El Palestino (109 page)

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Authors: Antonio Salas

—Tú eres prioritario.

Y supongo que Carlos el Chacal debía avalarme ante la comunidad islamista internacional con inmejorables referencias. O eso deduje yo cuando el 24 de mayo de 2009 recibí un e-mail de los turcos, invitándome formalmente a participar en un encuentro internacional que se celebraría en Estambul en noviembre y que supondría el histórico reencuentro, vía telefónica, de Leyla Khaled e Ilich Ramírez, los dos terroristas con vida más legendarios del siglo
XX
.

Probablemente, aquella invitación me abriría las puertas a una nueva línea de investigación fascinante, la de los guerreros del Frente Islámico del Gran Oriente, y su relación directa con Al Qaida, pero, tras la muerte de Eduardo Rózsa y el supuesto intento de asesinato de Evo Morales, yo había llegado al final de mis fuerzas y también de mis recursos. Había invertido en esta investigación hasta el último céntimo de mis ahorros, pero también hasta mi última gota de sudor. Y tomé la explosión de mi coche en Caracas como una señal del cielo, similar a la bala de calibre 9 corto que llevo colgada del cuello, y que casi me voló la rodilla, durante mi infiltración en las mafias del tráfico de mujeres... No aceptaría la invitación de los turcos.

¿Una nueva era?

El 4 de junio de 2009, desde la influyente Universidad de El Cairo, Barack Obama se dirige al mundo árabe y todos los musulmanes del planeta seguimos sus palabras conteniendo el aliento. Después de lo que la administración Bush supuso para el Islam, es lógico que los musulmanes tuviesen tantas esperanzas en el nuevo presidente de los Estados Unidos como las que habían demostrado sus propios electores. Y cuando Obama comenzó su mensaje con el saludo árabe, Assalamu Alaykum («Que la paz sea contigo»), cientos de millones de musulmanes creyeron que ese día, y en ese lugar, comenzaba una nueva era. Pero no fue así. Por desgracia, un solo hombre, ni aun siendo presidente del país más poderoso del mundo y estar tocado por la buena fortuna (
Baraka
en árabe significa «suerte»), no podía borrar de la memoria colectiva el 11-S, Afganistán, el 11-M, Iraq, el 7-J, Pakistán, etcétera. Demasiados huérfanos.

La explosión del coche en Caracas fue la última señal de advertencia que estaba dispuesto a desoír. Ya había asumido muchos más riesgos durante la infiltración de los que había previsto, aun siendo consciente de que el verdadero peligro comenzará en cuanto se publiquen estas líneas. Pero además es que faltaban solo unas semanas para que se iniciase el macrojuicio contra Hammerskin España, y tenía que decidir si finalmente prestaba declaración o no.

El plan inicial era mantener el contacto telefónico con Ilich Ramírez unos meses más, hasta que la nueva regulación de la telefonía móvil en España me obligase a identificarme ante la compañía o perder el número de la tarjeta prepago. Era una excusa perfecta para desaparecer, porque todos mis camaradas terroristas, empezando por Carlos, entenderían que yo no quisiese facilitar mis datos a la compañía telefónica. Pero Allah, clemente y compasivo, había decidido ponérmelo aún más fácil. Sería un tribunal francés quien se ocuparía de hacerme desaparecer, con la mejor cobertura imaginable.

Entre el 4 y el 7 de junio de 2009 se celebraban las elecciones al Parlamento Europeo, e Ilich Ramírez había decidido apoyar a un movimiento político radical francés: la Lista Antisionista, liderada por el famoso cómico Dieudonné M’Bala M’Bal, de padre camerunés y madre francesa. En uno de sus mítines políticos, en París, Ilich Ramírez se había permitido incluso la temeridad de entrar por teléfono, pidiendo el voto europeo para los antisionistas.
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Durante nuestra última conversación telefónica, el 30 de mayo de 2009, hablamos de la repercusión internacional del Caso Rózsa, de diferentes organizaciones de muyahidín, de cuestiones religiosas, de su relación con las mujeres y su preferencia por las sirias, del movimiento independentista canario, de Hugo Chávez... pero, sobre todo, de su apoyo a la Lista Antisionista de Dieudonné M’Bala M’Bal. Según Carlos: «... en los barrios obreros e inmigrantes de París tienen mucha simpatía por mí», y hasta el legendario Chacal había decidido que había llegado el momento de sacar un rédito político a ese apoyo.

Por supuesto, la intervención telefónica de Ilich Ramírez en un mitin político apoyando a un candidato antisionista al Parlamento Europeo desató un escándalo en Israel. Y tras una queja formal de los israelíes ante el Elíseo, la justicia francesa decidió castigar la nueva osadía del Chacal, cortando sus llamadas telefónicas. No podía soñar una forma más justificada de desvincularme de mi relación con Ilich Ramírez. En este caso, hasta la justicia francesa había conspirado en mi favor.

