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Authors: Cliff McNish

Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y juvenil

El maleficio (11 page)

—Pero ¿cómo pueden sobrevivir en este frío? —preguntó Raquel—. ¿Cómo sobreviven?

—Viven bajo tierra —dijo Morpet—. Cavan túneles. Sobreviven como mejor pueden.

Eric sacudió la cabeza.

—Pero ¿qué comen? ¿Cómo cultivan algo?

Morpet gruñó.

—No crece gran cosa en Itrea. Cazan la carne que pueden encontrar. En su mayor parte los gusanos que están en su madriguera. No hay muchos. Cultivan unas cuantas hierbas. Sobreviven así o mueren en el intento —miró nerviosamente a Trimak—. Cada año, desde todos los confines de Itrea, comienzan un viaje atravesando tormentas de nieve para llegar al palacio. Dragwena insiste en que nos traigan comida.

—¿A vosotros? —dijo Eric.

Morpet se frotó la barriga redonda.

—Sí. Dragwena podría proporcionarnos fácilmente todo lo que necesitamos, pero le gusta ver cómo los otros sufren para traer aquí la comida. Obliga a sus sirvientes de palacio a comérsela aunque sabe que eso significa que muchos se mueran de hambre. A Dragwena le gusta eso.

Raquel lo tocó suavemente en el hombro.

—¿La bruja os permite alguna vez… morir?

—Los primeros niños ya están muertos —dijo Morpet—. Cualquiera que se resista a la bruja es asesinado de inmediato a menos que, como tú, resulte prometedor. En ocasiones Dragwena los arroja a las manadas de lobos o los abandona para que mueran de frío. Quizás esos niños son los más afortunados. Al final, la bruja nos asesina a todos, sea porque nos hacemos demasiado viejos para seguir siendo útiles o sencillamente porque se aburre de nosotros. Nadie muere de viejo en Itrea. Dragwena está siempre en el desenlace de nuestra vida ocasionándonos el último dolor y disfrutando del momento.

Raquel y Eric guardaron silencio.

—Cuando he rozado la mente de Dragwena en la torre-ojo —dijo finalmente Raquel—, he sentido que ha habido otros como los sarrenos en el pasado. Otros que intentaron resistirse en secreto. Creo que, en realidad, Dragwena quiere que se rebelen. Creo que disfruta del reto de permitirles convertirse en un problema para después eliminarlos. No es más que un juego para ella.

—Puede que tengas razón —dijo Trimak con voz ronca—. Pero estoy seguro de que la bruja nunca antes se ha enfrentado a un niño como tú, Raquel. Jamás se había enfrentado a la niña-esperanza.

—Otra vez
lo mismo
—dijo Raquel—. ¿Qué es la niña-esperanza de la que tú y Morpet habláis todo el tiempo? Decidme.

Morpet miró a Trimak con ansiedad, y este asintió con la cabeza.

—La niña-esperanza es una leyenda —dijo Morpet—. Eso es todo. Nadie sabe de dónde proviene ni tampoco qué es lo que de verdad significa pero, en Itrea, ha pasado de generación en generación, incluso entre los neutranos. Habla de una niña morena que vendrá a liberarnos a todos. La leyenda ha crecido a lo largo de los siglos, pero la versión original de la que surgió es bastante concisa:

«Niña morena será

a los enemigos liberará

en armonía cantarán

al amanecer, del dormido mar,

surgiré…».

«para el regocijo infantil contemplar», —terminó Eric.

Todos se dieron la vuelta para mirarlo.

—¿Cómo sabes el final de los versos? —jadeó Morpet.

—No lo sé —dijo Eric mirándolos, desconcertado.

—Alguien debe habértelos dicho —dijo Trimak.

Eric se encogió de hombros.

—Nunca antes había oído esas palabras. Sencillamente me han llegado a la mente.

Morpet miró expectante a Raquel.

—No las conozco en absoluto —dijo ella—. Esas palabras son… extrañas. ¿Qué significan?

—¡Nadie lo sabe! —dijo Morpet con amargura—. Quizá nada. Quizá todo. Tu cabello es oscuro; tus poderes, más allá de lo que nunca antes habíamos visto. Esperábamos que tú supieras lo que significan.

—Yo sé lo que significa una parte —dijo Eric.

—Dinos —resopló Trimak.

Eric parecía casi avergonzado, como si las palabras lo impresionaran.


A los enemigos liberará
—murmuró Raquel—. ¿Somos nosotros los enemigos?

—No —dijo Eric—. Los neutranos.

Morpet se estremeció.

—¿Y qué hay de la última parte de los versos? ¿Qué o quién surgirá del mar dormido al amanecer? ¿Lo sabes?

El rostro de Eric se iluminó. Con un gesto infantil, que Raquel no le había visto desde que era un bebé, abrió los brazos:


¡Zumba
! —susurró corriendo en círculos alrededor de la cueva—. ¡Zumba! ¡Zumba!

Todos observaron a Eric, fascinados. Finalmente se calmó y volvió a su lado y los miró con timidez.

