El Mundo de Sofía (34 page)

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Authors: Jostein Gaarder

Tags: #narrativa

—Hoy en día mucha gente habla de la «inteligencia artificial».

—Entonces te refieres a los autómatas de nuestros tiempos. Hemos creado máquinas que a veces nos hacen pensar erróneamente que son realmente inteligentes. Esas máquinas habrían aterrorizado a Descartes. Quizás hubiera empezado a dudar de que la razón del hombre fue tan libre e independiente como él pensaba. Porque hay filósofos que opinan que la vida espiritual del hombre no es más libre de lo que lo son los procesos fisiológicos. Es evidente que el alma de un ser humano es infinitamente más compleja que un programa de ordenador, pero algunos opinan que en principio somos tampoco libres como lo son esos programas. Pero mira, Sofía, voy a enseñarte algo.

Alberto señaló un gran escritorio en el otro extremo de la habitación. Allí había un pequeño ordenador; Se levantó y cruzó la habitación, seguido por Sofía.

Alberto conectó la máquina y en seguida apareció en la parte superior de la pantalla una C:. Escribió «Laila» y dijo:

—Éste es un avanzado programa de conversación.

Pronto apareció en la pantalla un texto:

«Hola, me llamo Laila. ¿Estás cómoda?»

Sofía tecleó dos letras:

«Sí», escribió. Alberto le puso una silla para que se sentara.

«¿Cómo te llamas?», preguntó la pantalla.

«Sofía Amundsen», escribió Sofía, y la máquina contestó.

«Camino del Trébol, 3. Me alegro de conocerte, Sofía. Estás deseando que llegue tu cumpleaños, ¿verdad?»

Sofía se sobresaltó.

—Solo le he dado tu nombre y tus señas además de tu fecha de nacimiento. Es como cuando te presentan a algún desconocido. De antemano, se suele contar con algunos datos informativos.

«No está mal», escribió Sofía.

«¿No estarás mal, Sofía? Intenta escribir frases enteras.»

«Gracias, estoy perfectamente. ¿Puedo hacerte una pregunta?»

«Me alegro de que estés perfectamente. Pregúntame, si quieres.»

«¿Que edad tienes?», escribió Sofía.

«Fui construido en Atlanta el 8 de agosto de 1988, pero fui traducido al noruego en la Escuela Superior de Tecnología de Noruega el 28 de marzo de 1990.»

«¡Caray!»

—Te dije que tenías que escribir frases enteras.

«Sólo dije caray.»

«No entiendo argot. Conozco más de 100. 000 palabras. Pero lo más cercano a caray que conozco es «caridad». ¿Eres creyente, Sofía?»

«No lo sé.»

«El no saber suele ser una fase en el camino hacia nuevos conocimientos».

«Sócrates habría dicho lo mismo. O quizás también Descartes».

«Sócrates fue un filósofo griego que vivió del 470 al 399 a. de C. Si quieres saber más, pulsa la tecla F7. Descartes fue un filósofo francés que vivió de 1596 a 1650. Si quieres saber más, pulsa la tecla F8.»

«Gracias. Es suficiente. ¿Puedo preguntar otra cosa?»

«Me alegro de que fuera suficiente. Pregunta otra cosa.»

Alberto se moría de risa. Sofía escribió:

«¿Quién es Hilde Møller Knag?»

«Hilde Møller Knag vive en Lillesand y tiene la misma edad que Sofía Amundsen. »

«¿Cómo lo sabes?»

«No sé cómo, pero lo encontré aquí en algún sitio del disco duro».

Sofía sintió una mano sobre el hombro.

—Le he dado los pocos datos que tenemos sobre Hilde.

«¿Sabes algo más de Hilde?», escribió Sofía.

«El padre de Hilde es observador de las Naciones Unidas en el Líbano. Tiene el rango de mayor y envía constantemente postales a su hija».