En ese mitin de la Liga Antisionista y apoyando al cómico francés, junto al comunista musulmán Ilich Ramírez, se encontraban físicamente Yahia Gouasmi, presidente del Partido Antisionista de Francia, y Alain Soral, ultraderechista del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen. Una vez más, islamistas y fascistas unidos en su causa contra los judíos.

En España, como en el resto del mundo, esa alianza antinatura entre nazis y propalestinos crecía con la misma fuerza que en el país vecino. Y, como había ocurrido durante las manifestaciones en protesta por los bombardeos a Gaza, mítines políticos de partidos ultraderechistas como España2000, Democracia Nacional, el Movimiento Social Republicano, Alianza Nacional, etcétera, ansiosos por arañar protagonismo en las elecciones europeas, recibían el apoyo de cada vez más ciudadanos, hastiados por los problemas derivados de la inmigración ilegal y manipulados por el discurso antisionista de los nazis. De hecho la extrema derecha saldría muy reforzada en las europeas de 2009, utilizando el reclamo antisionista y antiinmigración, como ya profeticé seis años antes en
Diario de un skin
. Y fue gracias a esa simbiosis antinatural entre revisionistas antisionistas y nazis como la providencia decidió obrar un nuevo milagro. Quizás, una vez más, me salvó la vida.

Faltaban solo unas semanas para que comenzase el macrojuicio contra Hammerskin España, y, de forma absolutamente milagrosa, mis contactos con el movimiento neonazi retomados para esta infiltración me pusieron en conocimiento de la conspiración que los acusados en el proceso contra Hammerskin estaban gestando contra mí. La primera pista me llegó a través de la ex novia de uno de los líderes de Blood & Honour, la otra organización skin NS en la que me infiltré durante mi investigación. Según esta joven, integrante a su vez del movimiento femenino skingirl Edelweiss,
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habían sido precisamente las chicas de Hammerskin las que habían puesto en marcha una colecta, meses antes, para reunir dinero con el que pagar a un sicario que evitase que Antonio Salas declarase en el juicio. Y una vez más, pese a todo lo vivido, me negué a creer la evidencia. «Estas cosas solo pasan en las películas», pensé.

Me empecé a preocupar cuando contrasté la historia con otras amigas skinheads, recuperadas durante esta nueva infiltración, interesándome por el rumor sobre el sicario que iba a silenciar al maldito periodista
Tiger88
. Y, para mi inquietud, mis fuentes confirmaron que, ciertamente, en un foro skingirl de Internet, restringido a las féminas de Hammerskin de más confianza, desde hacía meses figuraba una cuenta en la que hacer aportaciones para el sicario. Según otra skingirl, en ese momento habían recaudado 9000 euros.

Y si esta noticia, confirmada por tres fuentes distintas, no era suficiente para añadir todavía más tensión y presión a mi neurosis, el cuerpo de abogados que defendía a los skinheads procesados, nueve de los letrados más prestigiosos (y caros) de Madrid y Barcelona, estaba presionando al tribunal de la Audiencia Provincial para que me retirase la condición de testigo protegido. Los nazis llevaban seis años intentando descubrir cuál era la identidad real de Antonio Salas. Lógicamente, los afectados directos por mi infiltración, quienes habían sido mis camaradas skinhead, sabían que no se correspondía con ninguno de los falsos Antonio Salas que pululaban por Internet, porque ellos sí habían convivido con el auténtico. Y por primera vez en seis años tenían una oportunidad de descubrir al auténtico infiltrado, así que sus abogados presionaron enérgicamente a doña María Luisa Aparicio Carril, presidenta del tribunal que juzgaría a sus clientes, basándose en una sentencia del Tribunal Supremo, de ese mismo mayo. Sentencia del Supremo que retiraba la condición de testigo protegido a un miembro de los Latin King que había declarado contra sus compañeros en un juicio de la misma Audiencia Provincial, en junio de 2007. Los abogados de los nazis querían utilizar ese precedente judicial para convencer a la jueza de que retirase al testigo protegido 0304 su condición de anónimo, y pudiesen desenmascarar, por fin, al Antonio Salas real... Y, como es lógico, aquella noticia alteró mis prioridades en la investigación
.

Allah, compasivo y clemente una vez más, se puso de mi parte. Y una de las jóvenes que me informó de la colecta de las skingirls para contratar un sicario que evitase mi declaración en el juicio finalmente aceptó presentar por escrito su testimonio e incluso prestar declaración ante el Tribunal de la Audiencia Provincial si fuese necesario, testificando el peligro inminente que supondría para mi seguridad que la jueza aceptase las demandas de los abogados e identificase al testigo protegido 0304. Mi abogada, una letrada excepcional, tendría que presentar al tribunal argumentos más razonables que los que alegaban los nueve abogados de Madrid y Barcelona que defendían a la cúpula de Hammerskin España. Pero hasta el inicio del juicio, el lunes 15 de junio de 2009, era imposible saber cuál sería la decisión del tribunal... Y la espera iba a resultar un infierno.

