Psicoanálisis de los cuentos de hadas (4 page)

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Authors: Bruno Bettelheim

Tags: #Ensayo

En «Nabiza», vemos cómo la hechicera encierra a Nabiza en una torre cuando ésta alcanza la edad de doce años. Su historia es asimismo la de una niña en la edad de la pubertad, y de una madre celosa que trata de impedir que sea independiente; un problema típico de la adolescencia, que encuentra una solución satisfactoria cuando Nabiza se une a su príncipe. Sin embargo, esta historia ofreció una ayuda totalmente distinta a un niño de cinco años. Cuando se enteró de que su abuela, que cuidaba de él la mayor parte del día, tenía que ingresar en un hospital a causa de una grave enfermedad —no tenía padre y su madre trabajaba todo el día— pidió que le leyeran el cuento de Nabiza. En aquel momento crítico de su vida, dos elementos de la historia desempeñaron un importante papel para el niño. En primer lugar, se sentía protegido de todos los peligros por la madre sustituta, cosa que en aquel momento le atraía en gran manera. Bajo determinadas circunstancias, la conducta egoísta puede dar un significado tranquilizador a lo que normalmente podría tomarse por una representación negativa. Pero había otro tema central mucho más importante para el niño: que Nabiza encontrara la manera de escapar de su encierro en su propio cuerpo: las trenzas por las que el príncipe escala hasta su estancia en la torre. El hecho de que el propio cuerpo pueda proporcionarnos la salvación lo tranquilizó y le llevó a pensar que, en caso necesario, también él encontraría, en su propio cuerpo, el origen de su seguridad. Esto demuestra que un cuento de hadas tiene también mucho que ofrecer a un niño pequeño, aunque la protagonista de la historia sea una adolescente, puesto que se dirige indirectamente, y del modo más imaginativo, a los problemas humanos cruciales.

Estos ejemplos pueden ayudar a contrarrestar cualquier falsa impresión provocada por mi enfoque en los temas centrales de una historia, y demostrar que los cuentos de hadas tienen un gran significado psicológico para los niños a todas las edades y de ambos sexos, sin tener en cuenta la edad y el sexo del héroe de la historia, A partir de estos cuentos, se obtiene un rico significado personal, pues facilitan los cambios en la identificación mientras el niño pasa por distintos problemas, uno después de otro. A la luz de su primera identificación con una Gretel satisfecha de ser guiada por Hansel, la posterior identificación de la adolescente con una Gretel que vence a la bruja, la hizo avanzar hacia la independencia mucho más segura y confiada. El hecho de encontrar seguridad en la idea de ser preservado en la inmunidad de una torre, permite que el niño pequeño se dé cuenta, más adelante, de que puede hallar en lo que su propio cuerpo le ofrece una mayor seguridad, al proporcionarle un cable de salvación.

Del mismo modo que ignoramos a qué edad un determinado cuento será importante para un determinado niño, tampoco podemos saber cuál de los numerosos cuentos existentes debemos contar, en qué momento, ni por qué. Tan sólo el niño puede revelárnoslo a través de la fuerza del sentimiento con que reacciona a lo que un cuento evoca en su consciente e inconsciente. Evidentemente, uno de los padres empezará por contar o leer a su hijo un cuento que haya sido significativo para él en su infancia. Si el niño no se aficiona a esta historia, quiere decir que sus motivos o temas no han logrado provocar una respuesta significativa en aquel momento de su vida. Entonces, es mejor contarle otra historia la noche siguiente. Pronto nos daremos cuenta de que un determinado cuento se ha hecho importante por su inmediata respuesta a él, o porque el niño pide que se lo cuenten una y otra vez. Si todo va bien, el entusiasmo del niño por esta historia será contagioso, y ésta llegará también a ser importante para los padres, si no por otro motivo, porque significa mucho para el niño. Finalmente, llegará el momento en que el niño ya habrá obtenido todo lo posible de su historia preferida, o en que los problemas que le hacían responder a ella habrán sido sustituidos por otros que encuentran mejor expresión en cualquier otro cuento. En este caso, el niño puede perder temporalmente el interés por dicha historia y disfrutar mucho más con cualquier otra. Al contar cuentos de hadas lo mejor es tratar de seguir siempre el interés del niño.

