DARTH VADER El señor oscuro (8 page)

—Desgraciadamente, no estará vivo para oír su respuesta —decía Vader.

Se apartó la capa con gesto rápido y sacó un sable láser del cinto. El mango proyectó con un siseo una hoja carmesí.

Si antes Shryne estaba confundido, ahora estaba superado.

¿Un sable Sith?

Los cuatro comandos retrocedieron, alzando sus armas.

—Aceptamos ser ejecutados por nuestros actos —dijo Trepador—. Pero no por un perro faldero del Emperador.

Munición y sus oficiales dieron un paso adelante, pero Vader se limitó a mostrarles la palma de la mano.

—No, comandante. Déjeme esto a mí.

Y se movió hacia los comandos.

Éstos se separaron y dispararon, pero ni uno solo de los disparos fue más allá de la hoja de Vader. Los rayos desviados atravesaron directamente los visores del casco de dos de los comandos, traspasándolos de hombros a cadera en dos furiosos embates, como si fueran frágiles contenedores de raciones. Trepador y el tercer comando aprovecharon el momento para precipitarse hacia los árboles más cercanos, disparando mientras corrían. Un disparo desviado por Vader alcanzó a Trepador en la pierna izquierda, pero eso apenas lo retrasó.

Vader los siguió, y después hizo un gesto a su grupo de soldados.

—Los quiero vivos, comandante Appo.

—Sí, Lord Vader.

Los soldados de asalto de Appo salieron en persecución de los comandos. Ni uno solo de los oficiales de Munición había disparado, pero todos miraban ahora a Vader inseguros, con los rifles medio levantados.

—No dejen que mi arma les confunda —les dijo Vader, como leyendo sus pensamientos—. No soy un Jedi.

—¡Pero yo sí lo soy! —gritó una voz familiar a la izquierda de Shryne.

Bol Chatak se había bajado la capucha, revelando sus cuernos, y conectado el sable láser que Shryne creyó que había tirado cuando fueron capturados.

Vader dio media vuelta, mirando a Chatak mientras ésta se le acercaba, y soldados y prisioneros por igual se apartaron para dejarles sitio.

—Me alegro de que sobreviviera uno de vosotros —dijo, agitando el sable láser ante él—. Los comandos te salvaron la vida, y ahora tú esperas salvar la de ellos, ¿no es eso?

Chatak mantuvo la hoja azul a la altura del hombro.

—Mi única intención es eliminarte de la caza.

Vader inclinó su hoja para que apuntase al suelo.

—No serás el primer Jedi al que mate.

Sus hojas chocaron con una explosión de luz.

Temiendo que los prisioneros aprovecharan la distracción para escapar, los hombres de Munición se apresuraron a formar un cordón alrededor de ellos. Arrastrado por los demás, Shryne perdió de vista a Chatak y a Vader, pero los furiosos chasquidos de sus hojas le decían que el duelo era rápido y furioso. Momentáneamente inmovilizado, se dejó llevar por el empuje de la multitud para que así lo alzaran sobre las cabezas de los que tenía delante.

Y, por un momento, lo alzaron.

Lo suficiente para ver a Chatak, toda gracia y velocidad, abriéndose paso en el espacio de su contrincante. Sus movimientos eran amplios y circulares, y el sable láser parecía una prolongación de su cuerpo. Vader, en cambio, era torpe, y sus golpes eran sobre todo verticales. Aun así, era una cabeza más alto que Chatak e increíblemente poderoso. Sus poses y técnicas recordaban a veces las del ataro y el suretsu, pero Vader parecía carecer de estilo propio y ejecutaba sus movimientos con rigidez.

Con un veloz movimiento, Chatak consiguió penetrar la guardia de Vader lo suficiente como para herirle el antebrazo. Pero Vader apenas reaccionó a la estocada, y Shryne vio chispas y humo brotando del cortado guante de Vader, en vez de carne cauterizada.

Y entonces volvió a perderlos de vista.

Atrapado entre la multitud, se preguntó si debía usar la Fuerza para llamar a uno de los rifles láser hasta él. Al mismo tiempo, deseó que Starstone hubiera tirado su sable láser y que no intentase unirse a su Maestra contra Vader.

Necesitamos saber lo que les ha pasado a los Jedi,
intentó comunicarle mentalmente.
Ya llegará el momento de enfrentarse a Vader. Ten paciencia
.

Se preguntó si tenía razón en eso. Igual debía intentar llegar hasta Chatak, estuviera desarmado o no. Puede que su vida estuviera destinada a terminar allí, en Murkhana.

Buscó guía en la Fuerza, y la Fuerza lo contuvo.

Un grito de dolor atravesó el caos, y la multitud de prisioneros se separó lo bastante como para dejarle ver a Chatak caída de rodillas ante Vader, con el brazo de la espada amputado a la altura del codo. Vader se había limitado a vencerla, y entonces, con un movimiento de su hoja color sangre, la decapitó.

La pena traspasó el corazón de Shryne.

Inescrutable tras la máscara, Vader miró el cuerpo caído de Chatak.

