El fantasma de Harlot (80 page)

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Authors: Norman Mailer

Tags: #Policíaco

Como resultado, hoy el trabajo se me ha hecho más pesado que nunca, de modo que terminé temprano, y ahora siento una urgente necesidad de volver a escribirte. Mi trabajo posee tantas facetas que tengo la sensación de que no te doy más que visiones parciales de él. Por ejemplo, desde el primer día, Hunt se mostró fascinado por mi trabajo con AV/ALANCHA. Al poco tiempo ya me daba lemas para pasarle a la pandilla. Howard quiere ver en grandes caracteres declaraciones como EL MARXISMO ES ODIOSO, o —una verdadera bomba—, EL MARXISMO ES MIERDA.

—Howard —le digo—, no creo que esos chicos quieran escribir mierda. Son muy remilgados con el uso de ciertas palabras.

—La escatología —dice Howard— tiene un impacto fenomenal en los países pobres. Te contaré lo que les hicieron los chinos a los japoneses durante la guerra. —Y me relató una larga historia acerca de cómo la OSS repartió atomizadores llenos de líquido fétido entre los niños chinos, que pillaban por sorpresa a los soldados japoneses que andaban de paseo rociándoles los pantalones. Cinco minutos después, los soldados hedían como si se hubiesen bañado en estiércol—. Imagínate lo perplejos que se sentirían los japoneses —agrega EH
2
.

—Sí —le digo—, una buena historia.

El se da cuenta de mi renuencia, y por el momento no insiste.

Aun así, es osado. Está tratando de que acelere los esfuerzos de Chevi Fuertes, a lo cual me resisto. Chevi está muy bien conmigo. Para mis devotos lectores de Washington, he hecho una descripción bastante detallada del personal jerárquico del PCU, y he especificado, entre otras cosas, cuáles facciones del PCU tienen influencia en determinados gremios. Porringer, que durante los dos últimos años ha seguido de cerca las actividades de los sindicatos, sostiene que mi información es buena pero nada nueva (no quiero creer que lo hace en venganza por el huevo roto.) De todos modos, Howard quiere que convenza a Chevi de que instale un par de micrófonos ocultos en la oficina principal del PCU. No sería una empresa imposible. Sólo habría que remplazar las obsoletas tomas de corriente de las paredes (parecen perillas blancas de porcelana), por otras nuevas, pero iguales en apariencia, con un micrófono en miniatura en su interior. Gatsby ha conseguido alquilar un apartamento cerca del comité central del PCU donde se puede instalar un puesto de observación que recoja las transmisiones. De modo que Hunt dice que todo está listo; sólo falta que Chevi lleve el destornillador.

El problema es que la oficina está bien vigilada. Chevi hace guardia en el despacho principal una vez a la semana. Él y un camarada comunista pasan la noche allí. Como el PCU es totalmente paranoico con respecto a la seguridad, los dos hombres deben estar siempre juntos. Ni siquiera van al lavabo, que queda al final del pasillo. Les dan un cubo. No obstante, esta regla existe para ser quebrantada. Durante la noche, el camarada de Chevi hace una visita de diez minutos al lavabo. Se puede contar con eso. En esos diez minutos, Chevi podría sustituir las tomas de porcelana por las nuestras. Pero si sale mal, prefiero no pensar en lo que le ocurriría a Fuertes. No sé si le harían algún daño, pero, en todo caso, perdería la confianza de su gente para siempre. (En cierto sentido, ya ha perdido la confianza en sí mismo.) Por supuesto, yo debo tomar en consideración si no estoy sobreprotegiendo a mi agente, lo cual es tan malo como ser demasiado temerario. De todos modos, la tendencia es presionar a Fuertes, y creo que eso haré. Hunt quiere que nos movamos en todas las direcciones. Por ejemplo, Gatsby, bajo la tutela de Sherman, ha remplazado a Porringer en su relación con un sindicato de centro que nos informa acerca de los gremios de izquierda. Hunt quiere más. «Estamos aquí para luchar contra los rojos —dice—, no para verificar su progreso social.» De modo que está presionando a Gatsby para que use bombas fétidas. Últimamente un par de mítines de elementos izquierdistas han sido disueltos por estudiantes de derechas reclutados por Gatsby (con la ayuda de Gordy Morewood) durante los tres últimos meses. Hunt sostiene que el uso de «quién-yo» es doblemente efectivo. «Hace que el receptor se sienta infantil —dice—. Los niños desvalidos viven en medio de esos olores. En ese sentido, priva a los dirigentes sindicales de parte de su habilidad para tomarse a sí mismos en serio. Y para un sindicalista, ése es un golpe fatal.»