«¡Quiero que lo busques!»

«No puedo. No está en mis archivos, y yo no estoy conectado a ninguna otra base de datos.»

«¡¡¡Dije que lo buscaras!!!»

«¿Estás enfadada, Sofía? Tantas exclamaciones son un claro indicio de sentimientos agitados. »

«¡Quiero hablar con el padre de Hilde!»

«Tienes problemas para controlar tu voluntad. Si quieres hablar de tu infancia puedes pulsar la tecla F9. »

Alberto volvió a poner su mano sobre el hombro de Sofía.

—Tiene razón. Esto no es ninguna bola de cristal, hija mía. «Laila» no es más que un programa de ordenador.

«¡Cállate!», escribió Sofía.

«Como quieras, Sofía. Nuestra amistad sólo ha durado 13 minutos y 52 segundos. Me acordaré de todo lo que hemos dicho. Ahora interrumpo el programa. »

Volvió a aparecer el signo C: en la pantalla.

—Volvamos a sentarnos —dijo Alberto.

Pero Sofía ya había tecleado nuevas letras.

«Knag», había escrito.

A continuación apareció en la pantalla el siguiente mensaje:

«Aquí estoy. »

Ahora fue Alberto quien se sobresaltó.

«¿Quién eres?», escribió Sofía.

«El mayor Albert Knag a su servicio. Estoy conectando directamente desde el Líbano. ¿Qué desean los señores?»

—¿Pero qué es esto? —suspiró Alberto—. El muy fresco ha logrado meterse en el disco duro.

Empujó a Sofía para que se quitara de la silla y se sentó delante del teclado.

«¿Cómo demonios conseguiste meterte en mi ordenador?», escribió.

«Una menudencia, querido colega. Soy muy preciso al elegir dónde quiero aparecer»

« ¡Asqueroso virus informático!»

«Bueno, bueno. Por el momento actúo como virus de cumpleaños. ¿Me permiten enviar un saludo especial?»

«Gracias, empezamos a tener de sobra».

«Me daré mucha prisa. Todo esto es en tu honor, querida Hilde. De nuevo te felicito con todo mi corazón en el día de tu cumpleaños. Tendrás que perdonar las circunstancias, pero quiero que mis felicitaciones crezcan por todas partes a tu alrededor. Recuerdos de papá, que está añorando poder abrazarte».

Antes de que Alberto tuviera tiempo de escribir algo más, volvió a aparecer el signo C: en la pantalla.

Alberto tecleó «dir knag*.*» y el siguiente mensaje apareció en la pantalla.

knag.lib
147.643
15/06/90
12.47
knag.lil
326.439
23/06/90
22.34

Alberto escribió: «erase knag*.*» y apagó el ordenador.

—Bueno, ya lo he quitado —dijo—. Pero es imposible saber dónde puede volver a aparecer.

Se quedó sentado mirando fijamente la pantalla del ordenador Añadió:

—Lo peor de todo era el nombre: Albert Knag...

Hasta ahora Sofía no se había fijado en la similitud de los nombres: Albert Knag y Alberto Knox. Pero Alberto estaba tan excitado que no se atrevió a decir nada. Volvieron a sentarse junto a la mesa.

Spinoza

... Dios no es un titiritero...

Llevaban mucho tiempo sentados sin decir nada. Al final Sofía dijo algo sólo para desviar los pensamientos de Alberto.

—Descartes debió de ser una persona muy singular. ¿Se hizo famoso?

Alberto respiró hondo un par de veces antes de contestar

—Ejerció una gran influencia. Lo más importante quizás fue la influencia que tuvo sobre otro gran filósofo. Me refiero al holandés Baruch Spinoza, que vivió de 1632 a 1677.

—¿Vas a hablar también de él?

—Así lo tenía planeado, sí. No nos dejemos detener por provocaciones militares.

—Soy todo oídos.

