—Una oportunidad única para lucirse —murmuró Duellos con un evidente tono de sarcasmo—. Muchos de mis oficiales servían en la
Osada
. Si se me autorizara a traer a algunos de ellos conmigo…
—Por supuesto. Llévese a todos los antiguos tripulantes de la
Osada
que desee. La
Inspiradora
sufrió muchas bajas cuando Kila decidió cargar gloriosamente contra el enemigo, de modo que es preciso reemplazar a los caídos.
Duellos reflexionó durante unos instantes y, finalmente, movió la cabeza en señal de conformidad.
—Será necesario efectuar muchas modificaciones en la tripulación de la
Inspiradora
. Haré cuanto esté en mi mano.
—Gracias. Es la mejor solución, y usted el oficial más adecuado para el cargo. La propia
Inspiradora
también necesita de complicadas labores de reconstrucción. Después de los últimos combates, está destrozada.
—Hacer que la tripulación se centre en las labores de reparación le servirá para recuperar la moral. —Duellos dibujó una sonrisa leve—. En ocasiones como esta, llevar a cabo una operación tangible como esta puede marcar la diferencia. Supongo que me quiere a bordo de la
Inspiradora
para ayer.
—Sí —afirmó Geary—, pero tómese el tiempo que necesite para seleccionar a los tripulantes que quiera llevarse de la
Osada
. Como le he dicho, puede quedarse con todos, si lo desea. Colocaré la
Inspiradora
cerca de las auxiliares para que faciliten las labores de reparación.
—¿Nave nueva y ya con las auxiliares? Después de esto, me ganaré una reputación de capitán gafe. —Duellos volvió a sonreír sin ganas—. Gracias por no pedirme que me ocupase de la
Orión
.
—No sé qué demonios voy a hacer con la
Orión
.
—Vuelva a poner a Numos al mando —sugirió Duellos—. Seguro que consigue que la destruyan en el próximo enfrentamiento.
—Como su tripulación no espabile, me temo que eso es lo que voy a tener que hacer. —Geary alzó la cabeza como si invocase a las mismísimas estrellas—. No hablaba en serio. —Cuando bajó de nuevo la vista hasta Duellos, señaló el visualizador del estado de la flota—. Solo queda una nave de la Primera División de Cruceros de Batalla, la
Formidable
, y de la Séptima solo quedan la
Radiante
y la
Inspiradora
. Estaba pensando en unirlas en una sola unidad, en una Primera División reconstituida que se compusiera de estas tres naves.
Duellos movió la cabeza con aire cansado.
—Combinar dos divisiones de cruceros de batalla y obtener solo tres naves como resultado. Podría ser una buena idea, aunque también sirve como indicativo de lo malherida que está la flota. —Guardó un breve silencio y, después, asintió con firmeza—. Sí, es una buena idea. La
Formidable
no estará sola y la
Inspiradora
y la
Radiante
tendrán una nave magnífica como compañera de división. Además, simbólicamente, será como si volviesen a empezar. ¿Quién tiene pensado asignar a la
Radiante?
—No tengo ni idea. La capitana Baccade, de la
Atrevida
, resultó herida de gravedad y su nave quedó en muy mal estado. Ahora no está en condiciones de asumir un nuevo mando.
—Supongo que el comandante Vigory estará ansioso por gobernar una nave —comentó Duellos con tono neutral.
Geary lo miró sin ocultar su fastidio.
—Es lo que me dijo antes de que hubieran transcurrido veinticuatro horas desde que liberásemos a los prisioneros. Su historial no incluye nada destacable y no tengo tiempo para enseñarle a un nuevo oficial al mando cómo lucho.
—Lo decía porque el comandante dedica una gran parte de su tiempo a quejarse de las decisiones que usted toma. Al igual que otros muchos. —Duellos sonrió con ironía—. Lo estuve observando por si se ponían en contacto con él los que conspiran contra usted, y llegar así hasta ellos. Pero aquí en Padronis las cosas han ocurrido antes de que nadie que trabajase para Kila o Cáligo tuviera ocasión de hablar con él.
—No todos los que se oponen a mí son traidores —dijo Geary con sequedad—. Me aseguraré de mantenerlo ocupado, pero no pienso asignar a Vigory la
Radiante
ni ninguna otra nave. Sencillamente, creo que es demasiado enérgico a la hora de pedir las cosas. La seguridad en uno mismo es importante, pero no cuando atenta contra la sensatez.
—Como ha quedado demostrado recientemente de la forma más gráfica posible. —Por un instante, Duellos adoptó un aire meditabundo—. Perdimos la Tarian en Heradao. Su anterior oficial al mando, Jame Yunis, goza de muy buena reputación.
Geary abrió el historial de Yunis y lo leyó por encima.
—No está mal. ¿Cree que está preparado?
—Sí.
—De acuerdo. Lo revisaré con más detenimiento y tomaré una decisión antes de que saltemos hacia Atalia. —Geary espiró con pesadez—. ¿Le importaría esperar unos minutos mientras llamo a la capitana Desjani? Nos gustaría hablar de algo con usted. Necesito que me dé su opinión puesto que solo tendré una oportunidad de hacer bien las cosas. No obstante, debo pedirle que no comente esto fuera de aquí.