Gatsby, a quien no creo haberte descrito, tiene el pelo color arena, y el rostro pecoso y bien rasurado; en resumidas cuentas, no hay mucho que describir. Nada notable en él, ni siquiera cuando se dejó el bigote, que, en contraste con su cabello rubio, resultó ser negro. Pero Hunt lo convenció para que se lo afeitara. Ahora pasa totalmente inadvertido.

Ultima nota sobre las bombas fétidas. Hemos suministrado perdigones a los muchachos, desde AV/ALANCHA i hasta AV/ALANCHA 7. Hunt sostiene que estas quién-yo reforzarán la moral de mis muchachos. Para mi sorpresa, resultó ser así. La última vez que salieron, tuvieron una batalla campal con una pandilla de izquierdistas de la que se cuidaban muy bien; al parecer, fue debido a los perdigones. La próxima vez que salgan pintarán EL MARXISMO ES MIERDA en la pared de un depósito cerca del centro de la ciudad.

Olvidaba contarte que los Porringer también asistirán a la recepción al aire libre que ofrecen los rusos. Me siento como Anthony Trollope. ¿Logrará Herrick Hubbard convencer a la señora Porringer de que baile con los rusos?

Tuyo,

HARRY

15 de abril de 1957

Kittredge:

Ojalá ayer no hubiera despachado mi carta. Ahora estarás esperando noticias que no puedo darte. Los rusos suspendieron su recepción. La excusa fue que su
residentura
(oficial principal del KGB en la Embajada) Samoilov, tiene la gripe. Tonterías. Nosotros sabemos la verdad. Después de consultar a los Bosqueverde, nos enteramos de que esta mañana Samoilov ha salido de la Embajada, y vuelto a entrar, varias veces.

Te preguntarás a quién nos atrevemos a enviar a casa de los BOSQUEVERDE a plena luz del día. Es un ingenioso ardid, otro toque del poco popular señor Morewood. Cada vez que Gordy quiere que Hyman salga a hablar desde un teléfono público, Gordy llama a un sobrino de los BOSQUEVERDE, de doce años. Como el niño vive cerca, va en seguida (con su solideo) a visitar a su maestro hebreo. La paleta del espionaje se caracteriza por este tipo de
pointillisme
. Ojalá Gordy nos cayera simpático, pues tiene mucho para enseñarnos.

Mediante esta treta, Hyman BOSQUEVERDE nos ha comunicado que Samoilov gozaba de plena salud. Por qué se canceló la recepción es algo que aún no sabemos. Notificamos a Washington, donde consultaron a la división de la Rusia soviética. Su análisis es que los últimos gestos de amistad de Kruschov hacia Occidente tienen como finalidad retardar los refuerzos nucleares de la OTAN. La invitación que se nos hizo en Montevideo era una de las expresiones de este juego. Sin embargo, algo salió mal anoche, y retiraron la rama de olivo. Un estudio de las recepciones de las embajadas rusas en el mundo entero, revela que la reunión social de Montevideo, más otra, en Johannesburgo, a la que también se había invitado a nuestra gente, fueron las únicas dos canceladas.