—Spinoza pertenecía a la comunidad judía de Amsterdam, pero pronto fue excomulgado y expulsado de la sinagoga por heterodoxo. Pocos filósofos en la era moderna han sido tan calumniados y perseguidos por sus ideas como este hombre. Incluso fue víctima de un intento de asesinato. La causa era sus críticas a la religión oficial. Pensaba que lo único que mantenía vivo tanto al cristianismo como al judaísmo eran los dogmas anticuados y los ritos externos. Fue el primero en emplear lo que llamamos una visión «crítico-histórica» de la Biblia.

—¡ Explícate!

—Negó que la Biblia estuviera inspirada por Dios. Cuando leemos la Biblia debemos tener siempre presente la época en la fue escrita. Una lectura crítica de este tipo también revelará una serie de discrepancias entre las distintas escrituras. No obstante bajo la superficie de las escrituras del Nuevo Testamento, nos encontramos a Jesús, que muy bien puede ser denominado el portavoz de Dios. Porque la predicación de Jesús representó precisamente una liberación del anquilosado judaísmo. Jesús predicó una religión de la «razón» que ponía el amor sobre todas las cosas, y aquí Spinoza se refiere tanto al amor a Dios como al amor al prójimo. Pero el cristianismo también quedó pronto anquilosado en dogmas fijos y ritos externos.

—Entiendo que ideas como ésas no fueran fácilmente aceptadas por las iglesias y sinagogas.

—Cuando la situación se agravó, Spinoza fue abandonado incluso por su propia familia, que intentó desheredarle debido a su heterodoxia. Lo paradójico es que pocos han hablado tanto a favor de la libertad de expresión y de la tolerancia religiosa como Spinoza. Toda esa oposición con la que se topó dio lugar a que viviera una vida tranquila enteramente dedicada a la filosofía. Para ganarse el sustento pulía vidrios ópticos. Algunas de esas lentes son las que están ahora en mi poder.

—Impresionante.

—Casi tiene algo de simbólico que viviera de pulir lentes, pues los filósofos deben ayudar a los hombres a ver la existencia desde una nueva perspectiva. Un punto de la filosofía de Spinoza es precisamente ver las cosas Bajo «el ángulo de la eternidad».

—¿Bajo el ángulo de la eternidad?

—Sí, Sofía. ¿Crees que serías capaz de ver tu propia vida en un contexto cósmico? En ese caso tendrías que cerrar los ojos a ti misma y a tu vida aquí y ahora...

—Hmm... no es fácil.

—Recuérdate a ti misma que sólo vives una minúscula parte de la vida de toda la naturaleza. Tú formas parte de un contexto inmenso.

—Creo que entiendo lo que quieres decir.

—¿Eres capaz de captarlo? ¿Eres capaz de captar toda la naturaleza de una vez... sí, el universo entero con una sola mirada.

—Depende. Quizás me hicieran falta algunos vidrios ópticos.

—No estoy pensando sólo en el inmenso espacio. También pienso en un inmenso espacio de tiempo. Hace treinta mil años vivió un niño en el valle del Rhin. Formaba una minúscula parte de la naturaleza, un exiguo rizo en un mar inmenso. De la misma manera vives tú Sofía, una minúscula parte de la vida de la naturaleza. No hay ninguna diferencia entre tú y ese niño.

—Al menos yo vivo ahora.

—De acuerdo, pero precisamente era a ese tipo de pensamiento al que deberías cerrar los ojos. ¿Quién serás tú dentro de treinta mil años?

—¿Ésa fue la heterodoxia?

—Bueno... Spinoza no sólo dijo que todo lo que existe es naturaleza, también decía que Dios es igual a Naturaleza. Veía a Dios en todo lo que existe, y veía todo lo que existe en Dios.

—Entonces era un panteísta.

