Incansable (34 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

—¿Los restos de un combate? —preguntó Geary.

—Un combate que todavía no ha terminado —puntualizó Desjani.

Capítulo 10

Al aumentar el área abarcada por el visualizador, las vio. A casi cuatro horas luz de distancia, las naves de la Alianza se estaban enfrentando a los síndicos. El punto de salto hacia Varandal quedaba más o menos a la misma distancia de la estrella de Atalia que la salida por la que la flota de la Alianza había aparecido tras el último salto, aunque próximo al perímetro del sistema estelar. Geary observó el visualizador mientras los sensores de la flota continuaban añadiendo detalles. Casi se estremece al ver un enjambre de naves de la Alianza esfumarse de repente, aunque enseguida comprendió que no las habían destruido, sino que acababan de saltar fuera del sistema.

Los buques de guerra de la Alianza siguieron desapareciendo, lo que le hizo preguntarse a Geary cuántos habría antes. Sin embargo, quedaba una nave; un acorazado que avanzaba tambaleándose hacia el punto de salto al mismo tiempo que un nubarrón de buques de guerra síndicos realizaba repetidas pasadas ofensivas sobre él.

—El sistema indica que ese acorazado es la Intratable —indicó Desjani—. Era una de las naves que se quedaron atrás para proteger el espacio de la Alianza cuando esta flota partió hacia el sistema estelar nativo síndico. —Vaciló antes de proseguir—. Cuando nos marchamos, la Intratable formaba parte de la misma división de acorazados que la
Impertérrita
.

La
Impertérrita
, la nave comandada por Jane Geary, su sobrina nieta. ¿Habría saltado ya hacia Varandal o tal vez los restos de ese acorazado de la Alianza estaban errando por aquel sistema estelar?

Más adelante, los sensores de la flota podrían analizar los fragmentos más recientes y hacer un cálculo aproximado de cuántos buques de guerra habían caído allí durante los últimos enfrentamientos. De momento, lo único que podía hacer Geary era mirar aquellas imágenes que llegaban con casi cuatro horas de retraso, consciente de que no podía hacer nada para apoyar a la Intratable mientras esta cubría la retirada del resto de unidades de la Alianza.

—No falta mucho —murmuró Desjani, que estaba mirando las mismas imágenes que Geary—. La Intratable era el único buque de guerra que quedaba cerca del punto de salto. Todos los demás han pasado ya.

—¿Cabe la posibilidad de que alcanzase el punto de salto?

—No, a menos que los síndicos decidieran dejar de disparar.

Rione se inclinó hacia delante y habló con tono exhortatorio.

—Tenemos que hacer algo, distraer a los síndicos, ¡algo!

—Señora copresidenta —contestó Geary con sequedad—, los síndicos ni siquiera verán esta flota durante casi cuatro horas. Lo más probable es que la Intratable fuese destruida hace casi ese mismo tiempo. Simplemente, lo que pasó entonces lo estamos viendo ahora.

—Maldita sea —susurró Rione.

A juzgar por las imágenes que llegaban con cuatro horas de retraso, la Intratable, que parecía haber perdido el control, se deslizaba hacia los lados y cabeceaba mientras los disparos de los síndicos la obligaban a desviarse de su rumbo.

—La tripulación abandona la nave —observó Desjani al fijarse en las cápsulas de escape que empezaban a salir disparadas del maltrecho acorazado—. Aunque algunas de las armas parecen seguir funcionando.

Hacía cuatro horas los síndicos habían disparado una ráfaga de misiles que fue describiendo un arco hasta impactar contra la Intratable, que para entonces ya estaba prácticamente indefensa, y despedazarla. El casco del acorazado se desgajó de tal forma que la sección de proa salió despedida, dando vueltas, y la sección de popa quedó reducida a un cúmulo de fragmentos menores. Geary cerró los ojos por un momento y al abrirlos de nuevo vio los restos de la nave viajando en todas direcciones, sin que nadie diera señales de vida entre ellos. Que vuestros ancestros os acojan y las estrellas del firmamento amparen vuestros espíritus.

—Los vengaremos —dijo Desjani con un gruñido.

—Sí. Téngalo por seguro. No cabe duda de que hemos encontrado la flotilla de reserva. —Geary empezó a planear una estrategia para el enfrentamiento, dando por sentado que los síndicos regresarían a aquel punto de salto—. ¿Cuánto falta para que los sensores de la flota nos informen de lo que ha sucedido aquí?

—Ya no deberían tardar mucho. —Apenas hubo respondido, empezaron a aparecer los cálculos de los sistemas. Desjani apretó la mandíbula mientras consultaba sus visualizadores, en los que los sensores y los sistemas de evaluación mostraban los análisis del reciente enfrentamiento—. Los últimos restos están correlacionados con dos o tres cruceros de batalla de la Alianza. Entre nueve y trece destructores. Uno o dos cruceros ligeros. De cuatro a seis cruceros pesados y dos acorazados, contando la Intratable. —Exhaló con pesadez—. La Intratable contuvo a los síndicos para que el resto de naves pudiera escapar, aunque los sensores no tienen modo alguno de saber cuántas se salvaron.

