Read El Camino de las Sombras Online
Authors: Brent Weeks
—Si cualquiera de vosotros lo toca a él o me toca a mí, lo mato. Lo juro.
—¡Solo es un conde! —dijo una noble gorda y temblorosa—. ¡Es pobre! ¡Os daré lo que sea!
La parte dura y vengativa de Kylar quería quedarse el antídoto solo para castigar a aquella gente mezquina y ruin. En lugar de eso, cogió la bolsa y se la lanzó a Terah de Graesin.
—Dádselo a quienes más lo necesiten. No salvará a nadie que ya esté inconsciente, y cualquiera que esté de pie no lo necesita.
Terah de Graesin abrió la boca al ver que le daban órdenes con tan pocos miramientos, pero obedeció.
A Kylar se le escapaba el tiempo entre los dedos. Había llegado. Estaba en el castillo, pero no tenía ni idea de en qué parte era necesaria su presencia. Miró al conde y se preguntó si sería demasiado tarde para salvarlo.
El conde se incorporó un poco. Abrió los ojos y poco a poco los enfocó. Sobreviviría.
—Torre norte —dijo.
—¿Allí ha ido Logan?
El conde asintió y después volvió a tenderse, agotado.
—Es demasiado tarde para ellos —dijo Terah de Graesin—. Luchad con nosotros. Os concederé tierras, títulos, un indulto...
No obstante, sin hacer caso de los gritos ahogados de los nobles, Kylar se envolvió en sombras y salió corriendo.
Los hombres de Roth subieron con estrépito por la escalera y abrieron a patadas la puerta del dormitorio. Roth y Neph Dada siguieron a los once hombres que se apiñaban ya en la alcoba entre gruñidos y gritos. Las puertas dobles permitían pasar a tres hombres a la vez pero, con cuatro filas de soldados por delante, Roth no podía distinguir lo que ocurría al fondo, salvo que no era nada bueno. Se oía el golpear de carne contra carne, el tintineo de una espada al cortar una cota de malla, el chasquido de un cráneo partido como un melón.
A su lado, Neph Dada había extendido sus brazos marcados por el vir. Musitó algo y la cuarta parte de su vir serpenteó. Una inquietante sacudida silenciosa lanzó hombres volando en todas las direcciones, sin hacer distinciones con los soldados de Roth.
El impacto hizo retroceder a los tres que Roth tenía delante pero, cuando ya se preparaba para el choque, se golpearon contra la barrera invisible que Neph había erigido para protegerlo.
Neph volvió a hablar y la habitación se llenó de luz. Roth se adelantó acompañado por el brujo mientras todos los demás se recuperaban.
Logan también intentó ponerse en pie a toda velocidad, pero sus extremidades estaban pegadas al suelo como si las sujetara un gran peso. Estaba desnudo y furioso. Roth envainó la espada mientras ocho de sus hombres recogían sus armas desperdigadas. Seis yacían en el suelo, sangrando de heridas profundas. Tres de ellos estaban muertos y otros tres lo estarían pronto. Al parecer Logan de Gyre no era manco con la espada.
En la cama, vestida con un camisón transparente remangado, estaba tumbada la princesa. Se revolvía aterrorizada, pero no podía taparse. Neph también la había inmovilizado.
Roth se sentó en la cama junto a la chica y dejó que sus ojos se pasearan por su figura núbil. Se lamió un dedo, lo puso en la base del cuello y lo fue bajando por el cuerpo de la chica.
—Espero no interrumpir nada —dijo.
A Jenine de Gunder se le endureció la mirada. Estaba ruborizada por el repaso al que la estaba sometiendo Roth, pero también furiosa.
Roth la silenció poniéndole un dedo en los labios antes de que pudiera decir nada.
—Solo vengo para felicitarte por tus recientes esponsales, paloma mía. ¿Cómo va todo? ¿Te satisface la abundancia de las dotes de tu marido? —preguntó.
Miró hacia el desnudo Logan y arrugó la frente.