—Cierto. Para Spinoza Dios no creó el mundo quedándose fuera de su Creación. No, Dios es el mundo. A veces se expresa de una manera un poco distinta. Afirma que el mundo está en Dios. Sobre este punto se remite al discurso de San Pablo en el monte del Areópago. «En Él vivimos, nos movemos y existimos», había dicho San Pablo. Pero sigamos ahora el razonamiento del propio Spinoza. Su libro más importante fue «Ética demostrada según el orden geométrico. »

—¿Ética... y método geométrico?

—A lo mejor suena raro a nuestros oídos. Con la palabra «ética», los filósofos se refieren a la enseñanza de cómo debemos vivir para conseguir la felicidad. Es en ese sentido en el que hablamos de la ética de Sócrates y Aristóteles. Es en nuestros días cuando la ética se ha visto reducida a ciertas reglas de cómo vivir para no molestar a los demás.

—¿Porque pensar en la propia felicidad es ser egoísta?

—Algo así, sí. Cuando Spinoza utiliza la palabra «ética» podría traducirse tanto por «arte de vivir» como por «moral».

—Pero... «arte de vivir según el orden geométrico»?

—El método geométrico se refiere al lenguaje o la forma de presentación. Acuérdate de que Descartes también quería emplear el método matemático para la reflexión filosófica. Con esto quería decir una reflexión filosófica construida sobre conclusiones rígidas. Spinoza sigue esta tradición racionalista. En su ética quería mostrar cómo la vida del hombre está condicionada por las leyes de la naturaleza. Por ello debemos liberarnos de nuestros sentimientos y afectos, para así encontrar la paz y poder ser felices, opinaba él.

—¿Pero no estamos determinados únicamente por las leyes de la naturaleza?

—Bueno, Spinoza no es un filósofo fácil de entender, Sofía. Iremos por partes. Supongo que te acordarás de que Descartes opinaba que la realidad está compuesta de dos sustancias claramente diferenciadas, el «pensamiento» y la «extensión».

—¿Cómo podría haberlo olvidado en tan poco tiempo?

—La palabra «sustancia» puede traducirse por aquello de lo que algo consta, aquello que en el fondo es o de lo que proviene. Descartes hablaba pues de dos sustancias. Todo es «pensamiento» o «extensión», decía.

—No necesito que me lo repitas.

—Pero Spinoza no admitió esa distinción. Opinaba que sólo hay una sustancia. Todo lo que existe proviene de lo mismo, decía. Y lo llamaba «Sustancia». Otras veces lo llamaba Dios o Naturaleza. Por lo tanto Spinoza no tiene una concepción dualista de la realidad como la tenía Descartes. Decimos que es monista, lo que quiere decir que reconduce toda la naturaleza y todas las circunstancias de la vida a una sola sustancia.

—Difícilmente se puede estar más en desacuerdo.

—La diferencia entre Descartes y Spinoza no es tan grande como a veces se ha dicho. También Descartes señaló que sólo Dios existe por sí mismo. No obstante, cuando Spinoza equipara a Dios con la naturaleza, o a Dios con la Creación, se aleja mucho de Descartes y también de los conceptos judíos y cristianos.

—Porque en ese caso la naturaleza es Dios, y se acabó.

—Pero cuando Spinoza emplea la palabra «naturaleza» no sólo piensa en la naturaleza extensa. Con «Sustancia», «Dios» o «Naturaleza» quiere decir «todo lo que existe», también lo relativo al espíritu.

—Es decir «pensamiento» y «extensión».

—Pues eso. Según Spinoza, los seres humanos conocemos dos de las cualidades o formas de aparición de Dios. Spinoza llama a estas cualidades «atributos» de Dios, y esos atributos son precisamente el «pensamiento» y la «extensión» de Descartes. Dios, o la Naturaleza, aparece, bien como pensamiento, bien como materia extendida. Puede que Dios tenga muchas más cualidades, además del pensamiento y la extensión, pero sólo estos dos atributos son conocidos por los hombres.

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