Desafío (24 page)

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Authors: Alyson Noel

Tags: #Infantil y juvenil, Romántico

Y la opresión es aún más fuerte cuando Damen me responde con un hilo de voz.

—Jude ya no está aquí.

Capítulo veintiocho

L
o primero que veo al llegar es lo último que esperaba ver.

A las gemelas.

Romy y Rayne están de pie una junto a la otra. Romy va vestida de rosa de la cabeza a los pies, mientras que Rayne va de negro. Se quedan boquiabiertas al verme.

—¡Ever! —grita Romy, que corre a abrazarme. Su cuerpo delgaducho choca contra el mío con tanta fuerza que está a punto de derribarme. Me rodea con sus bracillos y me estrecha con fuerza.

—Estábamos seguras de que te habías quedado atrapada en Shadowland —dice Rayne al tiempo que hace un gesto negativo con la cabeza y parpadea para contener las lágrimas.

Avanza y se queda de pie en silencio junto a su hermana, que sigue aferrada a mí. Y cuando empiezo a dar por sentado que va a soltar algún comentario sarcástico, alguna pulla sobre lo decepcionante que resulta que haya vuelto de una pieza, me mira y añade:

—Me alegro muchísimo de que estuviéramos equivocadas. —Su voz tiembla tanto que apenas es capaz de articular las palabras.

Puesto que reconozco una oferta de paz cuando la veo, la rodeo con el brazo. Me asombra que me permita hacerlo, que se apoye contra mí. No solo me devuelve el abrazo, sino que lo alarga mucho más tiempo del que podría haberme imaginado. Se aparta unos momentos después, para aclararse la garganta, peinarse el flequillo con los dedos y limpiarse la nariz con la manga.

Y aunque me muero por saber cómo han llegado hasta aquí, tendré que esperar. Hay asuntos más importantes.

Sin embargo, ni siquiera tengo la oportunidad de manifestarlos en voz alta.

—Está aquí —dicen al unísono mientras hacen un solemne gesto afirmativo con la cabeza. Se dan la vuelta y señalan el Gran Templo del Conocimiento, que se encuentra a su espalda—. Está con Ava. Todo va bien.

—Entonces… ¿está curado? —pregunto con voz rota, esperando que sea eso lo que han querido decir. El alivio me inunda de inmediato cuando me lo confirman—. ¿Y vosotras? ¿Ahora vivís aquí otra vez?

Intercambian una mirada sombría que desaparece de inmediato cuando encogen los hombros y sueltan una carcajada. Se abrazan muertas de risa, disfrutando de alguna broma privada. Rayne es la primera que se calma.

—¿Quieres que vivamos aquí otra vez? —Alza una ceja y me mira de arriba abajo. Vuelve a ser la de siempre, al menos casi.

—Solo quiero que seáis felices —respondo de inmediato—. Sea donde sea.

Romy sonríe y alza los hombros.

—Seguimos viviendo con Ava. Ahora sabemos cómo venir de visita cuando nos da la gana y, bueno, no sentimos la necesidad de volver a vivir aquí. Además, nos gusta mucho el colegio.

—Sí, y al colegio le gustamos nosotras. —Rayne esboza una extraña y breve sonrisa que le da un brillo especial a sus ojos—. Nos han elegido como delegadas de clase.

Asiento con la cabeza. No me sorprende en absoluto.

—Y Romy se ha hecho animadora —añade al tiempo que pone los ojos en blanco.

—Creo que las prácticas con Riley… ya sabes, cuando vivía aquí y salía con nosotras…, me han ayudado mucho. —Romy hace un gesto de modestia con los hombros.

—¿Riley te enseñó a ser animadora? —La miro con los ojos entrecerrados. Eso me ha dejado asombrada, aunque no sé muy bien por qué.

Romy asiente con la cabeza.

—Quería ser como tú, eso ya lo sabes, ¿verdad? Memorizó cada una de las piruetas que hacías y nos las enseñó todas.

Aprieto los labios y me apoyo en Damen. Disfruto de su calidez, firme y fuerte, y del apretón que me da su mano. Sé con seguridad, ahora más que nunca, que puedo tener esto siempre que quiera, siempre que lo necesite. Él siempre estará a mi lado.

Me centro de nuevo en las gemelas.

—Hablando de gente desaparecida…

Romy y Rayne se miran de reojo antes de volver a clavar los ojos en mí.

—Conozco a alguien a quien le encantaría volver a veros.

Visualizo la imagen del viejo inglés con quien me topé en la cabaña donde ellas solían vivir, cuando descubrí la relación que tenían con mi hermana y con Ava, y se la envío telepáticamente a las gemelas.

—No obstante, el viejo parecía estar un poco confundido. Por alguna extraña razón, estaba convencido de que Romy era la testaruda y Rayne la que tenía mejor carácter, cuando creo que todos sabemos que eso no es cierto.

Ambas me miran a mí y después a Damen, y luego estallan en otro ataque de risas. No se molestan en explicarnos de qué se ríen, concentradas como están la una en la otra.

Y así es como nos encuentran Ava y Jude cuando salen del templo y empiezan a bajar las escaleras de mármol.