—¿Qué ha sido todo eso? —preguntó Raquel—. ¿Se supone que estabas volando?

—No —dijo Eric—. Significa… sí, quizá lo estaba. Vaya, ¡no losé!

—¿Qué significa
en armonía cantarán
? —preguntó Morpet.

—Me rindo —refunfuñó Eric, que se sentía incómodo bajo sus miradas.


¿Me rindo
? —dijo Raquel—. Vamos, Eric, no te lo estás tomando en serio.

—¡Claro que sí!

—Sé honesto —dijo ella—. ¿Alguien te dijo los versos antes? Más vale que me digas si estás fingiendo.

—¡No estoy fingiendo!

Raquel se inclinó hasta que sus ojos estuvieron al mismo nivel de los de Eric.

—De acuerdo —dijo—. Te creo. Piensa un minuto. En mi sueño, el mago Larpskendya dijo a Dragwena que su canto estaría siempre en Itrea. ¿Sabes qué significa eso?

—No, no lo sé —dijo Eric enfadado—. Deja de insistir.

Raquel miró a Morpet, frustrada.

—Supongo que piensas que yo soy quien os liberará a todos. Crees que yo soy la preciosa niña-esperanza. ¿Todas vuestras esperanzas se basan en ese pequeño verso? ¿Unas cuantas líneas sobre la niña morena?

—Sí —dijo Morpet—. Exacto.

—Pero las palabras de los versos… ¡pueden querer decir casi cualquier cosa!

Morpet hizo una mueca. Aparecieron arrugas lo suficientemente profundas bajo sus ojos como para atravesar sus hundidas mejillas.

—¿No comprendes? —gritó—. Hasta ahora podían haber querido decir cualquier cosa. ¡Pero Eric conoce las palabras! Además de mí mismo, el único con quien ha tenido contacto en Itrea es Dragwena… y estoy seguro de que la bruja nunca habría puesto esas ideas en su cabeza.

—Tengo miedo —murmuró Eric.

—¿De los versos? —preguntó Raquel.

—No. De Dragwena —lo dijo en un murmullo. Raquel sabía lo difícil que a Eric le había resultado admitirlo, especialmente frente a Morpet y Trimak.

—Yo también —dijo Raquel—. Pero estoy harta de tenerle miedo, ¿tú no?

Eric asintió con fervor.

Raquel se volvió hacia Morpet y Trimak.

—No estoy segura de si estos versos significan algo —dijo—. Pero apuesto a que Dragwena ya sabe a estas horas que hemos sido secuestrados. No tenemos mucho tiempo antes de que nos encuentre. Me habéis dicho que si aprendo nuevos encantamientos, seré
capaz
de luchar contra ella.

—Comenzaremos a entrenarte de inmediato —dijo Morpet—. Eric puede quedarse con Trimak.

—No —dijo Raquel—. Eric y yo permaneceremos juntos.

—Es demasiado peligroso —advirtió Trimak—. Dragwena lo usará como arma contra ti.

—No haré nada si no estáis de acuerdo —dijo Raquel conciliadora.

—Es demasiado arriesgado —dijo Morpet—. Podemos proteger a Eric mejor si estáis separados.

—No tenéis ni idea de cómo protegerlo —dijo Raquel—. Dejad de pretender que podéis hacerlo. Lo más probable es que yo pueda cuidar de Eric mejor que todos los sarrenos juntos. Deberíais saberlo a estas alturas.

—Muy bien —dijo Morpet con tristeza—. Seguidme.

11
La magia

Morpet condujo a Raquel y a Eric fuera de Worraft. Durante algún tiempo caminaron arrastrando los pies en silencio bajo el techo bajo de fríos corredores. Conforme Morpet avanzaba, puertas rojas parpadeaban cuando se acercaban y se extinguían una vez que habían pasado.

En varias ocasiones atravesaron algunas de esas puertas. Cada puerta desembocaba siempre en otro corredor casi idéntico con más puertas, en una serie aparentemente interminable de curvas pronunciadas cuesta arriba.

Raquel se sintió mareada.

—¿Cómo sabes cuál es el camino?

—Mediante la magia. Esto fue construido en secreto hace muchos años gracias al esfuerzo de unos cuantos sarrenos. Dragwena no sabe nada de este lugar. Vosotros sois los primeros niños que vienen aquí.

—¿Hacia dónde vamos? —preguntó Eric, mirando a todos lados.

—Hacia mi estudio —Morpet se detuvo ante una puerta que era idéntica a todas las demás—. ¿Creéis que podéis recordar el camino de aquí hasta Worraft?

Raquel miró a Eric y ambos negaron con la cabeza.

—Perfecto —dijo Morpet—. Solo una magia especial puede guiaros hasta aquí de nuevo.

—¿Podría encontrarnos la bruja? —preguntó Raquel.

—Con el tiempo podría hacerlo. Aunque primero tendría que encontrar Worraft. No hay otro camino hasta aquí, y Dragwena ni siquiera conoce la cueva. Al menos, eso espero.

