Alien (18 page)

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Authors: Alan Dean Foster

Tags: #Ficción, Aventuras, Terror

—¿Y qué me dices de Ash?

—¿Vas a volver a empezar con eso? —dijo Dallas, suspirando y con ganas de huir, pero no había a dónde—. ¿Qué quieres saber de él?

—Lo mismo. Dices conocer a Kane. ¿Conoces a Ash? Has volado con él antes.

—No.

Aquella idea no preocupó a Dallas en lo más mínimo.

—Esta es la primera vez. Hice cinco remolques, largos y cortos, con distintos cargamentos y otros científicos; luego dos días antes de que saliéramos de Thedus, los reemplazaron por Ash.

Ella lo miró significativamente.

—¿Qué hay con eso? —dijo él, con rudeza—. También reemplazaron a mi viejo oficial por ti.

—No confío en él.

—Buena actitud. Ahora bien, yo... yo no confío en nadie.

"Es tiempo de cambiar de tema", pensó Dallas. Por lo que había visto hasta entonces, Ash era un oficial competente, aunque un poco estirado cuando se trataba de bromear con él, pero la camaradería personal no era necesaria en viajes en que se pasaba casi todo el tiempo, salvo al partir y llegar, en la narcosis del hipersueño. Mientras cumpliera con su trabajo, a Dallas le importaba un comino su personalidad. Hasta entonces no había razón para dudar de la competencia de Ash.

—¿Qué está retrasando las reparaciones? —preguntó Dallas a Ripley. Ella echó una mirada a su cronómetro e hizo ciertos cálculos:

—Casi deben estar terminando. Sólo deben estar revisando los puntos finos.

—¿Por qué dices eso?

—Aún quedan algunas cosas por hacer. Estoy segura, o ya habrían dicho algo. Mira, ¿tú crees que estoy ganando tiempo para Parker?

—No. ¿Qué queda por hacer?

Ripley formuló una rápida pregunta a su tablero:

—Aún estamos ciegos en los puentes B y C. Las antenas volaron, y hay que reemplazarlas por completo.

—Me importan un comino los puentes B y C. Sé bien cómo están. ¿Algo más?

—Los sistemas de energía de reserva se agotaron cuando aterrizamos. ¿Recuerdas el problema con las luces secundarias?

—¿Pero está fija la principal fuente de energía?

Ripley asintió con la cabeza.

—Entonces, todo eso de las reservas es inútil. Podemos despegar sin ellas, volver al hipersueño y viajar realmente, en lugar de estar perdiendo el tiempo por aquí.

—¿Es buena idea esa? Quiero decir, despegar sin arreglar por completo las luces secundarias.

—Quizás no, pero quiero salir de aquí, y quiero salir ahora mismo. Hemos investigado esa señal, y aquí el único al que hay que rescatar es a Kane. Dejemos que alguna expedición de la Compañía, con el equipo apropiado, venga a excavar alrededor de esa nave abandonada. No es eso por lo que nos pagan. Hemos obedecido todas las órdenes. Ahora, ya es suficiente. Vámonos de aquí.

En el puente cada quien volvió a asumir su puesto. Se olvidaron de Kane y del extraño ser muerto. Todo quedó en el olvido, salvo los procedimientos de despegue. Una vez más, todos formaban una unidad. Las animosidades y opiniones personales fueron pospuestas al deseo de hacer que el remolcador despegara y volviera al espacio limpio y abierto.

—Impulso primario activado —informó Ash, desde la enfermería y en su puesto habitual.

—Verificado —llegó la voz de Lambert.

—Los botones secundarios aún no funcionan.

Ripley frunció el ceño al leer aquello en el tablero por encima de su cabeza.

—Sí, ya lo sé. Navegante, ¿estamos listos?

Lambert estudió su pantalla.

—Reingreso orbital computado y registrado. Estoy comprobando las posiciones con la refinería. Las tendré dentro de un segundo.

—¡Aquí están!

Oprimió luego una serie de botones, en secuencia. Unos números se iluminaron sobre la cabeza de Dallas.

—Me parece bien. Corregiremos al estar arriba, de ser necesario. Preparen el despegue.

Cubierto de polvo extraño, el
Nostromo
empezó a vibrar. Un rugido se elevó sobre el aullar de la tormenta, un trueno hecho por el hombre, que resonó en las colinas de lava e hizo vibrar unas columnas hexagonales de basalto.

—Preparados —dijo Ripley.

Dallas echó una mirada a Ash:

—¿Cómo se está sosteniendo?

El científico estudió sus instrumentos:

—Todo está funcionando; no puedo decir por cuánto tiempo.

—Lo suficiente para sacarnos de aquí —dijo Dallas por el intercomunicador—. Parker ¿cómo se ve desde allí? ¿Podemos despegar sin que roce el motor de energía profunda?

Dallas sabía que si no podían contrarrestar la gravedad con el primer impulso, tendrían que cortar los hiper-aparatos para salir de allí. Pero un segundo o dos de hiperimpulso los sacaría completamente del sistema. Ello significaría relocalizarlo y aprovechar un tiempo precioso para unirse una vez más con su cargamento. Y el tiempo se convertiría en aire. Minutos
=
litros. El
Nostromo
continuaría reciclando su mínimo abasto de material respirable tan sólo ese tiempo.