—Por lo menos no fueron los únicos que sufrieron bajas. —Geary vio abrirse los nuevos informes—. Al parecer, los síndicos perdieron uno o dos cruceros de batalla, un acorazado, entre diez y veinte naves de caza asesinas, seis o siete cruceros pesados y entre ocho y once cruceros ligeros, además de otras naves que sufrieron demasiadas averías como para perseguirlos por el salto. —A lo largo de la estela de la batalla habían quedado desperdigados un crucero de batalla síndico con daños críticos, tres cruceros pesados y otro ligero, todos los cuales avanzaban torpemente hacia el segundo planeta del sistema estelar. Cerca de la salida del salto, otro crucero de batalla, que terminó destrozado en el último combate contra la Intratable, parecía ir orientándose también hacia el sistema interior.

Los sensores de la flota dirigían su vista hasta una distancia de cuatro horas luz por el límite del sistema estelar, y miraban más allá de los restos de las naves caídas para determinar el tamaño de la fuerza síndica, resultados que tampoco tardaron en aparecer.

—Dieciséis acorazados, catorce cruceros de batalla, veinte cruceros pesados, cuarenta y cinco cruceros ligeros y ciento diez naves de caza asesinas. —Geary confiaba en que el teniente Íger hubiera exagerado al hacer sus estimaciones; sin embargo, estas resultaron ser demasiado precisas—. Son las naves de la flotilla de reserva que continúan activas.

—Podemos eliminarlas —insistió Desjani.

—No tenemos alternativa, pero no puedo cerrar el plan para interceptarlas hasta que se den media vuelta y adopten nuevos vectores.

Esperó con impaciencia; aunque la flota de la Alianza se encontraba cada vez más cerca del punto de salto, todavía quedaban unos dos días de viaje. De repente, Desjani intervino.

—No se darán media vuelta. Lo que pretenden es volver a formarse. Van a saltar detrás de las naves de la Alianza que escaparon.

—¿Van a saltar hacia Varandal? —Solo una cosa sería peor que luchar ahí contra la flotilla de reserva: enfrentarse a ella en Varandal si los síndicos lograban causar el suficiente daño en ese sistema estelar antes de que la flota de la Alianza los alcanzase.

—Todavía queda a cuatro horas luz de distancia. —Desjani descargó el puño sobre el reposabrazos de su asiento—. Saltarán antes de darse cuenta siquiera de que estamos aquí.

—Puede que así consigamos sorprenderlos en Varandal. —Geary llevó los ojos hasta las estimaciones de bajas de la Alianza que se habían producido allí. Dos acorazados. ¿Sería la otra la
Impertérrita?
¿Habría muerto Jane Geary justo cuando él se encontraba en el umbral de casa, o tal vez su sobrina nieta se encontraba en una de las cápsulas de escape que había dispersadas por todo el sistema?

En los visualizadores continuaron proliferando los símbolos que representaban las cápsulas de escape que se encontraban en el sistema estelar Atalia. Había innumerables cápsulas procedentes de los buques de guerra de la Alianza que fueron destruidos allí. Geary se reclinó en el asiento y observó el lugar donde la flotilla síndica de reserva se estaba reagrupando para saltar hacia Varandal; a continuación, miró los vapuleados buques de guerra síndicos que continuaban avanzando como podían para ponerse a salvo, sin saber tampoco que la flota de la Alianza había llegado; a continuación, dirigió la mirada a los enjambres de cápsulas de escape de la Alianza; y, por último, consultó el visualizador de estado, que indicaba el nivel de las reservas de células de combustible de las que aún disponían los buques de guerra de la flota.

—Necesito su consejo, Tanya. —La capitana se giró hacia él—. Podemos rodear sin problemas los buques síndicos dañados y eliminarlos de camino al punto de salto. Sin embargo, los tripulantes de la Alianza que viajan en las cápsulas de escape cuentan con que los recojamos, lo cual implica que reduzcamos nuestra velocidad de manera significativa. Eso supondría un consumo de células de combustible que no podemos permitirnos, además de retrasar la hora de llegada al punto de salto hacia Varandal.

Desjani produjo un breve tamborileo con los dedos en el reposabrazos de su asiento y, a continuación, se volvió hacia el consultor de ingeniería.

—Si las cápsulas de escape se colocaran en los mismos vectores que esta flota y consumieran todo el combustible que les queda, ¿qué velocidad podrían alcanzar?

El ingeniero no tardó en realizar algunos cálculos.

—Capitana, teniendo en cuenta el tiempo que pueden llevar en el espacio y la cantidad consumida durante el lanzamiento, podrían llegar a ir a una centésima de la velocidad de la luz si reactivasen la secuencia de ignición del lanzamiento. Pero después no les quedaría nada.

