Cadáveres bien parecidos (Crónica negra del rock) (26 page)

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Authors: Jordi Sierra i Fabra

Tags: #Ensayo, Historia

Apenas una semana después fallecía Karen Carpenter, uno de los ángeles más deliciosos del
pop
de los años 70.

Karen Carpenter había nacido el 2 de marzo de 1950 en New Haven, Connecticut. Ella y su hermano Richard, tres años y medio mayor, formaron infinidad de grupos y realizaron diversas pruebas antes de que en 1969 encontraran su oportunidad debutando con una versión del
hit
de los Beatles
Ticket to ride
. En 1970 fueron números 1 con
Close to you
, de la mano de Burt Bacharach, que les entregó una de sus mejores baladas, y ya no dejaron el estrellato durante los años siguientes.

En directo Richard tocaba el piano y Karen era la estrella, cantando y tocando la batería en partes de cada concierto, puesto que como batería había militado en los grupos creados por Richard en los años 60. El problema que acabaría matando a Karen no era ni mucho menos nuevo: su tendencia a la obesidad, aun siendo una muchacha delgada, la hizo seguir ya en 1967 dietas rigurosas que alarmaron a su familia. El estrellato la convirtió en una obsesa del peso y la línea, y en 1975 inició la anorexia nerviosa que pronto la esclavizaría. Una anorexia, en términos médicos comprensibles, es lisa y llanamente la falta de apetito. El enfermo no tiene hambre, y se convierte en un esqueleto sin defensas proclive a cualquier enfermedad fatal. En el caso de Karen la anorexia nerviosa la llevó a una convulsa serie de altibajos de los que nunca fue consciente pese a las advertencias familiares.

En 1975, después del tercer número 1 en
singles
de su carrera y de haber vendido veinticinco millones de discos, el dúo declinó su popularidad. La anorexia detectada este año hizo que ese declinar se convirtiese en algo más que el fin de una etapa. En 1978 llegó la separación artística y ella probó suerte en solitario en 1979. Poco más hubo de importante hasta que su extrema delgadez la condujo a la muerte por fallo del corazón, aunque los medicamentos utilizados para contrarrestar su precipitada caída también intervinieron en este proceso. El 4 de febrero de 1983, a un mes de cumplir los treinta y tres años, su madre la encontró inconsciente en su casa de Downey, California, y no pudieron reanimarla ni siquiera en el Downey Community Hospital, donde su corazón se paró a las nueve y cincuenta y un minutos de la mañana.

Quien sí murió «con las botas puestas» fue Philippe Wynne, cantante del grupo Spinners entre 1972 y 1977. Convertido en solista y con cuarenta y tres años de edad, estaba cantando en un club californiano el 14 de julio de 1984 y cayó redondo sobre el escenario a mitad de una canción.

David Byron nació en Epping, Essex, el 29 de enero de 1947. Primero formó el desconocido grupo Spice con el guitarra Mick Box, y en 1970 cambiaron el nombre a Uriah Heep, iniciando una de las carreras más importantes de la historia del rock duro, luego llamado
heavy metal
. En 1976 y ante el declive de la banda, Byron comenzó a buscar su fortuna como solista, pero lo único que hizo en los años siguientes fue diluirse en intentos cada vez más débiles y faltos de consistencia. El auge del
heavy
al comenzar los años 80 le mantuvo a base de perpetuar su antiguo nombre al frente de los Heep, pero lejos de los que, tan veteranos como él pero con mejor suerte, disfrutaban de los elogios del público. El día 28 de febrero de 1985 y con treinta y ocho años sufrió un colapso en Maidenhead, desapareciendo para siempre.

Otro héroe de los tiempos duros, Phil Lynott, cayó al parársele el corazón el 4 de enero de 1986, pero en esta ocasión una neumonía fue la causa previa y a ella llegó a través del largo viaje por una vida llena de pulsos con las drogas. Lynott formó Thin Lizzy en Dublín, Irlanda, en 1970, trasladándose en 1971 a Londres. Por su grupo y con diversa suerte y múltiples variantes de éxito, pasaron grandes guitarras de los años 70 principalmente (Phil era cantante y tocaba el bajo), como Gary Moore, Brian Robertson y Snowy White. Independientemente Lynott probó fortuna como solista. Su carisma le mantuvo en primera línea hasta el día de su muerte.

