Fragmentos de una enseñanza desconocida (27 page)

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Authors: P. D. Ouspensky

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

"Pero entre
mi
y
fa
toma lugar una desviación; la línea comenzada en
do
cambia de dirección:

y entre
fa, sol, la
y
si
desciende haciendo cierto ángulo con la dirección original indicada por las tres primeras notas. Entre
si
y
do
se encuentra el segundo intervalo; una nueva desviación, otro cambio de dirección:

"En cada octava la desviación es más acentuada, de manera que la línea de las octavas llega a formar un semicírculo y va en una dirección opuesta a la dirección original.

"En su desarrollo ulterior, la línea de octavas, o la línea de desarrollo de vibraciones puede volver a su primera dirección –en otras palabras, formar un círculo completo.

"Esta ley demuestra por qué nunca nada en nuestras actividades va en línea recta, por que al comenzar una cosa, en seguida hacemos otra totalmente diferente, que a menudo es todo lo contrario de la primera, aunque no nos demos cuenta y continuemos pensando que seguimos siempre la misma línea.

"Todos estos hechos y muchos otros más, no pueden explicarse sino por la ley de octava y especialmente por una comprensión clara del papel y el significado de los intervalos que obligan constantemente a la línea de desarrollo de fuerzas a modificar su dirección, a quebrarla, a curvarla, a tornarla en su «propio contrario» y así sucesivamente.

"Las cosas ocurren siempre así y estos cambios de dirección los podemos comprobar por todos lados. Después de cieno período de actividad enérgica, de emoción intensa o de comprensión justa, interviene una reacción, el trabajo llega a ser aburrido y cansador, momentos de fatiga y de indiferencia atraviesan el sentimiento, en lugar de pensar rectamente se buscan compromisos, se suprimen o se descartan los problemas difíciles. Pero la línea continúa desarrollándose aunque ya no en la misma dirección que al comienzo. El trabajo se hace mecánico, y el sentimiento, más y más débil, baja el nivel de los acontecimientos de la vida ordinaria. El pensamiento llega a ser dogmático, literal. Todo prosigue así durante un cierto tiempo, luego hay de nuevo una reacción, una detención, una desviación. El desarrollo de la fuerza puede continuarse aún, pero el trabajo que se había comenzado con ardor y en medio del entusiasmo, se ha tornado en una formalidad obligatoria e inútil; han entrado al sentimiento numerosos elementos que le son foráneos: consideración, molestia, irritación, hostilidad; el pensamiento da vueltas en círculo repitiendo lo que ya sabe y uno se desvía más y más.

"El mismo fenómeno se repite en todas las esferas de la actividad humana. En la literatura, la ciencia, el arte, la filosofía, la religión, en la vida individual y sobre todo en la vida social y política, podemos observar cómo la línea de desarrollo de fuerzas se desvía de su dirección original y al cabo de cierto tiempo va en una dirección diametralmente opuesta,
conservando aún su primer nombre
. El estudio de la historia, emprendido desde este punto de vista, hace resaltar los hechos más sorprendentes, pero la «humanidad mecánica» no quiere tenerlos en cuenta. Quizá los ejemplos más chocantes de tales cambios de dirección se pueden encontrar en la historia de las religiones, particularmente en la historia de la religión cristiana, si se la estudia sin pasión. Piensen ustedes cuántas vueltas habrá tenido que dar la línea de desarrollo de fuerzas para pasar de las predicaciones de amor del Evangelio hasta la Inquisición; o del ascetismo de los primeros siglos, cuando se estudiaba el cristianismo
esotérico,
a la escolástica que calculaba el número de ángeles que podían sostenerse sobre la punta de una aguja.

"La ley de octava explica muchos fenómenos de nuestra vida, que sin ella permanecerían incomprensibles.

"El primero es el de la desviación de fuerzas.

"Luego viene el hecho de que nada en el mundo permanece en el mismo lugar, o sigue siendo lo que originalmente fue; todo se mueve, todo se desplaza, cambia, e
inevitablemente sube o desciende
, se refuerza o se debilita, se desarrolla o degenera, es decir, se mueve sobre una línea de octava, ya sea ascendente o descendente.

"El tercer punto se refiere a que en el desarrollo mismo de las octavas, ascendentes o descendentes, se producen continuamente fluctuaciones, altas y bajas.

"Hasta ahora, hemos hablado sobre todo de la
discontinuidad de vibraciones
y de la
desviación de fuerzas
. Ahora nos es preciso captar claramente otros dos principios: el de la inevitabilidad, ya sea del ascenso o del descenso, en toda línea de desarrollo de fuerzas y el de las fluctuaciones periódicas, es decir, los aumentos y disminuciones, en toda línea, ya sea ésta ascendente o descendente.

"Nada puede desarrollarse mientras permanezca en el mismo nivel. El ascenso o el descenso es la condición cósmica inevitable de toda acción. No comprendemos y nunca vemos lo que pasa alrededor de nosotros y en nosotros, ya sea porque no tenemos en cuenta la inevitabilidad del descenso cuando no hay ascenso, o porque tomamos el descenso como un ascenso. Estas son dos de las causas fundamentales de nuestras ilusiones sobre nosotros mismos. No vemos la primera porque pensamos siempre que las cosas pueden permanecer largo tiempo sobre el mismo nivel, e ignoramos la segunda por no comprender que los ascensos son de hecho imposibles allí donde los vemos —tan imposibles como desarrollar la conciencia por medios mecánicos.