A las gemelas muertas de risa.

A Damen y a mí juntos, con mi cabeza apoyada en su hombro y las manos entrelazadas.

Y a Jude no le hace falta ver más para saber que la decisión está tomada.

Para saber que Damen y yo estamos destinados a estar juntos.

Que lo que ocurriera entre él y yo terminó hace mucho, antes incluso de empezar.

Se detiene en el último escalón y permite que Ava lo adelante mientras me mira. Me observa durante lo que parece una eternidad, aunque no pronuncia palabra ni intercambia ningún pensamiento conmigo.

Las palabras no son necesarias, ya que el mensaje está muy claro.

Luego respira hondo, se toma un momento para recuperarse y asiente para mostrar su resignación. Los dos sabemos que he tomado una decisión, y que jamás volveré a cuestionármela.

Se concentra en Ava y en las gemelas, y decide acompañarlas hasta su viejo hogar, aunque solo sea para no tener que pensar en lo que cree que acaba de perder.

Y están a punto de marcharse cuando hago una pregunta a las gemelas.

—Una cosa, chicas, ¿cómo lo hicisteis? ¿Cómo conseguisteis regresar aquí?

Ava resplandece de orgullo, y Romy, después de intercambiar otra miradita con su hermana, es quien me responde.

—Dejamos de concentrarnos en nosotras mismas y nos centramos en otra persona, para variar.

Entorno los párpados, no muy segura de haberlo entendido.

—Estábamos con Damen cuando te encontró —explica Rayne—. Y cuando vimos a Jude y lo mal que estaba… Bueno, supimos que solo había una forma de salvarlo y era traerlo aquí, a Summerland.

—Lo que significa que nuestro deseo de volver aquí ya no era por nosotras, sino por él. Nuestra única intención era ayudarle. —Romy sonríe—. Y funcionó.

—Tal y como dijo Ava —añade Rayne al tiempo que la mira con admiración—. Es lo que ella dice siempre… —Se queda callada y le hace un gesto a Ava—. Bueno, deberías decirlo tú, ya que es tu discursito y todo eso.

Ava se echa a reír y se toma un momento para alborotarle el pelo a Rayne. Luego estrecha a las gemelas, una a cada lado, y me mira fijamente.

—Todo se reduce a la intención. Cuando te obsesionas con un problema, lo único que consigues es atraer ese problema. Pero si te concentras en ayudar, tu energía se focaliza en la forma de ayudar y no en el problema. Antes, cuando las gemelas no podían volver a Summerland, se debía a que estaban demasiado absortas en sí mismas y en su problema para regresar aquí. Sin embargo, esta vez su única preocupación era Jude, así que volvieron aquí al instante. En resumen: siempre que buscas una solución, te llenas de una emoción positiva; y siempre que te centras en un problema, te llenas de emociones negativas que, como bien sabes, no te llevan a ninguna parte. Una vez que dejas de concentrarte en ti mismo y en tus deseos, una vez que te centras en conseguir lo que quieres para ayudar a otro, el triunfo está asegurado —dice con un tono de voz dulce y suave—. Esa es la clave del éxito.

Rayne encoge los hombros, sonríe y hace un gesto negativo con la cabeza.

—¿Quién lo habría imaginado? —dice.

Sí, ¿quién lo habría imaginado?, me pregunto con una sonrisa. Y cuando veo que Ava nos mira a Damen y a mí, sé de manera instintiva que aprueba mi elección. Luego me concentro en Jude, que gracias a la maravillosa magia sanadora de Summerland, está tan fuerte, tan mono y tan atractivo como siempre.

Como si Haven no hubiera estado a punto de acabar con él.

Como si yo no le hubiera roto el corazón.

Es el tipo de chico que sería una bendición para cualquier chica.

El tipo de chico a quien he tenido la fortuna de conocer.

Cierro los ojos y manifiesto mi propia estrella de los deseos en el cielo de Summerland, justo encima de su cabeza. Sé que los deseos no siempre se cumplen de la manera que pensamos, pero si tienes fe y no te cierras en banda, hay muchas posibilidades de que se hagan realidad. Porque, aunque en su momento no me di cuenta, eso es lo que hizo mi estrella por mí.

Me envió a Shadowland, donde pude encontrar las respuestas que buscaba.

Y antes de que se vayan, antes de que mi estrella se desvanezca, respiro hondo y pido un deseo para Jude.

Pido que no se encierre en sí mismo, que conserve las esperanzas y que tenga fe en que hay alguien ahí fuera que será mucho mejor para él de lo que yo podría haber sido jamás.

Deseo que encuentre a la persona que lo querrá tanto como él a ella.

Deseo que encuentre lo que yo he encontrado con Damen.

Y dejo que se vaya con ese deseo. Dejo que mi estrella brille en lo alto hasta consumirse. Ellos se marchan en una dirección, mientras que Damen y yo caminamos hacia la otra cogidos de la mano, felices y contentos. Vamos al pabellón.

—¿Estás segura? —me pregunta justo antes de entrar. Está claro que no sabe si es una buena idea volver a intentarlo.