19
TRAGEDIAS DE LA VIDA

Hay una variante del capítulo anterior que merece ser tratada aparte. El inevitable aserto de que todos los caminos conducen al ocaso tiene determinadas peculiaridades. Que un guitarra muera electrocutado o que un corazón demasiado cansado o castigado deje de funcionar, supone el estrecho margen de tránsito que oscila entre el accidente y lo irremediable de la vida. Pero hay casos en los que la muerte representa un calvario, porque para llegar a ella se ha tenido que atravesar el desierto doloroso de una larga enfermedad. Algunas grandes historias se han truncado por un cáncer o una leucemia, y éstas son las que aquí van a estudiarse, con una sola salvedad: Robert Wyatt, un excelente batería que por una de esas tragedias acabó condenado a una silla de ruedas.

Robert Wyatt debutó en 1964 como batería de un grupo llamado Wilde Flowers, hasta que en 1967 el grupo se fragmentó y una parte disidente dio vida a Soft Machine, la mejor banda británica de
jazz-rock
y por la cual hasta mitad de los años 70 pasaron algunos de los grandes instrumentistas ingleses del género. Dentro de Soft Machine, Wyatt fue siempre el animador principal, un hombre abierto, extraodinario batería y vanguardista nato con una labor experimental importante teniendo en cuenta que los baterías de su tiempo se limitaban a acompañar rítmicamente, sin mayores alardes. La búsqueda de sonoridades caracterizó su obra y su inquietud de forma que en 1971, al llegar a lo que él consideró un punto muerto en el progreso de la banda, Robert abandonó Soft Machine para embarcarse en una nueva aventura: Matching Mole. Primero grabó un Len solitario y en 1972 las dos obras iniciáticas de los Mole. El futuro parecía quedar abierto pero en 1973 Wyatt fue víctima de una de esas «tragedias de la vida» a las que he hecho alusión: una caída en su propia casa le sentenció a vivir inmovilizado en una silla de ruedas el resto de sus días. Para un batería, la invalidez equivalía casi a la muerte. Sin embargo Robert se recuperó, no se dejó abatir, y ya en los seis meses de convalecencia compuso suficiente material para abrirse un nuevo camino como cantante, sin olvidar la investigación, a través de las nuevas tecnologías, que le han mantenido hasta el presente dentro de un trabajo coherente si bien alejado de los éxitos.

Wyatt, mitad accidente mitad salvado por la campana, pudo contarlo. No así quienes vieron cortadas sus esperanzas por el destino.

Alma Cogan, una de las más populares cantantes inglesas entre 1954 y 1959 (en 1955 fue número 1 en Gran Bretaña con
Dreamboat
), murió de un cáncer de garganta el 26 de octubre de 1966 y fue una de las primeras voces populares en inaugurar la galería de los enfermos ilustres de la historia de la música. En 1967, el día 3 de octubre, quien fallecía y ponía sin embargo la primera piedra de la angustia de una muerte prescrita era Woody Guthrie, el hombre que junto a Pete Seeger estableció las coordenadas del
folk
antes de que Dylan y los nuevos trovadores de comienzos de los años 60 impulsaran el género convirtiéndolo en un estilo masivamente aceptado y comercial.

