Rama Revelada (28 page)

Read Rama Revelada Online

Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

Unos pocos sobrevivientes de aquella
otra
colonia de octoarañas, un “grupo sumamente inferior” según Archie (éste fue uno de los momentos en los que Ellie le pidió que repitiera lo que estaba diciendo), todavía eran pasajeros en Rama III cuando la espacionave fue interceptada, en una etapa temprana de su trayectoria, por la actual colonia de octoarañas, a la que se había seleccionado específicamente para representar a su especie. Los sobrevivientes del grupo escindido fueron eliminados del vehículo, pero se conservaron todos sus registros. Archie, y los demás de la colonia, se enteraron de los detalles de lo que le había pasado a Richard en aquel entonces y, ahora, deseaban corregir lo hecho en ese tratamiento.

—¿Así que todo este preámbulo, amén de ser fascinante, es una esmerada disculpa para mí?

Ellie asintió con la cabeza y Archie hizo destellar la ancha banda carmesí, a la que siguió la aguamarina brillante.

—¿Puedo hacer una pregunta, antes de que continuemos? —intervino Nicole y se volvió hacia la octoaraña—. Presumo, por lo que nos dijiste, que tú y tu colonia abordaron Rama III durante el período en el que todos nosotros dormíamos. ¿Sabían que estábamos ahí?

Archie respondió que las octoarañas suponían que los seres humanos estaban viviendo dentro del hábitat situado más al norte, pero no lo supieron con seguridad hasta que se violó por primera vez el sello externo del hábitat humano. Para ese momento, según Archie, la colonia de octoarañas ya estaba establecida desde hacía doce años, según la cronología de los seres humanos.

—Archie insistió en dar la disculpa él mismo —dijo Ellie, lanzando una rápida mirada a su padre y esperando que respondiera.

—Muy bien, la acepto… creo —contestó Richard—, aunque no tengo la menor idea de cuál deba ser el protocolo adecuado…

Archie le pidió a Ellie que definiera “protocolo”. Nicole rió.

—Richard —comentó—, a veces eres tan ceremonioso.

—Sea como fuere —volvió a decir Ellie—, y para ahorrar tiempo, todo lo demás se lo voy a decir yo misma. Según Archie, los registros de la colonia separada muestran que llevaron a cabo varios experimentos en ti, la mayoría de los cuales está prohibida en las colonias de octoarañas a las que Archie califica como “sumamente desarrolladas”. Uno de los experimentos, papito, tal como sugeriste a menudo, entrañaba la inserción en tu cerebro de una serie de microbios especializados, para borrar todo recuerdo del tiempo que permaneciste con las octoarañas. A Archie y las demás les informé que el experimento con la memoria fue en su mayor parte, pero no en su totalidad, un éxito…

—El experimento más complejo que llevaron a cabo en tu cuerpo fue un intento por alterar tu esperma. La colonia escindida de octoarañas sabía hacia dónde iba Rama II, como lo que sabía nuestra familia. Creyeron que, quizá, los seres humanos y las octoarañas que estaban a bordo estarían coexistiendo durante siglos, quizá hasta durante evos, y decidieron que resultaba absolutamente esencial que las dos especies se comunicaran.

—Lo que intentaron hacer fue alterar los cromosomas de tus espermatozoides, de modo que tu descendencia tanto tuviera ampliada facilidad para aprender idiomas, como una mayor resolución visual de los colores. En síntesis, trataron de diseñarme mediante ingeniería genética —pues yo fui el único hijo que nació de ti y mamá después de aquella prolongada odisea—, de modo que yo pudiera tener la capacidad de comunicarme con ellos sin excesivas dificultades. Para conseguir esto, metieron en tu cuerpo un conjunto de seres especiales…

Ellie se detuvo. Tanto Richard como Nicole la contemplaban con estupor.

—¿Así que tú eres una especie de híbrido? —preguntó Richard.

