—¿Tiene alguna idea de por qué los sistemas de seguridad auxiliares de la Loriga no consiguieron salvarla? —preguntó Desjani.
—Solo puedo hacer suposiciones, capitana. Los sistemas operativos son extremadamente complejos, de modo que todas las naves cuentan con uno un poco distinto al de las demás, aunque en teoría deberían ser idénticos. Es posible que los sistemas de seguridad auxiliares de la Loriga fuesen lo suficientemente distintos como para dar lugar a una diferencia crítica. O tal vez las instrucciones del intento de sobrecarga llegasen justo durante la fracción de milisegundo en que nuestros sistemas auxiliares estaban buscando algo parecido, y los de la Loriga no. No pretendo sugerir que los fallecidos cometieran una negligencia, pero cabe la posibilidad de que los encargados de los sistemas de la Loriga no hubieran modificado los sistemas de seguridad auxiliares recientemente. No hay forma de saberlo, y quizá nunca lo averigüemos, ya que entiendo que lo poco que queda de la nave no podrá revelarnos gran cosa.
Desjani cerró los ojos por un momento y recitó una breve oración. Geary comprendía cómo se sentía. El
Intrépido
había sobrevivido por los pelos.
—¿Está seguro —le preguntó la capitana al oficial— de que los sistemas han quedado completamente limpios?
—No hemos encontrado nada más, capitana.
—Eso no es lo que le he preguntado.
—¡Sí, capitana! ¡Quiero decir, no, capitana! Si quedase algún otro gusano, lo habríamos encontrado. Estoy completamente seguro.
Desjani curvó hacia arriba las comisuras de sus labios hasta formar una sonrisa apagada.
—Eso es exactamente lo que está haciendo. Asegúrese de que no queda ningún rastro de ese gusano y siga buscando posibles amenazas para nuestros sistemas. Avíseme cuando el ingeniero jefe y usted consideren oportuno reiniciar el núcleo energético.
—Sí, capitana. El tiempo estimado es de otros quince minutos.
Desjani se reclinó en su sillón de mando y recorrió el puente con la mirada.
—Descansen. Todavía faltan quince minutos. Estén preparados para ponerlo todo en marcha cuando se restablezca el suministro energético.
Geary, que no podía distraerse ocupándose de los problemas que Desjani y su tripulación debían resolver en aquel momento, se quedó mirando fijamente al mamparo más cercano.
—Tenemos que encontrar a los responsables de esto —dijo por fin entre dientes para Desjani, movido por la frustración—. Esta vez han conseguido destruir una de nuestras naves.
—Pero ¿por qué la Loriga? —preguntó Desjani en voz baja—. ¿Tiene alguna teoría?
—Sí. —La comandante Gaes, la oficial al mando de la Loriga, fue quien avisó cuando el primer gusano se infiltró en el sistema. Conocía algo que, al parecer, quien introdujo los gusanos consideraba un exceso de información.
Desjani asintió con la cabeza sin dejar de mirar a Geary.
—Gaes se fue con Falco, pero ella lo apoyó a usted desde que la Loriga volvió a unirse a la flota. Los contactos que Gaes mantuvo con los oficiales disidentes debieron de serle de utilidad a usted.
—Así es. Según parece, yo no era el único que pensaba así.
—Capitán Geary, descubriremos quiénes son los culpables de esto —le prometió Desjani—. Alguien tiene que saber quién lo hizo, y seguro que está dispuesto a hablar.
Geary no estaba tan seguro de ello. Los gusanos programados para destruir de inmediato naves de la Alianza habrían suscitado protestas en cuanto el conocimiento de su existencia se extendiese más allá de un reducido círculo de personas, que ahora eran conscientes de que en el momento en que las desenmascarasen serían conducidas ante un pelotón de fusilamiento.
Después esperaron en silencio. Dado que solo funcionaban los sistemas de emergencia y las luces que seguían brillando lo hacían a baja intensidad, el puente comenzaba a parecer una pequeña jaula. Geary se preguntó si la temperatura estaría subiendo tanto como él se imaginaba y el aire empezaba a viciarse tanto como a él le parecía. Sabía, no obstante, que los sistemas de seguridad auxiliares mantendrían las funciones básicas durante mucho más tiempo del que había transcurrido desde el bloqueo del núcleo, así que se obligó a relajarse y a aparentar tranquilidad.
—Los sistemas del núcleo energético han sido saneados —indicó, por fin, el esperado mensaje—. Se confirma que no queda ningún rastro del gusano causante de la suspensión. Solicito permiso para reiniciar el núcleo energético.
—Hágalo —asintió Desjani con sequedad. Minutos más tarde, las luces del puente volvieron a encenderse y las hélices de los conductos de ventilación comenzaron a emitir un zumbido más fuerte. Menos de un minuto después, los visualizadores volvieron a activarse—. Llévenos de nuevo a nuestra posición —le ordenó al consultor de maniobras—. Es posible que nos hayamos desviado un poco respecto a las otras naves. Colóquese sobre el
Arrojado
, después continuaremos guiando la flota.