Woody Guthrie nació en Okema, Oklahoma, el 12 de julio de 1912 y su verdadero nombre era Woodrow Wilson Guthrie. Tenía diecisiete años cuando en Estados Unidos el «crack» de la Bolsa de Nueva York desató la Depresión, y Oklahoma fue uno de los Estados más afectados por la miseria (fueron tantos los vagabundos que salieron de Oklahoma, recorriendo el país a lomos de los trenes, que acabaron siendo conocidos como
okies
). El hambre se cebó en la familia y en la comunidad de Woody, impulsándole a buscar su oportunidad como uno de tantos refugiados del Dust Bowl (las tristemente célebres tormentas de polvo de esa región). Guthrie fue tanto un humanista como un poeta. Hombre sencillo, que no pretendió otra cosa que cantar, se convirtió en un héroe cuyas canciones, encadenadas, acabaron dando forma a la propia historia de América en la primera mitad del siglo XX. Sus personajes habituales, vagabundos y hombres sin destino, o víctimas de las injusticias sociales, eran sus mismos amigos o compañeros de viaje. Juntos iban de un lado a otro, recorriendo el país, viajando en los trenes sin pagar y desafiando a los guardias del ferrocarril, que solían matarles a palos si les cogían. Nunca pretendió ser un político, pero sus canciones de denuncia le hicieron vivir no pocas experiencias duras. Cuando en la WKVD, una emisora de radio de Los Angeles, consiguió tener un pequeño
show
por el que cobraba un dólar, sus canciones abrieron una brecha que ya no pudo ser cerrada. En esta época el movimiento obrero americano surgía impetuosamente, y los sindicatos se formaban pese a la oposición de los grandes caciques de la industria. Las canciones de Woody fueron un revulsivo, y no sólo para los obreros. Una de ellas, la historia de Tom Joad, la escribió años después John Steinbeck, con el título de
Las uvas de la ira
, consiguiendo el Premio Nobel de literatura.

Woody Guthrie grabó en vida cerca de mil canciones que fueron desde los temas infantiles a las baladas pasando por la auténtica canción protesta cuya semilla y germen recogieron Dylan y sus coetáneos. La autobiografía que escribió en 1943,
Bound for glory
, sería llevada al cine a fines de los años 70, ayudando a la divulgación de su obra y a la mejor comprensión de su vida, que no era más que el reflejo de otras tantas miles de vidas a lo largo de lo peor de un tiempo crucial en la historia de América. Muchos de sus poemas fueron recogidos asimismo en forma de libros. A nivel personal, su hijo Arlo siguió sus pasos, pero una hija llamada Kathy Ann murió víctima de un incendio. A fines de los años 40 su madre falleció como consecuencia del «mal de Huntington», que sería también la causa de su muerte al haberlo heredado de ella. En los años 50 la parálisis comenzó a hacer mella en él y en 1954 tuvo que ingresar en el hospital del cual ya nunca volvería a salir, el Greystone de Nueva Jersey. Trece años pasó el cantante hacinándose inmóvil hasta su muerte el día 3 de octubre de 1967. Su luz influyó decisivamente en una generación de cantautores y
folk-singers
, comenzando siempre por Bob Dylan, que le visitó a su llegada a Nueva York en 1961. A su muerte se celebraron dos magnos conciertos en su memoria, uno el 20 de enero de 1968 en el Carnegie Hall de Nueva York y otro el 12 de septiembre de 1970 en el Hollywood Bowl de Los Angeles. Los beneficios de los dos recitales, con asistencia de todos sus amigos y artistas vinculados de alguna forma a su obra y a su carrera, fueron destinados a la Fundación Woody Guthrie, a crear una biblioteca en su pueblo natal… y a combatir el «mal de Huntington». Una de las frases favoritas del inmortal autor en vida fue: «La música mata a los fascistas». Por esta razón su guitarra llevaba inscrita esta otra frase: «Esta máquina mata fascistas».

Tammi Terrell fue uno de los ángeles del sello negro Motown en los años 60. Había nacido en Philadelphia en 1946 y su verdadero nombre era Tammy Montgomery. Abandonó sus estudios de psicología y en 1961 debutó discográficamente con sólo quince años. En 1966 mantendría una doble carrera hasta 1970, con grabaciones individuales pero excepcionalmente con los afortunados duetos que realizó con Marvin Gaye, seis de los cuales fueron éxito en las listas de venta. Casada con el boxeador Ernie Terrell, de quien tomó su apellido, murió a los veinticuatro años, el 16 de marzo de 1970, después de ser operada varias veces a causa de un tumor cerebral que finalmente acabó con ella.