—Quizás un poco —aceptó Ellie, riendo para descargar la tensión—. Si entendí correctamente, se alteró nada más que unos pocos miles de las tres mil millones de kilobases que definen mi genoma… Y hablando de eso, a Archie y las octoarañas les agradaría revalidar, para las investigaciones científicas que están realizando, que yo soy, en verdad, el resultado de un espermatozoide alterado. Querrían sangre y otras muestras celulares de ustedes dos, así pueden llegar a la conclusión inequívoca de que yo no pude haber venido de una unión “normal” de ustedes dos. Entonces, sabrían con certeza que mi facilidad con su idioma fue, en verdad, “fabricada”, y no tan sólo una increíble buena suerte.

—¿Qué importancia tiene en estos momentos? —preguntó Richard—. Yo pensaría que todo lo que cuenta es que te puedes comunicar…

—Me sorprendes, papá. Tú, que siempre has sido un fanático del conocimiento… La sociedad octoarácnida ubica la información en la cima de la escala de valores. Están virtualmente seguros, como resultado de la serie de pruebas que me hicieron, más los registros que llevaba el grupo desgajado, de que yo soy, en verdad, el resultado de un espermatozoide modificado. La observación detallada de los genomas de ustedes dos, empero, les permitiría confirmarlo.

—Muy bien —accedió Nicole, después de sólo una breve vacilación—. Estoy dispuesta. —Fue hacia Ellie y la abrazó con mucha fuerza—. No importa lo que fue que hizo que adquirieras el ser, eres mi hija y te amo con todo mi corazón. —Lanzó una rápida mirada a Richard—. Y estoy segura de que tu padre va a estar de acuerdo no bien haya tenido tiempo para pensar sobre eso.

Nicole sonrió a Archie. La octoaraña hizo destellar el amplio carmesí, a lo que siguieron un azul cobalto más estrecho y un brillante amarillo. La frase quería decir «Gracias», en idioma octoarácnido.

A la mañana siguiente, Nicole deseó haber hecho algunas preguntas más, antes de ofrecerse de buen grado para ayudar a las octoarañas en su investigación científica. Justo después del desayuno, al constante compañero alienígena de los seres humanos se le unieron dos octoarañas más en el pequeño departamento. Una de las recién llegadas, presentada por Ellie como “Doctor Azul, un erudito en medicina sumamente distinguido”, explicó lo que iba a pasar. El procedimiento para Richard iba a ser sencillo y directo. Fundamentalmente, las
octos
sólo querían datos suficientes sobre Richard como para corroborar el registro histórico de su visita, años atrás, a la colonia desgajada.

En cuanto a Nicole, ya que la base octoarácnida de datos no contenía información fisiológica sobre ella, y del examen detallado de Ellie las
octos
ya sabían que el modo en que las características genéticas humanas se expresan es dominado por la contribución de la madre a la descendencia, se necesitaría un procedimiento mucho más detallado. Doctor Azul propuso efectuar a Nicole una compleja serie de pruebas, la más importante de las cuales comprendía la recolección de datos dentro de su cuerpo, por medio de una docena de seres diminutos, enroscados, que tenían unos dos centímetros de largo y el ancho de un alfiler. Nicole dio un respingo de terror cuando la octoaraña médico sostuvo en alto el equivalente de una bolsa de plástico y ella vio, por primera vez, los seres viscosos, retorciéndose como víboras, que iban a estar dentro de ella.

—Pero creí que todo lo que necesitaban era mi código genético —objetó—, y eso figura en todas y cada una de mis células… No debería ser necesario…

Colores brillantes rodearon la cabeza de Doctor Azul, cuando la octoaraña interrumpió antes de que Nicole tuviera la oportunidad de terminar su protesta.

—Nuestras técnicas para la extracción de su información genómica —dijo Doctor Azul a través de Ellie— no están muy avanzadas aún. Nuestros métodos funcionan mejor si contamos con muchas células, escogidas de varios órganos diferentes y subsistemas biológicos.