La reaparición de los visualizadores fue de gran ayuda. Geary empezaba a temer que hubieran perdido más naves y que nadie se lo hubiera dicho. Ahora podía estar seguro de que solo habían destruido la Loriga, aunque tampoco podía considerarlo una buena noticia. Al revisar los informes de la nave que estaba más próxima a la Loriga cuando esta explotó, no pudo reprimir un gesto de desolación.
—No hay supervivientes.
—Si los hubiera habido, tendrían que haber salido en las cápsulas de escape antes de la sobrecarga del núcleo —señaló Desjani—. Después no habrían sobrevivido durante mucho tiempo, una vez que el resto de la flota hubiera sabido lo que eso implicaba.
La capitana tenía razón, por supuesto, pero eso no hacía las cosas más fáciles. Tras respirar hondo, Geary ordenó que se desplegara una ventana de comunicaciones para enviar un mensaje a toda la flota.
—Les habla el capitán Geary. El
Intrépido
y toda su tripulación se encuentran a salvo. Estamos investigando las causas de la sobrecarga del núcleo de la Loriga y del bloqueo del núcleo del
Intrépido
. Si alguien tiene cualquier tipo de información acerca de estos incidentes, que se ponga en contacto conmigo de inmediato.
«Investigando», una palabra demasiado grande para referirse a un proceso del que no cabía esperar ningún resultado. Si los responsables de infiltrar el gusano habían actuado con la misma diligencia que cuando provocaron las infecciones anteriores, no habrían dejado ningún identificador gracias al cual poder rastrear el gusano hasta su origen. Consciente de ello, Geary tuvo que contenerse para no golpear el mamparo más cercano de pura frustración.
En lugar de eso, abrió su lista de mensajes, no con la esperanza de encontrar las respuestas que necesitaba, sino más bien en busca de algo que lo distrajera. Frunció el ceño al toparse con varias decenas de mensajes de alta prioridad que ya aguardaban en la cola. Debieron de llegar a la red de la flota mientras los sistemas del
Intrépido
estaban inactivos, de modo que no le traerían las respuestas a su solicitud de información. Tardaría una eternidad en revisarlos todos, y, al fin y al cabo, solo consistirían en preguntas del tipo «¿Qué ha ocurrido?» y «¿Se encuentran bien?».
En ese momento se quedó paralizado, con los ojos abiertos de par en par.
Uno de los mensajes incluía una etiqueta que indicaba que procedía de la Loriga.
—Capitana Desjani, ¿puede confirmarme la hora de la destrucción de la Loriga? —solicitó Geary.
La capitana lo miró extrañada, preguntándose, sin duda, por qué aquel dato era tan importante de repente.
—Nuestro núcleo energético entró en bloqueo de emergencia a las 14.12. Según los registros del sistema que nos envió el resto de la flota, la Loriga estalló… dos coma siete segundos después de las 14.12.
Geary releyó el mensaje.
—Tengo un mensaje de la Loriga cuya hora de transmisión indica las 14.15.
—¿Señor? —Desjani se colocó junto a Geary, se inclinó sobre su hombro para mirar su visualizador y pulsó algunos de los mandos que él tenía junto a su mano—. La red de comunicaciones de la flota indica que el mensaje se recibió para su transmisión después de las 14.14. Se envió al minuto siguiente. —La capitana se puso firme y miró iracunda al consultor de comunicaciones—. ¿Cómo es posible que el sistema de comunicaciones indique que se envió un mensaje desde la Loriga después de que la nave fuese destruida?
—Eso no es posible, capitana. Aunque su entrega se retrasara, el sistema lo registraría una vez el envío se realizase. —El consultor se mostró desconcertado por un momento; después, pareció comprender lo que ocurría y asintió con la cabeza—. El mensaje tuvo que ser apartado y ocultado dentro del sistema. Se supone que algo así no debe hacerse, pero existen distintos modos de conseguirlo. La Loriga, o alguien que viajaba a bordo de ella, envió el mensaje con antelación a la red del sistema de comunicaciones, pero lo mantuvo escondido bajo un protocolo para que el sistema no pudiera detectarlo hasta que se produjera un evento concreto, como la llegada de una hora determinada.
Geary sacudió la cabeza.
—¿Por qué iba la Loriga a hacer algo así? —Se le ocurrían múltiples razones por las que alguien que hubiera cometido algún error querría alterar la hora de envío de un mensaje, aunque no conseguía entender qué podría haber llevado a un tripulante de la Loriga a hacer algo así. Geary desplegó el mensaje y lo leyó de principio a fin. En realidad, el texto no consistía en un mensaje sino en una inmensa maraña de código.
—Capitana Desjani, ¿quién podría decirme qué es esto?
Desjani lo miró y pulsó algunos mandos más.
