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Authors: Carmen Lyra

En una silla de ruedas (18 page)

—Hay que tomar informes, y si resulta digno de vos… Este hombre puede hacerte dichosa.

—¿Te gustaría, Sergio, que yo me casara?

—¡La falta que me harías, Ana María! Pero si te viera contenta, olvidaría mi pesar.

—Pues no, Sergio, no me casaré. Así le he contestado a mi pretendiente.

—¿Ya no querés a Diego?

—Lo quería mucho… ¿Recuerdas cómo, Sergio? Pero no era tonto como los cariños que vinieron después, que lo llenaron y formaron una montaña sobre él. Al mirar a mi chiquillo, me parece increíble que sea hijo de Diego, quien ha llegado a serme indiferente. Cuando comprendí cómo era, lo juzgué un pobre hombre, y cuando una mujer piensa eso de un hombre, yo creo que no puede quererlo ni aborrecerlo.

Hubo una pausa.

Ella continúa:

—Nunca te abandonaré, Sergio, nunca. Con tu cariño y el de mi hijo se llena mi corazón. Y ya ves, todavía me quedan los de Miguel y Candelaria. Si Dios nos deja, llegaremos a viejos, yo pastoreándote y vos dejándote pastorear. ¿No te parece un porvenir agradable? Después mi hijo se casará y nos dará nietos… ¿Qué viejillos más buenos seremos?

Yo replico:

—No, Ana María, sos muy joven y el amor puede volver a buscarte y…

Me mira intensamente y veo en sus ojos una revelación que me deslumbra. No me deja terminar.

—Sí, el amor ha vuelto, Sergio,… me parece el primero …pero no hablemos de eso… Ana María sale apresuradamente del cuarto con el niño.

Un sentimiento de inefable bienestar ha descendido sobre Sergio. Parece que no piensa …solo se siente envuelto por esa sensación de felicidad. Hace unos momentos estaba intranquilo, había un dolor que le punzaba el pensamiento, con tal intensidad, que toda la vida se le volvía una pena infinita. Ahora es algo así como aquel día en que siendo muy niño, Miguel descubría ante su espíritu el mundo de la música y él daba en sus dominios los primeros pasos.

En el corredor conversan Gracia y Daniel.

El agua de la acequia pasa su murmullo a través del blanco silencio del jardín, y como antaño, Sergio cree que se aleja diciendo: "Adiós, Sergio, Gracia y Merceditas…". Sergio se adormece.

Él y Ana María van por un camino, de la mano de un mozo alto y fornido. Se oye el ruido de sus pasos fuertes, tas, tas. ¡Cuán potentes son las piernas del muchacho! ¡Y las suyas qué débiles! Se doblegan, y va a caer… Pero entre Ana María y Sergio, lo levantan dulcemente y lo llevan, lo llevan… ¡Ah! sí, el mozo es Sergio, el hijo de Ana María. ¡Qué pronto se hizo un hombre! Hace un momento Ana María lo llevaba dormido entre sus brazos. No puede ver el rostro del mancebo, solamente la cabeza hermosa con los cabellos alborotados en torno de ella, formando un nimbo juguetón. Al contemplar aquellas espaldas vigorosas y jóvenes, siente una alegría que llena toda la tierra.

Y Ana María es esta viejecita que le coge una mano mientras su hijo lo lleva en brazos. Él también es un viejecito con la piel arrugada. Eso no le da tristeza porque está con Ana María y con el otro Sergio…

Ahora a la vera del camino hay un árbol lleno de florecitas color de oro, y él es este árbol. Sus piernas se han hundido en el suelo; son unas raíces negruscas que serpentean entre la sombra húmeda y apretada de la tierra, pero siente la copa bañada por la luz del sol matinal. Merceditas y Sergio, el chiquillo de Ana María, juegan a su sombra. Como tiene deseos de acariciar a Sergio y a Merceditas, alarga las ramas floridas y comienza a pasar la extremidad sobre los rizos de los niños. ¡Con cuánta suavidad lo hace! Siente que la ternura es la savia que corre por el tronco y las ramas. Pasa el viento y él cubre de pétalos a las criaturas. La risa de Merceditas atraviesa los años como un rayo de sol. Y ríen… Entonces un pajarillo que estaba entre el follaje, se echa a cantar y a brincar… este pajarillo es el corazón del árbol y el árbol es él… Sergio… ¡Cómo palpita y canta su corazón!

(1888-1949)

CARMEN LYRA
. Nació María Isabel Carvajal un día del mes de enero de 1888 en la ciudad de San José. Sus estudios primarios los hizo en la escuela de su barrio, en el Edificio Metálico; los secundarios, en el Colegio Superior de Señoritas en cuya sección de pedagogía obtuvo el certificado de Maestra Normal. Sus servicios profesionales en la escuela primaria la llevaron a servir en varias escuelas de San José y en la escuelita rural de El Monte, provincia de Heredia.

Realizó un viaje a Europa y allá estudió sistemas de educación primaria.

A su regreso de Europa dirigió la Escuela Maternal. Establecida en la Escuela Normal de Costa Rica, Carmen Lyra fue la primera profesora de Literatura Infantil en el país. Fuera de la Escuela sirvió en las siguientes instituciones oficiales: Biblioteca Nacional y Patronato Nacional de la Infancia.

Dedicó por entero la actividad de sus últimas décadas a la acción política, y se destacó en este campo como periodista expositora de ideas y como hábil dirigente del Partido Comunista de Costa Rica.

Perseguida por sus ideas fue desterrada a México en cuya capital murió, sin ver cumplido su último deseo de volver a la tierra patria C.L.S.

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