Después, el médico cortésmente le volvió a agradecer su cooperación, terminando con la secuencia de bandas azul cobalto y amarillo brillante que Nicole ya había aprendido a interpretar. La parte azul del “gracias” se derramó por el costado de la cabeza de Doctor Azul, produciendo un hermoso efecto visual que, momentáneamente, distrajo a la lingüista que había en Nicole.

Así que mantener esas bandas de color regulares debe de ser un comportamiento aprendido
, pensó,
y nuestro médico tiene una especie de defecto en el habla
.

Su atención debió regresar forzosamente, pocos instantes después, al procedimiento inminente cuando Doctor Azul explicó que los seres enroscados perforarían la piel de Nicole, penetrando en su cuerpo y, después, permanecerían dentro de ella durante media hora.

Puajj
, pensó Nicole de inmediato,
son como sanguijuelas
.

Le pusieron uno sobre el antebrazo. Nicole alzó el brazo delante de la cara y observó al diminuto animal abrirse camino por su piel como si fuera un tomillo. No sintió nada mientras el ente la invadía pero, cuando desapareció, se estremeció en forma involuntaria.

Se le pidió que se tendiera boca arriba. Entonces, Doctor Azul le mostró dos pequeños seres de ocho patas, uno rojo y uno azul, y cada uno del tamaño de una mosca de la fruta.

—Usted podrá sentir pronto alguna incomodidad —le previno por medio de Ellie—, cuando los trepanadores alcancen sus órganos internos. Estas personitas se pueden utilizar como anestesia, si usted deseara que se le suministre algún alivio contra el dolor.

Menos de un minuto más tarde, Nicole experimentó una aguda sensación de punzadura en el tórax. Su primer pensamiento fue que algo le estaba cortando una de las cámaras del corazón. Cuando Doctor Azul vio el rostro de Nicole contraído por el dolor, le colocó los dos bichos anestésicos en el cuello. En nada más que segundos, Nicole quedó suspendida en un peculiar estado entre la vigilia y la ensoñación; todavía podía oír la voz de Ellie, que continuaba explicando lo que estaba ocurriendo, pero no podía sentir lo que pasaba dentro de su cuerpo.

Nicole descubrió que tenía su mirada clavada en la parte frontal de la cabeza de Doctor Azul, ocupado en supervisar todo el procedimiento. Para su gran asombro, pensó que estaba empezando a reconocer expresiones emocionales en las sutiles arrugas de la cara de la octoaraña. Recordó una vez cuando, siendo niña, estuvo segura de que había visto sonreír a su perro.

Hay tanto por ver
, pensó su flotante mente,
tanto más que jamás usamos
.

Se sentía pasmosamente en paz. Cerró los ojos por un instante y, cuando los abrió otra vez, era una niña de diez años, que lloraba junto a su padre, mientras el féretro de su madre era consumido por las llamas en una ceremonia funeraria digna de la reina senoufo. El anciano, su bisabuelo Omeh, vestido con una aterradora máscara para ahuyentar cualquier demonio que quisiera hacer el intento de acompañar a la madre de Nicole al otro mundo, se acercó a la niña y le tomó la mano.

—Es tal como las crónicas profetizaron, Ronata —dijo el anciano, empleando el nombre senoufo de Nicole—. Nuestra sangre se ha dispersado hacia las estrellas.

La jaspeada máscara del médico brujo desapareció en otro conjunto de colores, éstos en bandas que corrían en vetas alrededor de la cabeza de Doctor Azul. Una vez más, Nicole oyó la voz de Ellie.
Mi hija es un híbrido
, pensó, sin emoción alguna.
Di a luz algo que es más que humano. Una nueva clase de evolución ha comenzado
.

