Incansable (28 page)

Read Incansable Online

Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

El comandante de la flota introdujo un comando. El mensaje de la Loriga se desplegó sobre la mesa y se les mostró a todos los asistentes gracias al
software
de conferencias.

—Recordarán el primer gusano que se introdujo en los sistemas operativos de la flota y que podría haber deshabilitado todos los sistemas de salto, excepto los de algunas naves como el
Intrépido
, condenando a aquellas otras naves a quedarse en el espacio de salto para siempre. —Señaló el mensaje—. Aquí podemos encontrar lo que nos faltaba, la información que revela la nave de la que salió ese gusano. —Todo el mundo tenía los ojos clavados en él cuando Geary giró la cabeza para mirar a Kila—. Capitana Kila, el gusano procedía de la
Inspiradora
.

Kila puso cara de desconcierto al escuchar la conclusión del comandante de la flota.

—¿Está seguro?

—Sí, capitana Kila. ¿Le importaría explicarnos por qué su nave es el origen de un
software
malicioso concebido para traicionar a esta flota?

—¡Capitán Geary, me da igual lo que insinúe! —le espetó Kila.

—Deberíamos transmitir de inmediato una orden a la
Inspiradora
para arrestar a todos los que puedan estar implicados —urgió Badaya—. Hágalo ahora, antes de que sepan que han sido descubiertos.

Kila se giró hacia Badaya.

—Este mensaje ni siquiera ha sido verificado todavía. ¿Seguro que se envió desde la Loriga? Y, en ese caso, ¿es auténtico o se trata de un simple truco? ¡Puedo asegurar a todos los oficiales presentes que, si yo hubiera estado al tanto de algo así, me habría encargado en persona de llevar a los responsables ante un tribunal! En cuanto a su sugerencia, capitán Badaya, no tengo ningún problema en ordenar el arresto de esos oficiales y asegurarme de que revelen todo lo que saben.

Si Rione no lo hubiera avisado, Geary no se habría percatado de que Kila había escondido una mano con disimulo mientras protestaba indignada. Con esa mano podría estar manejando sin ningún problema algún mando situado fuera del área abarcada por el
software
de conferencias.

—El mensaje puede ser revisado por todo aquel que solicite comprobar su autenticidad —replicó Geary, que se esforzaba por mantener un tono de voz templado a pesar del impulso que sentía de gritarle a la capitana—. Todos los oficiales de comunicaciones y de seguridad que lo han analizado hasta ahora sitúan su origen en la
Inspiradora
. ¿Ignoraba que el gusano salió de su nave?

—¡Por supuesto que no sabía nada! —Kila miró furibunda a su alrededor y clavó los ojos en Duellos—. Todo esto lo ha preparado usted, ¿verdad? El amante al que un día despreciaron por fin consigue vengarse.

A Duellos no le costó fingir que era inocente, puesto que nadie le había hablado antes de aquel mensaje, pero no pudo disimular el desprecio que sentía por Kila, que era evidente.

—Creía que, como oficial al mando, se preocuparía menos por sí misma y más por el hecho de descubrir que su nave es el origen de un gusano.

—¡El responsable tendrá que dar explicaciones! —Kila se puso de pie—. Supervisaré las labores de investigación que se lleven a cabo en la
Inspiradora
para descubrir al culpable antes de que tenga conocimiento de esta información, suponiendo —se apresuró a añadir— que el mensaje, que en teoría se envió desde la Loriga, sea auténtico.

Geary miró de nuevo a la coronel Carabali mientras la marine escuchaba algo que el resto de la mesa no podía oír. Seguidamente, la capitana de marines asintió por última vez y Geary sonrió con gravedad a Kila.

—Deberíamos empezar por el oficial de seguridad de sistemas de su nave, ¿no le parece, capitana Kila? Después hablaremos con el oficial de comunicaciones y el oficial ejecutivo.

—¡Por supuesto! —exclamó Kila—. Si me permite comenzar una investigación, me aseguraré de que nadie les avise sobre estas posibles pruebas para que no les dé tiempo a…

—Ya se ha iniciado una investigación —la interrumpió Geary—. Coronel Carabali, ¿sería tan amable de poner al corriente a esta mesa?

Carabali, sin mirar a Kila en ningún momento, mantuvo un semblante endurecido por su imparcialidad profesional a la vez que hablaba con un tono neutro.

—Siguiendo las instrucciones del capitán Geary, los marines asignados a la
Inspiradora
esperaron a que esta reunión diera comienzo para, de modo encubierto, poner bajo detención preventiva al oficial ejecutivo, al oficial de comunicaciones y al oficial de seguridad de sistemas de la
Inspiradora
.

En ese momento todas las imágenes de los oficiales al mando de la flota miraban a Carabali, a Geary y a Kila. El comandante de la flota esperaba no dar la impresión de sentirse eufórico. Por su parte, Kila se mantenía inexpresiva, aunque su rostro parecía más rígido de lo habitual.