Sopló tres veces sobre la puerta para abrirla y empujó a los niños adentro.

El «estudio» de Morpet no era más que una estrecha habitación alargada, con una cama sencilla, una mesa y una sola silla.

—¿Qué puedes hacer para ayudarme a luchar contra la bruja? —preguntó Raquel a Morpet—. Conoces tantos encantamientos, y…

—¿Yo? —soltó una risotada—. ¡Casi me desmayo de solo tratar de estar a tu altura durante el desayuno!

—¿Qué quieres decir?

—¿Recuerdas esos peces con aros? ¡Tuve que usar
todos
mis poderes para alterar su color!

Raquel se quedó boquiabierta.

—¡Me preguntaba por qué seguían cambiando!

—Has jugado incluso a serpientes y escaleras contra Dragwena… y has ganado. Todos los niños que han sido sometidos a esa prueba han fracasado: todos —colocó sus manos sobre los hombros de Raquel—. Tú
eres
la niña-esperanza. Estoy seguro de ello.

—Pero ¿cómo venceré a la bruja? ¿Qué tengo que hacer?

—Tienes que aprender algunos encantamientos nuevos —dijo Morpet—. También tienes que practicar. Dragwena ha practicado durante siglos. Cuando da una orden, es obedecida al instante. Puede cambiar de forma en cualquier momento.

—Pero es
difícil
cambiar de forma —dijo Raquel desalentada—. Lo hice solo porque estaba asustada. ¿En qué debo convertirme para vencer a Dragwena?

—No lo sé —dijo Morpet.

Raquel se quedó mirándolo.

—No puedo creerlo. ¡Esperas que yo lo sepa!

—Bueno —dijo él—, no nos preocupemos por el enfrentamiento con Dragwena por ahora. Vayamos por partes. ¿Jugarías un juego mágico conmigo?

Raquel suspiró al recordar la absoluta alegría con que practicaron un poco de magia en el comedor, lanzando melones contra las paredes. Ahora la magia ya no le parecía un juego.

Eric se acomodó en la cama de Morpet y observó.

—Quiero que trates de cambiar de forma de nuevo —dijo Morpet—. ¿Cuál sería un disfraz inteligente en Itrea?

—Un copo de nieve —respondió Raquel de inmediato. Al momento se imaginó como un copo de nieve volando en el aire—. ¿Bien?

—Sigues teniendo las piernas flacas —dijo Eric.

—No te preocupes —le dijo Morpet—. Es mucho más difícil de lo que piensas. Cuando jugábamos en el comedor y volábamos sobre las montañas, Dragwena puso una protección mágica especial a nuestro alrededor. Sin embargo, pronto comenzaste a utilizar tu propia magia. Cuando volabas hacia el lago y te convertiste en pluma, no fue la magia de la bruja lo que te permitió hacerlo. Lo hiciste por ti sola. Puedes hacerlo aquí ahora, pero tienes que concentrarte por completo. Usar magia real es muy peligroso y requiere toda tu atención.

Raquel miró a su alrededor.

—¿Puedo intentar ser algo distinto? En realidad no quiero ser un copo de nieve. Preferiría ser mejor un caballo… algo
vivo
.

—Un caballo, por muy encantador que fuera, difícilmente cabría en este estudio —dijo Morpet con sequedad—. Quiero que luches contra el deseo de convertirte en
algo en especial
. Tienes que ser más disciplinada al utilizar tu poder.

—No comprendo.

—Cuando te transformaste en pluma, eso te salvó la vida —le explicó—. Verás, es porque te convertiste en algo que necesitabas ser, que
tenías
que ser en ese instante. Dragwena te dará poco tiempo para pensar cuando ataque. Podrás salvarnos a todos si, en el momento de peligro, puedes transformarte en
aquello que conviene
, sea lo que sea. Ahora trata de concentrarte.

Raquel se forzó a relajarse, a concentrarse en la imagen de un copo de nieve. Pasó los dedos helados sobre su cuerpo, fríos, cada vez más fríos, hasta que sus párpados quebradizos se congelaron sobre sus pupilas. Ahora la forma. Doblar la piel, comprimir los huesos hasta que adquieran el tamaño de una mano, luego de un dedo, de una uña; después todavía más pequeña, tan minúscula que casi pase desapercibida. Logró que sus extremidades y su cabeza desaparecieran. Hizo que su cuerpo fuera esponjoso y blanco con afilados extremos cristalinos. Le supuso un enorme esfuerzo pero, por primera vez, Raquel era consciente de que, en lugar de estar reaccionando instintivamente, podía controlar la transformación misma. Parpadeó para abrir sus nuevos ojos de nieve.

Morpet y Eric habían desaparecido… al menos eso pensó Raquel hasta que se dio cuenta de que estaba siendo arrastrada lentamente a lo largo de los pantalones de Morpet. Tras unos segundos, se posó en el suelo con suavidad. Se sintió incómoda entre el polvo del suelo. A unos cuantos centímetros, el gigantesco zapato de Eric dio un paso atrás.

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