Los soldados clon aflojaron el cordón, permitiendo que los prisioneros se apartaran unos de otros. En cuanto lo hicieron, Vader empezó a buscar rostros entre la gente.

Había técnicas para ocultar las habilidades en la Fuerza, y Shryne las empleó. También se preparó para la posibilidad de ser descubierto. Pero la negra mirada de Vader pasó por su lado, pareciendo centrarse en Olee Starstone.

Vader dio un paso en su dirección.

Esta vez no tengo elección,
pensó Shryne.

Estaba dispuesto a saltar cuando un soldado de asalto se presentó ante Vader para informarle de que habían capturado a los comandos. Vader se detuvo en seco, mirando en dirección a Starstone antes de volverse a Munición.

—Comandante, encárguese de que lleven a los prisioneros al transporte. —Vader volvió a examinar a la multitud—. En Agon Nueve les espera un calabozo menos cómodo.

12

E
n cuanto Vader dio la espalda a los prisioneros, Shryne empezó a moverse, empujando, dando codazos, abriéndose paso entre la multitud hasta llegar junto a Starstone, cuyos estrechos hombros se agitaban en un esfuerzo por contener la pena por la muerte de su Maestra. Al darse cuenta de que tenía a Shryne a su lado, se volvió para recibir su consolador pero breve abrazo.

—Tu Maestra está con la Fuerza —le dijo—. Alégrate por eso.

—¿Por qué no la ayudaste? —repuso ella, entrecerrando los ojos.

—Creí que habíamos acordado deshacernos de los sables láser.

Ella asintió.

—Yo me deshice del mío. Pero tú podías haber hecho algo.

—Tienes razón. Igual debí desafiar a Lord Vader a una pelea a puñetazos. Tu Maestra reaccionó movida por la rabia y la venganza. Nos habría sido más útil estando viva.

Starstone reaccionó como si la hubieran abofeteado.

—Ese es un comentario cruel.

—No confundas la emoción con la verdad. Bol Chatak habría muerto aunque hubiese derrotado a Vader.

Starstone hizo un gesto vago en dirección a Vader.

—Pero ese monstruo estaría muerto.

Shryne sostuvo su mirada acusadora.

—La venganza no es propia de un Jedi, padawan. Tu Maestra murió por nada.

Los prisioneros se pusieron en marcha, conducidos por los soldados hacia la rampa del transporte militar.

—Retrocede —le dijo Shryne a Starstone al oído.

Los dos se quedaron atrás, permitiendo que otros cautivos pasaran a su alrededor.

—¿Quién es Vader? —preguntó Starstone al cabo de un momento.

Shryne meneó la cabeza en gesto de ignorancia.

—Eso es algo que igual podemos descubrir si permanecemos con vida.

Starstone se mordió el labio inferior.

—Siento lo que dije, Maestro.

—No te preocupes por eso. Dime cómo consiguió Bol Chatak ocultar el sable láser a los guardias.

—Con la persuasión de la Fuerza —dijo en voz baja Starstone—. Al principio creímos que podríamos escapar, pero mi Maestra quiso esperar a saber lo que te había pasado. Nos encerraron en un edificio y nos dejaron para que nos las arregláramos solas. Muy poca comida y soldados por todas partes. Aunque mi Maestra hubiera usado entonces el sable láser, no sé hasta dónde habríamos llegado sin que nos encontraran los soldados.

—¿Has usado la persuasión de la Fuerza en algún momento?

Ella asintió.

—Así fue como pude esconder el transpondedor de mi Maestra.

Shryne la miró sorprendida.

—¿Lo llevas encima?

—La Maestra Chatak me dijo que lo llevara.

—Imprudente. ¿Conseguiste averiguar algo sobre la guerra?

—Nada. —Starstone mostró su decepción—. ¿Oíste decir a Vader que se lo diría al Emperador?

—Lo oí.

—¿Podría el Senado nombrar Emperador a Palpatine?

—Parece algo que sí haría el Senado.

—Pero, ¿Emperador de qué imperio?

—Me lo he estado preguntando. —La miró fijamente—. Creo que la guerra ha terminado.

Ella lo pensó por un momento.

—Entonces ¿por qué ordenaron a los soldados que nos mataran?

—Los Jedi que había en Coruscant debieron de intentar arrestar a Palpatine antes de que lo ascendieran, o igual debería decir que lo coronaran.

—Por eso debieron de ordenarnos que nos escondiéramos.

—Es una buena teoría, para variar.

Ya estaban cerca del borde de la rampa de abordaje, casi al final de la cola. La mayoría de los prisioneros, aceptando lo inevitable, demostraban una disciplina notable, y debido a ello los soldados relajaban su vigilancia. Había dos soldados estacionados en lo alto de la rampa, uno a cada lado de la escotilla triangular, y tres más se movían más o menos a la altura de los dos Jedi.

—Vader es un Sith, Maestro —dijo Starstone.

Shryne le dirigió una larga mirada de resignación.

—¿Tú qué sabes de los Sith?

