están conectándose inconscientemente unos con otros y utilizando un tipo de hipnosis mutua similar a la que usaron los sujetos del experimento de Tart para crear las propiedades consensuadas que se observan en un electrón? Posiblemente esta cuestión puede sustentarse en otra característica inusual de la hipnosis. A diferencia de otros estados alterados de consciencia, la hipnosis no está asociada con ningún patrón inusual de EEG. Psicológicamente hablando, el estado mental de la hipnosis reviste un parecido mayor con la consciencia normal en estado de vigilia. ¿Significa esto que la consciencia normal en estado de vigilia es en sí misma una especie de estado hipnótico y que todos estamos aprovechando constantemente campos de realidad?

Josephson, galardonado con el Nobel, sugiere que puede estar pasando algo parecido. Al igual que Globus, se toma en serio la obra de Castañeda y ha intentado relacionarla con la física cuántica. Afirma que la realidad objetiva nace de la memoria colectiva de la raza humana, mientras que los acontecimientos anómalos, como los que experimentaba Castañeda, son manifestaciones de la voluntad individual.
[50]

Puede que la consciencia humana no sea lo único que participa en la creación de campos de realidad. Experimentos de visión remota han demostrado que se pueden describir posiciones lejanas aun cuando no haya observadores humanos presentes en ellas.
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De manera similar, se puede determinar el contenido de una caja sellada, seleccionada al azar entre un grupo de cajas selladas, cuyo contenido es, por tanto, completamente desconocido.
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Esto significa que podemos hacer algo más que limitarnos a utilizar los sentidos de otras personas: también podemos usar la propia realidad para obtener información. Por raro que parezca, no debería extremarnos si recordamos que, en un universo holográfico, la consciencia impregna toda la materia y que el «significado» tiene una presencia activa tanto en el mundo mental como en el físico.

Bohm cree que la ubicuidad del significado ofrece una posible explicación tanto para la telepatía como para la visión remota. En su opinión, ambas pueden ser simplemente formas distintas de psicoquinesia. A su juicio, así como la psicoquinesia es una resonancia de significados que se transmite de la mente al objeto, la telepatía se puede contemplar como una resonancia de significados transmitida de una mente a otra. De manera similar, la visión remota se puede contemplar como una resonancia de significados que se transmite del objeto a la mente. Y añade: «Cuando se establece la armonía o resonancia de significados, la acción funciona en ambas direcciones de modo que los significados del sistema lejano pueden actuar en el observador para producir una especie de psicoquinesia a la inversa que, en efecto, transmitiría una imagen del sistema al observador».
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Jahn y Dunne sostienen una opinión similar. Aunque creen que la realidad se establece solamente por la interacción de la consciencia con su entorno, su interpretación de la consciencia es muy amplia. Tal y como ellos la ven, cualquier cosa capaz de generar, recibir o utilizar información reúne las condiciones para merecer tal nombre. Así, los animales, los virus, el ADN, las máquinas (las artificialmente inteligentes y otras) y los llamados «objetos no vivos», todos ellos pueden tener las propiedades que se requieren para participar en la creación de la realidad.
[54]

Si tales afirmaciones son ciertas y podemos obtener información no sólo de las mentes de otros seres humanos sino también del holograma vivo de la realidad misma, se explicaría también la psicometría o capacidad de obtener información sobre la historia de un objeto tocándolo simplemente. Ese objeto, más que ser inanimado, estaría impregnado por su propia clase de consciencia. En vez de ser una «cosa» que existe separadamente del universo, formaría parte de la interconexión de todas las cosas; estaría conectado con los pensamientos de todas las personas que alguna vez se hayan puesto en contacto con él, conectado con la consciencia que impregna a todos los animales y a todos los objetos que hayan estado alguna vez relacionados con su existencia, conectado con su propio pasado vía lo implicado y conectado con la mente del psicómetra que lo sostiene.

Puedes obtener algo a cambio de nada

¿Juegan los físicos un papel en la creación de las partículas subatómicas? De momento, el enigma permanece sin respuesta, pero nuestra capacidad para conectarnos unos con otros y para hacer que aparezcan realidades tan reales como la nuestra no es la única pista que indica que tal vez es así. En efecto, las pruebas de lo milagroso demuestran que apenas hemos empezado a desentrañar siquiera nuestras aptitudes en ese campo. Consideremos la siguiente curación milagrosa que nos cuenta Gardner. En 1982, una doctora inglesa llamada Ruth Coggin que trabajaba en Pakistán, recibió la visita de una mujer pakistaní de 35 años llamada Kamro. Kamro estaba embarazada de ocho meses y había sufrido pérdidas de sangre y un dolor abdominal intermitente durante la mayor parte del embarazo. La doctora Coggin le recomendó que acudiera al hospital inmediatamente, pero Kamro se negó. Sin embargo, dos días después tuvo una hemorragia tan grave que ingresó con carácter de urgencia.