Duellos lo miró con detenimiento.
—No puedo aceptar hacer algo que atente contra el juramento que hice, como comprenderá.
—No es el caso. Se lo prometo.
Desjani tan solo tardó unos minutos en unirse a ellos. Geary pasó a exponerle el plan que había preparado y esperó. De nuevo, Duellos adoptó un aire meditabundo y, finalmente, asintió.
—No se me ocurre ningún modo de mejorarlo, pero están caminando por una cuerda muy floja.
—Una de muchas —convino Geary.
—Si van a hablar con Badaya ahora, no me importaría esperar un poco para que parezca que yo, esto… «respaldo» lo que en realidad no van a hacer.
Desjani asintió.
—Es una buena idea. Todo el mundo sabe que Duellos es su confidente especial. A Badaya le agradará encontrarse con él cuando llegue.
—Y con usted —dejó caer Duellos.
Desjani apretó los dientes.
—¿Es necesario? Dirá algo. Lo sé. Y yo tendré que fingir que no lo he oído.
—Será solo durante unos minutos, Tanya —sugirió Duellos—. Después, nosotros nos iremos y dejaremos que hable tranquilamente con Black Jack.
—Roberto, usted sabe que el capitán Geary y yo no hemos…
Duellos levantó las manos para apaciguarla.
—Desde luego, todos sus amigos lo saben, Tanya. Usted no haría algo así con su oficial al mando, bajo ninguna circunstancia. —Desjani dirigió la mirada al suelo—. Imagino que tener que soportar todos esos rumores no resulta nada divertido.
—Hay cosas más complicadas —murmuró Desjani—. Puedo sobrellevarlo.
Duellos miró a Geary mientras respondía a la capitana.
—No me cabe ninguna duda, Tanya. De acuerdo, entonces. Llamemos a Badaya y terminemos con esto. ¿Qué podría ocurrir si no lo convence?
—No lo sé. Puede que tenga que sacarlo todo a la luz y decirle a la flota que no toleraré ningún tipo de ataque contra el gobierno de la Alianza; pero me temo que, si hablase de ese tema, algunos pensarían que lo hago solo para ver qué les parece a los demás que yo prepare uno.
—Eso es exactamente lo que creerían los partidarios del golpe —convino Duellos—. Confiemos en que logre desviar a Badaya y a los muchos que piensan como él hacia un rumbo que sea beneficioso para todos. De lo contrario, la victoria que supondría llevar a la flota a casa podría convertirse en la mayor derrota que la Alianza haya sufrido jamás.
Tal como Duellos suponía, Badaya parecía muy complacido por que lo hubieran invitado a participar en una reunión donde los únicos interlocutores eran Geary, Duellos, Desjani y él mismo.
—¿Se va a quedar con la
Inspiradora
, Duellos? Excelente. Por desgracia, todavía tendrá que convivir con los restos de Kila durante algún tiempo.
—Creía que nos desharíamos de ellos aquí —comentó Geary—. ¿Por qué esperar hasta que lleguemos a Atalia?
Badaya miró sorprendido a Geary.
—¿No conoce las normas de la flota relativas al tratamiento del cadáver de un traidor?
—No. Di por sentado que arrojaríamos sus restos al espacio sin más.
—No merece un funeral digno —intervino Desjani.
—De hecho —dijo Badaya—, las normas impiden que se aplique esa solución con Kila. El reglamento ordena que los restos de los traidores se expulsen en el espacio de salto. Sin excepción ni alternativa.
Geary miró a Badaya y, después, se fijó en Desjani y Duellos, que asentían con la cabeza solemnemente.
—Admito que estoy sorprendido. Es el procedimiento más riguroso que se puede seguir: sepultar a alguien en el limbo del espacio de salto. ¿Cómo llegó a aprobarse una medida tan extrema?
Duellos deslizó una mano sobre la mesa que tenía ante él y habló con un inusitado tono sombrío.
—La respuesta a esa pregunta se encuentra en un desafortunado episodio de nuestra historia que usted tuvo la suerte de vivir durmiendo, capitán Geary. Hará unos cincuenta años, ¿no es así? —Desjani y Badaya asintieron—. Le ahorraré los detalles, pero le diré que, de haber sido posible un castigo más severo, se le habría aplicado.
—¿Quiere decir que quizá yo sea la única persona de esta flota a la que le sorprende que el cadáver de un traidor sea abandonado en el espacio de salto?
—Es lo más probable.
Geary se sentó y se miró las manos, con las que se apretaba las rodillas.
—Supongo que este es uno de esos aspectos en los que me he quedado anticuado. Entiendo que tenemos derecho a juzgar a gente como Kila e imponer nuestro criterio, pero abandonar sus restos en el espacio de salto… ¿No se supone que ese tipo de castigo eterno es competencia de seres más poderosos que nosotros?
Desjani contestó pasados unos instantes.