—Antes de que la Maestra Chatak me eligiera como padawan, me entrenaba con la Maestra Jocasta Nu en los archivos del Templo. Elegí para mi prueba el tema de la historia Sith.

—Felicidades. Entonces, no necesito recordarte que una hoja carmesí no garantiza que su portador sea un Sith, del mismo modo que no todas las personas con gran intensidad en la Fuerza son Jedi. Asajj Ventress era una simple aprendiz de Dooku, no una verdadera Sith. Una hoja carmesí puede deberse a que usa un cristal de poder sintético. El carmesí es sólo un color, como el amatista de la hoja del Maestro Windu.

—Sí, pero los Jedi no suelen usar hojas carmesí, aunque sólo sea porque se asocian a los Sith. Pero, suponiendo que Vader fuera sólo otro aprendiz del Conde Dooku, ¿por qué es ahora el verdugo de Palpatine, del Emperador Palpatine?

—Supones demasiado. Pero si tuvieras razón, ¿por qué te cuesta tanto creerlo? Dooku hizo todo lo contrario, y pasó de servir a la Orden Jedi a servir a los Sith.

Starstone negó con la cabeza.

—Supongo que no debería costarme creerlo, Maestro. Pero me cuesta.

Él la miró.

—Lo que importa ahora es que Vader sospecha que hay dos Jedi a bordo del transporte de prisioneros. Con el tiempo, nos identificará y moriremos, a no ser que nos arriesguemos aquí y ahora.

—¿Cómo, Maestro?

—Rezágate conmigo hasta el final de la cola. Voy a intentar algo, y espero que la Fuerza esté conmigo. Si fallo, subiremos como nos han dicho. ¿Entendido?

—Entendido.

El último de los mercenarios cautivos pasó ante los dos reticentes Jedi, subió por la rampa de la nave y cruzó la escotilla. En lo alto, Shryne hizo un gesto con la mano a uno de los soldados.

—No hay motivo para retenernos —dijo.

El soldado le miró desde el interior del casco.

—No hay motivo para retenerlos —le dijo a sus camaradas.

—Somos libres para volver a nuestras casas.

—Son libres para volver a sus casas.

—Todo va bien. Ya es hora de que entréis en la nave.

—Todo va bien. Ya es hora de que entremos en la nave.

Shryne y Starstone esperaron a que entrase el último soldado; después saltaron de la rampa a la pista de arcilla y se ocultaron tras una de las vainas del tren de aterrizaje.

A la primera oportunidad que se presentó, salieron de detrás de la nave y escaparon a la espesa vegetación, dirigiéndose a lo que quedaba de la ciudad de Murkhana.

13

E
n sus aposentos personales a bordo del
Exactor,
Vader examinó el daño que le había causado el sable láser de la Jedi zabrak a su antebrazo izquierdo. Tras asegurarse de que el traje de presión se había sellado sobre la quemadura, se despojó del largo guante y empleó un cortador láser de punta fina para arrancar los restos de tejido blindado que se habían fundido a la aleación que había debajo. El sable láser Jedi había cortado la protección que abultaba el guante, fundiendo algunos de los ligamentos artificiales que hacían girar su mano. Tendría que volver a Coruscant para hacerse una reparación más permanente. Hasta entonces, debería confiar la mano al cuidado de uno de los androides médicos del destructor estelar.

Tenía cerca su propio sable láser, pero cuanto más lo miraba y más miraba el ennegrecido agujero del brazo, más descorazonado se sentía. Si la mano hubiera sido de carne y hueso, ahora mismo estaría temblando. Sólo Dooku, Asajj Ventress y Obi-Wan habían sido lo bastante buenos con el sable como para herirlo; ¿cómo había podido hacerlo un Caballero Jedi del montón?

¿Acaso he perdido presencia en la Fuerza al perder mis extremidades?

Vader reconoció al fantasma de Anakin en la voz de quien había hecho esa pregunta. Anakin diciéndole que no era tan poderoso como creía. El pequeño niño esclavo, asustado por no ser dueño de su propio destino, por ser una simple herramienta propiedad de otro, vendido a otro.

¡Que ahora volvía a estar esclavizado!

Alzó el rostro enmascarado hacia el techo del camarote y gruñó atormentado. ¡Eso se lo habían hecho los ineptos androides médicos de Sidious! Le habían ralentizado los reflejos, sobrecargado con blindajes y acolchados. Se alegraba de haberlos destruido.

¿Y si... Sidious había creado deliberadamente esa prisión?

Volvía a preguntar Anakin, ese pequeño nódulo de miedo en el corazón de Vader.

¿Sería esto un castigo por su fracaso en Mustafar? ¿O es que Mustafar sólo había proporcionado a Sidious una excusa para debilitarlo?

Puede que la promesa de convertirlo en su aprendiz fuera un truco desde el principio, y que en realidad Sidious sólo necesitase a alguien para dirigir su ejército de soldados.

Alguien que hiciera el papel de Grievous, mientras Sidious disfrutaba de las recompensas del poder, seguro de que su nuevo esbirro no representaba ningún peligro para su mando.

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