—Sería una ayuda, pero no suficiente. La flota seguiría teniendo que frenar demasiado. —Desjani agitó la cabeza—. Aunque pudiéramos permitirnos un consumo tan elevado de células de combustible, no dejaríamos de retrasarnos demasiado. Además, la mayoría de nuestras naves ya no pueden albergar más tripulantes. Provocar el hacinamiento del personal podría suponer una desventaja si fuese necesario evacuar esas naves durante la lucha de Varandal, y no disponemos de cápsulas de escape para todos. Lo que necesitamos son dos flotas. —Miró el visualizador, donde parpadeaban dos mensajes de alerta—. La flotilla síndica de reserva saltó hacia Varandal hace tres horas y cuarenta y un minutos.

—Lástima que no estuviéramos aquí hace más de tres horas. Si nos hubieran visto antes de saltar, tal vez habrían permanecido en las cercanías, lo que nos habría facilitado mucho las cosas. —Geary examinó todo el contenido del visualizador del estado de la flota—. Dos flotas. Podría ser una buena táctica: enviar varias naves a recoger las cápsulas de escape, tras lo cual seguirían al resto.

—¿De cuáles podríamos prescindir?

—De ninguna, aunque de todos modos a algunas de las naves les costará avanzar a buen ritmo. —Elegirlas parecía sencillo, pero no se trataba tan solo de una cuestión de física. Llamó a la
Ilustre
.

—Capitán Badaya, tengo que pedirle algo.

Seis segundos más tarde Badaya contestó. Parecía fatigado, lo cual era comprensible, puesto que habría estado presionándose a sí mismo y a su tripulación para reparar los daños de la
Ilustre
antes de una posible batalla. Sin embargo, la tripulación de la
Ilustre
no podía hacer milagros.

—¿En qué puedo ayudarlo, capitán Geary?

—Necesito recuperar las cápsulas de escape de la Alianza, aunque no puedo permitirme aminorar la velocidad de toda la flota para ello. De camino al punto de salto hacia Varandal, la flota puede eliminar los buques de guerra síndicos que queden en este sistema estelar; en cualquier caso, quien se quede atrás para recoger las cápsulas seguirá necesitando suficiente potencia de fuego para protegerlas por si ocurriera algún imprevisto.

El capitán Badaya tardó seis segundos en asentir con la cabeza.

—¿En quién ha pensado, capitán Geary?

—En las tres auxiliares: la
Orión
, la
Increíble
y el
Resuelto
; los escoltas que han sufrido los mayores daños. Y, dado que estas naves necesitarán un comandante hábil y digno de confianza, en la
Ilustre
.

Badaya no tardó en asentir de nuevo.

—Nos hemos esforzado mucho para reparar la
Ilustre
, aunque en caso de enfrentamiento seguirá encontrándose muy en desventaja. Comprendo su razonamiento, pero resulta muy duro pensar en una derrota en Varandal.

—Lo entiendo. —Badaya tenía sus defectos, pero se había ganado el derecho a que todos respetasen su orgullo y su honor—. Ese es el motivo por el que le pido que acepte esta misión. Si los síndicos emergen del punto de salto hacia Varandal antes de que usted lo alcance, tendrá que abrirse paso entre ellos. Necesito a alguien cuya capacidad sea incuestionable para comandar las naves; además, para ayudarlo, voy a asignarle dos acorazados y dos cruceros de batalla. —No se molestó en añadir lo que tanto él como Badaya sabían, que las cuatro maltrechas naves juntas no sumaban la capacidad de combate de un acorazado intacto.

—No es muy probable que los síndicos regresen aquí antes de que nos vayamos —observó Badaya—, aunque siempre cabe la posibilidad. En cualquier caso, si machacan a los síndicos que saltaron hacia Varandal, algunos podrían estar dirigiéndose de vuelta al punto de salto que lleva hasta aquí cuando nosotros lleguemos a Varandal. Estaremos bien posicionados para bloquearlos y fulminarlos.

—Eso es cierto.

—Es una misión gloriosa —concluyó Badaya—. No dejaremos aquí a ningún tripulante de la Alianza, la
Ilustre
no ralentizará al resto de cruceros de batalla y, además, nos encontraremos lo bastante lejos de las demás naves para poder interceptar a los síndicos que intenten escapar de Varandal. Muchas gracias por su confianza, capitán Geary.

—Se lo ha ganado, capitán Badaya —dijo Geary; algo que no dejaba de ser cierto. Aparte del asunto de la dictadura, no era un mal oficial al mando. Badaya tendía a reaccionar con demasiado ímpetu en lugar de idear nuevos planes para adelantarse al enemigo, pero cuando recibía una orden hacía todo lo posible por cumplirla, aunque le fuera la vida en ello. Por si fuera poco, creía en Geary; confiaba en él lo suficiente como para aceptar una misión que tal vez habría rechazado si se la hubieran propuesto seis meses atrás.

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