—Los oficiales detenidos —prosiguió Carabali— fueron trasladados a una celda de seguridad de aislamiento total mientras se comprobaba que no llevaban consigo nada que pudiera suponer un riesgo para ellos o para la
Inspiradora
. Las celdas de aislamiento total incluyen una cobertura completa, basada en un antiguo dispositivo llamado «jaula de Faraday», que bloquea cualquier tipo de radiación entrante o saliente. Sin embargo, es posible mantener la comunicación por medio de mensajes físicos que se transmiten a través de una serie de cerraduras protegidas. —La coronel Carabali hizo una breve pausa, tras la cual miró a Kila a los ojos—. Hace unos tres minutos, los exámenes practicados al oficial de seguridad de sistemas y al oficial de comunicaciones de la
Inspiradora
han revelado la presencia de INIBN. Hace un minuto, los sensores del exterior de las celdas de seguridad han detectado y distinguido diversas señales utilizadas en transmisiones codificadas de alta seguridad. Estas señales tienen que haber sido generadas en el interior del casco de la
Inspiradora
.

El capitán Tulev rompió el silencio que se produjo a continuación.

—¿INIBN?

—Interruptores Neurales Inyectados de Base Nanométrica —explicó Carabali—, vulgarmente conocidos como «tuestasesos» por el efecto que ejercen en el sistema nervioso una vez que se activan. Se pueden inyectar en el organismo de una persona sin que esta se dé cuenta, si está distraída. Según parece, con las señales interceptadas se pretendía poner en marcha los tuestasesos.

Esta vez el silencio fue más prolongado.

—¿Han intentado asesinar a esos tres oficiales? —preguntó el capitán Badaya con incredulidad.

—Al oficial de seguridad de sistemas y al oficial de comunicaciones, sin ninguna duda. Todavía estamos examinando al oficial ejecutivo de la
Inspiradora
para comprobar si hay INIBN en su organismo. —Carabali seguía sin apartar los ojos de Kila—. Como he dicho, las señales interceptadas procedían de la
Inspiradora
.

Desjani también miraba con insistencia a Kila, como si fuese una batería de lanzas infernales lista para abrir fuego.

—Qué extraño que intentasen matar a los oficiales justo después de que se informase a los aquí presentes de la existencia del gusano que se envió desde la
Inspiradora
. ¿Qué tripulante de la
Inspiradora
podría saber que iban a ser interrogados?

Duellos asintió con una expresión tan impenetrable como el blindaje de un acorazado.

—Sin duda, será interesante ver a quién implican esos oficiales una vez que los hayamos informado de que intentaron asesinarlos. ¿Para que no hablasen? ¿Para que pareciese que ellos eran los únicos culpables? De haber sido así, ahora tendríamos dos o tres oficiales muertos y tal vez alguna prueba convincente de que se suicidaron al enterarse de que eran sospechosos.

El ansia insaciable de Kila por ascender en la jerarquía de la flota le había granjeado muy pocos amigos y admiradores entre sus compañeros y subordinados; así, Geary observó que los demás oficiales al mando de la flota la miraban con expresión de espanto o de ira. Incluso Cáligo parecía atónito.

—Capitana Kila —comenzó a decir Geary con una moderación que le pareció admirable—, a la luz de los últimos acontecimientos y de las pruebas que la flota ha conseguido, desde este mismo instante y hasta que concluya la investigación de la
Inspiradora
, queda relevada de su mando. Coronel Carabali, ordene a una unidad de marines que escolte a la capitana Kila hasta un transbordador para que sea trasladada a la
Ilustre
.

Kila miró con desprecio al resto de la mesa y levantó un brazo con gesto dramático antes de bajarlo de nuevo para pulsar un mando del panel de control que tenía ante ella en la
Inspiradora
.

—Es igual, coronel. Sus marines no podrán entrar en mi camarote. La Alianza perderá esta guerra porque es débil, porque sus oficiales son demasiado blandos. Ninguno de ustedes está preparado para encabezar esta flota, sobre todo usted, capitán Geary. ¡Le preocupa más la vida de los síndicos que la de los ciudadanos de la Alianza!

Badaya habló con una voz tan grave que parecía hacerla brotar de sus entrañas.

—Puta asesina. ¡Cómo se atreve a poner como excusa la vida de los ciudadanos de la Alianza después de haber aniquilado a la tripulación de la Loriga e intentado matar a la de la
Ilustre
, el
Intrépido
y la
Furiosa!

Kila le enseñó los dientes a Badaya.

—Todos hicimos el juramento de morir por el bien de la Alianza, y el lamentable sacrificio de esas tripulaciones habría sido por la causa más elevada. Sería lo mismo que si hubieran muerto combatiendo contra aquellos que pretenden debilitar la Alianza y acabar con ella. Si ahora vamos a jugar a acusarnos de traición, estoy lista. ¿Qué les ha prometido Geary que les dará una vez que conquiste la cúpula de la Alianza? ¿Se consideran leales? No son más que un hatajo de corruptos patéticos que se han vendido a alguien que desea llegar al poder antes que hacer lo que sea necesario para salvar la Alianza.

Duellos le respondió con la voz más sepulcral que Geary le había oído nunca.