Cuando sus pulmones empezaran a rechazarlo tendrían que volver a los congeladores, hubiesen encontrado la refinería o no.

Dallas pensó en la gigantesca fábrica flotante y trató de imaginar cuánto necesitarían para pagarla con sus distintos modestos salarios.

La respuesta de Parker mostró ciertas esperanzas, aunque no fue precisamente alentadora.

—Muy bien, pero recuerden, esto es simplemente un trabajo provisional. Se necesita el equipo de los diques para que las reparaciones sean completas.

—¿Podrán mantenerse?

—Deben mantenerse, a menos que encontremos arriba mucha turbulencia. Eso podría hacer volar las celdas nuevas. Eso fue todo. No hay manera de volver a repararlas.

—Así pues, tómenlo con calma —añadió Brett, desde su asiento en el cubículo de ingeniería.

—Te oigo; tendremos cuidado. Todo lo que hay que hacer es llegar al gee 0 y luego podemos seguir hasta Sol. Luego las malditas celdas podrán irse al demonio si quieren. Pero hasta que estemos arriba y fuera, manténganlas intactas, aunque tengan que sostenerlas con las manos.

—Haremos lo que podamos— dijo Parker.

—Inspección. El puente corta.

Dallas se volvió para enfrentarse a la funcionaría del
Nostromo.
Ripley estaba desempeñando dos cargos por la incapacidad de Kane.

—Elévanos unos cien metros y mete los zancos de aterrizaje, —dijo Dallas, y luego volvió su atención a su tablero nuevo—. Yo lo mantendré firme.

—Hasta cien —dijo Ripley, manipulando unos controles.

El trueno se intensificó afuera cuando el remolcador se elevó de aquella superficie azotada por el viento. La nave se elevó unos cien metros por encima del suelo, mientras el polvo corría confusamente por debajo de ella. Los macizos pilares que habían soportado al
Nostromo
se doblaron limpiamente, entrando en su caja de metal.

Un ligero golpe resonó en el puente, confirmando los datos de las computadoras.

—Los zancos se han doblado —anunció Ripley—. El blindaje se está cerrando.

Las placas de metal resbalaron, cubriendo los zancos y sellando la nave, a salvo de partículas de polvos y una atmósfera extraña.

—Todo se sostiene —declaró Ash.

—Muy bien. Ripley, Kane no está aquí, así que esto es todo tuyo. Elévanos.

Ripley tocó una doble palanca en el tablero del ejecutivo.

El rugido afuera era ensordecedor, aunque no hubiese nada que oír y por qué quedar debidamente impresionado por los avances de la humanidad. Ligeramente inclinado hacia arriba, el
Nostromo
empezó a avanzar.

—Estoy subiendo los gees —dijo Ripley, tocando varios botones adicionales—. ¡Aquí vamos!

Elevándose hacia el cielo y acelerando continuamente, el remolcador pareció de pronto saltar hacia adelante. Unos vientos poderosos rozaron su piel dura y brillante, y no alteraron su curso ni su velocidad.

La atención de Lambert estaba fija en un aparato especial:

—Un kilómetro y ascendiendo. En ruta. Inserción orbital 5.3 en 2 minutos.

Luego añadió silenciosamente, para sí misma "Si esto aguanta todo ese tiempo".

—Todo suena bien —murmuró Dallas, observando dos líneas que se juntaban tranquilizadoramente en su tablero—. Adelante la gravedad artificial.

Lambert movió un interruptor. La nave pareció vacilar, el estómago de Dallas protestó al desaparecer la gravedad del pequeño mundo que quedaba tras ellos, y que fue reemplazada de un tirón enérgico.

—Lista —informó Lambert, mientras sus propias entrañas volvían a sus puestos.

La mirada de Ripley pasaba de una pantalla a otra. Apareció una ligera discrepancia, y ella se apresuró a corregirla.

—Datos de impulso desigual. Estoy alterando el vector.

Tocó ligeramente un interruptor, y observó con satisfacción una aguja que volvía a su lugar correspondiente.

—Compensación efectuada. Ahora, se mantiene firme. Estamos en curso.

Dallas empezaba a creer que lo habían logrado sin ninguna dificultad cuando un temblor violento recorrió todo el puente. Mandó por los aires las posesiones personales y los pensamientos frenéticos de toda la tripulación. El temblor duró tan sólo un momento, y no se repitió.

—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Dallas en voz alta.

Como respuesta, el intercomunicador zumbó pidiendo atención.

—¿Eres tú Parker?

—Sí, tuvimos ciertas dificultades aquí atrás.

—¿Graves?

—El cuadrante de estribor se sobrecalentó. Juzga por ti mismo.

—¿Puedes arreglarlo?

—¿Hablas en serio? Estoy apagándolo.

—Compensando de nuevo el impulso desigual —anunció Ripley solemnemente.