Harold McNair fue un notable aunque desconocido (para el gran público) flautista y saxo en los años 60, audible en grabaciones de Donovan y de la Air Force de Ginger Baker. Murió el 26 de marzo de 1971 de cáncer. Otro cáncer, este de sangre (leucemia), cortó la vida de Donald McPherson, líder del grupo Main Ingredient y nacido el 9 de julio de 1941. Curiosamente los Main conocerían sus mejores éxitos a partir de su desaparición gracias a su sustituto, Cuba Gooding. En junio de 1977 el cáncer fue la causa de la muerte de Lou Reizner, productor cuya mejor obra fue la versión sinfónica de la opera rock de los Who,
Tommy
.

La muerte de Sandy Denny también cabría situarla en el capítulo de los accidentes, pero en su caso y como homenaje personal a una criatura excepcional, me he inclinado por destacarla aquí, dentro de las «tragedias de la vida», porque a fin de cuentas no fue la carretera, ni un avión, ni otra cosa que una tragedia absurda, la que acalló su voz, considerada la mejor dentro de las solistas femeninas en la Inglaterra de los 70. Sandy nació el 6 de enero de 1941 y estudió en el Art College de Kensington, en Londres, al lado de Eric Clapton, Jimmy Page y John Renbourn, tres grandes guitarras de la historia de la música. En 1968 se unió al grupo Strawbs, que por entonces practicaba el
folk
como género, y tras un único LP se incorporó a Fairport Convention en 1969, la gran banda del
folk
inglés en la primera mitad de los 70. Después de tres álbumes impecables, Sandy dio un nuevo salto, dando vida a Fotheringay en 1970 aunque grabando sólo un LP con su nuevo grupo antes de decidirse a cantar sola. Casada en 1973 con Trevor Lucas, miembros de los Fairport, intervendría con ellos en una gira inglesa para quedarse posteriormente a lo largo de 1975.

Seguirían dos años de silencio, nuevamente desmarcada como solista, y en el momento de su reaparición, en 1978 con el LP
On mooncrest
, moriría el 21 de abril al caer por la escalera de su casa y producirse una hemorragia cerebral irreversible. No hubo otra voz femenina como la suya en la Inglaterra de los 70, y murió en lo mejor de la vida.

Glen Goins fue otro músico discreto, guitarra solista de Parliament, un conjunto
funky
dirigido por el cantante George Clinton. Iba a formar su propia banda cuando murió, en julio de 1978, víctima del «mal de Hodgkins», a los veinticuatro años. Jacques Brel en cambio era una leyenda de la música francesa, aun siendo belga de nacimiento. Como autor y cantante fue uno de los grandes revolucionadores de la canción gala, y maestro de futuras generaciones de cantautores y poetas.

Muchas de sus composiciones consiguieron la internacionalidad en voces de artistas como Joan Baez y Judy Collins. El cáncer que le mató lentamente se cobró su vida el 9 de octubre de 1978. Ya en 1979, el 4 de marzo, otro cáncer acababa con un artista singular, Mike Patto, un luchador que durante años resistió la muerte aun estando marcado por ella. Patto había sido cantante de innumerables bandas de
rhythm & blues
británico antes de decidirse a dar vida a su propio grupo, que bautizó con su apellido: Patto. Editó tres correctos LP's que no le dieron un masivo éxito y acabó incorporándose a un grupo histórico, Spooky Tooth, pero ya en su época póstuma, por lo cual se produjo la separación definitiva después de un único álbum en 1974. En 1975 Mike intentaba su aventura final, Boxer, conjunto que igualmente pasó a mejor vida dejando un solo álbum,
Below the belt
(polémico y censurado por su portada, en la que se veía a una mujer desnuda, abierta de brazos y piernas, y con un brazo coronado con un guante de boxeador sobre la ingle). En los años siguientes hasta su muerte recibió la ayuda de sus muchos amigos y colegas, actuando entre hospitalización y hospitalización, mientras su cáncer linfático le devoraba lentamente.

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