—No soy experta en la materia, pero llevar a cabo el funeral en el espacio de salto es un gesto simbólico y humanitario. No es la última palabra porque no nos corresponde a nosotros decirla. Que nosotros no consigamos encontrar algo que viaja a la deriva en el espacio de salto no significa que las estrellas del firmamento no puedan hacerlo. Si la quieren, la recogerán.
—¿No cree que se trate de un castigo eterno? —preguntó Geary, sorprendido por el razonamiento de Desjani, pero incapaz de encontrar un argumento con el que refutarlo.
—Nada de lo que hace el hombre es eterno. Ninguna de nuestras acciones condiciona las decisiones de los seres que están por encima de nosotros. El veredicto final siempre está en su mano. —Desjani señaló hacia el exterior—. Tengo claro el destino que creo que se merece Kila, pero en el fondo no se trata de mi opinión, ni de la suya. Celebrar el funeral en el espacio de salto sirve para expresar el sentimiento que su crimen provoca en nosotros, pero no tiene mayor trascendencia en términos de eternidad.
—Entiendo. —Se acordó de los caídos en el ataque contra la Loriga, tripulantes masacrados sin previo aviso por alguien que creían que lucharía junto a ellos. Pensó en las personas que viajaban a bordo del
Intrépido
, de la
Ilustre
y de la
Furiosa
, todas las cuales habrían perecido de no haber sido descubierto el primer gusano que introdujo Kila—. Está bien. Comprendo que se trata de un gesto apropiado. Los restos de Kila serán entregados al espacio de salto de camino a Atalia.
Duellos ensombreció el gesto.
—Hasta entonces, le quitarán el sueño a no pocos miembros de la tripulación, no me cabe la menor duda.
—¿Está dispuesto a aplicar el castigo usted mismo o prefiere que busque un voluntario entre los demás capitanes? —le preguntó Geary a Duellos.
Después de meditarlo durante un tiempo, Duellos desvió la mirada y asintió.
—Si no lo hago yo, ¿quién iba a hacerlo? No la maldeciré mientras su cadáver se aleja, solo lo lamentaré por lo que podría haber sido.
Badaya profirió una carcajada pétrea.
—Entonces usted es mejor hombre que yo. Sé que estamos educados para no hablar mal de los muertos, pero esa es una regla difícil de respetar tratándose de Kila.
Esta vez Geary le dio la razón.
—Lo entiendo. A mí tampoco me entusiasma la idea. Bien, ¿y en cuanto a Cáligo? Le agradezco que le haya buscado un sitio en la
Ilustre
. ¿Va a cooperar como prometió?
El semblante de Badaya, siempre jovial, pasó a reflejar su desagrado.
—¿Cooperar? No cierra la boca. En mi opinión, solo dice lo que cree que queremos oír, así que seguirá cantando mientras considere que así lo mantendremos con vida. A los aparatos utilizados durante los interrogatorios les cuesta mucho evaluarlo porque parece tener la habilidad de convencerse a sí mismo de que lo que está diciendo en un momento dado es cierto.
Duellos agitó la cabeza.
—¿Significa eso que no podemos confiar en ellos?
—No, en mi opinión, no. Puede que diga alguna que otra verdad, tal vez muchas, pero necesitamos verificar todo lo que dice y comprobar si existen pruebas que lo confirmen.
Geary tamborileó con los dedos sobre la mesa.
—¿Cuánto tiempo llevará?
—No lo sé. —Badaya hizo ademán de abofetear a Cáligo allí mismo—. Pero dudo que nos dé tiempo a comprobarlo todo antes de que regresemos al espacio de la Alianza. No es una estimación que haga a la ligera. Me gustaría ver muerto a ese malnacido, pero si lo ejecutamos antes de investigar algunas de sus declaraciones, podríamos condenar para siempre a personas inocentes, y bastante daño ha ocasionado ya lo que hicieron Kila y él. Si ahora nosotros empeoramos las cosas tomando una decisión injusta, nos convertiríamos en sus cómplices. Es mi opinión.
—Estoy de acuerdo —dijo Duellos—. No siempre somos del mismo parecer, capitán Badaya, pero creo que lleva toda la razón.
—Debería solicitar también una evaluación psicológica de Cáligo —insistió Desjani—. Puede hacerlo, capitán Geary, con el consentimiento de Cáligo o sin él.
Badaya la miró con hosquedad.
—¿Intenta evitarle su castigo a Cáligo a través de un informe médico?
—No —contestó Desjani con frialdad—. Todos lo hemos visto. Ese tipo de protección no serviría de nada. Aun así, considero que es importante intentar comprender cómo es posible que una persona termine alejándose tanto del camino que se espera que siga, hasta el punto de destruir los buques de guerra de la Alianza y masacrar a sus tripulantes. En la flota podemos encontrar muchos oficiales ambiciosos, algunos de los cuales harían casi cualquier cosa por ascender y ganar autoridad, pero Cáligo estaba dispuesto a llegar hasta el final. Si hay una razón en concreto que lo llevó a tomar una decisión así, algo más acuciante que la sed de poder, creo que merece la pena saber de qué se trata.