—Señor, con su permiso, solicitaré una valoración a mi oficial de seguridad de sistemas antes de enviar el mensaje a ningún otro destinatario. No sabemos qué podría contener.
En ese momento, Geary sintió una punzada de miedo y rabia.
—¿Podría ser este el gusano que ha estado a punto de aniquilarnos?
—No enviado de esta manera —contestó Desjani negando con la cabeza—. Los filtros y cortafuegos de esta sección del sistema de comunicaciones no permiten el paso de nada que esté activo. Enviar el gusano de esta manera sería como disparar contra la fotografía de un misil dirigido hacia nosotros en lugar de contra el verdadero misil, en el caso de que ese sea el contenido de este mensaje. Mi equipo de sistemas podrá confirmárnoslo.
La respuesta no tardó en llegar; el rostro del oficial de seguridad de sistemas de la capitana apareció en unas pequeñas ventanas que se mostraban en los visualizadores de Geary y de Desjani. La expresión del capitán de corbeta era de absoluto desconcierto.
—Señor, capitana… El mensaje de la Loriga corresponde al código del primer gusano, el que podría haber interferido con los sistemas de salto de todas las naves.
—¿Ese gusano procedía de la Loriga? —Geary sintió una profunda decepción. Confiaba en la comandante Gaes, llegó a darle una segunda oportunidad, y aun así…
—No, señor. El mensaje es una copia del primer gusano; todavía conserva la información de rastreo del sistema y la identidad de la nave remitente. No me explico por qué la Loriga tenía una copia. —El oficial de seguridad de sistemas del
Intrépido
tragó saliva nerviosamente—. Según los datos de la transmisión de la Loriga, el origen del gusano es la
Inspiradora
, señor.
Geary notó que un escalofrío le recorría el cuerpo entero.
—¿Está seguro? ¿No cabe ninguna otra posibilidad?
—No si el mensaje es auténtico, señor. Podría tratarse de una simulación, por supuesto, aunque resultaría extremadamente complicado elaborar un registro falso de rastreo del sistema que pareciese original. Según parece, alguien que viajaba a bordo de la Loriga averiguó la procedencia del gusano y decidió introducir en el sistema de comunicaciones un mensaje con toda la información para que se enviara en caso de fallecimiento; de esta manera, si se registraba que el crucero había quedado destruido, el mensaje sería enviado.
Por tanto, la comandante Gaes sabía quién era el responsable, pero prefirió no revelar su identidad por motivos que ya nunca se conocerían. Sin embargo, también se aseguró de que, si alguien la quitaba de en medio, la verdad saliera a la luz.
Desjani se puso roja de ira.
—Este es motivo más que suficiente para llevar a Kila a la sala de interrogatorios y averiguar qué sabe acerca de todo esto.
—Sí —convino Geary sin dejar de pensar en la desaparición de la Loriga. Deseaba poner ya a la capitana Kila ante un pelotón de fusilamiento, pero, cuando fue a pulsar los mandos para ordenar a los marines de la
Inspiradora
que actuasen, una mano se interpuso entre la suya y los controles. En ese momento, Victoria Rione habló con contundencia.
—Todavía no. No querrán que se les escape.
Cuando se dio media vuelta, Geary se encontró con Rione y se preguntó cuánto tiempo llevaría en el puente escuchando su conversación con Desjani. Sin embargo, antes de que pudiera decir nada, la capitana intervino.
—Si queremos cogerla, tenemos que actuar lo antes posible —exclamó en voz baja—. ¡Esa mujer intentó destruir mi nave!
—¡Sé lo que pretendía hacer! —replicó airadamente la copresidenta utilizando el mismo tono—. ¡Escúchenme! Kila ha borrado sus huellas con una habilidad increíble. Es obvio que sus acciones incluyen una serie de medidas de prevención para eliminar todas las pruebas y a los posibles testigos, tal y como vimos en Lakota, cuando el transbordador en el que viajaban aquellos dos oficiales fue destruido. Debemos tenderle una trampa pensada con minuciosidad, pues seguro que tiene algún plan para salir de este tipo de situaciones.
Geary contuvo su impulso de buscar una venganza inmediata y admitió que el consejo de Rione estaba bien fundamentado.
—¿Qué sugiere? No podemos permitir que siga actuando.
—No. —Rione guardó silencio mientras pensaba—. Una hora. Es tiempo suficiente para hacerle una encerrona. Convoque una reunión de la flota para dentro de una hora. Kila creerá que esta junta significa que usted sigue sin tener ni idea de quién puede ser el responsable de lo que le ha pasado a la Loriga y de lo que estuvo a punto de ocurrirle al
Intrépido
. Esperará que usted se limite a insistir, en vano, en que se ponga en contacto con usted todo aquel que sepa algo. Si conseguimos que hasta entonces no sepa que hemos conseguido estas pruebas, tendremos la oportunidad de prepararle una trampa de la que no podrá salir.