—Bueno
,
supongo que sí. Y mi querido duque de Gyre... Ponedlo en pie —ordenó Roth—. ¿O debería decir príncipe de Gyre? No te desanimes. He visto a su madre desnuda, y con el tiempo le...
Logan se abalanzó hacia delante, pero sus ataduras invisibles aguantaron. Un soldado le pegó en la cara.
Roth prosiguió como si no hubiera pasado nada. Chasqueó la lengua.
—Con el tiempo. Ahí está la pega. Con el tiempo, a la princesa podrían crecerle esos pechos y esas caderas tan admirables. —Sonrió a Jenine y le pellizcó una mejilla. Luego se levantó, y la magia de Neph alzó a la princesa de la cama hasta dejarla de pie, temblorosa, junto a su marido—. Pero no os queda tiempo. Espero que hayáis disfrutado de vuestro matrimonio. Y Logan, amigo, confío en que no hayas perdido el tiempo con preliminares... porque vuestro matrimonio ha terminado.
El momento se alargó. Nada gustaba más a Roth que presenciar cómo el desconcierto daba paso al pavor y luego a la desesperación.
—¿Quién eres? —preguntó Logan, sin que sus ojos revelaran temor alguno.
—Me llamo Roth. Soy el hombre que ordenó la muerte de tu hermano, Jenine. —Vio cómo las palabras golpeaban a la chica como una ola, pero antes de que ella pudiera protestar continuó—: Soy Roth, el shinga del Sa'kagé. Soy el hombre que ordenó la muerte de tu padre, Jenine. No hace ni diez minutos he visto rodar su cabeza por la mesa real.
»Soy el príncipe Roth Ursuul de Khalidor. Soy el hombre que ordenó la muerte de tus hermanas y tu madre, Jenine. Si escuchas —se llevó una mano al oído y puso cara de burlona atención—, quizá oigas sus gritos.
»Vosotros dos sois lo único que queda entre la corona de Cenaria y yo, Jenine. Y voy a ceñirme esa corona. Me temo que tendré que mataros. ¿Queréis elegir quién de los dos muere primero?
Con cada revelación, Roth observaba los ojos de la princesa, devoraba con avidez la muerte de sus esperanzas, se regodeaba viendo madurar su desespero. Sacó un cuchillo y giró a la chica para que estuviera de cara a Logan.
El joven gritó pero sin emitir sonido alguno, pues Neph lo había amordazado. Se revolvió y forzó sus músculos tensos y abultados contra las ataduras, pero era imposible escapar de la magia del vürdmeister. Le sería más fácil arrancar estrellas del firmamento.
—Mi señor —dijo un soldado desde el pasillo—, una de las barcazas ha sido destruida. Los meisters necesitan que ayudéis a sofocar la resistencia.
Ver florecer la esperanza en los ojos de la joven produjo en Roth un escalofrío de excitación.
—Resistencia —dijo—. ¡A lo mejor os salvarán! Pero, un momento; si el héroe ya está aquí. Logan, ¿vas a quedarte ahí plantado sin hacer nada? ¿No vas a salvarla?
Los músculos de los brazos y las piernas de Logan se hincharon y las ligaduras mágicas temblaron y se estrecharon hasta que Neph volvió a hablar y las redobló. El príncipe ya no podía moverse.
—Supongo que no —dijo Roth, que se volvió de nuevo hacia Jenine—. ¡Pero vos sois la princesa! Sin duda los guardias reales vendrán. ¡Qué digo los guardias, apuesto a que ahora mismo el general supremo dirige un contingente hacia aquí para rescataros! —Se apartó el pelo por detrás de una oreja destrozada—. Pero he matado a Agón y a todos los guardias reales. No quedan más héroes. Nadie puede salvarte, Jenine.
Roth se situó detrás de la princesa y deslizó la mano por su esbelto estómago. Le abrió el camisón de un tirón, se lo arrancó y le envolvió un pecho con la palma. Mientras brotaba una lágrima del ojo de Jenine, Roth se agachó y la besó en el cuello como un amante. Tenía la mirada fija en Logan, con expresión burlona.