"Una vez que hayamos aprendido a distinguir las octavas ascendentes y descendentes en la vida, tenemos que aprender a distinguir el ascenso y descenso dentro de las mismas octavas. Podemos ver en cualquiera de los dominios de nuestra vida que consideremos, que ahí nada puede permanecer igual y constante; en todas partes y en todo, prosigue sin cesar la oscilación del péndulo, en todas partes y en todo las olas se elevan y vuelven a caer. Nuestra energía aumenta de pronto en una u otra dirección, luego se debilita asimismo rápidamente; nuestros estados de ánimo se «mejoran» o se «empeoran» sin razón visible; nuestros sentimientos, deseos, intenciones, decisiones, todo pasa de trecho en trecho por periodos de ascenso y descenso, de fortalecimiento o debilitamiento.

"Y quizás hay en el hombre un centenar de péndulos en movimiento, aquí y allá. Estos ascensos y descensos, estas fluctuaciones de nuestros estados de ánimo, de nuestros pensamientos, sentimientos, de nuestra energía, de nuestras determinaciones, corresponden ya sea a los períodos de desarrollo de las fuerzas de un
intervalo
a otro, o a los
intervalos
mismos.

"Esta ley de octava, en sus tres manifestaciones principales, condiciona numerosos fenómenos tanto de naturaleza psíquica como de naturaleza orgánica, es decir, ligados directamente a nuestra vida. De la ley de octava depende la imperfección y estrechez de nuestro saber en todos los campos sin excepción alguna, porque comenzamos en una dirección y en seguida, sin darnos cuenta, vamos siempre en otra.

"Como ya lo he dicho, la ley de octava, en todas sus manifestaciones, era conocida por la ciencia antigua.

"Aun nuestra división del tiempo, es decir, los días de la semana repartidos en seis días de trabajo y un domingo, está en relación con las propiedades y las condiciones interiores de nuestra actividad, que dependen de la ley general. El mito bíblico de la creación del mundo en seis días, y un séptimo durante el cual Dios descansa de su trabajo, es igualmente una expresión de la ley de octava o un índice de esta ley, aunque incompleto.

"Las observaciones basadas en una comprensión de la ley de octava muestran que las vibraciones pueden desarrollarse de diferentes maneras. En las octavas interrumpidas, ellas surgen y caen, son arrastradas y engullidas por vibraciones más fuertes que las cortan o que van en una dirección contraria. En las octavas que se desvían de la dirección original, las vibraciones cambian de naturaleza y dan resultados opuestos a aquellos que se hubieran podido esperar al comienzo.

"No es sino en las octavas de orden cósmico, ascendentes o descendentes, donde las vibraciones se desarrollan de una manera consecuente y ordenada, conservando siempre la dirección tomada por ellas al comienzo.

"Por otra parte, la observación muestra que el desarrollo de octavas correcto y constante, si bien raro, es posible en todas las ocasiones, tanto en la actividad de la naturaleza como en la actividad humana.

"El desarrollo correcto de estas octavas está basado en lo que parece ser un
accidente.
Sucede a veces que las octavas que progresan paralelamente a una octava dada, que la cruzan o que la encuentran,
llenan sus intervalos
de una u otra manera y permiten a las vibraciones de la octava dada evolucionar libremente y sin detenciones. La observación de este desarrollo correcto de octavas establece el hecho de que si en el momento necesario, es decir en el momento de pasar por un intervalo, una octava dada recibe un «choque adicional» de fuerza y de carácter correspondientes, entonces continuará desarrollándose sin trabas, siguiendo su dirección original, sin perder ni cambiar nada de su naturaleza.

"En tales casos, hay una diferencia esencial entre las octavas ascendentes y las descendentes.

"En una octava ascendente, el primer «intervalo» se encuentra entre
mi
y
fa.
Si una energía adicional correspondiente entra en este sitio, la octava se desarrollará sin dificultad hasta
si,
pero para que se desarrolle correctamente es necesario entre
si
y
do, un choque suplementario mucho más fuerte
que entre
mi
y
fa,
porque en este sitio las vibraciones de la octava están en un diapasón mucho más elevado y se requiere una intensidad mucho mayor para evitar una detención en el desarrollo de la octava.

"De otro lado, en una octava descendente, el intervalo mayor ocurre en el comienzo mismo de la octava, inmediatamente después del primer
do,
y los elementos que permiten llenarlo se encuentran muy frecuentemente, ya sea en el
do
mismo, o en las vibraciones laterales emitidas por do. Por esta razón una octava descendente se desarrolla mucho más fácilmente que una octava ascendente; y después de pasar el
si,
llega a
fa
sin obstáculos; aquí es necesario un choque suplementario aunque
considerablemente menos fuerte
que el primer «choque» entre
do
y
si.

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