El otro punto de vista

Ese mes de junio de 2009, Virus Editorial publicaba
Rastros de Dixan: Islamofobia y construcción del enemigo en la era post 11-S
, el primer libro-vídeo, que yo sepa, que ha presentado la historia del terrorismo islamista en España desde el otro punto de vista, y cuya distribución en PDF, de forma más que generosa, los autores cedían gratuitamente.

Los autores, algunos viejos conocidos de mi época en la izquierda antisistema catalana, utilizaban la operación del CNI y la policía española el 18 de enero de 2008 en la mezquita del Rabal barcelonés, que había desarticulado una supuesta célula terrorista pakistaní que pretendía materializar un atentado en el metro de Barcelona. Al día siguiente toda la prensa catalana, española e internacional se hacía eco del abortado 19-E, equiparando casi esa siniestra cifra con el 11-S, el 11-M o el 7-J.

Es un libro breve, 142 páginas que revisan, partiendo de esa operación policial, el otro lado de la moneda. Cómo viven y sufren los familiares, amigos y vecinos de los acusados de yihadismo terrorista sus detenciones.
Rastros de Dixan
denuncia que la islamofobia que generó el 11-S, alentada por el 11-M y el 7-J, «es una enfermedad psicosocial, del mismo grupo que otras enfermedades como el racismo, la xenofobia, la homofobia o la judeofobia», y compara el temor que la población occidental siente por las mezquitas, con la paranoia medieval imperante en Europa hacia las sinagogas, consideradas conciliábulos judíos, llenos de conspiradores peligrosos. Y alertan enérgicamente contra la «teoría de Eurabia», o islamización de Europa, una paranoia alarmista acuñada por la judía egipcia Bat Ye’or y popularizada por la periodista italiana Oriana Fallaci, que a través de Internet encontró eco en miles de webs y foros antimusulmanes en todo el mundo. Pero ¿es solo una paranoia racista?

La defensa que los autores de
Rastros de Dixan
hacen de los once musulmanes detenidos en la mezquita del Rabal de Barcelona, cuando el operativo policial irrumpió en pleno
salat
, es conmovedora. Desde enero de 2008 hasta diciembre de 2009 defendieron ante todos los que quisieron escucharlos la presunción de inocencia de los once pakistaníes. Pero eso no impidió que en diciembre de 2009 se efectuase el juicio y fuesen condenados.

Abu Sufian, que continuaba malviviendo en Madrid, en espera de juicio, no tuvo esos defensores. Nadie escribió un libro apelando a su presunción de inocencia, ni a la de sus hermanos Oussama Agharbi, Chafik Jalal Ben Amara y Andrey Misura, el supuesto terrorista checheno perseguido por los servicios secretos de media Europa, que sin embargo se movía por las mezquitas de toda España. Abu Sufian continuó subsistiendo precariamente en Madrid con los 300 euros mensuales que le enviaba su padre desde Londres. Tenía que firmar todas las semanas en el juzgado. Cansado de esperar, a principios de 2010 era posible verlo ante la Audiencia Nacional, siempre vestido de traje y corbata, con una pancarta en la que exigía su juicio. Oussama fue expulsado de España en cuanto venció su permiso de residencia y volvió a su Marruecos natal. Andrey no tuvo tanta suerte. A las 7 de la mañana del 4 de octubre de 2009 el joven bielorruso fue asesinado —ejecutado, según mis hermanos musulmanes— en la población andaluza de La Línea, cerca de Gibraltar. Siete certeras puñaladas en el cuello se llevaron su vida, y con ella su presunta peligrosidad como letal yihadista internacional.

Según la información policial, Andrey Misura, nacido en Minsk (Bielorrusia), el 22 de enero de 1975, «habría estado relacionado con grupos chechenos de apoyo a miembros de AL QAIDA, habiendo estado entre 2000 y 2002 en Azerbaiyán y Pakistán, participando en operaciones militares... El 24 de noviembre de 2004 fue detenido por las autoridades francesas cuando viajaba en autobús desde Bruselas a Londres, utilizando un título de viaje austríaco a nombre de ALEXANDER SANDUKHADZE, manifestando no poder regresar a su país dado que era oficial del ejército y había estudiado todo lo concerniente a armas químicas... En 2005 es detenido en Portugal, portando una solicitud de asilo en Bruselas, con su fotografía y a su nombre, y una agenda con los teléfonos de ABU SUFIAN, OUSSAMA AGHARBI Y MOHAMED SRIFI NALI...». Las intervenciones telefónicas del grupo liderado por Abu Sufian interceptaron diferentes conversaciones del propio Misura, desde el teléfono de Abu Sufian, que, según su criterio, demostraban la intención del bielorruso de unirse a la resistencia iraquí, junto con Oussama... De hecho, en el momento de su detención, en 2005, se les incautaron dos tarjetas de identidad francesas a nombre de Ahmed Laghuer y Sadik Takal falsificadas, así como un carné de conducir francés, y fotografías y documentos destinados, presuntamente, a otras falsificaciones.

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