Su mente divagó otra vez, y ahora era un gran pájaro/avión que volaba alto en la oscuridad, por encima de las sabanas de la Costa de Marfil. Nicole había dejado la Tierra, dado la espalda al Sol y se había disparado como un cohete hacia la negrura y el vacío que estaba más allá del sistema solar. Con el ojo de la mente podía ver con claridad el rostro de Omeh.

—Ronata —la llamó en el cielo nocturno de la Costa de Marfil—, no lo olvides, tú eres la elegida.

¿Y pudo haberlo sabido realmente?
, pensaba Nicole, todavía en la zona crepuscular entre la vigilia y el sueño,
¿hace tantos años en África, en la Tierra? Y de ser así, ¿cómo? ¿O es que todavía hay otra dimensión para la visión, que sólo ahora empezamos a entender?

Richard y Nicole estaban sentados, juntos, en la semioscuridad. Se encontraban temporalmente solos. Ellie y Eponine habían salido con Archie, haciendo todos los arreglos para la partida, que tendría lugar durante la mañana siguiente.

—Estuviste muy callada todo el día —señaló Richard.

—Sí, así es. Me sentí rara, casi narcotizada, desde el momento mismo en que me sometieron a ese último procedimiento, hoy a la mañana… Mi memoria está desacostumbradamente activa. Estuve pensando en mis padres. Y en Omeh. Y en visiones que tuve hace años.

—¿Te sorprendieron los resultados de las pruebas? —preguntó Richard después de un corto silencio.

—En realidad, no. Supongo que nos ha pasado tanto… Y sabes, Richard, todavía puedo recordar cuando concebimos a Ellie… Todavía no habías vuelto en ti realmente.

—Esta tarde hablé largo y tendido con Ellie y Archie, mientras tú dormías la siesta. Los cambios que las octoarañas indujeron en Ellie son permanentes, como mutaciones. Nikki probablemente tiene algunas de esas mismas características; depende de la mezcla genética exacta. Por supuesto, la de ella se va a diluir en otra generación…

Richard no completó su pensamiento. Bostezó y, después, extendió el brazo para tomar la mano de Nicole. Permanecieron en silencio durante varios minutos, antes que ella rompiera el silencio.

—Richard, ¿recuerdas que te hablé sobre las crónicas senoufo? ¿Sobre la mujer de la tribu, la hija de una reina, de la que se profetizó que habría de llevar la sangre senoufo “aun hacia las estrellas”?

—Vagamente. No hemos hablado sobre eso desde hace mucho.

—Omeh estaba seguro de que yo era la mujer de las crónicas… “la mujer sin compañero”, la llamaba él… ¿Crees que exista alguna manera posible de que tengamos conocimiento del futuro?

Richard rió.

—Todo lo que hay en la naturaleza obedece ciertas leyes. Esas leyes pueden ser expresadas como ecuaciones diferenciales en el tiempo. Si conocemos con precisión las condiciones iniciales del sistema en cualquier época dada, así como las ecuaciones exactas que representan las leyes de la naturaleza, entonces, en teoría, podemos predecir todos los efectos. No podemos, claro está, debido a que nuestro conocimiento siempre es imperfecto y a que las reglas del caos limitan la capacidad de aplicación de nuestras técnicas de estimación…

—Supón —dijo Nicole, apoyándose en un codo— que hubiera personas, o hasta grupos, que no supieran matemática, pero que, de alguna manera, pudieran
ver o sentir
, tanto las leyes como las condiciones iniciales que mencionaste, ¿no podrían quizás, en forma intuitiva, resolver parte, por lo menos, de las ecuaciones y predecir el futuro empleando una perspicacia que nosotros no podemos representar con un modelo ni cuantificar?

Other books

One Night With You by Shiloh Walker
Cruel Summer by Kylie Adams
MWF Seeking BFF by Rachel Bertsche
The Tin Man by Dale Brown
Split Second by Cath Staincliffe
Apartment Seven by Gifune, Greg F.
Waste by Andrew F. Sullivan
Forever Mine by Carrie Noble
Wolf's Soul by Tierney O'Malley