Incluso si uno de los padres adivina por qué su hijo se siente emocionalmente implicado en un determinado cuento, es mejor que lo guarde para sí. Las experiencias y reacciones más importantes de un niño pequeño son generalmente inconscientes, y así deberán permanecer hasta que éste alcance una edad más madura y una mayor comprensión. Es siempre desagradable interpretar los pensamientos inconscientes de una persona y hacer consciente lo que ésta desea mantener en el preconsciente; especialmente cuando se trata de un niño. Es tan importante para el bienestar del niño sentir que sus padres comparten sus emociones, disfrutando con el mismo cuento, como la sensación que tiene de que sus padres ignoran sus pensamientos internos hasta el momento en que el niño decide revelarlos. Si los padres dan muestras de conocerlos ya, el niño evita hacer a sus padres el regalo más valioso, es decir, evita compartir con ellos lo que hasta entonces fue algo secreto y privado para él. Y puesto que, además, los padres son superiores al niño, el dominio de aquéllos parecerá ilimitado —y, por lo tanto, abrumador y destructivo— si el pequeño ve que son capaces de leer sus pensamientos secretos y de conocer sus más ocultos sentimientos, antes, incluso, de que el mismo niño sea consciente de ellos.

Si explicamos a un niño por qué un cuento de hadas puede llegar a ser tan fascinante para él, destruimos, además, el encanto de la historia, que depende, en gran manera, de la ignorancia del niño respecto a la causa que le hace agradable un cuento. La pérdida de esta capacidad de encanto lleva también consigo la pérdida del potencial que la historia posee para ayudar al niño a luchar por sí solo y a dominar el problema que ha hecho que la historia fuera significativa para él y ocupara un lugar predominante. Las interpretaciones de los adultos, por muy correctas que sean, privan al niño de la oportunidad de sentir que él, sin ayuda alguna, se ha enfrentado satisfactoriamente a una difícil situación, escuchando y reflexionando, repetidamente sobre la misma historia. Todos crecemos, encontramos sentido a nuestras vidas y seguridad en nosotros mismos, al comprender y resolver nuestros propios problemas personales sin recibir ayuda alguna, y sin que nadie tenga que explicárnoslos.

Los temas de los cuentos de hadas no son síntomas neuróticos, no son algo que estamos en posición de entender racionalmente y de lo que, por lo tanto, podemos deshacernos. Estos temas se experimentan como algo maravilloso porque el niño se siente comprendido y apreciado en el fondo de sus sentimientos, esperanzas y ansiedades, sin que éstos tengan que ser sacados e investigados a la áspera luz de la racionalidad que yace todavía tras ellos. Los cuentos de hadas enriquecen la vida del niño y le prestan una cualidad fascinante, precisamente porque no sabe de qué manera ha actuado el encanto de dichas historias en él.

Este libro se ha escrito para ayudar a que los adultos, y especialmente aquellos que tienen niños a su cuidado, sean mucho más conscientes de la importancia de dichas historias. Tal como ya se ha indicado, además de las interpretaciones sugeridas en el texto que sigue, puede haber otras igualmente pertinentes; los cuentos de hadas, como todas las verdaderas obras de arte, poseen una riqueza y profundidad tales, que trascienden mas allá de lo que se puede extraer mediante un examen superficial. Lo que se dice en este libro debería considerarse ilustrativo, como una mera sugerencia. Si el lector se siente estimulado a ir más allá de lo superficial, siguiendo su propio camino, obtendrá un variado significado personal de estas historias, que tendrán, a su vez, un mayor sentido para los niños a los que se las puedan contar.

Sin embargo, debemos anotar una limitación especialmente importante: el verdadero significado e impacto de un cuento de hadas puede apreciarse, igual que puede experimentarse su encanto, sólo a partir de la historia en su forma original. La descripción de los personajes significativos de un cuento da muy poca idea de lo que éste es en realidad, al igual que ocurre con la apreciación de un poema al escuchar el desenlace del mismo. No obstante, una descripción de las características principales es todo lo que esta obra puede ofrecer, si no se quieren volver a repetir las historias. Puesto que la mayoría de estos cuentos de hadas se pueden encontrar en otra parte, la pretensión es de que se lea este libro al mismo tiempo que se realiza una segunda lectura de los relatos que aquí se discuten
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. Tanto si se trata de «Caperucita Roja»," «Cenicienta» o cualquier otro, tan sólo la historia permite una apreciación de su calidad poética, y con ella una comprensión de cómo puede enriquecer a una mente sensible.