La doctora Coggin la examinó y el reconocimiento reveló que había sufrido una pérdida de sangre «muy grande» y que tenía los pies y el abdomen patológicamente hinchados. Al día siguiente, Kamro tuvo otra gran hemorragia, lo que obligó a practicarle una cesárea. Cuando la doctora abrió el útero, salió una cantidad aún más copiosa de sangre negra que continuó manando en grandes cantidades hasta que se hizo evidente que Kamro no tenía materialmente capacidad alguna de coagulación. Cuando Coggin entregó el bebé —una niña sana— a la madre, la cama estaba llena de «charcos profundos de sangre no coagulada» que seguía fluyendo de la abertura. La doctora se las arregló para conseguir un litro de sangre y hacer una transfusión a la mujer, que tenía una anemia grave, pero no era suficiente para sustituir la cantidad asombrosa que había perdido. Como no tenía otra opción, la doctora recurrió a la oración.

Escribe: «Rezamos con la paciente tras explicarle quién era Jesús y decirle que era un gran sanador y que habíamos rezado por ella en nombre de Jesús antes de la operación. También le dije que no debíamos preocuparnos. Yo había visto a Jesús curar ese mal antes y estaba segura de que Él iba a curarla a ella».
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Después esperaron.

Durante las horas siguientes, Kamro siguió sangrando, pero su situación en general se estabilizó, en vez de empeorar. Aquella noche la doctora Coggin rezó otra vez con Kamro y, aunque continuaba sin disminuir la «intensa hemorragia», parecía que la pérdida no le afectaba. Cuarenta y ocho horas después de la operación, la sangre empezó a coagular por fin y Kamro comenzó a recuperarse. Diez días después se fue a casa con su bebé.

Aunque Coggin no tenía forma de medir la pérdida real de sangre de Kamro, no dudaba de que la joven madre había perdido más de su volumen total de sangre durante la operación y el intenso sangrado que siguió. Gardner confirmó esa opinión tras examinar la documentación del caso. El problema que conlleva tal afirmación es que los seres humanos no pueden producir sangre nueva con la rapidez suficiente como para cubrir esas pérdidas fatales; si pudieran, muy poca gente se moriría desangrada. Esto nos deja con la conclusión inquietante de que la nueva sangre de Kamro debió de materializarse de la nada.

La capacidad para crear una partícula infinitesimal o dos palidece en comparación con la materialización de los cinco o seis litros de sangre que se necesitan para rellenar un cuerpo humano medio. Pero la sangre no es lo único que podemos crear de la nada. En junio de 1974, mientras viajaba por Timor Oriental, una pequeña isla al este de Indonesia, Watson se encontró con un ejemplo de materialización igualmente desconcertante. Aunque inicialmente se proponía visitar a un famoso
matan do'ok
, una especie de taumaturgo indonesio de quien se decía que podía hacer que lloviera cada vez que lo solicitaba, se desvió porque decían que un
buan
o espíritu maligno inusualmente activo estaba haciendo estragos en una casa de un poblado cercano.

En la casa vivía una familia formada por un matrimonio, sus dos hijos pequeños y una medio hermana del marido, soltera y más joven. La pareja y los niños eran de piel oscura y tenían el pelo rizado, un aspecto típicamente indonesio, pero la medio hermana, cuyo nombre era Alin, era muy distinta físicamente: tenía la piel mucho más clara y sus rasgos eran casi chinos, lo cual explicaba su incapacidad para conseguir un marido. Además, la familia la trataba con indiferencia; Watson vio inmediatamente que ella era la fuente de la perturbación psíquica.

Mientras cenaba aquella noche en el hogar de la familia, una choza con tejado de paja, Watson contempló varios fenómenos asombrosos. En primer lugar, el hijo de ocho años se puso a chillar sin previo aviso y dejó caer la taza sobre la mesa cuando le empezó a sangrar el dorso de la mano inexplicablemente. Watson, que estaba sentado junto al niño, le examinó la mano y vio que tenía un semicírculo de pinchazos recientes, como un mordisco, pero de un diámetro mayor que el de la boca del chico. Cuando ocurrió aquello, Alin, la persona que siempre sobraba, estaba atareada junto al fuego, enfrente del niño.

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