Por Dios, qué manera de perder el día. Barry Kearns está peor que yo. Tuvo que pasarse toda la mañana ante el codificador-descodificador con la división de la Rusia soviética. Cuando Kearns cometió un error insignificante en la dirección del cable, algo común y corriente, los de Washington reaccionaron de una manera desagradable. (Sólo para llegar al despacho correcto es necesario manejar un código de entrada que cambia hora a hora.) Kearns olvidó que la diferencia horaria con Washington se ha visto reducida en una hora, como consecuencia del horario de invierno. Le contestaron con todo tipo de vituperios. El error de Kearns les consumió noventa minutos de rastreo del cable en la sección de Mensajes Perdidos. He aquí parte de la respuesta:

LAPRO XIMAV EZNOO SOLVÍ DEISD

EMOST RAREL CERTI FICAD ODEID

IOTAS

Te ahorraré el resto del mensaje. La división de la Rusia soviética debe de estar compuesta por criaturas de anchos anteojos, seres medio calvos, con nariz de pito y caracteres totalmente esplenéticos.

Pobre Kearns. No te lo he descrito, pero es nuestro inadaptado. Mide dos metros de altura, su peso es excesivo (debe de ser el más gordo de la Agencia), y su aspecto blando. No sé cómo jugaba al golf con Sonderstrom, aunque se dice que su
drive
no es malo y tiene cierta habilidad con el
putter
. Ahora, sus palos de golf deben de estar acumulando polvo. Bajo la maléfica supervisión de Hunt, la falta de suficiencia de Kearns empieza a hacerse evidente. Vive aterrorizado, razón por la cual puede cometer un error terrible en las comunicaciones. Por si esto fuese poco, le gusta reírse de los de Washington. En el tráfico de cables existe un protocolo, que llamamos
panache
, del que él carece. Hunt lo tiene. La semana pasada, Howard envió el siguiente cable a la sección Argentina-Uruguay:

NADIE ME LO HA DICHO PERO CREO QUE HOY ES EL DÉCIMO ANIVERSARIO DE NUESTRA ESTACIÓN EN URUGUAY. OBSEQUIOS Y FELICITACIONES SERÁN BIEN RECIBIDOS. NO ENVÍEN DINERO EN EFECTIVO.

Me resulta imposible hacerte ver dónde reside la gracia de este texto, pero dado el estado de nuestras relaciones con Washington, se trataba de un cable divertido. Nos mandaron la siguiente respuesta:

QUE OS PARECERÍAN TREINTA MIL PENIQUES ESTADOUNIDENSES JUNTO A LAS FELICITACIONES DE RUTINA POR UN TRABAJO PRETERNATURALMENTE (COMO DE COSTUMBRE) HECHO A MEDIAS.

Bien, a pesar de los diez mil kilómetros que nos separan, puedo sentir cómo despiertan tus Furias. Kittredge, trata, por favor, de disculpar la decepción que puede ocasionarte esta carta.

HARRY

19 de abril de 1957

Harry:

Creo que soy una oficial de casos frustrada. Sé que cuando espero información y no la recibo, me pongo de un ánimo tan espantoso que me digo a mí misma que mis antepasados Gardiner debían de tener una gota de sangre druida. Tu última carta, para decirlo con generosidad, parece escrita por un idiota. ¿Qué me importan tu jefe de estación de tercera categoría y sus micciones napoleónicas en las bacinillas de Uruguay? Sus cables están a la altura de su mentalidad. El que valores tal mediocridad sencillamente me horroriza.

Estoy sentada al escritorio de Harlot; mientras escribo esto observo tu broche. Quiero destacar el hecho de que es la primera vez que uso el nombre por el cual es famoso Hugh. Me pregunto cuál será el criptónimo de Christopher. ¿RAMERA? ¿LÁPIDA?

El bebé está llorando. Otra vez. Otra vez. Es porque lo llamé LÁPIDA. Su vida es parte de mi muerte futura.