Después, en el punto donde la había besado, le cortó la garganta.
Le dio un empujón y Jenine cayó en brazos de Logan, con el lado derecho del cuello convertido en un manantial de sangre. Neph aflojó las ataduras del príncipe lo suficiente para que pudiera sostener a la chica, pero no tanto que llegara a su garganta para intentar contener la hemorragia.
Los ojos de Logan eran pozos de horror y de pena. De sus labios escapó un sonido que era como música celestial para los oídos de Roth, el sonido de un alma llevada al límite del sufrimiento. Logan sostuvo contra su pecho a la chica menuda, que agonizaba entre estertores. Roth devoró su horror, intentando grabarse el recuerdo en la memoria, sabiendo que lo necesitaría en las largas noches oscuras.
Entonces Logan se apartó un poco, se volvió para que Roth no le viera el rostro y miró a Jenine a la cara.
—Estoy aquí, Jeni —dijo, mientras sostenía la mirada de la chica con la suya—. No voy a dejarte.
La dulzura de su voz enfureció a Roth. Era como si él ya no importase nada. Con su voz reconfortante, Logan apartaba a Jenine y a sí mismo del oscuro mundo para encerrarse con ella en un lugar inalcanzable a Roth.
Mientras Jenine miraba a los ojos de Logan, Roth la vio relajarse, no porque sucumbiera a la muerte sino porque se alejaba de la desesperación.
—Realmente me habrías querido, ¿no es así? —murmuró.
Roth sabía que tendría que haber hecho un corte más hondo, haberle rajado la tráquea y no solo esa arteria. Pegó a Logan en la cara, pero su bofetón tuvo tanto efecto como el zumbido de un mosquito. El fornido joven ni siquiera perdió el contacto ocular con la princesa.
—Jeni, Jeni —dijo con voz queda—. Ya te quiero. Pronto estaré contigo.
—¡Te mueres! —gritó Roth, a menos de un paso de distancia, pero podría haber sido una brisa de verano. A Jenine le temblaron las rodillas y Logan volvió a acogerla en su abrazo, cerrando los ojos y susurrándole al oído mientras ella se desangraba sobre su pecho.
—Mi señor, os necesitan ya —dijo el mensajero, con tono más apremiante.
Logan ni siquiera miró a Roth mientras Jenine se estremecía contra su pecho. Solo siguió susurrando palabras de consuelo. La princesa tomó tres alientos trabajosos más y después soltó su vida con un suspiro en los brazos de Logan, cerrando los ojos tras un último parpadeo. Neph desprendió poco a poco las ataduras que la sostenían y Jenine se derrumbó sobre el suelo.
—¡No! ¡No! —chilló Roth.
La chica ni siquiera había pasado miedo. Él lo había hecho todo bien y ella ni siquiera había temido a la muerte. ¿Quién no temía a la muerte? No estaba bien. No era justo.
Abofeteó a Logan. Una vez y otra. Y otra más. Y otra.
—Tú no morirás tan fácilmente, Logan de Gyre —gruñó. Se volvió hacia sus hombres. Tenía un tic en el músculo de la mandíbula—. Llevadlo a las Fauces y entregadlo a los sodomitas.
—¡Mi señor! —dijo el mensajero, que volvió a irrumpir en la habitación—. Debéis...
Roth agarró al mensajero por el pelo. Le acuchilló la cara en un acceso de ira, con saña, una y otra vez. Luego lo inclinó de lado e intentó rebanarle el pescuezo, pero falló y le hizo un corte más arriba de la oreja. El cuchillo se desvió y Roth acabó con una gruesa tira de cuero cabelludo en la mano. El mensajero aulló hasta que Roth volvió a agarrarlo y le degolló.
Entretanto, Neph había abierto la puerta secreta de la alcoba. Elevó el cuerpo de la princesa mediante magia y lo hizo flotar por delante de él.