—La Alianza lleva cien años haciendo lo que algunos creen que es «necesario» para ganar la guerra, y no por ello tiene la victoria más cerca.

—¡Porque no se actúa con contundencia ni con decisión! —declaró Kila—. Nunca se terminan de tomar las medidas necesarias. Nuestros enemigos no se merecen ninguna piedad. ¡Ninguna! Se merecen morir, y si se dieran cuenta de que estaríamos dispuestos a matar hasta el último de ellos, se rendirían.

—¿Y si no se rindieran?

Kila agitó una mano describiendo un gesto de desdén.

—Entonces los aniquilaríamos y la guerra terminaría.

Tulev habló con voz monótona.

—Tengo el mismo derecho que los demás a pronunciarme al respecto. Yo no sé qué es lo que se merecen los síndicos, pero sus ataques contra el pueblo de la Alianza nunca han servido para que pensemos en rendirnos. Aunque su propuesta no escapase a las posibilidades materiales de la Alianza, adolecería de algo tan incuestionable como el hecho de que el hombre nunca aceptará matar en masa a los de su especie.

—Su filosofía murió en Elyzia —replicó Kila, provocando que Tulev, cuyo semblante no solía reflejar sus emociones, se sonrojase—. No tengo ningún reparo en hablar con franqueza, pero ninguno de ustedes quiere oír la verdad, ninguno tiene el menor deseo de enfrentarse a sus defectos. Podrían haber tenido un dirigente que no habría dudado en hacer lo necesario, pero prefieren morir poco a poco, como las sombras deprimentes de los antiguos oficiales de la flota.

Geary sacudió la cabeza.

—Los oficiales de la flota nunca intentaron matar a los suyos para satisfacer sus ambiciones.

El gesto desdeñoso de Kila dio paso a una mueca de engreimiento.

—¿Mis ambiciones? ¿De verdad me cree tan ilusa como para pensar que esta tropa de borregos aceptaría que yo la encabezase? No habrían soportado semejante humillación. Encontré a alguien que me escuchó, que sería aceptado por todo el rebaño, aunque ahora le falte el coraje necesario para mantenerse a mi lado. —Se giró y miró directamente al capitán Cáligo, que clavó sus ojos en ella—. ¿No iba a decírselo a todos? Mantenerse en un segundo plano no le funcionará esta vez. No espere que yo cargue con sus culpas y lo defienda mientras usted intenta ocultar su implicación.

Cáligo movió la cabeza con nerviosismo.

—No sé de qué está…

—Los dos estábamos dispuestos a morir por la Alianza, ¿recuerda? —insistió Kila—. Me he fijado en su cara, trata de pasar desapercibido de nuevo, ser lo que los demás quieren ver. ¿Qué cree que están viendo ahora?

Cáligo había palidecido.

—¡Está mintiendo! No tiene pruebas que demuestren sus acusaciones.

—¿Cree que fui lo bastante necia como para confiar en usted? —Kila se puso firme y lanzó una mirada de desprecio a todos los presentes antes de estirar el brazo e introducir una serie de comandos—. ¿Quería pruebas, capitán Geary? Acabo de transmitir la información que evidencia que Cáligo estaba de acuerdo con todo. —Miró con determinación al comandante de la flota—. Mis enemigos, muertos de envidia, siempre han deseado hundirme, pero si de verdad usted fuese Black Jack, ¡yo lo habría apoyado! Habría aceptado las órdenes de un hombre de verdad, pero ese hombre murió durante el sueño de supervivencia y, en su lugar, lo dejó a usted, una cáscara vacía. El único apoyo que se merece es el de esa política indigna y esa capitana mentecata. Solo espero que alguna de ellas, o las dos, despierten y le abran la garganta de un tajo. Es lo único que se merece.

Duellos sacudió la cabeza con aire pesaroso pero inflexible.

—Está muy segura de lo que los demás merecen, pero usted no es nadie para asumir el papel de juez. Se ha ganado muchos enemigos, Sandra, su ambición la ha cegado, y ahora será llevada ante un pelotón de fusilamiento, que es lo que usted se merece.

—Usted no tiene derecho a juzgarme.

El capitán Armus intervino.

—La tripulación de la Loriga recibió su justo castigo, ¿verdad, Kila? Pronto se reunirá con ella. Si yo fuera usted, empezaría a suplicar clemencia. Ninguno de los tripulantes sobrevivió para verla morir, pero nosotros seremos testigos en su honor.

Kila lo miró iracunda, sin abandonar la posición de firme.

—No le daré a ninguno de ustedes el placer de verme morir. Nos veremos en el infierno, que es el lugar que han elegido. —Descargó la mano sobre el panel de control de la
Inspiradora
y su imagen se desvaneció al momento.

Other books

The Night and The Music by Block, Lawrence
All the Way Home by Wendy Corsi Staub
The Golden Country by Shusaku Endo
Deadly Sins by Lora Leigh
The Maiden and Her Knight by Margaret Moore
Uncovering Annabelle by N. J. Walters
El hombre sombra by Cody McFadyen