—Hay que mantenerlo unido hasta que esté más allá del doble cero —dijo Dallas, ante el micrófono.

—¿Qué crees que estamos tratando de hacer aquí?

El intercomunicador cortó la comunicación.

En el puente se hizo audible un ligero cambio del rugido de las máquinas; nadie miraba a su vecino, por temor de ver en él sus propias preocupaciones.

Avanzando un poco más lentamente, pero aún deslizándose sin esfuerzo entre nubes de vapor, el
Nostromo
siguió en el espacio, en ruta para encontrarse con la refinería.

En contraste con la relativa calma del puente, el cuarto de máquinas era escenario de una actividad febril. Brett estaba nuevamente dentro de un tubo, sudando y deseando estar en otra parte.

—¿Lo acomodaste? —le preguntó Parker, desde fuera.

—Sí, eso creo. El polvo está atascando de nuevo las malditas tomas. La número dos está sobrecalentándose.

—Creí que habíamos dejado fuera eso.

—Yo también. Debió de entrar por una pantalla. ¡Las malditas máquinas son demasiado sensibles!

—No fueron diseñadas para volar entre huracanes de partículas —le recordó Parker a su socio—. Escupe sobre ellas unos dos minutos y todo se aclarará.

Un segundo temblor recorrió el puente.

La atención de todos estaba fija en sus respectivos tableros. Dallas pensó en preguntar al ingeniero, y luego lo meditó mejor y se abstuvo. Si Parker tenía algo de que informar, lo haría.

"¡Vamos, vamos!" dijo silenciosamente. "¡Arriba!" Se prometió a sí mismo que si Parker y Brett lograban mantener funcionando los impulsos primarios durante otros dos minutos, intercedería en nombre de ellos por aquellas bonificaciones que constantemente estaban solicitando. Un aparato mostró que la gravitación estaba desvaneciéndose rápidamente. "Un minuto más", rogó Parker, acariciando con una mano, inconscientemente, la pared más cercana. "¡Sólo otro minuto!"

Surgiendo de una corona de nubes, el
Nostromo
salió al espacio abierto. Un minuto y cincuenta segundos después, el indicador de gravedad de superficie en el tablero de Dallas señaló cero.

Aquella fue la señal para ciertas aclamaciones poco profesionales pero sinceras en el puente.

—¡Lo logramos! —dijo Ripley, dejándose caer, exhausta, contra el respaldo acojinado del asiento—. ¡Diablos! Lo logramos.

—Cuando ese primer temblor y cuando empezamos a perder velocidad, creí que no lo lograríamos —suspiró Dallas—. Ya veía cómo nos estrellábamos contra la colina más cercana. Bien pudo pasarnos, si hubiésemos tenido que subir dejando perder la refinería.

—No hay nada de qué preocuparse —dijo Lambert, sin sonreír—. Habríamos aterrizado, para quedarnos allí. Entonces, nuestra llamada de auxilio es la que habría sonado. Nos habríamos podido relajar en el hipersueño hasta que alguna otra afortunada tripulación saliera de sus congeladores para rescatarnos.

"No menciones nada acerca de bonificaciones... todavía", estaba diciéndose Dallas a sí mismo. "Sorpréndelos con ella cuando despierten en la órbita terrenal", pero por ahora, el equipo de ingeniería al menos se había ganado un elogio verbal.

Encendió la intercomunicación:

—Buen trabajo, ustedes dos. ¿Cómo se sostiene?

—Ahora que salimos del polvo, está ronroneando como Jones.

Un agudo sonido vibró por el magnavoz. Dallas frunció el ceño durante un momento, incapaz de reconocerlo. Entonces comprendió que Parker probablemente había abierto una cerveza, sin darse cuenta de que estaba demasiado cerca del micrófono.

—Fue muy sencillo —continuó el ingeniero, orgulloso—. Cuando nosotros reparamos algo, reparado se queda.

Un sonido gorgoreante llenó el magnavoz, como si Parker estuviera sumergiéndose en algo.

—Claro que sí. Buen trabajo —les confirmó Dallas—. Descansen un poco, se lo han ganado. ¡Parker!

—¿Sí?

—Cuando nos elevemos rumbo a la tierra y estés coordinando tu departamento con control de ingeniería, aparta tu cerveza del micrófono.

El gorgoreo cesó.

Satisfecho, Dallas cortó la comunicación y dijo, sin dirigirse a nadie en particular:

—Cobremos el dinero y vámonos a casa. Llévalo al garage, Lambert.

El ángulo de ascenso del
Nostromo
empezó a reducirse. Pasaron varios minutos antes de que un continuo "bip" empezara a sonar sobre el puesto de la navegante.

—Aquí viene —informó Lambert a sus compañeros—. Precisamente donde se supone que debe estar.

—Muy bien —dijo Dallas, manipulando controles—. Alíneanos y mantente observando la refinería.

Los instrumentos zumbaban al ajustar su posición respecto a la montaña de plástico y metal. Ripley encendió un control, y el remolcador siguió hacia atrás, acercándose a la oscura masa de la refinería.

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