—Neph, ¿qué haces?
—El rey dios desea exhibir las cabezas de toda la familia real. No sé lo que estás planeando, pero más vale que te des prisa.
El vürdmeister ni siquiera se había dirigido a Roth por su título. Todo estaba saliendo mal y su padre no tardaría en llegar. Se volvió, jadeando y con la tira sanguinolenta de carne y pelo en el puño. Temblaba de furia y los hombres que sostenían a Logan se pusieron blancos como la pared.
—Traedme su cabeza cuando hayan terminado. Pero antes de echárselo a los sodomitas, cortadle la polla y traedme su escroto para que me haga un monedero. Quiero que muera desangrado mientras se lo follan.
La antecámara en la base de la torre norte hedía a sangre y heces excretadas en el momento de la muerte, todo entremezclado con el penetrante rastro de la orina. Kylar tuvo una arcada al desatrancar la puerta.
Un vistazo rápido lo puso en antecedentes. Los hombres habían quedado atrapados en la habitación y habían sufrido la emboscada de un ballestero. Kylar arrugó el ceño. ¿Un ballestero? ¿En una habitación tan pequeña?
Entonces divisó la estrecha plataforma cercana al techo, plenamente visible entre las sombras que ahora daban la bienvenida a sus ojos. A juzgar por la dispersión de los cuerpos, había sido un solo hombre, que había disparado a los guardias reales y los nobles como a peces en un barril.
Conque ese había sido el destino de los hombres que pretendían salvar al príncipe. A juzgar por los regueros de sangre que salían por la puerta, solo uno de ellos había sobrevivido y escapado a rastras.
Mareado, Kylar subió corriendo por la escalera. Encontró seis khalidoranos muertos en el rellano. El resto de la historia estaba bastante claro. Atrapado en la cama con su mujer —la ropa de Logan estaba esparcida por la alcoba—, su amigo se había levantado a luchar. Había matado a seis khalidoranos armados hasta los dientes pero, a juzgar por las quemaduras del suelo, lo habían herido o incapacitado mediante magia.
Después, el ancho y pegajoso charco de sangre indicaba que o bien Roth había matado a Logan poco a poco para que sangrase copiosamente o bien los había matado a él y a su esposa. Ninguno de los dos cuerpos estaba en la habitación. Los khalidoranos querrían exhibir el cuerpo de Logan junto con el resto de la familia real para que todo el reino viese que estaban muertos y se había extinguido la línea sucesoria.
Había un camisón desgarrado en el suelo. Probablemente se habrían llevado a alguna sala a la princesa, joven y bella, para violarla hasta la muerte.
Kylar intentó interpretarlo de otra manera. Su cabeza analizó la escena, tratando de contener la oleada de desesperación. ¿Era posible que hubiesen matado a la princesa y Logan siguiera vivo?
No. Ningún soldado mantendría vivo a Logan y mataría a una princesa a la que pudiera violar. Su amigo era un guerrero, un espadachín de renombre y el heredero al trono. Los otros magnicidios se habían ejecutado de forma brutal pero con precisión y cuidado. Si los khalidoranos querían hacer una excepción y perdonar una vida durante un tiempo, no sería la de Logan.
La pena sacudió a Kylar como un golpe físico. Logan estaba muerto. Su mejor amigo estaba muerto. Muerto, y Kylar no podía culpar a nadie más que a sí mismo.
El podría haberlo impedido. Podría haber matado a Durzo la noche anterior. Había tenido a Durzo de espaldas, un blanco imposible de errar. Dorian se lo había advertido. ¡Se lo había advertido!
¿Qué dolor no había causado a Logan? Había permitido el asesinato de su amigo Aleine, le había ocultado la aventura del príncipe con Serah, había hecho que lo encarcelaran por asesinato y lo había forzado a romper su compromiso. Al final Logan se había visto obligado a casarse con una chica a la que no conocía, lo habían asesinado y habían violado y matado a la que había sido su esposa durante menos de una hora.