Broche

Tu broche

20 de abril de 1957

Querido Harry:

Olvida, si puedes, la carta de ayer. La despaché inmediatamente después de terminarla, y eso es todo cuanto recuerdo. No sé lo que escribí, pero es sólo una verdad a medias. Sufro ataques como de migraña, sólo que no me duele la cabeza. Padezco de amnesia transitoria.

¿Has abandonado a tu muchacha de burdel o sigues retozando con ella?

Temo lo peor.

En realidad, no quiero que sigamos escribiéndonos.

Es una orden.

Cesa toda comunicación conmigo.

HADLEY KITTREDGE GARDINER MONTAGUE

Si había jurado no usar el teléfono seguro para comunicarme con Harlot, ahora debía romper el juramento. Sin embargo, el teléfono seguro de la estación estaba guardado bajo llave en un armario del despacho de Howard Hunt, quien no se mostró en absoluto comprensivo ante mi requerimiento.

—Howard —le dije—, debo usarlo.

—¿Podrías decirme el motivo?

—Personal.

Howard, sentado detrás de su escritorio, se encogió de hombros.

—En ese caso, ¿por qué no usas un teléfono público?

—Es algo relacionado con la Compañía. El hombre con quien quiero comunicarme no hablará a menos que se trate de una línea segura.

—Hugh Montague. ¿Se trata de él?

—Sí, señor.

Howard puso los codos sobre el escritorio y me miró a través de la tienda que formaban sus dedos.

—Harry —dijo—, creo que deberías saber que en la Agencia Harlot es una leyenda por seis buenas razones y ocho malas. Una de las malas es que no se puede tener una conversación decente con él a menos que sea por una línea segura.

—Acepto el hecho de que Hugh Montague es un hombre lleno de peculiaridades. Pero se trata de un asunto de familia de gran importancia.

Howard mostró los dientes.

—El teléfono seguro me ha sido confiado en mi condición de jefe de estación. Me pides que me aproveche de este gran privilegio.

—Por el amor de Dios, en Berlín podía usar el teléfono seguro cuantas veces quisiera. Estaba ubicado al final de un pasillo en el Departamento de Defensa. Cualquiera podía usarlo.

—Berlín —dijo Howard— es una orgía. Una maldita orgía fuera de control.

—Sí, señor.

—No puedo permitir que uses mi teléfono seguro para un asunto privado. Va contra las reglas.

—Sí, señor. Pero se trata de un asunto de familia.

—Pensé que habíamos superado ese punto.

—Howard, soy el padrino del hijo de los Montague, Christopher. Esta mañana recibí una carta con noticias alarmantes.

—¿No es Hugh Montague tu padrino?

—Sí, señor. —No pude evitar la pregunta—: ¿Cómo lo sabe? Juntó el pulgar con el índice varias veces, como para indicar un pato graznando.

—En Washington almorcé con Arnie Rosen.

—Rosey —dije— es mejor que una telefonista de las de antes. Ante mi sorpresa, Hugh se echó a reír.

—Bien. —Metió la mano en un bolsillo del chaleco y sacó una llave pequeña — . Sé lo que significa estar preocupado por un niño.

—Gracias, Howard.

—Y cuando termines, hoy no, sino mañana, hay un par de cosas de las que quiero hablarte. No me preguntes quién, pero un par de personas me advirtieron que tuviese cuidado con un tal Harry Hubbard. Me han dicho que en Berlín la jodiste.

—Es posible.

—Bien, es difícil no echarse a perder trabajando con Bill Harvey. Pero lo peor, si quieres saberlo, es que estás del lado equivocado.

No respondí. Estaba furioso, pero trataba de mostrarme tranquilo.

—Podemos hablar de ello tomando una copa o cenando —dijo Hunt. Miró el reloj — . Tengo un almuerzo importante y si no me doy prisa se me hará tarde. Esta oficina será tuya. Déjala como la encuentras.

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