Respondo con un asentimiento y tiro de él hacia el interior. Yo estoy muy segura. De hecho, estoy impaciente por empezar.

Hay muchas cosas de la vida sureña que aún no hemos explorado, y a juzgar por lo que vi en Shadowland, había ciertas partes muy hermosas que me encantaría revivir.

Le tiendo el mando a distancia mientras me sitúo frente a la pantalla con una sonrisa.

—Pásalo hacia delante, hasta las partes buenas. Hasta que aseguras mi libertad, te ganas mi confianza y me llevas a Europa…

Capítulo veintinueve

C
uando salimos de allí, no sé muy bien cuánto tiempo ha pasado.

Puesto que Summerland existe en un estado perpetuo de neblina diurna en el que todo ocurre en un infinito tiempo presente, me resulta imposible averiguarlo.

Lo único que sé con seguridad es que tengo los labios doloridos e hinchados, y las mejillas ruborizadas y algo abrasadas por la barba incipiente de la mandíbula de Damen. Algo que desaparecerá en cuestión de segundos.

Mucho más rápido que el enfado de Sabine por haberme ausentado de casa durante tanto tiempo.

Mucho más rápido que la sonrisa triunfante de Haven, que cree que ha conseguido matarme.

Con todo, aunque sé que debo volver a casa y enfrentarme a esas dos cosas, no tengo ganas. No tengo ganas de abandonar la magia tan pronto. Y está claro que a Damen tampoco le apetece nada, porque hace aparecer un semental blanco para cabalgar. Dejamos que el caballo vaya hacia donde quiera mientras disfrutamos del paisaje.

Apoyo la barbilla en su hombro y le rodeo la cintura con los brazos mientras cabalgamos junto a arroyos de aguas rápidas, bajamos por senderos llenos de guijarros, cruzamos extensos prados cuajados del gorjeo de los pájaros y del delicioso aroma de las flores, seguimos la orilla de una hermosa playa de arena blanca y aguas turquesa, subimos por una senda serpenteante y empinada que conduce a una cima montañosa donde se aprecian unas vistas maravillosas, y descendemos por el otro lado antes de atravesar las arenas yermas del desierto.

Cabalgamos incluso por las calles de nuestras antiguas vidas. Damen hace aparecer réplicas de París, Nueva Inglaterra, Londres, Amsterdam y, sí, también de las tierras del sur antes de la guerra. Llega incluso a mostrarme un atisbo de su antigua vida en Florencia, Italia. Me señala la diminuta casa en la que vivía, el taller de su padre al otro lado del callejón, los tenderetes donde su madre y él solían comprar.

Me muestra breves imágenes de sus padres, formas sin alma que parecen enfocarse y desenfocarse ante nuestros ojos. Sé que los he visto antes, cuando escudriñé su vida en el Gran Templo del Conocimiento, pero la verdad es que quiero verlos tal y como él los ve. Quiero compartir todos los detalles de su vida, de las vidas que pasamos juntos, hasta que no quede ni un solo secreto entre nosotros. Hasta que por fin todo encaje a la perfección. Hasta que la historia de nuestras vidas esté completa.

Y puesto que me siento más cerca de él que nunca, puesto que estoy completamente segura de que estamos juntos en esto para bien o para mal, decido mostrarle algo que le había ocultado.

Cierro los ojos y animo a nuestra montura a llevarnos a ese lugar. Al lado oscuro de Summerland. El lugar que no había mencionado, que me había guardado para mí. Por alguna razón, tengo la certeza de que este es el momento apropiado para compartirlo con él.

El caballo sigue de inmediato mi orden y cambia de dirección.

—Hay algo que no te he contado —le digo a Damen mientras pego los labios a la curva de su oreja—. Algo que necesito que veas.

Él se gira para mirarme por encima del hombro. Su sonrisa se desvanece en cuanto ve mi expresión seria.

Me limito a asentir con la cabeza y a instar al caballo a avanzar. Me doy cuenta de que estamos cerca cuando el animal empieza a aminorar el paso y tengo que acicatearlo para que siga adelante. Lo sé por la forma en que cambia de repente la atmósfera, porque el cielo se oscurece, la neblina se hace más densa, y lo que antes era un bosque floreciente y lleno de plantas y flores empieza a convertirse en una zona pantanosa lóbrega, lluviosa y llena de barro.

Nuestro caballo se detiene. Mueve la cola de lado a lado y echa la cabeza hacia atrás a modo de protesta. Se niega a avanzar más. Como sé que es inútil obligarlo, me bajo de la montura y le hago una señal a Damen para que haga lo mismo.

—Encontré este lugar hace un tiempo —le digo en respuesta a la pregunta que veo en su mirada—. El día que estaba en Summerland con Jude y me encontré contigo. Extraño, ¿no crees?

Entorna los párpados y lo examina todo, desde el suelo embarrado hasta los árboles malnutridos. Las ramas, frágiles y quebradizas, no tienen ni el menor rastro de follaje. No hay ningún signo de crecimiento o de vida, a pesar de la constante lluvia.

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