Primera Parte. Un bolsillo lleno de magia
La vida vislumbrada desde el interior

«Caperucita Roja fue mi primer amor. Tenía la sensación de que, si me hubiera casado con Caperucita Roja, habría conocido la felicidad completa.» Esta frase de Charles Dickens indica que él, como tantos miles de niños de todo el mundo y en todas las épocas, quedó, también, prendado de los cuentos de hadas. Incluso cuando era mundialmente famoso, Dickens reconoció el profundo impacto formativo que los maravillosos personajes y aventuras de los cuentos de hadas habían causado en él y en su genio creativo. Manifestó repetidamente desprecio por aquellos que, movidos por una ignorante y mezquina racionalidad, insistían en racionalizar, censurar o proscribir estas historias, privando así a los niños de las importantes contribuciones que los cuentos de hadas podían prestar a sus vidas. Dickens comprendió que las imágenes de los cuentos de hadas ayudan a los niños más que cualquier otra cosa en su tarea más difícil, y sin embargo más importante y satisfactoria: lograr una conciencia más madura para apaciguar las caóticas pulsiones de su inconsciente.
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Hoy en día, como en el pasado, la mente de los niños especialmente creativos y normales puede abrirse a una apreciación de las cosas más elevadas de la vida, gracias a los cuentos de hadas, a partir de los cuales puede pasar a disfrutar de las mayores obras de arte y literatura. El poeta Louis MacNeice, por ejemplo, afirma: «Las verdaderas historias de hadas siempre han significado mucho para mí como persona, incluso cuando estaba interno en la escuela, donde admitir algo semejante significaba perder el prestigio. Contrariamente a lo que se dice, un cuento de hadas es, por lo menos los del tipo clásico popular, algo mucho más valioso que la novela naturalista media, cuyo aliciente va poco más allá de las notas de sociedad. De las historias populares y cuentos de hadas sofisticados como los de Hans Andersen o la mitología de Norse e historias como los libros de
Alicia
y
Los niños de agua
pasé, a la edad de doce años, a la
Reina Hada»
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Críticos literarios como G. K. Chesterton y C. S. Lewis manifestaron que los cuentos de hadas son «exploraciones espirituales» y, por lo tanto, «lo más parecido a la vida real», puesto que revelan «la vida humana, vista, sentida o vislumbrada desde el interior».
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Los cuentos de hadas, a diferencia de cualquier otra forma de literatura, llevan al niño a descubrir su identidad y vocación, sugiriéndole, también, qué experiencias necesita para desarrollar su carácter. Estas historias insinúan que existe una vida buena y gratificadora al alcance de cada uno, a pesar de las adversidades; pero sólo si uno no se aparta de las peligrosas luchas, sin las cuales no se consigue nunca la verdadera identidad. Estos cuentos prometen al niño que, si se atreve a entregarse a esta temible y abrumadora búsqueda, fuerzas benévolas acudirán en su ayuda y vencerá. Las historias advierten, también, que aquellos que son demasiado temerosos y apocados para arriesgarse a encontrarse a sí mismos deben permanecer en una monótona existencia; si es que no les está reservado un destino peor.

Pretéritas generaciones de niños que amaron y sintieron la importancia de los cuentos de hadas estuvieron sometidas al desprecio de los pedantes, como le sucedió a MacNeice. Actualmente, muchos de nuestros hijos están todavía más cruelmente desposeídos, puesto que se les ha negado la oportunidad de conocer estas historias. La mayoría de los niños se tropiezan con los cuentos de hadas sólo en versiones insulsamente embellecidas y simplificadas, que atenúan su sentido y les quitan cualquier significado profundo; versiones como las de las películas y las de los programas de T.V., en las que dichos cuentos se convierten en una simple distracción superficial.

A través de la historia del hombre, nos damos cuenta de que la vida intelectual de un niño, exceptuando las experiencias inmediatas dentro de la familia, siempre ha dependido de historias míticas, así como de los cuentos de hadas. Esta literatura tradicional alimentaba la imaginación del niño y estimulaba su fantasía. Al mismo tiempo, estas historias eran un importante factor de socialización, ya que respondían a las más acuciantes preguntas del niño. Los mitos y las leyendas religiosas íntimamente relacionadas, ofrecían un material con el que los niños podían formar sus conceptos sobre el origen y la finalidad del mundo, y sobre los ideales sociales que imitaba para formarse a sí mismo a semejanza de aquéllos. Se trataba de la imagen del invencible héroe Aquiles y del astuto Ulises, de Hércules, cuya historia muestra que el limpiar un asqueroso establo no está por debajo de la dignidad del hombre más fuerte; y de san Martín, que partió en dos su abrigo para vestir a un pobre mendigo. No es sólo a partir de Freud que el mito de Edipo se ha convertido en la imagen que nos hace comprender los siempre nuevos y, a la vez, antiguos problemas que nos plantean los sentimientos, ambivalentes y complejos, que experimentamos hacia nuestros padres. Freud aludió a esta vieja historia para hacernos conscientes del inevitable batiburrillo de emociones que cada niño debe manejar a una cierta edad.

En la civilización hindú, la historia de Rama y Sita (parte del
Ramayana
), que habla de la valiente decisión de ambos y la apasionada devoción que uno y otro se profesan, es el prototipo del amor y de las relaciones matrimoniales. Por otra parte, la cultura obliga a que cada uno intente revivir este mito en su propia vida; a toda esposa hindú se la denomina Sita, y en su ceremonia nupcial debe representar algunos episodios de dicho mito.

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